ESCRIBANO MONACAL

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martes, 9 de abril de 2024

EL CASO DE IGOR GOUZENKO

 

Seguro que casi todos habréis oído hablar de la infame Guerra Fría, que, durante muchos años, llevó al mundo al borde de una guerra nuclear y una destrucción total.

Afortunadamente, esa ya pasó. Lo malo es que, hoy en día, da la impresión de que hay muchos que echan de menos esos años y quieren revivirla. Esperemos que eso no ocurra.

Hoy voy a narrar la historia de un hombre, del que no se sabe mucho, pero que abrió los ojos de los gobiernos de Occidente sobre las verdaderas intenciones del Gobierno de la URSS.

Nuestro personaje de hoy se llamaba Igor Sergeyevich Gouzenko. Nació en 1919 en una pequeña ciudad, llamada Dmitrov, perteneciente a la provincia de Moscú, en Rusia. Ya sabemos que la antigua URSS no se fundó hasta 1922.

Su familia era de origen ucraniano, siendo él el menor de 4 hermanos. Nació en unos tiempos muy duros. Fue la época de la guerra civil en Rusia. Su padre combatió en ella del lado de los bolcheviques.

Como en todas las guerras, dio lugar a una gran hambruna. La cual provocó la muerte del padre y el hermano mayor de Igor. Así que la madre, que era profesora de Matemáticas, tomó la decisión de enviar a sus hijos con sus abuelos, que vivían en el campo.

Allí residieron durante unos años hasta que pasó la guerra y su madre consiguió un trabajo en Moscú.

Parece ser que Igor fue un estudiante brillante. Incluso, llegó a ingresar en el Instituto de Arquitectura de Moscú. Allí conoció a Svetlana Gouseva, con la que se casó poco tiempo después.

Supongo que la cercanía de la II Guerra Mundial haría que lo enviaran a formarse en la Academia militar de ingenieros. De allí salió con el despacho de teniente y especializado en codificar mensajes.

Tras la invasión de la URSS, por parte de las tropas alemanas, fue destinado a los servicios centrales del GRU, el espionaje militar.

En junio de 1943, fue destinado a la Embajada de la URSS en Canadá. Allí iba a realizar el mismo trabajo que en Moscú, estando a las órdenes del coronel Nikolai Zabotin.

Incluso, las autoridades soviéticas, permitieron que su esposa, embarazada de su primer hijo, le acompañase en su estancia en Ottawa.

Parece ser que a esa pareja les llamó mucho la atención la forma de vivir de Occidente y les gustó mucho más que su vida en la URSS.

Es preciso decir que la URSS nunca había tenido una embajada en Canadá. Estos dos países establecieron relaciones diplomáticas en 1942, tras la invasión de la URSS y el paso de este país al bando de los aliados.

Supongo que Gouzenko fue destinado a Canadá, porque es posible que fuera reclamado por su antiguo jefe, el coronel Nikolai Zabotin, que había sido nombrado jefe del espionaje soviético en Canadá.

Por otro lado, es muy posible que Gouzenko, al dedicarse al cifrado y descifrado de mensajes, se enterase de muchos secretos y a Stalin no le hacía mucha gracia la gente que sabía demasiado.

Supongo que se mosquearía mucho, cuando, en julio de 1945, recibió

la orden de regresar a la URSS. Me imagino que ya conocería el destino de muchos a los que les habían llamado y a la mayoría de ellos los habían asesinado, nada más pisar territorio soviético.

Así que, en principio, consiguió que su jefe retrasara su partida, pero, a primeros de septiembre de 1945, el matrimonio decidió que Igor desertase.

Por entonces, Igor era un joven de 26 años, al cual no se le había ocurrido otra cosa, que salir de la Embajada con un maletín lleno de mensajes descifrados y las instrucciones para descifrar aún más.

Tomó una decisión un tanto extraña. Primero se dirigió a la redacción del periódico local Ottawa Journal, pero el editor no le hizo ningún caso.

Luego le dijeron que fuera al Ministerio de Justicia. Pidió ver al ministro, pero, lógicamente, no le autorizaron a hablar con él.

Sin embargo, le aconsejaron que solicitase la ciudadanía canadiense y eso hizo.

Sin embargo, el primer ministro de Canadá fue informado de que había un miembro de la Embajada de la URSS, que afirmaba que su país estaba espiando a sus aliados y creó una comisión para investigar el hecho.

Por lo visto, esa noche, Igor y su familia tuvieron la precaución de pasar la noche en la vivienda de un vecino.

Hicieron muy bien, porque, esa misma noche, su vivienda fue allanada por varios agentes del antiguo NKVD (después KGB y ahora FSB).

Sin embargo, alguien llamó a la Policía y allí aparecieron varios agentes de la famosa Real Policía Montada del Canadá, que consiguieron detener a los agentes soviéticos.

Parece ser que ya se tomaron a Igor más en serio. Esta vez se lo llevaron a un campamento llamado X, donde los canadienses solían formar a sus espías.

Allí fue interrogado por agentes canadienses, del MI5 y del FBI. Organismos que se ocupan del contraespionaje en sus respectivos países.

Parece ser que el primer ministro canadiense no era partidario de apoyar a Igor y así enemistarse con sus aliados de la URSS. Sin embargo, cuando le llevaron un informe, basado en los documentos y el interrogatorio realizado a nuestro personaje, tuvo que cambiar de opinión. Por eso, les concedieron el asilo y luego la ciudadanía canadiense.

A finales de septiembre de 1945, el primer ministro canadiense, viajó primero a USA, para reunirse con el presidente Truman, y luego a Londres, donde se reunió con el primer ministro Attlee. Así que pusieron de acuerdo sobre las medidas a tomar. Por un lado, no querían enemistarse con sus aliados en la URSS. No podían olvidar que, en buena parte, debían la derrota de las tropas alemanas a las muchas bajas en los enfrentamientos con los soviéticos. Sin embargo, no podían tolerar que les estuvieran espiando.

Así que ocultaron esa noticia hasta febrero de 1946, cuando fue publicada por un periódico de USA. Posteriormente, nombraron a dos jueces del Tribunal Supremo de Canadá para que instruyeran este proceso.

Parece ser que varios técnicos canadienses habían trabajado en el famoso Proyecto Manhattan, por el que USA consiguió fabricar aquellas bombas atómicas que lanzó sobre Japón, durante la II Guerra Mundial.

Por ese motivo, las autoridades canadienses se tomaron el tema muy en serio y llegaron a detener a unos 39 ciudadanos canadienses, acusados de estar espiando para la URSS. De ellos, 18 fueron condenados a diversas penas.

En el Reino Unido arrestaron a los físicos nucleares Alan Nunn May y Klaus Fuchs, los cuales fueron condenados a varios años de prisión.

Incluso, en USA, investigaron muy a fondo todo este tema y eso fue lo que llevó a detener a varias personas, como el matrimonio formado por Julius y Ethel Rosemberg. Condenados a muerte y ejecutados en 1953.

No obstante, el Gobierno canadiense, ordenó la expulsión inmediata de todos los funcionarios de la Embajada de la URSS.

El propio coronel Zabotin fue llamado a Moscú y, desde allí, fue enviado a un campo de trabajo en Siberia. En 1953, logró ser puesto en libertad con motivo de la muerte de Stalin.

Como ya sabemos, Stalin era muy dado a tomar represalias con las familias de los desertores. Así que arrestaron a las familias de ambos. Eso dio lugar a la muerte de la madre y una hermana de Igor, en la prisión donde se hallaban encarceladas.

Lógicamente, el Gobierno canadiense, les dio otra identidad falsa y una forma de poder vivir, ya que llegaron a tener 8 hijos.

Aunque siempre estuvieron protegidos por la Policía canadiense, Igor siempre temió poder ser encontrado y asesinado por los agentes soviéticos.

Sus hijos no fueron informados de la verdadera identidad y la historia de sus padres hasta que cumplieron los 18 años.

No obstante, Gouzenko no se quedó sin hacer nada. Escribió dos libros, en los que explicaba los motivos de su deserción y su biografía. Incluso, llegó a presentarlos en una emisora de TV. Eso sí, siempre oculto por una capucha. Como las de los verdugos medievales. También se dedicaba a pintar cuadros.

Incluso, llegaron a proponerlo para el Premio Nobel de Literatura. Ya se sabe que esos académicos tienen unos gustos literarios muy extravagantes.

En 1948, la famosa productora Twentieh Century Fox, llevó a las pantallas de cine una película titulada La cortina de hierro, cuyo guion estaba basado en una serie de artículos, que había publicado Gouzenko en la revista Cosmopolitan.

Precisamente, en esta foto se le ve encapuchado, junto a dos de los actores principales: Irja Jensen y Harry Towes.

Se considera que la Guerra Fría comenzó tras la revelación de los documentos de Gouzenko. Él solía decir que “el Gobierno soviético se está preparando para una Tercera Guerra Mundial… y está creando en los países democráticos una Quinta Columna…”.

También escribió que la URSS “nunca ha abandonado la idea de establecer una dictadura comunista en todo el mundo”.

Desgraciadamente, Gouzenko, que ya acarreaba muchos problemas de salud, debido a su diabetes, que le había dejado casi ciego, murió en 1982, en una localidad de Ontario, a causa de un ataque cardíaco.

Hasta hace pocos años, ni siquiera habían escrito nada en su lápida para identificar dónde estaba enterrado.

 

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