Quiero empezar este artículo de
la misma forma que acabé el último de 2017, o sea, deseando que todos seáis muy
felices en el año 2018. Aunque no os haya tocado la Lotería, cosa que le suele
ocurrir a casi todo el mundo, porque para eso la organizaron en su momento.
Esta vez voy a narrar en el blog
la vida de un revolucionario de los muchos que ha habido en este país, llamado
España, y que, como suele suceder, casi nadie se acuerda de él.
Confieso que llegué a conocer un
poco de la historia de este personaje, gracias a que su nombre fue utilizado
como seudónimo por el gran escritor español Manuel Vázquez Montalbán. Antes de
eso, no lo conocía en absoluto.
En principio, no hay que
confundir a este personaje con un matemático español de igual nombre y que
también vivió en el siglo XIX.
Nuestro personaje se llamaba
Sixto Sáenz de la Cámara y Echarri. Nació en agosto de 1824 en el pequeño
pueblo riojano de Aldeanueva de Ebro.
Nació dentro de una familia
modesta, que, desgraciadamente, no pudo
proporcionarle una buena formación, pero sí un gran amor por la libertad. No obstante, su
padre fue escribano y luego alcalde de su pueblo.
Esta localidad se hallaba en
una zona que, durante las guerras
carlistas, siempre estuvo en disputa por ambos bandos.
Seguramente, por ello, desde muy
joven, se alistó en el bando liberal, también llamado cristino y, más tarde,
isabelino. Pasó varios años combatiendo a los carlistas, partidarios del tío de
la reina y de la restauración del absolutismo. Los carlistas son los que aparecen en la ilustración con la boina roja
Hacia 1843 se le ve residiendo en
Madrid, donde se siente en su salsa, gracias a la efervescencia revolucionaria
que se vivía, por entonces, en la capital.
Allí procura leer todo lo que
puede y escribe multitud de artículos en varios de los muchos periódicos que
surgieron en ese momento, aunque, la mayoría de ellos, tuvieron una vida muy
efímera. Se dice que algunos sólo lograron reunir una docena de suscriptores.
Hasta se atrevió a escribir una
obra de teatro sobre un bandolero y, posteriormente, varios libros en donde
matizaba su pensamiento político.
También, por esa época, conoció a
otro personaje llamado Fernando Garrido. Éste venía de Cádiz, donde había
prendido la semilla del socialismo propuesto por Charles Fourier, hoy llamado
“socialismo utópico”.
El ideal de Fourier se basaba en
crear unas comunas, llamadas
falansterios, donde la gente viviría y trabajaría. En ellas, todos ganarían lo
mismo, pero se daría una bonificación para fomentar el talento y el trabajo.
Basándose en las ideas de ese
pensador francés, Cámara, publicó “El espíritu moderno”, en 1848, y, al año
siguiente, “La cuestión social”.
En un principio, nuestro
personaje, pensaba que el liberalismo sería una forma de derrotar a los
conservadores y hacer evolucionar a la sociedad desde un liberalismo hacia el socialismo de Fourier.
De hecho, en 1849, se fundó el Partido
Demócrata, en el que convergieron personas con ideales políticos muy
diferentes. Entre ellos, nuestro personaje.
En un principio, había apoyado a
los liberales o progresistas, pero luego se dio cuenta de que esos políticos,
como todos, iban a lo suyo y no se preocupaban para nada de los sufrimientos
del pueblo.
Tras la llegada de los progresistas
al poder, se vio que no cumplieron lo que habían prometido, sino que apretaron
aún más las clavijas al pueblo. Así que ese partido se disolvió.
A partir de ahí, el movimiento
obrero dejó de apoyar a la burguesía, en los muchos intentos de ésta por llegar al
poder, y creó sus propias señas de identidad, que, posteriormente, les fueron
facilitadas por el naciente marxismo.
Seguramente, por eso mismo, Cámara
fundó con Fernando Garrido y algunos amigos más, un movimiento llamado “Los
hijos del pueblo”, al objeto de organizar múltiples rebeliones por toda España,
que produjeran el cambio social y político que anhelaban.
Precisamente, en 1849, nuestro personaje
fundó un periódico, llamado La reforma económica, donde se dedicó a divulgar
los postulados de lo que hoy conocemos como el Socialismo Utópico.
También fue un firme partidario
del Iberismo, o sea, la unión de España y Portugal en un único Estado, pero siempre
en un contexto republicano federal.
En 1856, tras el final del
llamado Bienio Progresista, donde durante unos pocos años pudieron gobernar los
liberales, huyó hacia Andalucía y luego se exilió en Portugal. Allí, escribió,
en 1859, "La Unión Ibérica".
A esas alturas, para él, la
revolución era la única forma posible para llegar a cambiar la política
de su tiempo. Así que la mejor manera de conseguir ese objetivo era la unión de
los revolucionarios de ambos países.
En 1857, desde su exilio
lisboeta, organizó lo que llamó la Legión Ibérica. Supuestamente, se trataba de una unidad
de milicias que invadiría España y expulsaría del Gobierno a los conservadores.
Lo cierto es que aquí primaban
más los deseos que la realidad. Incluso, en algún momento pensaron viajar hasta
la actual Italia, para apoyar a Garibaldi en su lucha para conseguir la
unificación de su país.
Parece ser que el 08/07/1859, en pleno verano, Sixto Cámara, se aventuró a entrar en España, junto con otros amigos. Al día
siguiente, se reunió en Olivenza con unos sargentos del batallón de milicias de
Badajoz. Allí acordaron ser los primeros en sublevarse, para después hacerlo diversas
guarniciones de Andalucía.
Según cuentan, alguien los denunció
y el Gobierno envió, desde Badajoz, un contingente de la Policía para
capturarlos.
Al saber que la Policía les
estaba buscando, Cámara y otro amigo, salieron de Olivenza con intención de
volver a cruzar la frontera.
Parece ser que fue uno de esos
días en que hace un calor más que sofocante y ellos, con las prisas, no habían
cogido ni agua.
Así que procuraron no tomar
ninguna carretera, porque, seguramente, estarían todas vigiladas, e intentar llegar campo a través hasta el vecino país. El
problema es que se perdieron y, además, la sed hizo mella en ellos.
Fruto de esa desesperación, a
Cámara no se le ocurrió otra cosa qu e ponerse a beber en una
zona donde había una charca, cuyas aguas no parecían muy saludables.
zona donde había una charca, cuyas aguas no parecían muy saludables.
A causa de ello, nuestro personaje
se puso muy enfermo y su amigo lo llevó hasta una cercana casa de labradores,
donde al poco tiempo murió.
Por lo que respecta a su
compañero, Moreno Ruiz, intentó huir hacia Portugal, pero los habitantes de esa
casa no lo consintieron, alegando que podrían culparles a ellos de la muerte de
nuestro personaje.
Así que fueron a denunciar el
hecho y las autoridades detuvieron a Moreno. Poco después, fue juzgado y
condenado a muerte.
Parece ser que, junto a él,
fueron ejecutadas varias personas más. Incluso, uno de ellos, había sido
condenado a muerte por el “grave delito” de llevar una carta de los conspiradores desde
Badajoz a Olivenza.
Así que, como sólo había un
garrote, tuvo que ver cómo ejecutaron al resto de los condenados, siendo él el
último en sufrir esa pena.
Posteriormente, tras un registro efectuado
en el domicilio de Moreno Ruiz, encontraron papeles muy comprometedores. Por ese
motivo, el Gobierno, detuvo a cientos de personas por toda España.
Curiosamente, en Sevilla,
capturaron a un sargento de Artillería, al cual le prometieron dejarle con vida
si denunciaba quién era el jefe de la conspiración. Parece ser que éste señaló al
político cartagenero Fernando Garrido, el gran amigo de nuestro personaje.
Según cuentan, tras haber quedado
este sargento en libertad, fue increpado por el resto de sus compañeros, los cuales
le hicieron prometer que, cuando el juez volviera a interrogarle, negaría
todo su testimonio anterior.
Así que, cuando lo citaron ante
el Tribunal, al objeto de realizar un careo con Garrido, el militar negó
conocerle y este último fue inmediatamente detenido.
Posteriormente, el militar fue
sometido a un consejo de guerra, el cual le condenó a muerte, llevando al mismo
Garrido al lugar de ejecución para que contemplara cómo se ajusticiaba a quien
se había retractado de su anterior declaración.
Parece ser que se quedaron con
las ganas de matarlo, porque, a causa de su actividad como periodista y revolucionario,
era muy conocido por la Policía y ya había sido encarcelado en diversas
ocasiones. Sin embargo, no pudieron hacerlo por falta de pruebas.
Saludos desde Bailén, Jaén.
ResponderEliminarMe llamo Francisco José Chica y soy descendiente de D. Francisco de la Chica y Granados (1819-1879), destacado político republicano que participó en la Insurrección de 1857, exiliándose en Portugal junto a varios revolucionarios más de la ciudad y con el propio D. Sixto Cámara. Fue además Presidente de la Junta Revolucionaria de Bailén en 1868 y Alcalde de la ciudad desde ese año hasta 1873, liderando también el Cantón de Bailén.
Desde que supe de la vida de mi antepasado y de aquellos compañeros con los que compartió exilio, he buscado información sobre cada uno de ellos.
Esta entrada sobre el Sr. Cámara me ha resultado muy interesante.
Un cordial saludo.
Me alegro mucho que le haya gustado. Uno de mis bisabuelos era militar y participó en la sublevación republicana de Badajoz, ocurrida en 1883.
EliminarLe invito a leer otros de los artículos que tengo publicados en mi blog y, si le han gustado, a ser posible, que se haga seguidor del mismo.
Muchas gracias por su comentario y saludos.
Por supuesto, acabo de seguir su blog y he leído uno de sus últimos artículos, concretamente el referente al Dr. Moliner, de quién desconocía mucha de la información aportada en dicha entrada.
EliminarIgualmente, secundo su opinión personal con la que inicia el artículo.
Tiene un muy buen blog y será un placer leerlos.
Un cordial saludo.
Me alegro mucho que le haya gustado mi blog. Será un placer leer sus próximos comentarios.
EliminarMuchas gracias y saludos.