ESCRIBANO MONACAL

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UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

sábado, 12 de enero de 2013

SIEMPRE PUEDE APARECER LA JUSTICIA DIVINA. ROLAND FREISLER, EL CASTIGO PARA UN JUEZ NAZI


Es curioso, porque cuando alguien quiere hacer méritos trabaja más que los demás y hace hasta  lo imposible para ser aceptado.

Hoy traigo al blog a un  tipo de lo más asqueroso, que hizo lo mismo. Lo malo es que quiso ser aceptado por los nazis, a pesar de tener unos orígenes comunistas. Dicen que fue tan duro que escandalizó a los propios nazis.

Roland Freisler nació en una pequeña ciudad de Alemania en 1893, hijo de un ingeniero. Estudió bachillerato en Aquisgrán.

Combatió en la I GM, donde obtuvo el grado de teniente, pero fue apresado por los rusos. Allí aprendió ruso y leyó varios manuales sobre el Marxismo, convirtiéndose en un ferviente comunista. Incluso, le llegaron a dar un pequeño cargo de confianza en el campo de concentración.

Al ser liberado, en 1920, estudió Derecho en la universidad de Jena, trabajando posteriormente como abogado y concejal en Kassel. Por entonces, militaba en el partido comunista alemán.

Por algún motivo desconocido se afilió en 1925 al entonces emergente partido nazi. Algunos autores aseguran que lo hizo por su desprecio a la República de Weimar, pero me parece algo muy raro para un comunista convencido como él.

En 1933, siendo diputado de Prusia, es nombrado secretario de Estado del ministerio prusiano de Justicia del III Reich. Parece ser que no lo quisieron nombrar ministro por su pasado comunista. Incluso, en 1941, lo propuso Goebbels para ese puesto, pero Hitler no accedió por esa misma causa, aparte de que tenía un hermano, también afiliado al partido nazi, que era muy crítico con las ideas de su partido.

En 1939 se introdujo el Decreto sobre los “criminales juveniles precoces”, de él se sirvió para condenar a muerte a 72 jóvenes, algunos por el simple hecho de repartir propaganda contra la guerra.

También con el “Decreto contra los parásitos nacionales” se añadieron ciertas características biológicas para justificar el uso de la fuerza.

Participó como representante del Ministerio de Justicia en la Conferencia de Wansee, donde se decidió la famosa “Solución final”, para matar a la mayor cantidad posible de judíos.

En agosto del 42 el presidente del Tribunal Popular pasa a ser ministro de Justicia y él lo relevó en el cargo.

Allí convirtió todos sus juicios en una desagradable farsa, pues, además de actuar como juez, lo hacía como jurado, fiscal, etc. Así que hasta un 90% de sus sentencias fueron condenas a muerte, las cuales se veía claramente que ya las tenía decididas de antemano.

Entre 1942-45 se realizaron unas 5.000 ejecuciones, de las cuales, unas 2.600 corresponden a sentencias dictadas por este elemento.

Como esto de hacer méritos se contagia, por debajo de él tenía unos 200 jueces que hacían lo mismo.

En febrero del 43 los componentes de la famosa organización opositora llamada “La Rosa Blanca”, tuvieron la mala fortuna de caer en sus manos. Así que, siguiendo sus procedimientos habituales, los condenó a todos a muerte y ordenó que las ejecuciones, por medio de la guillotina, se realizaran inmediatamente.

Igual les ocurrió a los acusados por el atentado de Von Stauffemberg, en julio de 1944. Parece ser que en este juicio les gritó tanto a los acusados que los encargados de la grabación del sonido no podían escuchar las respuestas de los acusados.

Los chicos de la organización “La Rosa Blanca” tuvieron la mala suerte de caer enseguida y que los pusieran delante de este elemento. Pero, tras la II GM, los expedientes de sus procesos fueron remitidos a Moscú. Al cabo de unos años, los rusos los devolvieron a la antigua RDA y, por fin, ya con la reunificación, fueron remitidos al Archivo federal, donde no quisieron airearlos, pues en ese momento estaban dedicados en exclusividad a la reunificación. El cine, como ha ocurrido en muchas ocasiones, ha tenido que sacar esta historia de los archivos para darla a conocer al público.

Dice el famoso refrán castellano que a todo cerdo le llega su San Martín y a éste le llegó tal que un 3/02/1945. Ese día se encontraba, como siempre, en su tribunal ridiculizando a un encausado. Esta vez se trataba del teniente Fabián von Schlabrendorff, que también había sido acusado de participar en el mencionado complot contra Hitler.

Cuando el juez le estaba diciendo que “le mandaría directo al Infierno”, él acusado le contestó “con gusto le permito ir delante”. En ese momento, sin aviso previo, se desató uno de los constantes  bombardeos aliados, que dejó caer una de sus bombas en medio de la sala. Tras este incidente, vieron al juez muerto, había sido aplastado por una viga y tenía aún en su mano el expediente del acusado.

Como curiosidad, el juez que le sucedió absolvió al acusado por falta de pruebas concretas, aunque luego lo internaron en varios campos, pero pudo llegar con vida al final de la II GM.

Algunos comentaron “nadie lamentó su muerte” y otros “es el veredicto de Dios”. Tampoco se le rindieron funerales de Estado, porque sobre él siempre tuvieron sospechas de que continuara siendo comunista.

Incluso, se comenta que sus dos únicos hijos dejaron de utilizar su apellido tras la II GM. 

Curiosamente, su viuda siguió recibiendo puntualmente su pensión después de la guerra. Sin embargo, los herederos de sus víctimas no tuvieron derecho a pensión hasta unos años después, porque el Gobierno de la RFA los seguía definiendo como traidores a Alemania.  

5 comentarios:

  1. A este elemento le iba o todo blanco o todo negro.

    Nada de ser conservador, liberal, socialdemócrata...eso son zarandajas.

    O se es comunista o se es nazi.(Punto).

    Un saludo.

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  2. Con lo que queda demostrado que los extremos se tocan. Dicen que la inteligencia militar envió a Hitler a ver cómo era el partido nazi, pensando que eran de ultraizquierda y resulta que eran de ultraderecha.

    También hubo varios casos conocidos de falangistas asesinados en la Cárcel Modelo de Madrid, durante la Guerra Civil, que anteriormente habían militado en el PC o en el PSOE. Incluso, por lo menos, un hermano de Durruti había militado en la CNT y luego se pasó a Falange.

    Saludos.

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  3. No sé si has leído la entrada sobre Melchor Rodríguez. Este hombre tuvo una vida muy curiosa.

    A su entierro, realizado en la época de la dictadura franquista, acudieron tanto sus camaradas anarquistas, como militares y falangistas que le tuvieron mucho aprecio, porque, durante la II República, les había salvado la vida a ellos o a sus familiares.

    Incluso, se le enterró con el ataúd envuelto en la bandera anarquista y se entonaron cánticos de esta ideología, cosa muy extraña en el Madrid de entonces, porque no fue a escondidas, sino que el Gobierno lo supo y no quiso impedirlo.

    Saludos.

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  4. Me ha encantado el post, ese tono de ironía que le has puesto le va genial. Desde luego, este fulano era un cerdo.

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  5. Además la toga le sentaba fatal. Tenía pinta de mamarracho con ella.

    Saludos.

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