Posiblemente, uno de los objetivos de la represión, en los dos bandos, durante la guerra civil, fue eliminar todo vestigio de los asesinados. Era también una forma de encubrir esos crímenes y a los que los habían realizado.
Hubo muchos casos donde no lo consiguieron, como el muy conocido de García Lorca, del cual, aunque se ha aireado mucho, todavía no sabemos a ciencia cierta ni dónde está enterrado su cadáver, ni quienes perpetraron el hecho. Tal vez, porque ciertas organizaciones se dedicaron a publicarlo continuamente, durante los largos años del franquismo, y eso hizo que no se perdiera el recuerdo de ese personaje.
En el caso que presento hoy, por lo visto, no sucedió así, y, por ello, nuestro personaje está casi absolutamente olvidado hoy en día. Se puede decir que, esta vez, sus asesinos, desgraciadamente, lograron sus objetivos.
Voy a intentar presentar la vida de este personaje, aunque ya adelanto que no soy un entendido en cuestiones musicales.
Antonio José Martínez Palacios nació en Burgos un día de 1902, en el seno de una familia muy modesta, domiciliada en el número 15 de la calle de la Sombrerería de esa ciudad.
Como sus padres supieron apreciar su interés por la música, aún sin cumplir los 7 años, lo matricularon en las Escuelas de San Lorenzo, para que se iniciara en ese mundo. También dicen algunos autores que tomaron esta decisión, después de haber escuchado la opinión de José María Beobide, que era organista en la Iglesia de San Jerónimo, y de Julián García Blanco, director del Coro de los Jesuitas.
Fue todo un niño prodigio, de esos que sale uno cada siglo, pues con sólo 13 años compuso su primera obra “Cazadores de Chiclana”.

Allí compuso algunas de sus obras más conocidas, como la Sonata Castellana, que, más tarde se convertiría en parte de la “Sinfonía castellana”.
En Madrid llegó a conocer a mucha gente que luego se harían famosos, como Regino Sainz de la Maza, García Lorca o Salvador Dalí.
Empezaba a gozar de cierta popularidad e inició en 1924 la composición de sus “Danzas burgalesas”, que le dieron mayor fama.
El mismo año firmó un contrato con la firma discográfica Unión Musical española, para grabar en exclusiva sus composiciones.
Parece ser que, durante esa estancia en Madrid, su paisano Regino le presentó a otros afamados compositores, como Falla, Arbós y Turina.

En 1924 volvió a su Burgos natal para cumplir su servicio militar. No obstante, no perdió el tiempo, pues ese mismo año consiguió estrenar en Comillas (Cantabria) su “Danza burgalesa nº 3”, con una coral de más 100 voces. También fue estrenada el mismo año en Bilbao, por la Coral de esa ciudad. A partir de 1924, ya firmará todas sus obras únicamente como Antonio José, prescindiendo de sus apellidos.
Entre 1925-1929 dio clases en el Colegio San Estanislao de Málaga, perteneciente a los jesuitas. También aprovechó los veranos de 1925 y 1926 para ir a París a estudiar, becado por el Ayuntamiento de Burgos. Algunos dicen que fue su época más fructífera, gracias a que había conseguido, por fin, su estabilidad económica.

Lo increíble del asunto es que, tras conocer en Galicia que era una obra realizada por un joven compositor burgalés, sin ninguna relación con Galicia y, además, residente en Málaga, todo se puso en su contra. Así que no se la quisieron publicar ni grabar.
A partir de 1929 volvió a su Burgos natal para dirigir y revitalizar el Orfeón Burgalés. Allí trabó amistad con Justo del Río y ambos se dedicaron a desplazarse por la provincia para recuperar su folklore tradicional.
Precisamente, este Orfeón tuvo su sede en las Escuelas de San Lorenzo, donde él recibió sus clases de Educación Primaria.
Una labor que ya había iniciado unos años antes el sacerdote Federico Olmeda, que también había sido director de ese Orfeón y que salió a la luz con la publicación de su obra “Cancionero popular de Burgos”.
En esta etapa, también dirigió nuestro personaje la Escuela Municipal de Música de Burgos y por esta época publicó el “Himno a Castilla”.

Fue una época de una actividad febril, pues, por una parte, el Orfeón fue llamado a dar conciertos por todas partes y, por otra, en sus viajes, fue recopilando, con esas canciones, el sentir de su tierra. Quizás, esto le hizo ser identificado como un regionalista, algo que no era del gusto de los republicanos y, posteriormente, tampoco de los franquistas.
Aparte de sus actividades habituales, también se dedicó a fomentar el conocimiento de la música, dando conferencias, conciertos o publicando artículos en la prensa.
No olvidemos que esa provincia dio a España dos músicos insignes, en la época renacentista, Antonio de Cabezón y Francisco de Salinas. Ambos llegaron a ser organistas de palacio.

También se sabe que, por esa época, participó en la tertulia “El Ciprés” y colaboró en la revista “Burgos gráfico”.
Ese mismo año fue elegido miembro correspondiente de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid.
No obstante, algunos autores mencionan que iba creciendo, poco a poco, su interés por irse a vivir al extranjero, ya que se movía entre la incomprensión y la envidia generalizadas.
En 1936 ganó cierto prestigio internacional al participar en Barcelona en el Congreso de la Sociedad Internacional de Musicología, que se celebró en la sede del Institut d’Estudis Catalans, donde intervino, el día 23 de abril, con una ponencia sobre sus investigaciones acerca de la canción popular burgalesa.
Su conferencia fue muy elogiada por la prensa y por los asistentes, entre los que podemos destacar el ya citado Anglés, Conrado del Campo, Pau Casals, Oscar Esplá, José Subirá, Falla, Turina, Robert Gerhardt, Curt Sachs, Heinrich Besseler, Ernst Krenek, etc.
Hasta aquí, podemos ver que nuestro personaje fue un hombre dedicado a la música y a fomentar su conocimiento. Sin embargo, es muy difícil llegar a comprender la razón, si es que hubo alguna, para que en 1936 fuera detenido y, posteriormente, fusilado.
No creo que fuera por el simple hecho de proponer a la presidencia de la II República su composición "Himno a Castilla" como futuro himno nacional de la misma, pero, conociendo las envidias que siempre ha habido y hay en este país, tampoco lo descarto.
A mí, francamente, no me han quedado claras las razones que algunos exponen para intentar explicar este asesinato.

La verdad es que se lo pensaron mucho, como no lo hicieron en el caso de García Lorca, quizás porque, aunque su fama internacional no era tan grande como la del granadino, no se había significado políticamente. Sin embargo, en aquel momento, en una zona tan conservadora como era Burgos, una persona con ideas progresistas inmediatamente era identificada como de izquierdas.
Es posible que lo hicieran por su afán de llevar la cultura al pueblo, algo que siempre ha molestado a las clases dirigentes. Ya se sabe que un pueblo inculto es más fácil de manejar. También se dice que a los dirigentes caciquiles y eclesiásticos de la zona no les gustó nada su labor en la provincia, a pesar de haber compuesto, entre otras, 23 obras de tipo religioso.

Realmente, es muy lamentable, pero sus asesinos consiguieron borrar de la faz de la tierra las huellas de este músico. Casi como si nunca hubiera existido. Es increíble, pero, hasta hace pocas décadas, no aparecía en ningún diccionario musical editado en España.
En 1986, se conmemoró el cincuenta aniversario de su muerte y la Junta de Castilla y León organizó unos homenajes en varias ciudades de esa comunidad. También publicó un par de discos con sus obras, pero nada más.
Hoy en día, debido a su temprana muerte, desconocemos hasta dónde podría haber llegado. No obstante, según parece, el afamado músico francés Ravel dijo de él que “llegará a ser el gran músico español de nuestro siglo”.
A pesar de haber sido asesinado con sólo 33 años, fue un compositor muy prolífico, habiendo compuesto unas 150 obras musicales.
Entre sus obras más importantes, se pueden destacar: Sinfonía Castellana (1923), Himno a Castilla (1929). El mozo de mulas (ópera en 3 actos, inacabada), Sonata para guitarra (1933), Sonata gallega (1926) y la Colección de cantos populares burgaleses (1932). Este último, sólo pudo publicarse a partir de 1980.

Algunos autores llegan a afirmar que su “Sonata para guitarra” fue una de las más importantes del siglo XX, comparables sólo a las de Turina o Ginastera.
Es muy curioso que esa obra, que le dedicó Antonio José a su amigo Regino Sainz de la Maza, nunca fuera grabada por éste.
Parece ser que, a la muerte de Regino, el manuscrito original fue encontrado en su casa y, posteriormente, grabado por un guitarrista venezolano llamado Ricardo Iznaola.

También se desconoce si Regino, que era partidario de los franquistas, hizo alguna gestión para salvar la vida de su amigo.
Dejó varias obras inacabadas y otras que se quedaron, simplemente, en un proyecto, como la “Marcha para soldados de plomo”, un ballet inspirado en la línea de Ravel y Stravinsky, de la cual sólo compuso una parte. Parece ser que se inspiró para ella en la colección de soldaditos de plomo de su amigo Eduardo de Ontañón.
Realmente, su ideario creo que se puede sintetizar en estas
palabras que recojo literalmente de una de sus conferencias: “Es una necesaria obligación nuestra –dirá entonces- el conseguir que nuestra canción popular sea conocida en España. ¿No sienten ustedes un poquito de envidia cuando los vascos, los gallegos, los catalanes, los valencianos, los andaluces cantan su música, y la elogian por encima de todas las demás? ¿Qué hacemos nosotros cuando nos niegan la existencia indiscutible de nuestros hermosos cantos? Hasta hemos dudado de nuestro espíritu lírico, y cuando nos han dicho que Castilla no canta por no tener qué, nada hemos hecho por demostrar lo contrario. Castilla nunca fue muda, como ninguna región lo es. Castilla tiene su música característica y propia. Las canciones populares burgalesas no deben nada a nadie, y si alguno discute a ustedes esta verdad, afirmen rotundamente que de estas cosas no entiende una palabra”.
palabras que recojo literalmente de una de sus conferencias: “Es una necesaria obligación nuestra –dirá entonces- el conseguir que nuestra canción popular sea conocida en España. ¿No sienten ustedes un poquito de envidia cuando los vascos, los gallegos, los catalanes, los valencianos, los andaluces cantan su música, y la elogian por encima de todas las demás? ¿Qué hacemos nosotros cuando nos niegan la existencia indiscutible de nuestros hermosos cantos? Hasta hemos dudado de nuestro espíritu lírico, y cuando nos han dicho que Castilla no canta por no tener qué, nada hemos hecho por demostrar lo contrario. Castilla nunca fue muda, como ninguna región lo es. Castilla tiene su música característica y propia. Las canciones populares burgalesas no deben nada a nadie, y si alguno discute a ustedes esta verdad, afirmen rotundamente que de estas cosas no entiende una palabra”.
También esta frase suya es muy elocuente: “Confieso sinceramente que de política no entiendo una palabra, - escribe cierta vez en que se hace cargo del Orfeón – sin embargo no puede sernos indiferente el descontento que sentimos ante este estilo de vida política”.

Algún autor comenta que nuestro músico, ya en la cárcel, recibió un mensaje anónimo amenazante. También algunos se atreven a afirmar que su autor pudo ser una persona que no fue admitida por él en el Orfeón, debido a su escasa preparación musical.
Se cree que fue fusilado en la zona de Estépar, a unos 20 km de Burgos, el 11/10/1936, junto a otros 23 detenidos, uno de ellos era el director de la revista "Burgos Gráfico". Otros dicen que fue fusilado el 09/10.
Como su hermano Julio estaba ese día enfermo, no lo fusilaron con él, sino, más tarde, el 12/10/1936.
Para la despedida, he elegido un extracto de una conferencia que pronunció nuestro personaje de hoy el 24/06/1936 en el Teatro principal de Burgos:

Porque el interés folklórico de una canción está principalmente en su vejez, y por eso también es tanto mejor una canción popular cuanto más cercana esté de su raíz originaria. En este sentido las canciones más interesantes de España son, por su auténtico arcaísmo, las burgalesas.
Es posible que, con estas palabras, se refiriera a unos versos de Antonio Machado, que debieron de sentar muy mal en Castilla:
“Castilla miserable, ayer dominadora,
decrépitas ciudades, caminos sin mesones
y atónitos palurdos, sin danzas ni canciones.”
decrépitas ciudades, caminos sin mesones
y atónitos palurdos, sin danzas ni canciones.”
Espero que os haya gustado y que hayáis conocido a un personaje que, lamentablemente, hoy en día sigue siendo un completo desconocido en nuestro país.
Aliado, debo felicitarte por contar una historia tan interesante, aunque tremendamente triste. Qué terrible debió ser vivir aquellos días y no poder decir en voz alta lo que piensas. He escuchado un par de pienzas de Antonio José y tiene una obra magnífica.
ResponderEliminarPor lo que se ve, durante la Guerra Civil, mucha gente destapó ese tarro donde se van guardando los motivos de odio hacia los demás.
ResponderEliminarHubo algunos meses en los que se mató a más gente en la retaguardia que en el frente.
Supongo que la razón estaría en que a algunos obreros milicianos que les dieron un arma, prefirieron darse la vuelta e ir a buscar a ese patrón que les había hecho la vida imposible, antes que cargarse en el frente a un joven soldado que no les había hecho nada.
Realmente, es difícil saber por qué motivo, si es que lo hubo, mataron a este hombre. Lo cierto es que recibió un anónimo en la cárcel, donde le acusaban de muchas cosas y entonces se vio perdido, porque no pudo defenderse de esas acusaciones absurdas.
A lo mejor, por eso, tuvieron tanto cuidado en tapar su asesinato, que casi borraron totalmente sus huellas. Como si no hubiera vivido nunca.
Saludos.