La guerra civil española siempre
fue una guerra muy sui géneris, donde ocurrieron muchas cosas que no habían
ocurrido nunca en ningún enfrentamiento bélico. Por ello, muchas veces te
puedes encontrar algunas historias extrañas, como ésta que voy a contar ahora.
El
30/08/1936, la situación de la ciudad de
Zaragoza era un tanto angustiosa, pues estaba casi rodeada por los milicianos
anarquistas, que venían desde otros puntos de Aragón y de Cataluña. Así, las
emisoras de radio difundieron un mensaje pidiendo que los jóvenes se alistaran
en la nueva segunda bandera de la Legión, llamada General Sanjurjo.
El
banderín de enganche para la misma se había situado en el castillo de la
Aljafería, sede del regimiento de Infantería Aragón nº 17.
Según
parece, muchos republicanos vieron ahí la forma de salir de la ciudad y poder
pasarse a sus filas, una vez que llegaran al frente.
Este
Tercio se organizó con dos banderas, las cuales se asentaron en una explanada
próxima a la Academia Militar de Zaragoza. Su fundador fue el comandante Pedro
Peñarredonda Samaniego, que estaba retirado voluntariamente, beneficiándose de
la Ley Azaña, de 1931.
Se
pensó crear todo un Tercio con 3 banderas. La primera se llamó Valenzuela, la
segunda, Palafox. La tercera, Ricardos, que no llegó a formarse.
Cada
bandera estaba formada por tres compañías de fusileros, una de ametralladoras y
otra de servicios auxiliares. Así, llegaron a tener unos 700 hombres, al mando
del comandante Lóriga. También hubo algunos extranjeros en sus filas.
Algunos
dicen que, en Navarra, obligaron a alistarse en este Tercio a los simpatizantes
de los partidos de izquierdas.
Fueron
obligados a montarse en los trenes bajo amenazas. Incluso, algunos de los que
fueron declarados como no aptos y devueltos a sus pueblos, luego fueron
asesinados en sus localidades.
Esta
bandera tardó mucho en entrar en combate, debido al escaso número de
componentes y a sus problemas disciplinarios.
Su
bautismo de fuego lo recibió en el Serrablo, donde perdió casi a la mitad de
sus tropas.
Fue
integrada en la Brigada Móvil, junto con unidades de Guardias de Asalto d
e
Aragón, unidades de carros de combate, artillería, caballería, ingenieros y
tropas del Ejército de África, cuando las tropas de Franco llegaron hasta las
de Mola.
Sobre
su final hay varias versiones. Algunos autores mencionan que entre ellos había
muchos candidatos a desertores y que en Huesca tuvieron connivencia con el
enemigo. Por ello, algunos fueron castigados con medidas disciplinarias.
A
su regreso a Zaragoza parece ser que hubo conatos de rebelión y los mandos
fusilaron a los cabecillas. Parece ser que descubrieron sus planes en unos
papeles que llevaban escondidos en sus alpargatas.
Otros
autores dicen que, tras su envío, el 01/10/1936, en camiones a Almudévar, se
dio la orden de regresar y se les desarmó. Parece ser que el Estado Mayor
nacional había sido informado de que la mayoría de la unidad iba a desertar y
optaron por devolverlos al cuartel.
Lo
ocurrido posteriormente no se ha sabido nunca oficialmente, pues las
autoridades, incluso, han negado siempre la existencia de esta Bandera, que fue
disuelta inmediatamente y en los archivos casi no figura ningún dato de ella.
Según
contó un superviviente, que
logró huir justo antes de ser fusilado, los soldados
fueron encerrados en sus barracones y sacados por grupos, los cuales fueron
fusilados en la parte trasera de la Academia. Así estuvieron varios días.
Cuando acabaron los enterraron a todos en una fosa común en el cementerio de
Torrero.
Algunos
no fueron fusilados, gracias a las gestiones realizadas por sus mandos y fueron
destinados a otras unidades.
Ni
siquiera a los fusilados se les formó ningún tipo de causa, fueron, simple y
llanamente unos asesinatos. Estos hechos duraron desde el día 2 de octubre
hasta el día 9 del mismo mes.
No
se sabe con exactitud cuántos fueron fusilados, pero se habla de una cantidad
superior a los 300, la mayoría de ellos eran navarros.
Se dice que, desde el
principio, la suerte de esos soldados estaba prevista. Se sabía que muchos de
ellos tenían simpatías izquierdistas. Así, lo primero que hicieron fue
aprovecharlos como una unidad de choque, para que se partieran el pecho
luchando contra sus mismos compañeros de ideología. En muchos de sus pueblos,
dominados ahora por las gentes de la derecha, se esperaba que murieran en la
guerra.
Un superviviente comenta
que, en su pueblo, los tenían a todos fichados y, de vez en cuando, asesinaban
a algunos. Así que, un día, los llamaron al Ayuntamiento y les dijeron que
habían pensado mandarles allí para
quitárselos del medio.
A
lo mejor, ellos se dieron cuenta y se les ocurrió que lo más lógico era luchar
en el bando contrario y así idearon alguna forma de pasarse durante los
combates. Eso fue lo mismo que hicieron muchos combatientes de ambos bandos
durante la guerra.
El
citado superviviente dice que en Almudévar sólo se pasaron tres de ellos al
otro bando. Eso pasaba todos los días en todas las unidades de ambos ejércitos
durante los primeros meses de la guerra.
Según
cuenta, los ejecutores de estos actos fueron falangistas llegados de Zaragoza
y, además, voluntarios.
A estos, según
cuentan, no se les ocurrió otra cosa que llevar a los cadáveres desde el lugar
de los fusilamientos hasta el cementerio de Torrero en unos camiones volquetes,
pero, para ello no tuvieron más remedio que atravesar la ciudad, dejando un
sospechoso reguero de sangre a su paso.
Por
lo que respecta a esta unidad, como estos sucesos se dieron en el mes de
septiembre, este Tercio se disolvió al mes siguiente, aunque no del todo.
Luego,
los que quedaron, pasaron la guerra combatiendo en Aragón, dentro de la Brigada
Móvil.
A
partir de julio del 37, el Tercio Sanjurjo, que hasta entonces era sólo una
unidad de milicianos, muy parecida a la Legión, pasó a ser la XV Bandera de la
misma.
Incluso,
llegó a recibir una Laureada de San Fernando colectiva, por un hecho durante la
guerra, y varios de sus mandos recibieron la medalla militar individual.
Uno
de sus jefes más conocidos fue e
l, por entonces, comandante Santiago Amado
Loriga. Este, según se puede ver, fue muy beneficiado por la guerra, pues
obtuvo una medalla militar individual y terminó la misma como coronel.
En
1943 pasó a ser general y también estuvo durante un tiempo al mando de la famosa División Azul.
En
1946 fue nombrado director de la obra más apreciada de Franco: la Academia
General Militar, de Zaragoza.
En
los años 50, ya al final de su carrera, fue nombrado consejero del Consejo
Supremo de Justicia Militar y se jubiló como teniente general, el máximo grado
a que puede aspirar un militar en España.
En
febrero de 1979 se consiguió el permiso para extraer los cuerpos de las fosas
comunes. Como los cuerpos no habían sido depositados en ataúdes, hubo que
identificarlos a través de señas físicas u objetos personales.
En
fin, una injusticia más de la Historia de España. El problema es que, tras el
asesinato de unas personas, que no la ejecución legal, ya no hay remedio. No
estaría de más que el Ejército explicara alguna vez qué ocurrió en este caso.
Una fotografía poco vista de Sanjurjo.
ResponderEliminarhttp://es.paperblog.com/1934el-general-sanjurjo-en-el-dueso-1470959/
Saludos.
Sobre a morte de Sanjurjo em Potugal:
ResponderEliminarhttp://vedrografias2.blogspot.pt/search/label/Aer%C3%B3dromo%20de%20Santa%20Cruz
Muito obrigado pelas suas informaçoes.
Eliminarmi abuelo estuvo en esa bandera
ResponderEliminar¿También fue una de esas víctimas?
EliminarSaludos.
No el sobrevivió en el año 40 tubo que testificar en panplona por la muerte de un preso conpañero fusilado sin papeles
EliminarSupongo que no le harían caso, ya que a estos soldados los fusiló el bando franquista.
EliminarMuchas gracias por su comentario y saludos.