Esta vez
traigo al blog un personaje del que todo el mundo cree que sabe mucho y, en el
fondo, la inmensa mayoría, no saben casi nada.
Para empezar,
no debemos confundir su nombre, Manuel Pavía y Rodríguez de Alburquerque, con
otro general llamado Manuel Pavía y Lacy, marqués de Novaliches. Además, ambos
fueron contemporáneos. Por eso, muchos de los escritores de su época le llaman
por su título nobiliario, para distinguirlo del otro.
Este último
fue derrotado por el general Serrano, durante la Revolución de 1868, en la
batalla de Alcolea. Además, resultó allí herido y quedó muy desfigurado.
En cambio,
nuestro personaje, que nació en Cádiz en 1827, perteneció al bando contrario. O sea, que se
sublevó contra Isabel II y, tras el primer intento, tuvo que exiliarse hasta
1868.
Perteneció al
Partido Radical, con Prim, y, tras la muerte de éste, siguió con Ruiz Zorrilla.
No fue partidario de Amadeo, sino que apostó por la llegada de la República.
Durante la I
República fue uno de sus generales más leales, luchando contra las partidas
carlistas en Navarra y contra los cantonalistas andaluces.
La llegada de
los federales al poder le dejó en expectativas de destino, pues no le perdonaban
que hubiera vencido su insurrección realizada en Madrid en 1872.
En 1873 sofocó
las rebeliones cantonales andaluzas, cuando fue nombrado capitán general de Andalucía
y Extremadura.
Por ello, fue
designado por Emilio Castelar, con el que siempre tuvo mucha amistad, capitán
general de Castilla la Nueva, con sede en Madrid.
El 3 de enero
de 1874, siendo Emilio Castelar presidente del Gobierno, perdió una moción de
confianza. Era lógico, pues, poco a poco se estaba convirtiendo en todo un
dictador. Aun así, sus partidarios
intentaron que no cayera. Los votos fueron 110 en contra y 101 a favor
de su Gobierno.
Había sido una
sesión muy larga, la cual fue suspendida entre las 7 de la tarde y las 11 de la
noche. Hubo unos discursos muy duros contra la política del Gobierno. La
votación que he citado antes, se realizó a las 5 de la mañana. Dos horas
después se produjo la llegada de las tropas de Pavía al Congreso. Esta unidad estaba formada por dos compañías de infantería, dos de la Guardia Civil y una batería de artillería.
El general
Pavía le hizo llegar un mensaje al presidente dimisionario, donde le decía que el Ejército le iba a apoyar
si daba un golpe de Estado para quedarse
en el poder, a fin de que no lo tomaran los federalistas, que apoyaban a los
cantonalistas y a los carlistas. Como Castelar se negó en redondo, Pavía, que
era el capitán general, actuó a su manera.
Hago una pausa
para aclarar dos cosas. A todo el mundo le han enseñado en la escuela que la I
República española tuvo 4 presidentes. Eso no es cierto, porque no quisieron
crear ese puesto hasta que no se aprobara la Constitución republicana, cosa que
nunca se hizo. Así que esos 4 fueron presidentes del Gobierno, más un amago de
dictadura que presidió, posteriormente, el general Serrano, que se apuntaba a
todo.
Otra
aclaración viene porque todo el mundo piensa que el general Pavía era ese
oficial de la Guardia Civil que entró
en las Cortes para exigir que los
diputados desalojaran la sala. Pavía nunca perteneció a la Guardia Civil, sino
que era el jefe del Ejército en toda Castilla la Nueva, que entonces englobaba
a Madrid. Tampoco entró a caballo en las Cortes. Eso es absolutamente falso.
Bueno, pues
volviendo por dónde íbamos, en esa sesión, en la cual acababa de dimitir el
presidente Castelar, unos diputados presentaron como candidato al federalista
Eduardo Palanca, un conocido republicano.
Parece ser
esta candidatura se llegó tras unas largas negociaciones entre Salmerón, Pi y
Margall, Figueras, Guisasola y Rispa. Lo curioso es que el interesado no quería
ser candidato e intentó huir a su casa, en Málaga. Hubo que convencerle para
que regresara desde la estación, donde ya iba a tomar el tren.
El general
Pavía hizo llegar, a través de sus ayudantes y de los ujieres de la Cámara, una
nota al presidente de las Cortes, Nicolás Salmerón, que había sido
anteriormente presidente del Gobierno. Parece ser que les acompañó el coronel
Iglesias, jefe del destacamento de la Guardia Civil que se encargaba de la
seguridad del recinto.
El presidente
la leyó en alto, de un modo irónico, y todos los diputados se negaron en
redondo a abandonar la sala.
Así que Pavía
mandó a un grupo de jóvenes reclutas del regimiento de Mérida, los cuales, al
verlos los diputados, se envalentonaron y se negaron a irse. El coronel
Iglesias, al ver la escena dio un par de tiros al aire y mandó una unidad de
guardias civiles, para que entraran en la sala con la orden de desalojar de
cualquier forma a los diputados. Esa es la escena que conocemos todos por los
dibujos de la época.
No obstante,
antes de que entrara la Guardia Civil, Castelar subió al estrado y pronunció
una frase muy célebre: “Yo, señores, no puedo hacer otra cosa que morir aquí el
primero, con vosotros” incluso, tras ese breve discurso, algunos diputados
quisieron cambiar su voto y ofrecerle ahora su confianza, cosa que él rechazó
muy dignamente.
Por eso, en
unos dibujos vemos que los diputados salen despavoridos de la sala, huyendo de
la Guardia Civil, mientras que el personal del Cuerpo Diplomático, que asistía
como invitado a esa sesión, sale tranquilamente y es saludado por los militares
que se han situado en la puerta del Congreso.
Algún autor
dijo en ese momento: “muchos de los que habían jurado morir en sus puestos,
recogieron sus prendas de abrigo en el guardarropa y ganaron, cabizbajos y
silenciosos, la calle de Floridablanca”.
A las 07.30 había finalizado la misión. Los diputados
habían sido desalojados, ocupados los puntos estratégicos de Madrid. La I
República había sido herida de muerte.
Como Pavía
nunca tuvo ambiciones políticas, enseguida convocó a todos los partidos, a
excepción de los carlistas, federalistas y cantonalistas, para formar un
Gobierno de concentración nacional, bajo la presidencia del general Serrano,
como ya mencioné anteriormente.
Serrano
organizó un gobierno provisional, que duró casi un año, suspendiendo las
garantías constitucionales y disolviendo las Cortes republicanas.
Aunque parezca
mentira, Pavía obtuvo una gran popularidad, a raíz de este hecho. No aceptó ni
siquiera el ministerio que le ofrecieron.
Se dice que
era vitoreado cuando paseaba por las calles madrileñas e, incluso, se presentó
a las siguientes elecciones, en 1876. Donde consiguió 2.966 votos de los 3.054
posibles, como representante del distrito centro de Madrid.
La mayoría de
la prensa hablaba muy bien de él, salvo, lógicamente, los diarios republicanos.
Continuaron
los problemas que azotaban a la I República, o sea, el cantonalismo, los
carlistas y Cuba.
Esta situación
hizo que se buscara una alternativa en el partido que representaba los
intereses del futuro Alfonso XII, cuyo jefe era el conocido político Antonio
Cánovas del Castillo, el cual contó con la ayuda de los industriales catalanes
y los hacendados cubanos.
Es curioso
que, nada más llegar Alfonso XII al poder, se acabara la tediosa guerra
carlista. No olvidemos que se cuenta que los principales financieros de ese
bando eran los cubanos y que el presidente del mayor Banco de La Habana era un hermano
de Cánovas. No deja de ser una casualidad.
El 27 de
diciembre se publicó el Manifiesto de Sandhurst, firmado por el futuro Alfonso
XII, cuando estudiaba en la academia militar británica del mismo nombre. Allí
declaraba sus intenciones y cómo desearía que fuera la política, si llegaba a
reinar en algún momento.
El 29 de
diciembre, el general Martínez Campos se adelantó a los preparativos canovistas
y se pronunció, con sus tropas, en Sagunto a favor de Alfonso XII, sin
oposición del Gobierno.
Tiene gracia eso de “muchos de los que habían jurado morir en sus puestos, recogieron sus prendas de abrigo en el guardarropa y ganaron, cabizbajos y silenciosos, la calle de Floridablanca”. Las cosas no han cambiado demasiado.
ResponderEliminarLo que más gracia me hizo es que, en lugar de salir corriendo como locos, fueron a por sus abrigos al guardarropa. No fuera que, al perder sus chollos, no tuvieran luego para comprarse un abrigo.
EliminarSaludos.
Aliado, tengo que felicitarte porque llevas varios posts que reflejan que estás en estado de gracia para escribir: bien hechos y entretenidos.
ResponderEliminarMuchísimas gracias. Espero que tú también te animes y reactives tu blog.
ResponderEliminarEstamos todos ansiosos por ver tus nuevas entradas.
Saludos.
En ello estoy :D
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