He dejado para el final un suceso
tan luctuoso y enigmático, como fue el secuestro de este pobre bebé, hijo mayor
de Charles Lindbergh.
piloto. Algo que le aportó una gran fama y varias condecoraciones en diversos países.
También dije que, en 1929, se
había casado con Anne Morrow, hija del empresario y político USA, Dwight
Morrow. Ella y el piloto se conocieron cuando su padre era el embajador de su
país en México.
En 1930 tuvieron al primero de
sus 6 hijos, al que llamaron Charles, igual que su padre. Era el típico hijo de
un nórdico. Tenía el pelo rizado, rubio y con ojos azules.
No hay que olvidar que el piloto
siempre estuvo muy contento de su origen nórdico y fue un convencido partidario
de que había unas razas superiores a otras y de la eugenesia para las personas
con problemas físicos.
Como la pareja quería vivir tranquilamente y no deseaban que los periodistas les continuaran persiguiendo por todas partes, encargaron la construcción de una casa en un lugar apartado, llamado Hopewell, situado en el Estado de Nueva Jersey.
Un lugar situado a unos 140 km de
Nueva York y a donde sólo se podía llegar por un estrecho camino, ya que, en
aquella época, en sus alrededores había varias zonas pantanosas.
No obstante, parece ser que, como
no se había terminado de construir esa casa, ellos sólo iban allí a pasar los
fines de semana. Por el contrario, solían residir en una mansión perteneciente
a la familia de Anne.
El último fin de semana de
febrero de 1932 decidieron quedarse unos días más en Hopewell, porque el
pequeño estaba muy resfriado y no quisieron que empeorase. Así que telefonearon
a la cuidadora del niño, que se hallaba en la mansión de la familia de Anne,
para que fuera a Hopewell.
Así que Betty llegó a la casa de
Hopewell y allí estuvo cuidando al niño, que ya tenía casi 20 meses y que
sentía mucho cariño por ella.
El martes 01/03/1932, Betty llevó
al bebé en brazos hasta su habitación, que se encontraba en la primera planta
de esa casa. Una vivienda que tenía 10 habitaciones.
Su padre se hallaba en el salón
de la planta baja leyendo un libro, mientras que su madre, que ya estaba
embarazada del segundo de sus hijos, estaba en la bañera de la segunda planta.
Betty metió al niño en su cuna y
se fue a descansar un rato a su habitación, que estaba al lado de la del niño.
El padre dice haber oído, sobre
las 21.30, un ruido como de unas maderas cayendo al suelo, pero no prestó mucha
atención.
Salió corriendo hacia la
habitación de Anne para preguntarle si había cogido al niño y ésta le respondió
que no. Así que ambas bajaron corriendo al salón para contarle a Charles lo que
había sucedido.
Parece ser que éste cogió una
escopeta y salió a buscar por los alrededores, pero no vio nada. Luego volvió a
la casa y encontró, junto a la ventana de la habitación del bebé, una nota en
la que alguien había escrito que pedían una recompensa de 50.000 dólares, si
querían recuperar al niño.
Era una nota muy extraña, pues
estaba escrita con mala caligrafía y además parecía redactada por algún
extranjero que no dominase el inglés.
A pesar de que en la nota le
advirtieron que no lo hiciera, Lindbergh llamó a la Policía. Los agentes sólo
encontraron una escalera de madera de esas que tienen varias piezas (como las
que usaban antes los de la Telefónica); la manta del niño y las marcas dejadas
en el barro por los neumáticos de un coche. Pero ninguna huella dactilar.
Evidentemente, esta noticia no le
podía pasar desapercibida a la prensa. Así que aquello se llenó de periodistas
de todos los medios de comunicación.
Por otro lado, lógicamente, toda
la Policía de ese Estado y los de alrededor se ponen manos a la obra. Incluso,
el FBI, que entonces ni siquiera tenía competencias en el secuestro de
personas.
Hasta el mismo Al Capone ofrece 10.000 dólares de recompensa por cualquier información sobre este caso y pone a trabajar a su banda para encontrarlo.
Por lo visto, una de las primeras
sospechosas fue una criada, que trabajaba en la mansión de los suegros de
Lindbergh, llamada Violet Sharpe. Parece ser que esta mujer se iba a casar con
el mayordomo de esa misma casa. Sin embargo, de pronto, se suicidó, ingiriendo
líquido de limpiar los metales.
Parece ser que el motivo fue que
no quería que se supiera, que había pasado esa noche con otro hombre, que no
era el mayordomo.
Ciertamente, hubo otros
millonarios, que ofrecieron recompensas por cualquier información sobre el
paradero de ese niño. Sin embargo, un profesor jubilado, llamado Joseph Condon,
ofreció una recompensa de 1.000 dólares e, increíblemente, alguien le contestó
por carta.
Parece ser que Condon pagó el
rescate y, junto con Lindbergh, fueron a buscar al niño al barco que le habían
indicado, pero allí no encontraron absolutamente nada.
Unos dos meses después del
secuestro, un camionero, al que se le ocurrió hacer algo que hemos hecho todos,
al conducir un coche. O sea, parar un momento fuera de la calzada para orinar. De
repente, vio una mano entre unos matorrales y se dio cuenta que allí había un
bebé. Así que fue a informar a la Policía. El cadáver estaba a unos 7 km de la
casa de Lindbergh y tenía un golpe en la cabeza.
Parece ser que no le hicieron una detallada autopsia, porque estaba medio descompuesto y la teoría de la Policía fue que a los secuestradores se les cayó el niño por la escalera en el mismo momento del secuestro.
La madre se negó a ver el cadáver,
mientras que el padre tampoco quiso verlo detalladamente, aunque dijo
reconocerlo. Así que decidió que fuera incinerado y él tiraría sus cenizas al
mar.
Sin embargo, parece que los
investigadores tienen un golpe de suerte. A mediados de septiembre de 1934, un
tipo pretende pagar en una gasolinera con uno de esos billetes.
Supongo que al empleado le
llamarían la atención por dos motivos. El primero es que habían caducado el año
anterior y el segundo es que estaba en la lista con los números de serie
utilizados para el pago del rescate.
Eso hizo que el empleado tomara
nota de su matrícula y avisara a la Policía. Con ese dato, los agentes entraron
en la vivienda del sospechoso, situada en el Bronx de Nueva York, y allí encontraron
15.000 dólares de ese mismo tipo, camuflados en recipientes para aceite.
Aparte de eso, también hallaron en
un papel el número de teléfono de Condon, un diseño para construir una escalera
como la utilizada y trozos de madera, que luego se comprobó que eran iguales a
los de la escalera hallada.
Entre enero y febrero de 1935
tuvo lugar el juicio contra Hauptmann. Parece ser que el fiscal sólo le acusaba
de haber secuestrado al niño, pues achacaba su muerte a un accidente, mientras lo
bajaban por la escalera.
Sin embargo, aquello se convirtió
en un juicio mediático, donde todos
lo acusaban de asesinato y pedían la pena
de muerte.
Efectivamente, ese fue el veredicto
del jurado. Por ello, el juez le condenó a morir en la silla eléctrica. Condena
que se ejecutó el 03/04/1936.
La verdad es que casi nadie creyó
que el enigma se resolviera con la condena y ejecución de Hauptmann.
Hay muchos interrogantes sin resolver cómo ¿quién sabía que esa era la habitación del niño y que el pestillo de su ventana no funcionaba? ¿por qué no actuaron más tarde, cuando todos estuvieran dormidos? ¿cómo sabían que la familia Lindbergh había decidido quedarse después del fin de semana, si eso no solían hacerlo? ¿Por qué no cortaron la línea telefónica, para que Lindbergh no pudiera llamar a la Policía? Así que es de suponer que tendrían algún contacto dentro de esa casa.
Por otra parte, en 1981, se desclasificaron
algunos archivos del FBI sobre este caso. En ellos se vio que Condon no
reconoció la voz de Hauptmann, que había oído a lo lejos, en la oscuridad nocturna
de un cementerio, cuando fue a entregarle el rescate.
Los grafólogos concluyeron que Hauptmann
no era la persona que había hecho esos escritos para Lindbergh.
En los billetes no se encontró
ninguna huella digital de Hauptmann, pero sí de otros, que no supieron
identificar.
A lo largo del tiempo, ha habido
dos personas que han dicho ser el hijo de Lindbergh, que, según ellos, no había
muerto, sino que había sido entregado a otra familia. No obstante, los tribunales han desestimados
ambos casos.
También se descubrió que varios
de los compañeros de trabajo, que habían declarado que ese día Hauptmann no
había acudido a la empresa donde trabajaba, habían sido presionados por la
Policía para que declararan eso.
Incluso, un testigo, que afirmaba
haber visto a Hauptmann, unos días antes, vigilando la casa de Lindbergh, por aquella
época, ya estaba casi completamente ciego.
Hay hipótesis de todo tipo. Me ha
llamado mucho la atención una curiosa teoría que todavía sostienen algunos.
Según dicen, ese niño había nacido con ciertas deformidades y su padre se había
dado cuenta de ello.
Ya sabemos que Lindbergh era un
apasionado de la eugenesia. Incluso, unos años antes, realizó algunos experimentos
científicos con el Dr Alexis Carrel, un famoso médico francés, que fue
galardonado en 1912 con el Premio Nobel de Medicina por su contribución al
desarrollo de la cirugía vascular y los trasplantes de órganos. Sin embargo,
también era otro apasionado de la eugenesia. Así que, según dicen los que
sostienen esta teoría, es posible que el piloto le pidiera consejo al médico.
Por lo visto, como en esa fecha
se sufría la Gran Depresión de 1929, se produjeron muchos secuestros de gente
famosa o sus familiares.
Otro detalle que, por lo visto,
no se les pasó por alto a los investigadores fue que un hermano de la niñera,
Betty Gow, trabajaba en una de las fábricas de Ford, en Detroit, pero también pertenecía
a un grupo de gánsteres llamados Purple gang, los cuales estaban especializados
en secuestros y extorsiones. Sin embargo, nunca pudieron probar que estuviera
relacionado con este caso.
Henry Ford siempre fue muy amigo
de Lindbergh. Ambos fueron condecorados por Hitler. Sin embargo, tomaron partido
por los Aliados en la II Guerra Mundial.
En fin, siento haberos dejado con
más interrogantes que al principio, pero sólo puedo deciros que ese es el
estado actual de esta cuestión.
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