Como parece que a mis lectores
les ha gustado bastante el ciclo dedicado a los reyes de Castilla y León, voy a
prolongarlo un poco más.
Esta vez, le va a tocar el turno
a un rey sobre el que todavía no se han puesto de acuerdo para calificarlo. En
su momento, unos le llamaron el cruel, mientras que sus partidarios le apodaron
el justiciero. Me estoy refiriendo al rey Pedro I de Castilla y León.
Conviene no confundirlo con el
rey Pedro I el Cruel, rey de Portugal y tío del personaje al que voy a dedicar
el artículo de hoy.
Por si no os suena mucho, el rey
Pedro I de Portugal, fue aquel que se enamoró de Inés de Castro y la nombró su
esposa y reina, después de muerta. Un episodio bastante truculento de la
Historia de Portugal.
Nuestro personaje fue el único
hijo, que llegó a la edad adulta, fruto del matrimonio entre Alfonso XI de
Castilla y María de Portugal.
Sin embargo, Alfonso XI, llegó a
tener nada menos que 10 hijos de su relación con su amante Leonor de Guzmán. Este
dato es muy importante para poder comprender lo que ocurrió después.
Como ya mencioné en el artículo
dedicado a ese monarca, prometía mucho, consiguió mantener a raya a los nobles
y se tomó muy en serio la Reconquista. Hasta creó un nuevo impuesto para poder
conquistar el último reducto musulmán de la Península Ibérica, el reino de
Granada.
Desgraciadamente, alrededor de
1348, llegó a España la famosa epidemia de la Peste Negra, la cual llenó la
península de cadáveres. Todavía, hoy en día, se recuerda este episodio en
algunos pueblos de la zona de Cataluña.
Una enfermedad que no perdonó a nadie,
por muy importante que fuera el difunto. Así que a este rey le pilló en 1350,
con sólo 38 años, durante el asedio a la ciudad de Gibraltar, que estaba en
poder de los musulmanes.
Parece ser que esta enfermedad se
originó en Asia. Más tarde, cuando los mongoles asediaron una colonia genovesa,
llamada actualmente Fedosia y situada en la zona de Crimea, contagiaron a los
defensores de la misma.
Según dicen, los mongoles,
colocaron los cadáveres de sus soldados, que habían muerto a causa de esta
enfermedad, dentro de las catapultas y los lanzaron al interior de esa colonia.
Dicen que así se produjo el contagio. No obstante, no todos los especialistas
tienen claro que fuera así.
Posteriormente, algunos de los
sitiados que lograron escapar de esa ciudad por barco, ya venían contagiados, y
fueron contagiando a los habitantes de los puertos, donde iban atracando.
La infección se propagó y afectó
a toda Europa, muriendo, más o menos, la mitad de sus habitantes. Parece ser que el contagio lo realizaban los piojos.
Es posible que lo que agravara esta
enfermedad es que, desde 1315, Europa venía sufriendo una gran hambruna, debida
a un cambio climático, de origen desconocido, y agravada en 1347. Lo que trajo
malas cosechas y hambre generalizada. Eso hizo que la gente estuviera en un
estado de salud más débil de lo normal.
Por alguna razón, el invierno fue
realmente duro, mientras que en primavera y verano, arreciaron las lluvias y
destrozaron la mayoría de las pocas plantas que habían conseguido brotar.
De esa forma, se generalizó una anarquía
total. La cosecha de cereales,
tradicionalmente, se divide en tres partes.
Una de ellas es para la comida. Otra para sembrarla y que de ahí surja la nueva cosecha. Mientras que la última suele servir de comida a los animales domésticos.
Una de ellas es para la comida. Otra para sembrarla y que de ahí surja la nueva cosecha. Mientras que la última suele servir de comida a los animales domésticos.
Sin embargo, al haber tan poco grano,
la gente consumió casi toda la producción de cereal, provocando una gran
escasez de semillas para el siguiente año. Aparte del consiguiente alza de los
precios.
Curiosamente, un fraile catalán
escribió que el verdadero motivo de que se produjeran tantas muertes, desde la
llegada de la Peste Negra, fue que, durante la hambruna de 1333, los consejeros
catalanes habían especulado mucho con el
precio de los alimentos y la gente había pasado mucha hambre.
Lógicamente, aun así, no hubo
para todos. De esa forma, se produjeron casos de abandono de niños, como se
narra en algunos cuentos infantiles del centro de Europa, incluso de
canibalismo.
Además, se multiplicaron los asaltantes en los
caminos. Así que nadie podía viajar, si no era acompañado por una fuerte
escolta.
También en esa época se dieron
muchos casos de asaltos a los barrios judíos, porque algunos religiosos
aprovecharon para echarles la culpa de lo que estaba pasando.
Por ese mismo motivo, descendió
mucho la religiosidad de la gente, al ver que sus rezos no estaban sirviendo
para nada. También se cree que en ese momento surgieron otros tipos de
religiosidad, que la Iglesia Católica llamó herejías.
También esto provocó que mucha gente
desoyera las órdenes del rey, pues, en su opinión, estaba administrando su
reino de una manera muy deficiente y de esto sacaron tajada algunos nobles, que
acapararon el grano y se incrementó su poder frente al monarca.
Así que, por estos motivos, no
sólo disminuyó mucho la población, sino que el ritmo de crecimiento de la misma
no volvió a esas cifras, prácticamente, hasta el siglo XIX.
Volviendo a nuestro personaje de
hoy, hay que decir que la muerte de su padre cambió por completo la vida de
Pedro y de su madre. Hasta entonces, los dos habían vivido casi recluidos en el
Alcázar de Sevilla, muy alejados de la corte real. Apenas recibían visitas,
pues todos los nobles intuían que la verdadera reina era Leonor de Guzmán.
Lo cierto es que, tras el
fallecimiento de su padre, todas las miradas de la corte convergieron en el
indiscutible heredero de Alfonso XI, que era su hijo Pedro, nacido de su
matrimonio con María de Portugal y que sólo tenía 16 años.
No obstante, como dije en un
principio, había muchos candidatos para ese trono. De los 10 hijos que tuvo su
padre con su amante, sobrevivieron nada menos que 8, lo cual no está nada mal
para esa época.
También estaban al acecho sus
primos aragoneses, Fernando y Juan, a los cuales se los había traído su madre,
Leonor de Castilla, huyendo del nuevo rey de Aragón, su hijastro, Pedro IV el
Ceremonioso.
María se tomó cumplida venganza.
Mandó que capturaran a Leonor de Guzmán, a la que detuvieron en Carmona y la
fue pasando de una cárcel a otra. Hasta que, en 1351, la envió a un castillo en
Talavera de la Reina, donde ordenó que fuera asesinada.
Para colmo, Pedro I, sufrió una
grave enfermedad, que muchos temieron que lo podría llevar a la tumba. Así que algunos
de esos candidatos se pusieron a hacer planes, para el caso de que les tocara
reinar.
Afortunadamente, el rey se curó y,
siguiendo los consejos de su madre, nombró a un noble llamado Juan Alfonso de
Alburquerque, para gobernar el reino.
Ese gobernante nunca fue muy
popular, porque administraba el poder de una forma muy despótica. Eso dio lugar
a varias insurrecciones, que el monarca tuvo que ir apagando a sangre y fuego.
Sin embargo, otros dicen que fue el que puso orden en el reino, aunque utilizara
unos métodos muy expeditivos.
También le consiguió una esposa
al rey. La elegida por él y por la reina fue Blanca de Borbón, que tenía unos
15 años y su familia había asegurado que aportaría una buena dote.
Lo cierto es que, por entonces,
el rey, había conocido a una joven
llamada María de Padilla y se enamoró locamente de ella. Precisamente, fue
Alburquerque el que se la presentó.
La conocía porque había sido
educada en la casa de su esposa, Isabel de Meneses. La chica, a pesar de pertenecer a una
noble familia, ésta se había visto arruinada a causa de las constantes guerras,
que ensangrentaron el territorio de Castilla.
Blanca tardó mucho en llegar. Así
que cuando apareció por la corte, María, ya estaba esperando un hijo del rey.
Luego vendrían tres más.
La esposa francesa había llegado
en el peor momento. Además, ni siquiera le acompañaba la dote prometida. Así
que el rey se aburrió pronto de ella. La encerró en el Alcázar de Toledo y,
cuando consiguió que se anulara su matrimonio, ordenó que la mataran.
Todo esto, trajo cambios en la
corte. Alburquerque se exilió en Portugal, para que no le pillara la ira del
rey, porque le traicionó, aliándose con los seguidores de Enrique. Incluso, se cree que
murió envenenado por orden del monarca.
Lo cierto es que, en un
principio, tanto Enrique como Fadrique, estuvieron al servicio de Pedro I y
éste los destinó a cuidar la frontera con Portugal. Cuando se exilió
Alburquerque, los atrajo a su bando y, a su muerte, Enrique encabezó la
sublevación contra su hermanastro.
Mientras tanto, un grupo de
familiares de María, como los Guzmán, ascendieron en la corte. Uno de esos
beneficiados fue Juan Fernández de Hinestrosa, tío de María.
Posteriormente, el rey se
encaprichó de una joven viuda llamada Juana de Castro, la cual no quiso cuentas
con el rey sin pasar antes por el altar. Así que se casaron y, poco después, el
rey se cansó de ella y la dejó plantada.
Eso no hizo ninguna gracia a su
familia. Así que se unieron a un grupo, cada vez más numeroso, de nobles
descontentos con el monarca.
Poco después, se rebelaron contra
él y comenzó una guerra civil. Consiguió escapar, pero luego sitió la ciudad de
Toro y, tras haberse rendido, mató a la mayoría de sus defensores. En esa época
fue cuando empezaron a llamarle “el cruel”.
Al haber anulado su matrimonio
con Blanca, hizo que rompiera sus lazos con Francia, para aliarse con
Inglaterra. No hay que olvidar que estamos en medio de la famosa Guerra de los
Cien Años.
Pedro consiguió atraerse a los
burgueses, a los judíos y al pueblo, en general. Mientras que su hermanastro, Enrique,
tuvo el apoyo de Aragón y la nobleza castellana.
Siempre había existido mucha
rivalidad entre Castilla y Aragón. Ahora, al frente de ambos reinos, había unos
monarcas a los que no les importaba dirimir sus diferencias mediante una
guerra, aunque murieran miles de personas.
A Pedro IV el Ceremonioso le
interesaba que en Castilla reinaran los Trastámara, que eran más afines a él.
También cambió su tradicional sistema de alianzas. Como Castilla se había
aliado con Inglaterra, Aragón, se alió con su tradicional oponente, que era
Francia.
Realmente, todo eso no eran más
que simples excusas. Lo que verdaderamente molestaba en Aragón era que la flota
castellana les hiciera la competencia en el Mediterráneo y más aún, porque se
había aliado con el habitual enemigo de los aragoneses, Génova.
Otra buena noticia para el rey
castellano, fue que a la muerte de Alfonso IV de Portugal, le sucedió en el
trono su hijo Pedro I de Portugal, que también era tío de nuestro personaje.
Así que obtuvo su apoyo.
Los Trastámara y el monarca
aragonés también se dedicaron a alborotar a los castellanos en diversos lugares
del reino. Por ello, Pedro I, tuvo que dirigirse a Andalucía a fin de sofocar
una de estas rebeliones.
Precisamente, cuando se hallaba
en Sevilla, mandó llamar a Fadrique de Trastámara, un hermano gemelo del futuro
Enrique II de Castilla. Hasta ahora habían tenido buenas relaciones, pues le
había rendido vasallaje al monarca. Sin embargo, éste se había enterado de que Fadrique
le había traicionado, aliándose con Alburquerque, para organizar un complot
contra él. Así que ordenó que lo
mataran. Incluso, algunos autores afirman que el propio rey le dio muerte,
dándole varios golpes de maza en la cabeza.
A partir de entonces, se dedicó a
exterminar a todos los que, según creía, estaban confabulando contra él. Así,
mandó asesinar a Juan, hermano de Fadrique; a Leonor de Castilla, madre de los
infantes de Aragón; a la esposa de Tello, otro de los hermanos de Fadrique; a
Juan y Pedro, los infantes de Aragón, hijos de Alfonso IV y de Leonor.
También eliminó a casi todos los
miembros de la, anteriormente, muy influyente familia de los Lara. Parece ser
que no mató a más gente, porque, en varias ocasiones, lo paró María de Padilla.
No sé si también atemorizó al
arzobispo de Toledo, lo cierto es que consiguió que éste anulara sus dos
matrimonios, aunque el segundo de ellos
le diera un hijo.
No es que este monarca fuera especialmente violento. Esta era la manera habitual, que utilizaban los reyes de esa época, para reprimir estas revueltas.
No es que este monarca fuera especialmente violento. Esta era la manera habitual, que utilizaban los reyes de esa época, para reprimir estas revueltas.
Más adelante, tuvo lugar la
batalla de Nájera, donde las fuerzas de Pedro alcanzaron una importante
victoria sobre las de su hermanastro Enrique, aliado de Pedro IV el
Ceremonioso.
Así que el rey aragonés, por
separado, en 1361, firmó la paz de
Terrer con Pedro I, donde se le exigió que no volviera a apoyar a Enrique y sus
hermanos.
Desgraciadamente, ese mismo año,
falleció María de Padilla, con sólo 28 años. Se desconoce la causa de su
fallecimiento. A su muerte, el rey reunió a las Cortes y afirmó que se había
casado en secreto con ella y que sus hijos eran legítimos. Así que consiguió
que la proclamaran reina y que los descendientes de ambos fueran los legítimos
herederos al trono. Por eso, fue enterrada en la Capilla de los Reyes, en la
catedral de Sevilla. A ver quién se podía atrever a negarle algo a este hombre. Este episodio me recuerda al de Inés de Castro.
En 1362, la guerra pasó a ser
internacional, pues Enrique contrató a unos mercenarios franceses, llamados las
Compañías Blancas, al mando de Bertran Du Guesclin. Mientras que Pedro hizo
venir a un ejército inglés, al mando de Eduardo de Gales. Llamado el Príncipe
Negro, por el color de su armadura.
Además, consiguió que Carlos II
el malo, rey de Navarra, se pusiera de su parte y dejara pasar el ejército
inglés a través
de su territorio. A cambio, le cedería Álava y Guipúzcoa.
de su territorio. A cambio, le cedería Álava y Guipúzcoa.
Pedro I no pudo cumplir lo que le
había prometido al Príncipe Negro, o sea, el señorío de Vizcaya y una gran
cantidad de dinero. Así que el inglés se volvió a su país y lo dejó solo.
Por el contrario, en 1368, Francia,
firmó un tratado con Enrique para apoyarle en su lucha contra Pedro. La
contrapartida era que Castilla le cediera su flota para luchar contra
Inglaterra.
En 1369, las fuerzas de los dos
hermanos se enfrentaron en Montiel. Lógicamente, Enrique salió victorioso al
tener un ejército muy superior al de Pedro. Así que éste huyó y se escondió
tras las murallas del castillo de Montiel.
A los 10 días de haberse iniciado
el asedio a esa fortaleza, Pedro, se dio cuenta de que no podrían aguantar.
Intentó pactar con Du Guesclin y éste le citó en su tienda de campaña.
Como todos sabemos, dentro de la
tienda, se encontró con Enrique, que, según varios autores, entró diciendo: “¿Dónde
está ese judío hideputa que se nombra Rey de Castilla?”
Acto seguido, los dos hermanos se
pusieron a luchar y, según parece, el francés, ayudó a Enrique, por lo que éste
mató de varias puñaladas a Pedro.
Con la llegada de Enrique II al
trono de Castilla también dio comienzo la dinastía de Trastámara. A reino de
Aragón llegó tiempo después, con Fernando I de Antequera, al que ya dediqué
otro de mis artículos.
La llegada de Enrique también
trajo cierto atraso para Castilla, pues estuvo apoyado por los señores feudales
de siempre, mientras que a Pedro le apoyó la naciente burguesía urbana. Esto
hizo que, durante varios siglos, el nivel de
desarrollo de Castilla, fuera muy por detrás del que había en el resto de Europa.
desarrollo de Castilla, fuera muy por detrás del que había en el resto de Europa.
Está muy claro que una de las
razones por las que los nobles se enfrentaron al rey Pedro I fue porque, desde
el principio, quiso fomentar el comercio y se llevó bien con los judíos.
Ninguna de las dos cosas fueron bien vistas por los nobles y, por ello, casi
todos se pasaron al bando de Enrique. Aparte de que, continuamente, repartió
honores y dinero entre ellos.
También, desde un principio,
muchos de ellos apoyaron a su esposa Blanca de Borbón, para intentar recuperar
su influencia en la corte y expulsar de ella a los muchos parientes de María de
Padilla, que habían puesto en su lugar.
De lo que no se habla casi nada
es de los varios descendientes que tuvo este rey. Lo cierto es que, de manera
muy discreta, Enrique II, hizo que la mayoría de ellos pasaran casi toda su vida encerrados, bien en cárceles o en
conventos de clausura. Todos ellos fueron apellidados “de Castilla” y siempre
presumieron de ser descendientes del rey Pedro I.
Entre ellos, su nieta, doña Constanza,
abadesa del desaparecido Monasterio de Santo Domingo el Real, en Madrid,
construyó en ese convento una especie de
panteón para todos ellos.
Otros lugares de enterramiento, para
este linaje, fueron los conventos de Santa Clara, de Valladolid y el de Santo
Domingo el Real, de Toledo.
Precisamente, la estatua orante
de Pedro I, que, actualmente, podemos contemplar
en el Museo Arqueológico Nacional, en Madrid, procede de ese monasterio
madrileño, que fue demolido en 1869, y que se encontraba en la actual plaza de
Santo Domingo.
Curiosamente, en un principio,
fue una estatua yacente. Sin embargo, en el siglo XV, cuando los Reyes
Católicos quisieron hacer una especie de reivindicación del papel de este
monarca, se le cortaron las piernas a la estatua, para hacer como que estuviera
orando arrodillado y poder colocarla bajo un arco, mirando hacia el altar.
No hay que olvidar que los dos
monarcas llamados Reyes Católicos pertenecían a la dinastía Trastámara, que fue
la que empezó a reinar en Castilla a partir de Enrique II el de las mercedes y en Aragón con Fernando I el de Antequera..
No puedo debatir contigo sobre el contenido del artículo, porque no sé lo suficiente sobre esta época, pero es buenísimo. Es muy ameno y se puede leer consiguiendo que se preste atención hasta el final, lamentando que se haya acabado.
ResponderEliminarNo dejes de escribir estas cosas y, si me lo permites, me gustaría que siguieras con las otras series de biografías y acontecimientos que tienes. Muchas gracias.
Para empezar, como siempre, te tengo que dar las gracias por tus amables comentarios.
EliminarLa verdad es que he recibido comentarios por otras vías y algunos me han dicho que les ha gustado, pero que les ha parecido un poco largo.
Lo cierto es que dudé si debería de incluir la peste y algo de la Guerra de los cien años, pero es que no se pueden entender las circunstancias de su reinado, si no se mencionan esos episodios, que influyeron mucho en esa época.
Bueno, pues espero que haya más gente a los que no les haya resultado algo largo.
De nuevo, muchas gracias y saludos.
Estimado Juan, realmente debe ser difícil dar por terminado los artículos como este ciclo dedicado a los reyes de Castilla y León, dado que siempre habrá algo que escribir al respecto, pero por mi parte me doy por satisfecho, pero................ Porque no tocaste el tema del antijudaizmo (con todas sus implicancias incluso las matanzas), así como tocas el tema de la peste como parte del contexto del reinado de Pedro.
ResponderEliminarUn Abrazo.
Muy sencillo, porque pienso escribir otro sobre esas persecuciones y el famoso arcediano de Écija.
EliminarMuchas gracias por tu comentario y saludos.