
Nació en 1888 en la conocida
ciudad de Hamburgo, en el seno de una familia noble y dentro de una de las principales estirpes de militares prusianos, cuyo origen se remota al siglo XIII. De hecho, varios de sus antepasados fueron famosos militares a los que se dedicaron estatuas y hasta bautizaron a un barco con el nombre de
uno de ellos.
Participó en la I Guerra Mundial,
tanto en el frente oriental, como en el occidental, y en ambos dio muestras de
su valor y de sus acertadas decisiones en el combate.
Aunque, a causa del Tratado de
Versalles, muchos militares alemanes abandonaron el Ejército, él se quedó y fue
destinado al Ministerio de Defensa. Allí fue ascendiendo, poco a poco, hasta
que en 1939 ascendió a general.

En cambio, al llegar Hitler al
poder, cambió radicalmente la política alemana y se necesitaron muchas tropas y
mandos para las mismas. Así que muchos de los que habían permanecido dentro
ascendieron de golpe.

Siguiendo las normas militares,
en enero de 1942, fue pasado a la reserva. No obstante, a mediados de ese año,
fue recuperado para el servicio a fin de que participara en la invasión de la
URSS a las órdenes del famoso general Paulus, al que tengo pensado dedicarle
otro artículo.
Poco después, nuestro personaje,
también consiguió hacerse famoso y llegó a ser uno de los generales favoritos
de Hitler gracias a lo bien que llevó la defensa y la salida de la llamada
“Bolsa de Demyansk”.
Este fue un hecho ocurrido entre
febrero y finales de marzo de 1942. Poco antes, había sido ascendido a teniente
general y se le dio el mando de varias divisiones en el frente ruso.

Hay que decir que los alemanes
tuvieron suerte, porque el tiempo estuvo de su parte. Por esa razón, fueron
continuamente avituallados por vía aérea e, incluso, pudieron evacuar a sus heridos por esta misma vía. Incluso, construyeron dos pistas de aterrizaje en esa
zona. Hasta se permitieron enviarles refuerzos por esa misma vía.

Evidentemente, al Ejército
alemán, le vino muy bien esa obcecación del Alto Mando ruso por romper esa
bolsa. A causa de ello, el resto de las unidades alemanas no se vieron tan
agobiadas, pues disminuyó el número de unidades soviéticas que les tenían que
hacer frente.

Aparte de ello, a principios de
1943, el Ejército soviético, pareció tomar la iniciativa, trasladando muchas de
sus fuerzas desde Siberia hasta esa ciudad. Esta vez, el Ejército alemán, se vio
de nuevo rodeado, pero el tiempo no acompañó y el Alto Mando no les pudo suministrar
el avituallamiento por vía aérea.

Sin embargo, von Seydlitz, no era
de la misma opinión. Parece ser que había tenido fuertes discusiones con su
superior, el general Paulus, exigiéndole que ordenara la retirada del Ejército, aunque, con ello, tuviera que desobedecer las órdenes de Hitler. Como von Seydlitz tampoco podía retirarse,para no desobedecer a
Paulus, se dirigió a sus soldados y les dejó libertad para hacer lo que
quisieran.

Incluso, los que afirman que se
pasó a las líneas enemigas, también dicen que Seydlitz y los otros oficiales
que lo acompañaban fueron ametrallados desde las posiciones alemanas, causando
varios heridos.

Parece ser que el propio Stalin
ideó un plan por el que nuestro personaje debería de convencer a otros mandos
alemanes, también en manos de los soviéticos, a fin de que lucharan contra los
nazis y echaran del poder a Hitler. Otros dicen que fue una idea de nuestro personaje
y que se la propuso al propio Stalin.

Es más, en varias ocasiones, los
aviones soviéticos lanzaron octavillas firmadas por nuestro personaje, donde se
incitaba a los soldados alemanes a dejar de luchar contra los rusos.
Evidentemente, esto enfureció al
Gobierno alemán. Así que ordenaron que fuera procesado por traición. En ese
juicio fue condenado a muerte, aunque fuera en ausencia.

Lo curioso es que, en un
principio, Hitler llegó a fiarse más de nuestro personaje que de Paulus. Así
que segregó una parte del Ejército de Paulus para darle el mando a von
Seydlitz. Está visto que Hitler no estuvo muy acertado en la campaña de Rusia.

En aquella ocasión, los
soviéticos, sin contar con el resto de sus aliados, firmaron la paz, por separado,
con los alemanes, aunque perdieron buena parte de su territorio. Encima dejaron
solos a sus aliados frente a los alemanes, los cuales pudieron trasladar casi
todos sus efectivos del frente oriental al occidental.

Sin embargo, cuando la URSS se
pasó a los aliados, llegaron a formar el
llamado Comité Nacional por una Alemania libre, el cual, estuvo, en un
principio, dirigido por el escritor comunista Erich Weinert.
Posteriormente, tras la derrota
alemana en Stalingrado, se les fueron uniendo a este comité una serie de
militares alemanes, encabezados por von Seydlitz. Estos llegaron a formar, en
1943, la Liga de oficiales alemanes. En esta organización llegó a estar hasta
el mismo general Paulus.
Algunos dicen que este último
sólo se unió al grupo cuando conoció la fuerte represión que Hitler estaba
llevando a cabo contra los acusados de haber participado en el intento de golpe
de Estado de von Stauffenberg.

Prometían a los soviéticos que,
si llegaban a triunfar, dejarían las fronteras alemanas tal y como se las
encontró Hitler, cuando llegó al poder, y el procesamiento de todos los
jerarcas nazis. Para diferenciarse de estos, incluso, adoptaron la antigua bandera
del Imperio alemán, o sea, la negra, blanca y roja.

Realmente, la idea de formar un
Ejército con los prisioneros alemanes no tuvo mucho éxito, porque estos no se
fiaban nada de los comunistas de su país y menos de los rusos.

Por otro lado, a Stalin, que
nunca se fió de nadie, no pareció gustarle mucho la idea de liberar a unos
40.000 prisioneros alemanes, como pedía nuestro personaje, darles armas y
enviarlos de vuelta a su país, donde no podría tener ningún control sobre
ellos. Lo más lógico es que volvieran a tomar las armas contra los soviéticos.

De todas formas, viendo los
soviéticos el poco éxito que había tenido nuestro personaje, al intentar
alistar a sus compatriotas prisioneros para su causa, lo volvieron a
encarcelar. Parece ser que esto le causó una profunda depresión.

En 1956, tras las exitosas
gestiones del canciller alemán Adenauer, consiguió salir en libertad y volver a
su país, al igual que varios miles de prisioneros de guerra alemanes. Parece ser que fueron los últimos prisioneros de guerra alemanes, que fueron repatriados a su país. En la foto se ve a una mujer alemana agradeciendo las gestiones del canciller Adenauer, que consiguió repatriar a su hijo.

Von Seydlitz, también intentó
recuperar sus bienes y su pensión por su alto cargo en el Ejército. Consiguió
lo primero, pero no lo segundo. Las autoridades alemanas nunca le perdonaron
haber colaborado con el enemigo. Incluso, le volvieron a juzgar por ello en su
país. Esta vez, muchos de sus compañeros testificaron a su favor y el tribunal
revocó su anterior condena a muerte.
Todavía se sigue discutiendo, hoy
en día, si obró con lealtad a su país. Algunos argumentan que no se podía ser
leal a Hitler, un tipo que se dedicó a ordenar la muerte de millones de
personas. Entre ellas, muchos militares y civiles opuestos a su política.
Por eso se discute la validez de un juramento de lealtad hacia una persona que se
dedicó a conculcar cualquier tipo de derecho. En cambio, sí lo es intentar derrocarlo,
porque ejerce la tiranía sobre su país.
Lo cierto es que von Seydlitz murió en 1976,
en Bremen. Abandonado por todos, incluso por sus propios camaradas militares.
En 1996, tras el fin de la URSS, los tribunales rusos,
revocaron la condena a 25 años de prisión, que habían dictado, anteriormente, contra él y por la que estuvo encarcelado
hasta que fue repatriado a su país.
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