ESCRIBANO MONACAL

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UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

domingo, 3 de noviembre de 2013

EL GOLPE DE ESTADO DEL GENERAL PAVÍA



Esta vez traigo al blog un personaje del que todo el mundo cree que sabe mucho y, en el fondo, la inmensa mayoría, no saben casi nada.
Para empezar, no debemos confundir su nombre, Manuel Pavía y Rodríguez de Alburquerque, con otro general llamado Manuel Pavía y Lacy, marqués de Novaliches. Además, ambos fueron contemporáneos. Por eso, muchos de los escritores de su época le llaman por su título nobiliario, para distinguirlo del otro.
Este último fue derrotado por el general Serrano, durante la Revolución de 1868, en la batalla de Alcolea. Además, resultó allí herido y quedó muy desfigurado.
En cambio, nuestro personaje, que nació en Cádiz en 1827,  perteneció al bando contrario. O sea, que se sublevó contra Isabel II y, tras el primer intento, tuvo que exiliarse hasta 1868.
Perteneció al Partido Radical, con Prim, y, tras la muerte de éste, siguió con Ruiz Zorrilla. No fue partidario de Amadeo, sino que apostó por la llegada de la República.
Durante la I República fue uno de sus generales más leales, luchando contra las partidas carlistas en Navarra y contra los cantonalistas andaluces.
La llegada de los federales al poder le dejó en expectativas de destino, pues no le perdonaban que hubiera vencido su insurrección realizada en Madrid en 1872.
En 1873 sofocó las rebeliones cantonales andaluzas, cuando fue nombrado capitán general de Andalucía y Extremadura.
Por ello, fue designado por Emilio Castelar, con el que siempre tuvo mucha amistad, capitán general de Castilla la Nueva, con sede en Madrid.
El 3 de enero de 1874, siendo Emilio Castelar presidente del Gobierno, perdió una moción de confianza. Era lógico, pues, poco a poco se estaba convirtiendo en todo un dictador. Aun así, sus partidarios  intentaron que no cayera. Los votos fueron 110 en contra y 101 a favor de su Gobierno.
Había sido una sesión muy larga, la cual fue suspendida entre las 7 de la tarde y las 11 de la noche. Hubo unos discursos muy duros contra la política del Gobierno. La votación que he citado antes, se realizó a las 5 de la mañana. Dos horas después se produjo la llegada de las tropas de Pavía al Congreso.
Esta unidad  estaba formada por dos compañías de infantería, dos de la Guardia Civil y una batería de artillería.
El general Pavía le hizo llegar un mensaje al presidente dimisionario, donde le decía que el Ejército le iba a apoyar si  daba un golpe de Estado para quedarse en el poder, a fin de que no lo tomaran los federalistas, que apoyaban a los cantonalistas y a los carlistas. Como Castelar se negó en redondo, Pavía, que era el capitán general, actuó a su manera.
Hago una pausa para aclarar dos cosas. A todo el mundo le han enseñado en la escuela que la I República española tuvo 4 presidentes. Eso no es cierto, porque no quisieron crear ese puesto hasta que no se aprobara la Constitución republicana, cosa que nunca se hizo. Así que esos 4 fueron presidentes del Gobierno, más un amago de dictadura que presidió, posteriormente, el general Serrano, que se apuntaba a todo.
Otra aclaración viene porque todo el mundo piensa que el general Pavía era ese oficial de la Guardia Civil que entró
en las Cortes para exigir que los diputados desalojaran la sala. Pavía nunca perteneció a la Guardia Civil, sino que era el jefe del Ejército en toda Castilla la Nueva, que entonces englobaba a Madrid. Tampoco entró a caballo en las Cortes. Eso es absolutamente falso.
Bueno, pues volviendo por dónde íbamos, en esa sesión, en la cual acababa de dimitir el presidente Castelar, unos diputados presentaron como candidato al federalista Eduardo Palanca, un conocido republicano.
Parece ser esta candidatura se llegó tras unas largas negociaciones entre Salmerón, Pi y Margall, Figueras, Guisasola y Rispa. Lo curioso es que el interesado no quería ser candidato e intentó huir a su casa, en Málaga. Hubo que convencerle para que regresara desde la estación, donde ya iba a tomar el tren.
El general Pavía hizo llegar, a través de sus ayudantes y de los ujieres de la Cámara, una nota al presidente de las Cortes, Nicolás Salmerón, que había sido anteriormente presidente del Gobierno. Parece ser que les acompañó el coronel Iglesias, jefe del destacamento de la Guardia Civil que se encargaba de la seguridad del recinto.
El presidente la leyó en alto, de un modo irónico, y todos los diputados se negaron en redondo a abandonar la sala.
Así que Pavía mandó a un grupo de jóvenes reclutas del regimiento de Mérida, los cuales, al verlos los diputados, se envalentonaron y se negaron a irse. El coronel Iglesias, al ver la escena dio un par de tiros al aire y mandó una unidad de guardias civiles, para que entraran en la sala con la orden de desalojar de cualquier forma a los diputados. Esa es la escena que conocemos todos por los dibujos de la época.
No obstante, antes de que entrara la Guardia Civil, Castelar subió al estrado y pronunció una frase muy célebre: “Yo, señores, no puedo hacer otra cosa que morir aquí el primero, con vosotros” incluso, tras ese breve discurso, algunos diputados quisieron cambiar su voto y ofrecerle ahora su confianza, cosa que él rechazó muy dignamente.
Por eso, en unos dibujos vemos que los diputados salen despavoridos de la sala, huyendo de la Guardia Civil, mientras que el personal del Cuerpo Diplomático, que asistía como invitado a esa sesión, sale tranquilamente y es saludado por los militares que se han situado en la puerta del Congreso.
Algún autor dijo en ese momento: “muchos de los que habían jurado morir en sus puestos, recogieron sus prendas de abrigo en el guardarropa y ganaron, cabizbajos y silenciosos, la calle de Floridablanca”.
A las 07.30  había finalizado la misión. Los diputados habían sido desalojados, ocupados los puntos estratégicos de Madrid. La I República había sido herida de muerte.
Como Pavía nunca tuvo ambiciones políticas, enseguida convocó a todos los partidos, a excepción de los carlistas, federalistas y cantonalistas, para formar un Gobierno de concentración nacional, bajo la presidencia del general Serrano, como ya mencioné anteriormente
.
Serrano organizó un gobierno provisional, que duró casi un año, suspendiendo las garantías constitucionales y disolviendo las Cortes republicanas.
Aunque parezca mentira, Pavía obtuvo una gran popularidad, a raíz de este hecho. No aceptó ni siquiera el ministerio que le ofrecieron.
Se dice que era vitoreado cuando paseaba por las calles madrileñas e, incluso, se presentó a las siguientes elecciones, en 1876. Donde consiguió 2.966 votos de los 3.054 posibles, como representante del distrito centro de Madrid.
La mayoría de la prensa hablaba muy bien de él, salvo, lógicamente, los diarios republicanos.
Continuaron los problemas que azotaban a la I República, o sea, el cantonalismo, los carlistas y Cuba.
Esta situación hizo que se buscara una alternativa en el partido que representaba los intereses del futuro Alfonso XII, cuyo jefe era el conocido político Antonio Cánovas del Castillo, el cual contó con la ayuda de los industriales catalanes y los hacendados cubanos.
Es curioso que, nada más llegar Alfonso XII al poder, se acabara la tediosa guerra carlista. No olvidemos que se cuenta que los principales financieros de ese bando eran los cubanos y que el presidente del mayor  Banco de La Habana era un hermano de Cánovas. No deja de ser una casualidad.
El 27 de diciembre se publicó el Manifiesto de Sandhurst, firmado por el futuro Alfonso XII, cuando estudiaba en la academia militar británica del mismo nombre. Allí declaraba sus intenciones y cómo desearía que fuera la política, si llegaba a reinar en algún momento.
El 29 de diciembre, el general Martínez Campos se adelantó a los preparativos canovistas y se pronunció, con sus tropas, en Sagunto a favor de Alfonso XII, sin oposición del Gobierno.

5 comentarios:

  1. Tiene gracia eso de “muchos de los que habían jurado morir en sus puestos, recogieron sus prendas de abrigo en el guardarropa y ganaron, cabizbajos y silenciosos, la calle de Floridablanca”. Las cosas no han cambiado demasiado.

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    1. Lo que más gracia me hizo es que, en lugar de salir corriendo como locos, fueron a por sus abrigos al guardarropa. No fuera que, al perder sus chollos, no tuvieran luego para comprarse un abrigo.
      Saludos.

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  2. Aliado, tengo que felicitarte porque llevas varios posts que reflejan que estás en estado de gracia para escribir: bien hechos y entretenidos.

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  3. Muchísimas gracias. Espero que tú también te animes y reactives tu blog.

    Estamos todos ansiosos por ver tus nuevas entradas.

    Saludos.

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