En principio, puede parecer un
personaje muy rebuscado, pero este militar soviético, que hoy traigo al blog, fue, en su momento, uno de los más importantes
del Ejército Rojo.
Es posible que algunos se
extrañen por ello, porque hoy en día ha sido casi olvidado, pero si continuáis leyendo
este artículo, veréis por qué considero que tuvo tanto mérito.
Como aperitivo, os puedo decir
que, a pesar de que se vaya propagando por ahí que Franco fue el general más
joven de Europa, en su época, eso no es cierto, porque este personaje ascendió
al generalato con sólo 28 años.
Ciertamente, no le pudo ganar al
mismo Napoleón, pues al francés le pusieron los entorchados de general a la
temprana edad de 25 años. Casi se puede decir que era un crío.
Nació en 1893, en un pueblecito
cerca de la ciudad de Smolensko, por cierto, un sitio, en el oeste de Rusia,
muy conocido por las tropas napoleónicas, cuya batalla aparece narrada
concienzudamente en la famosa novela “Guerra y Paz”, de Tolstoi.
Aunque luego fue un comunista
convencido, nació en el seno de una familia de la clase aristocrática rusa y se
decidió por la carrera militar, graduándose en 1914.
Obtuvo varias condecoraciones por
sus hechos heroicos durante la I Guerra Mundial. No obstante, fue capturado en
1915 y encerrado en un campo de concentración.
Como intentó fugarse en cuatro
ocasiones, los alemanes optaron por encerrarlo en un stio más seguro, la
fortaleza de Ingolstadt.
Ya se sabe que el mundo es un
pañuelo y aquí se demuestra, porque en esa fortaleza conoció a otro oficial
francés llamado Charles de Gaulle, que también había intentado escaparse varias
veces. Los dos militares se conocieron y se hicieron grandes amigos.
En 1917, nuestro personaje,
consiguió fugarse de ese castillo y logró llegar a su país, a tiempo para
luchar en la Revolución Rusa, en el bando del partido bolchevique.
Como en el Ejército Rojo había
pocos oficiales profesionales, consiguió ascender rápidamente, gracias a su
valentía y, sobre todo, a sus dotes como organizador.
En poco tiempo, consiguió formar
una unidad militar digna de ese nombre y expulsar a las tropas del Ejército
Blanco de la zona que ocupaban en Simbirsk.
Fue hombre de confianza de León
Trostky, el cual le encargó varias operaciones, realizadas todas con éxito.
En 1920, consiguió asestar el
golpe definitivo al Ejército Blanco y hacer que se retirara el, hasta entonces,
triunfante, general Denikin.
En su contra, podemos indicar que
reprimió, entre otras, la famosa
rebelión de los marinos en la isla de Kronstadt. Toda una masacre, que
protagonizaron unos marinos rebeldes, que, con los ojos de hoy en día, se puede
ver que no pedían nada del otro mundo.
Lo cierto, es que hubo unas
14.000 bajas entre los dos bandos. Curiosamente, muchas más en el bando de los
atacantes, por lo bien que estaba defendida esa isla.
En 1920 estalló la guerra
ruso-polaca en la que lucharon ambos bandos por el dominio de un territorio
llamado Ucrania (¿os suena ese nombre de algo?).
Contra todo pronóstico, un
pequeño país llamado Polonia consiguió que la potente URSS tuviera que pedir un
armisticio.
En ese conflicto empezaron los
desencuentros de nuestro personaje con Stalin, el cual le culpó públicamente de
la derrota soviética. Parece ser que parte de la culpa de la derrota la
tuvieron los fallos en las comunicaciones soviéticas, pues las órdenes del
mariscal llegaban tarde a sus unidades e, incluso, muchas veces ni siquiera les
llegaban.
Como sigo diciendo que el mundo
es un pañuelo, pues, como en esta guerra, los polacos se dotaron de gran
cantidad de asesores militares franceses,
uno de ellos se llamaba Charles De
Gaulle. Así que aquí estuvieron los dos amigos en bandos diferentes.
También hay que decir que en
Polonia había una buena escuela de criptólogos, los cuales consiguieron
descifrar las transmisiones militares soviéticas, lo cual, evidentemente, le
dio una gran ventaja al Estado Mayor polaco.
Seguramente, fueron estos mismos
criptólogos o unos discípulos de ellos, los que lograron descifrar, por primera
vez, la máquina Enigma de los nazis y construir una réplica de la misma.
Una vez acabada esa guerra,
nuestro personaje, fue nombrado jefe del Estado Mayor del Ejército, entre 1925
y 1928.
Después de ocupar varios puestos,
en 1931, fue nombrado de nuevo vicecomisario de Defensa, desde donde pudo
reformar el Ejército y convertirlo en un organismo bien dirigido y capaz de
tomarse en serio su papel.
Tras su amarga experiencia en
Polonia, se entusiasmó con las nuevas ideas sobre la guerra y escribió varios
libros, donde defendía el uso prioritario de los tanques y los aviones.
A pesar de que la mayoría de la gente crea que
eso de la “Guerra Relámpago” fue un invento de los alemanes, realmente, uno de
sus grandes ideólogos fue este mariscal. Él les llamó las “operaciones en
profundidad”.
A pesar de la oposición de la
mayoría de sus camaradas militares, consiguió que sus ideas fueran tenidas en
cuenta y todo eso se manifestó en varias normativas sobre las instrucciones
para el combate del Ejército Rojo.
No hará falta decir que los
alemanes tomaron buena nota de todas sus indicaciones y las aplicaron
inmediatamente en su forma de combate. Guderian fue uno de sus más conocidos
discípulos.
Ahora voy a hacer un inciso para
explicar algo que no sabe mucha gente. Casi todo el mundo opina que los
alemanes y los rusos siempre se ha llevado
a matar. Bueno, eso es cierto en parte.
En 1922, tras la I GM, se
reunieron una delegación soviética con otra alemana, de la entonces llamada
República de Weimar, y firmaron el Tratado de Rapallo.
En principio, parecía un documento
insignificante. Como estos dos países se vieron, tras la I Guerra Mundial, absolutamente
apartados de los centros de poder, firmaron entre ellos un acuerdo de
cooperación.
A primera vista, en el tratado
sólo figuraban una serie de cláusulas por las que la URSS le cedía materias
primas a Alemania con la condición de que ésta le suministrara su tecnología
industrial.
Bueno, tenía pinta de ser un
tratado de amistad mutua de esos que se han firmado a miles por todas las
naciones del mundo.
Lo interesante de este tratado es
que tenía una cláusula secreta por la que la URSS permitió durante varios años
que Alemania entrenase a sus tropas dentro del territorio soviético, junto con
las fuerzas el Ejército Rojo. Esto fue posible, porque el Tratado de Versalles
no tuvo vigencia en el territorio de la URSS.
Así, los rusos podrían estar muy
al día en los conocimientos militares y los alemanes podrían prepararse para la
guerra, lejos de la mirada inquisitiva de los aliados. Hasta les cedieron una base aérea en la URSS para
ellos solos. Parece cosa de locos, pero es la pura verdad.
Volviendo a nuestro ya famoso
personaje, en 1935, fue ascendido nada menos que a mariscal, ¡¡con sólo 42 años!!
Supongo que muchos de sus compañeros estarían corroídos por la envidia, porque,
claro, no es sólo que asciendas tú, sino que le cortas el ascenso a los que
sean mayores que tú.
Llegamos a 1937 y comienzan en la
URSS, las famosas purgas. No hará falta decir que por entonces, ya gobierna
Stalin y, como sospecha de todo el que le pueda hacer sombra y quitarle la
poltrona, pues se dedica a eliminar a todo el que no le caiga en gracia.
En principio, se dedica sólo a
los políticos, pero respeta a los militares, aunque les mira de reojo, no sea
que le organicen un golpe que le aparte del poder.
Precisamente, como he dicho
antes, en 1935, nuestro personaje fue ascendido a mariscal, porque el Ejército
Rojo pidió retomar los grados tradicionales del Ejército ruso. No obstante,
Stalin, consiguió ascender, en ese mismo paquete, a dos de sus más cercanos
colaboradores, para que vigilaran a los militares profesionales.
También es cierto que siempre
hubo una gran rivalidad entre el Ejército y la Policía. Esta última había
conseguido un gran triunfo, después de capturar a varios dirigentes del PCUS,
por orden directa de Stalin. Ahora buscaba predominar sobre el Ejército y
fomentaba constantemente los rumores sobre un posible golpe.
Hay mucha discusión entre los
especialistas sobre si los dirigentes militares estaban preparando un golpe.
Incluso, el mismo Trostky había comentado en privado a sus amistades: “Veo en
él a un Bonaparte “. En fin, los dirigentes políticos veían en él a una persona
con el suficiente poder para darles un disgusto un día de estos y eso no se lo
podían permitir.
Por si acaso, Stalin, volvió a
colocar a sus comisarios políticos en los puestos claves del Ejército, para que
le tuvieran al día sobre lo que hacían los militares.
A finales de enero de 1937 ya fue
citado a declarar en el caso del dirigente comunista Radek. A lo mejor, por
eso, ya se vio que en el desfile del 1º de mayo, nadie le dirigió la palabra,
quizás, por miedo a que les señalara el largo dedo de Stalin.
Más tarde, fue destinado a un
puesto de segunda categoría y no se le dio permiso para asistir a la ceremonia
de la coronación del rey Jorge VI, en Londres, a pesar de haber sido invitado
por los ingleses.
También se permitió criticar al
Gobierno por romper, con la llegada al poder de Hitler, el Tratado de Rapallo,
pues lo consideraba una buena oportunidad para que sus tropas se modernizaran.
No obstante, algunos
historiadores afirman que, como ya se conocían desde hace tiempo los militares
rusos y los alemanes, estaban preparando un plan común para hacer caer a la vez
a los gobiernos alemán y soviético. Me parece una idea un tanto descabellada,
pero nunca hay que descartar nada.
Por otra parte, también es cierto
que ambos líderes políticos hicieron una buena limpieza entre el Alto Mando de
sus ejércitos. Eliminando a los que parecían menos adeptos.
Una hipótesis, que me parece más
aceptable, es que el Estado Mayor alemán fabricara una trampa para engañar a
Stalin, consistente en que le dieran una serie de nombres de oficiales
importantes, para que fuera a por ellos y descabezara el Ejército.
El mismo León Blum, presidente
del Gobierno francés, afirmó que su amigo el presidente de Checoslovaquia,
Eduard Benes, le había informado, en 1936, que no se fiara del Estado Mayor
soviético, porque habían apreciado ellos unas relaciones muy cercanas de estos
militares con los alemanes.
Hasta el propio Churchill
confirmó, más adelante, que había tenido conocimiento de este escrito, gracias
a sus servicios de información.
Algunos afirman que un agente llamado
Skoblin, que trabajaba para varias potencias, le fue con el cuento del posible
golpe en la URSS nada menos que a la SS.
Estos se frotaron las manos y se
pusieron como locos a falsificar documentos, donde se comprometía a este
mariscal, pues se “demostraba” su relación con el Ejército alemán.
Estos documentos falsificados se
los hicieron llegar, indirectamente, al presidente Benes, a través de
intermediarios leales a los alemanes, al cual no se le ocurre otra cosa mejor
que remitírselos a Stalin.
Sin levantar demasiado la liebre,
ya que Stalin consideraba muy peligroso al Ejército Rojo, el líder soviético
fue encarcelando poco a poco a varios militares de alta graduación hasta llegar
a la cúpula de las FFAA.
Llegamos al 11/06/1937 y un
comunicado oficial soviético informa que
un tribunal militar está juzgando a varios de sus altos cargos y entre ellos
está, como era de esperar, Tujachevski.
Además, el mismo comunicado ya
indica que todos se han considerado culpables de organizar un golpe de Estado
con la colaboración de un ejército enemigo.
Al día siguiente, la población
fue sorprendida por el anuncio de que todos los militares encausados habían
sido ejecutados. No obstante, Stalin, no se atrevió a organizar una campaña de desprestigio
contra esos militares, no fuera que los demás se mosquearan aún más.
La depuración siguió adelante
encarcelando y, en muchos casos, ejecutando a militares de todo tipo,
llegándose a ejecutar hasta a algunos cadetes de academias militares y a sus familias.
También se extendió la purga a
los agentes que trabajaban en el exterior, así como a algunos militares que
habían estado en la Guerra Civil española.
Las cifras aproximadas de esta
depuración militar son: 3 de los 5 mariscales, 14 de los 16 jefes de ejército,
todos los 80 almirantes, 60 de los 67 generales de cuerpo de ejército, 136 de
los 199 generales de división, 221 de los 397 generales de brigada, los 11 viceministros
de Defensa, 65 de los 80 miembros del sóviet supremo militar, más de 10.000
jefes y oficiales, etc, etc. Más o menos, cuando los alemanes atacaron la URSS,
en el Ejército Rojo, estaban casi todas las plazas vacantes de
comandante para arriba.
En septiembre del mismo año, el
general Miller, un líder del Ejército Blanco zarista en el exilio se citó en
París con unos presuntos militares alemanes. Parece ser que esos “alemanes”, en
realidad eran agentes rusos del NKVD, precedente del KGB, y lo secuestraron,
llevándoselo a Moscú para asesinarle también. Algunos dicen que esta muerte
tuvo relación con este caso, pues, según parece, estos militares habían
mantenido contactos durante los viajes que hizo el mariscal al extranjero.
TODAS LAS IMÁGENES PROCEDEN DE WWW.GOOGLE.ES
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