Esta es la historia de unas
heroínas que son casi absolutamente desconocidas en nuestro país y, sin embargo,
hicieron mucho por la defensa del suyo y por demostrar que las mujeres pueden
hacer lo mismo que los hombres. Algo que hoy en día se ve como algo muy normal,
pero que en los años 30 no lo era.

En un principio, nunca había
tenido especial interés por el mundo de la aviación. Así que, como tenía una
buena voz, su padre la estuvo preparando para ser cantante de ópera. De hecho,
una
hermana de su madre fue la conocida cantante Tatiana Liubatovich.
En 1919, desgraciadamente, su padre
murió en un accidente, al ser atropellado por una moto. Así que ella fue
dejando lo del canto y se decantó por el mundo de la Química.
En 1929, se puso a trabajar en
una fábrica de productos químicos y pinturas. Allí, conoció a un ingeniero con el
que se casó al año siguiente. Como él se llamaba Serguei Raskov, ella cambió su
apellido original, Malinina, por el de Raskova.
En 1930, tuvieron una hija a la
que llamaron Tanya y luego ella se puso a trabajar como diseñadora dentro de la
Fuerza Aérea.
Ya dentro de la aviación, obtuvo
su licencia como piloto y como navegante en 1933, pasando a ser la primera
mujer instructora de vuelo en la Academia aérea.
Sin embargo, hay que decir que no
le fue tan bien en su matrimonio, pues se divorciaron en 1935.

Parece ser que en uno de esos
vuelos, a causa de una gran nevada, no pudieron encontrar el aeródromo de
destino y se perdieron, siendo rescatadas tras una búsqueda de 10 días.
Esta popularidad le valió una
cierta amistad con Stalin, el cual le otorgó un buen puesto dentro del PCUS y
el grado de mayor en el Ejército.

La URSS fue el único de los aliados
que permitió que sus mujeres participasen directamente en combates. No obstante,
ya existía el precedente de un batallón femenino ruso, que participó, durante la
Revolución, en la defensa del palacio de Invierno, frente a los comunistas.
Parece ser que, gracias a la ya mencionada
amistad de Marina con Stalin, éste le permitió la creación de nada menos que 3
regimientos aéreos, integrados casi exclusivamente por mujeres.
Así se crearon el 586 regimiento
de combate aéreo, liderado por Tamara Kazarinova y Alexander Gridnev, el cual llegó
a realizar 4.419 misiones, derribando 38 aviones enemigos en combates aéreos.
El 588 regimiento de bombardeo
nocturno, liderado por Yevdokia

Sólo tuvieron 31 bajas, aunque,
como era una unidad tan pequeña, se trataba del 27 % de toda su plantilla de
tripulantes.

Lo que hacían con estos aviones
tenía mucho mérito, pues podían ser un blanco muy fácil para los muy superiores
cazas alemanes, a causa de su lentitud y de que estaban construidos a la usanza
antigua, o sea, a base de lona y madera.

Se sabe que algunas de estas
tripulaciones, compuestas por dos mujeres, llegaron a hacer nada menos que 18
de estas misiones en una sola noche. Todo un récord. Lo normal es que hicieran
unas 15 salidas nocturnas, que no está nada mal.
Incluso, la teniente Irina
Sebrova llegó a volar en 1.008 misiones y, además, aunque fue derribada en 2
ocasiones, consiguió llegar siempre a su base.

La última de esas unidades fue el
125 regimiento de bombarderos, con Marina Raskova al mando, luego relevada por
Valentín Márkov.
No sé si sería por la ya
mencionada amistad con Stalin, lo cierto es que a esta unidad le dieron

Lo cierto es que participaron en
1.134 incursiones en territorio ocupado por el enemigo, lanzándoles 980 Tm de
bombas. Cinco de estas tripulantes fueron condecoradas como Heroínas de la
URSS.
Desgraciadamente, Marina falleció
en 1943, cuando pilotaba uno de estos aparatos, a causa de una gran tormenta de
nieve. Su aparato se estrelló en la orilla del Volga, en una zona cercana a
Stalingrado, pereciendo toda la tripulación en el acto.
La URSS le dio un funeral de
Estado, en plena guerra, y sus restos fueron sepultados en una de las paredes
del Kremlin.

Estos 3 regimientos aéreos empezaron
a combatir en 1941 y no dejaron de hacerlo hasta el final de la guerra. Lanzando
un total de 3.000 Tm de bombas, en 23.672 misiones.
Otras de las integrantes de esta
unidad fue Nadia Popova. Nacida en Ucrania en 1921, tuvo una vocación muy
precoz.
Con nada menos que 15 años se
matriculó en la escuela de vuelo y con 16 ya volaba en solitario y se lanzaba
en paracaídas.
Posteriormente, se le permitió graduarse
en la academia militar aérea de Jerson en Ucrania, donde se quedó como instructora.
Al estallar la guerra, se
presentó inmediatamente como voluntaria, pero fue rechazada a causa de las
ideas conservadoras de los militares soviéticos.
No obstante, como Raskova
consiguió de Stalin el permiso para organizar unidades aéreas femeninas, se
enroló en una de ellas.

Fue derribada en varias ocasiones,
pero en ninguna de ellas fue herida de gravedad, pudiendo regresar por sí misma
a su base.
Solían volar dos aviones juntos,
para que uno de ellos atrajera la atención de la artillería antiaérea, mientras
el otro iba descargando sus bombas. Popova, junto a su navegante, Ryabova, llegaron a establecer el récord de 18 salidas
de bombardeo en una sola noche, totalizando 852 misiones de bombardeo en toda
la guerra.
Popova sí llegó a sobrevivir a la
guerra. Su regimiento fue disuelto en 1945, pero ella siguió en las Fuerzas
Aéreas hasta 1952, año en que se retiró con el grado de mayor.
En cambio, su marido, al que
conoció durante la guerra y que también era piloto, llegó a coronel general de
las Fuerzas Aéreas de la URSS.

Fue condecorada en numerosas
ocasiones y llegó a ser la vice-comandante de su regimiento femenino.
En fin, con esto se podría sacar
como conclusión que, no por hacer piruetas arriesgadas con un avión se muere la
gente antes, sino que lo hace cuando le llega su hora y nada más. Espero que os
haya gustado.
Me quito el sombrero ante mujeres tan valientes con su trabajo y con la vida. Escribe más historias como estas, Aliado, son muy buenas.
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