ESCRIBANO MONACAL

ESCRIBANO MONACAL
UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

miércoles, 30 de julio de 2025

EL FRACASO DE LA OPERACIÓN POLO NORTE

 

Para terminar el mes de julio, se me ha ocurrido escribir un artículo sobre un tema de espionaje, que es algo que apetece mucho leer en verano. Por supuesto, en un lugar que esté situado a la sombra.

A mediados de 1940, el Reino Unido era uno de los pocos países de Europa, que aún no había sido invadido por los alemanes. No obstante, sufrían sus constantes bombardeos.

Así que como Churchill solía tener muchas ideas, se le ocurrió crear una especie de fuerza secreta para, como solía decir “incendiar Europa”.

Esta unidad se llamó Special Operations Executive, más conocida como SOE. Era una unidad dedicada a realizar todo tipo de actos, como los sabotajes y los atentados. Algo impropio de la guerra tradicional.

Una de sus misiones consistía en apoyar y fomentar la resistencia contra los alemanes en los países invadidos por estos.

No se sabe la cifra exacta de sus agentes, pero sí que eran varios miles. Curiosamente, una buena parte de ellos eran mujeres.

Se les solía dar una buena formación, consistente en manejo de explosivos, utilización de la radio y los códigos cifrados para enviar y recibir mensajes, ejercicios de tiro y lanzamiento en paracaídas.

El caso que nos ocupa es el del departamento N del SOE, dedicado, exclusivamente, a los Países Bajos.

En ese país existía un gran movimiento de resistencia, pero funcionaba de una manera caótica. Eso daba lugar a que los alemanes los detuvieran muy pronto. Así que la labor del departamento N era la de enviar agentes allí para suministrarles armamento y coordinar la labor de esos movimientos.

Por otro lado, los alemanes, tampoco se quedaron quietos. A finales de 1941, enviaron allí al teniente coronel Hermann Giskes, agente de la Abwehr y todo un experto en contrainteligencia. Lo primero que intentó fue crear una red de nazis holandeses para que se infiltraran en los movimientos de resistencia.

Parece ser que un preso holandés afín a los nazis contactó en la cárcel con miembros de la resistencia, que también se hallaban encarcelados. Así supo que el SOE había decidido lanzar a sus agentes en paracaídas sobre Holanda.

Optaron por este sistema, ya que no había posibilidad de acercarse con un barco a la costa, sin ser visto. Ni tampoco había muchas zonas, donde pudiera aterrizar un avión de manera clandestina.

Por ello, este preso, llamado Ridderhof, informó de ello a Giskes y éste tomó las medidas necesarias para detener a esos agentes.

En noviembre de 1941 fueron lanzados los primeros agentes sobre Holanda. Estos fueron el sargento holandés Thys Taconis y el operador de radio Huub Lauwers.

Parece ser que la Policía alemana, que tenía unos excelentes medios técnicos para localizar emisiones de radio, localizó el lugar en el que había instalado su emisora de radio. Estaba en la casa de unos amigos de Lauwers y allí los detuvieron en marzo de 1942, junto con su emisora de radio.

Como es de suponer fueron llevados ante Giskes, el cual les interrogó una y otra vez. Muy pronto vio que el más importante era Lauwers. Así que se centró en él hasta que consiguió que enviara mensajes a Londres redactados por el propio Giskes.

Por lo que se ve, a Lauwers le habían insistido mucho, durante su formación con el SOE, en que, durante sus transmisiones no olvidase el código de seguridad. Éste consistía en que, cada 16 letras tenían que escribir una mal. Eso quería decir que el agente no había sido atrapado por el enemigo. Por el contrario, si el mensaje no contenía ningún error gramatical, eso quería decir que el agente estaba detenido o ni siquiera era el propio agente el que lo había enviado.

Así que Lauwers optó por colaborar, enviando los mensajes sin errores de ningún tipo. En ellos solicitaba, a requerimiento de los alemanes, que enviasen más agentes de refuerzo, así como más entregas de armamento y munición.

Así que no hace falta decir que, cuando estos agentes y este material llegaban en paracaídas, eran, inmediatamente, capturados por los alemanes. De esa forma, capturaron nada menos que a 59 agentes.

Parece ser que Leo Marks, jefe del Departamento de Criptografía ya advirtió que era muy raro que los mensajes procedentes de Holanda eran los únicos que les llegaban sin errores. O sea, sin el código de seguridad. Así que se lo fue a decir a su jefe, pero éste no quiso hacer nada. No sé si sería porque el MI6, que era el que descifraba esos mensajes, no le dio demasiada importancia.

También hay que decir que, según algunos expertos, el SOE y el MI6 (servicio de espionaje británico) se convirtieron en rivales.

Parece ser que al MI6, que tenía muy buenos profesionales infiltrados en la Europa ocupada por los alemanes, le molestaba que también hubiera agentes del SOE por las zonas donde estaban ellos, ya que atraían a la Gestapo y podían poner en peligro las vidas de sus agentes.

Así que no solían colaborar mucho con ellos, porque los consideraban unos aficionados. De hecho, les echaron la culpa de la detención de varios agentes del MI6, que estaban destinados en Holanda.

Volviendo a Lauwers, para su desesperación, el SOE, siguió contactando con él, como si todavía gozara de libertad. No podía entender que estuviera ocurriendo eso. Incluso, en algunos de sus mensajes colocó las letras “cau”, al principio, y “ght”, al final. O sea, capturado, pero ni siquiera eso hizo efecto en Londres.

Es más, como los alemanes ya tenían los códigos del SOE, se atrevieron a enviar mensajes por su cuenta a la central en Londres. El propio Leo Marks comentó que uno de los mensajes recibidos terminaba con las letras HH (Heil Hitler). Algo que sólo podía proceder de un radiotelegrafista alemán, porque estaban obligados a terminar todos sus mensajes con esas dos letras.

Así que Marks quiso hacer una prueba. Envió a un agente en Holanda un mensaje que debería de ser ilegible para él. Sin embargo, consiguieron decodificarlo y respondieron. Así que eso sólo lo podía haber hecho un experto alemán.

También hicieron varias pruebas, consistentes en ordenar a algunos agentes que regresaran a Londres. Evidentemente, siempre respondían que no podían volver por diversos motivos. A esas alturas, unos todavía estaban en la cárcel, mientras que otros ya habían sido llevados a los infames campos de exterminio de los nazis.

A finales de 1943, dos de los agentes del SOE, que estaban encarcelados en una prisión holandesa, consiguieron evadirse e intentaron ponerse en contacto con la resistencia. Estos les ayudaron para escapar hacia España y desde allí ir a Portugal para volver a Londres.

Desgraciadamente, Giskes se enteró muy pronto de esta huida y, como era muy astuto, se le ocurrió enviar un mensaje a Londres, en el que les advertía que estos no habían huido, sino que se habían convertido en agentes alemanes. Así que, para su sorpresa, cuando pisaron suelo británico, fueron encarcelados durante un año, hasta que el Gobierno de Holanda en el exilio aclaró este asunto.

Curiosamente, quien impidió que detuvieran a más agentes del SOE fue la propia RAF. Parece ser que se dieron cuenta que sus aviones podían llegar con facilidad a Holanda y lanzar a los agentes sin mayores problemas. Sin embargo, a la vuelta, solían ser derribados por la artillería antiaérea alemana. Eso dio lugar a que se negaran a enviar más aviones a Holanda.

Como ya no llegaban más agentes, el propio Giskes, envió, en abril de 1944, un mensaje a Londres en tono de burla, en el que se quejaba de tener ya muy pocos negocios con ellos, pero que, si volvían a enviar más agentes del SOE, tendrían la misma bienvenida que los anteriores. Supongo que eso les habría dolido a muchos miembros del SOE. Giskes llamó a esta operación el Juego de Inglaterra.

Al final, casi todos los agentes del SOE, que habían sido capturados en Holanda, fueron llevados al campo de Mauthausen. De aquellos 59 agentes, sólo sobrevivieron 5.

Parece ser que el Alto Mando británico no tenía muy claro cómo habían sido capturados tantos agentes del SOE. Así que desconfiaron de la resistencia holandesa y a las tropas que desembarcaron en Normandía les dieron la orden de no confiar en ellos.

Esa pudo ser una de las causas por las que fracasó la famosa Operación Market Garden, ya que esas tropas no conocían el terreno y también carecían de contactos entre la resistencia. Por ello, tuvieron que retirarse, después de sufrir muchas bajas en combate.

Algunos de esos supervivientes del SOE sufrieron, durante muchos años, serios problemas de salud, debidos al trato recibido en ese campo. Como le ocurrió a Beatrix Terwindt, una antigua azafata de KLM. En la posguerra, quiso continuar con su trabajo como azafata, pero tuvo que dejarlo debido a sus problemas de salud, tanto de índole física como mental.

No sé si Giskes le estaría agradecido a Lauwers, lo cierto es que no lo envió a uno de esos campos y lo dejó preso en una cárcel holandesa. Aunque luego lo trasladaron a un campo cercano a Berlín, de donde lo liberaron los soviéticos.

No obstante, a pesar de ser condecorado por la reina de Holanda, él seguía dudando sobre lo ocurrido. No podía creer que esto se hubiera debido a una negligencia por parte del SOE.

Incluso, hay una cierta teoría, que defienden algunos, en la que dicen que Londres sabía que habían detenido a esos agentes y que los sacrificó para hacer creer a los alemanes que el desembarco aliado se iba a producir en las costas holandesas. Evidentemente, esto no se podrá demostrar hasta que a los británicos les dé la gana de abrir sus archivos.

El teniente Hubert Lauwers volvió a Holanda y allí vivió hasta su muerte, acaecida en 2004.

Por lo que respecta a Hermann Giskes, había participado como soldado en la I Guerra Mundial. Luchó en unidades de montaña y gracias a su valor, terminó la guerra con el grado de teniente. Como fue herido en varias ocasiones, no pudo terminar la guerra combatiendo. Por ello, fue destinado a un campamento como profesor de esquí para unidades de montaña.

No obstante, durante el período de entreguerras, permaneció en el Ejército y fue ascendiendo, como oficial en la reserva. Fue durante esa época en la que se especializó en labores de contraespionaje, tras ser fichado para ello por otro militar, sobrino del célebre almirante Canaris.

El estallido de la II Guerra Mundial, le pilló como comandante en la sede de la Abwehr en Hamburgo.

Tras la invasión de Francia, fue trasladado a París, para seguir haciendo labores de contraespionaje.

En el verano de 1941 fue ascendido a teniente coronel y trasladado a Holanda para liderar el servicio de contraespionaje.

Allí colaboró muy activamente con Joseph Schreieder, jefe de la Policía alemana en Holanda.

Como ya he mencionado, Giskes se enteraba de cuándo y dónde iba el SOE iba a lanzar a sus agentes en paracaídas. Esa información se la daba a Schreieder y éste enviaba a unos policías para que los detuvieran, cuando llegaran a tierra. También confiscaron toneladas de armamento que lanzaban en paracaídas.

Parece ser que Giskes no permitió que ejecutaran a los agentes del SOE, que había detenido, alegando que debería de tenerlos a su disposición para nuevos interrogatorios. Sin embargo, eso dejó de tener valor cuando la RAF suprimió los vuelos hacia Holanda y sus superiores le ordenaron enviarlos a uno de esos infames campos, donde fueron asesinados por las tropas SS.

Por lo visto, uno de los últimos éxitos de Giskes fue fichar a un ciudadano holandés, llamado Chistiaan Lindemans. Se trataba de un miembro de la resistencia holandesa. Sin embargo, se ofreció a trabajar para Giskes a cambio de la liberación de su hermano y su esposa, que habían sido detenidos por la Gestapo.

Lindemans trabajó tanto para la inteligencia británica como para los alemanes. Parece ser que le dieron unos datos importantes sobre la Operación Market Garden y se los entregó a Giskes.

Posteriormente, fue detenido y encarcelado por sus compatriotas y se suicidó en su celda.

Al final de la guerra, tanto Giskes como Schreieder fueron detenidos e interrogados, durante varios meses, por los servicios de Inteligencia de los aliados. Posteriormente, fueron enviados a Holanda, donde los juzgaron, pero los pusieron en libertad por falta de pruebas.

En 1946, a Reinhard Gehlen, uno de los jefes del espionaje alemán y al que ya dediqué otro de mis artículos, los aliados le encargaron la organización de un servicio de Inteligencia para espiar a la URSS, ya que USA no disponía de agentes en ese país, mientras que los alemanes todavía los tenían. No olvidemos que había comenzado la Guerra Fría. Así que estos dos individuos fueron los primeros que ingresaron en ese nuevo servicio. También trabajaron para Radio Free Europe, una emisora de propaganda de la CIA.

En el caso de Giskes se sabe que, hasta 1956, estuvo trabajando para Gehlen. Luego pasó a trabajar para la BND, la agencia de Inteligencia de la República Federal Alemana.

Por lo visto, siempre se declaró contrario a los nazis, pero cumplió con su obligación como militar, porque estaban en guerra. También se lamentó de que los británicos les enviaran a unos simples jóvenes aficionados con muchas ilusiones, en lugar de profesionales del espionaje, como eran ellos.

En 1950, publicó un libro, donde relataba lo que había sido su trabajo como agente de Inteligencia y, lógicamente, su labor en el Juego de Inglaterra. Murió en 1977.

Parece ser que eso llegó a oídos del Partido Laborista británico, que se hallaba en la oposición y quiso llevarlo a un debate en la Cámara de los Comunes. Sin embargo, el Gobierno británico se opuso a ello.

Por lo visto, entre los años 50 y 70, el Gobierno británico puso en marcha la llamada Operación Legacy, por la que se dedicaron a destruir o a esconder todos los informes de operaciones, que pudieran avergonzar a sus gobernantes. Así que es muy probable que nunca sepamos lo que ocurrió, realmente, en este caso.

De hecho, hay algunas organizaciones británicas, dedicadas al estudio de los archivos, que van siendo desclasificados, pero todavía no han desclasificado ninguno en relación con esta operación.

 

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martes, 22 de julio de 2025

EL CASI DESCONOCIDO MANUEL ESCORZA DEL VAL

 

Hoy traigo al blog una figura un tanto siniestra del que se sabe muy poco, pero que, en su momento, gozó de admiradores y detractores a partes iguales.

Manuel Escorza del Val nació en 1912 en Barcelona. Su familia era muy modesta. Su padre, Bernardo Escorza Tello, había nacido en Alcañiz (Teruel) y emigró muy joven a Barcelona.

Curiosamente, se sabe que Bernardo era afiliado al sindicato de la madera de la CNT. Sin embargo, se dice que su profesión era la de barbero.

Por lo visto, también trabajó como conserje en una de las sedes barcelonesas de la CNT y allí fue asesinado, el 29/09/1938, junto con otro compañero, llamado Juan Rascón. Nunca fue resuelto ese crimen.

Supongo que entre mis lectores habrá muchos aficionados a la Historia y es posible que les haya llamado la atención ver a un tipo con muletas en las fotos de las reuniones del Comité de milicias antifascistas de Cataluña. Pues ese tipo era Manuel Escorza del Val.

Desgraciadamente, cuando era muy pequeño resultó afectado por la poliomielitis, que dejó a tanta gente inválida. A él le dejó con una deformación en la espalda, no le permitió crecer y le obligó a moverse con dos muletas.

Sin embargo, parece ser que siempre fue una persona con un gran amor propio. Nunca permitió que nadie le ayudara a levantarse.

Por otro lado, siempre fue un lector muy voraz, lo cual le permitió ser también un orador seguido por las masas.

Obviamente, no pudo afiliarse a la CNT, porque para poder serlo había que trabajar en algún sitio y él no podía hacerlo. Así que se afilió a la temida FAI.

Parece ser que toda su familia militaba en la CNT. Se sabe que tuvo una hermana, llamada Dolores, la cual fue detenida, en 1934, junto con otra amiga, llamada Concepción Gallart, a las que se les intervinieron dos cestos en los que llevaban varias granadas de mano.

Por lo visto, a Concepción la condenaron a 6 años, mientras que, a Dolores, al ser menor de edad, sólo la condenaron a 6 meses de cárcel. Por entonces, la mayoría de edad estaba en los 23 años.

Supongo que la primera, como tantos otros, sería liberada en 1936, con la llegada al poder del Frente Popular.

Dicen que nuestro personaje siempre fue un tipo muy retraído. Ni siquiera fumaba, ni bebía, que eran los vicios normales entre los jóvenes de aquella época.

Sólo estaba concentrado en sus lecturas y también solía escribir artículos en revistas anarquistas.

Aunque parezca mentira, tanto él como su futuro cuñado, Liberto Minué, casado con Dolores, ingresaron en la Masonería. Algo que parece inaudito por ser ambos anarquistas.

Sin embargo, ahí dicen algunos autores que estuvo el nexo entre algunos anarquistas y algunos nacionalistas catalanes. Un tema que podría explicar muchas de las alianzas ocurridas durante la guerra civil.

No obstante, no deberíamos olvidar que el propio Lluís Companys, presidente de la Generalitat de Cataluña fue, durante muchos años, abogado defensor de muchos anarquistas y tuvo amistad con muchos de ellos.

Volviendo a nuestro personaje, parece ser que también se hizo famoso entre los jóvenes anarquistas, porque solía dar muchas charlas sobre diversos temas en los ateneos libertarios.

Sin embargo, tras el fallido golpe de Estado del 18/07/1936, parece ser que hubo un gran debate en el seno de la CNT de Cataluña.

Tras haber derrotado a los sublevados, discutieron que habría que hacer en esta situación casi revolucionaria.

Por un lado, estaba el grupo, encabezado por Juan García Oliver, que preconizaba tomar el poder por las armas. Mientras que enfrente tenían a otro grupo, encabezado por Manuel Escorza que proponía infiltrarse en las instituciones de la Generalitat y, utilizando las competencias delegadas por el Gobierno central, empezar a hacer actividades, como la socialización de las propiedades agrarias.

Ya sabemos que ésta sería una de las grandes discusiones entre los anarquistas y los comunistas. Los primeros priorizaban realizar la revolución antes que la guerra. Mientras que los segundos mantenían que lo más urgente era ganar la guerra.

No obstante, tras la derrota de los sublevados y la inactividad, tanto del Gobierno central como del de la Generalitat, el 21/07/1936, se constituyó el Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña (CCMA).

En este comité figuraban algunos personajes muy conocidos, como García Oliver, Durruti o Abad de Santillán, representando a la CNT. Manuel Escorza, en representación de la FAI. Andreu Nin, representando al POUM. Rafael Vidiella y África de las Heras (a la que dediqué otro de mis artículos) por el PSUC. Artemi Aiguadé y Jaume Miravitlles, por ERC. También hubo representantes de la UGT, sindicato minoritario en Cataluña, y de otros grupos más pequeños.

Aunque fue un organismo colegiado, realmente, se podría decir que su presidente fue García Oliver, que llegó a ser ministro de Justicia.

Pocos días más tarde, se creó la Comisión de Investigación, cuya misión era detener a todos los que considerasen sospechosos de simpatizar con los sublevados. Aunque, la verdad es que detuvieron hasta a los que iban, diariamente, a misa.

Su sede estuvo en un edificio incautado al sindicato patronal Fomento del trabajo, que estaba situado en la llamada Casa Cambó, en la Vía Layetana, 30 de Barcelona.

El despacho de Escorza estaba en el último piso de ese edificio y supongo que, por su seguridad, sólo permitían llegar hasta él a su cuñado, Liberto Minué, y a su secretario, un portugués apellidado Sousa.

Más concretamente, su cuñado fue el encargado de vigilar los movimientos de los exiliados derechistas y los agentes del bando nacional en Francia.

No sé si el modelo de Escorza fue Robespierre, pero se parecía mucho, porque se le consideraba igual de incorruptible.

Así que se sirvió de las denominadas Patrullas de control, formadas por miembros de todas las organizaciones del CCMA, para atemorizar a todos los que vivían en Cataluña. Parece ser que era el propio Escorza el que elaboraba las listas de los individuos a detener.

Luego los llevaban detenidos a la antigua casa de Cambó, donde los interrogaban con mucha dureza.

Posteriormente, si no morían en los interrogatorios, los trasladaban a una checa, instalada en un convento de monjas clarisas en la calle San Elías, 23. En el barrio barcelonés de Sarriá.

No está claro si Escorza formaba parte del grupo, que decidía qué prisioneros deberían asesinar.

Normalmente, no asesinaban a los presos en las checas, para que no se sublevaran los demás. Lo normal era trasladarlos a otros lugares, como el Tibidabo, Montjuich, etc. Incluso, se sabe que muchos de esos cadáveres fueron enviados a los hornos de la cementera de Montcada i Rexach para eliminar todas las pruebas.

Según varios autores, parece ser que estos grupos no surgieron de la noche a la mañana, sino que habían sido organizados a partir de 1934 y estaban muy bien estructurados.

Incluso, tuvieron la colaboración de varios exiliados alemanes en España para investigar a grupos nazis, que ya estarían trabajando en nuestro país.

Parece ser que Escorza también organizó unos pequeños grupos de jóvenes matones, que sólo trabajaban para él. Por lo visto, también participó en la organización de esos grupos un amigo suyo, llamado Dioniso Eroles.

Por otro lado, también tuvieron que ejercer labores de contraespionaje contra organizaciones nazis y fascistas e, incluso, contra otras de tipo socialista y comunista, que actuaban en Cataluña.

Otra de las cosas, que simplificó mucho la labor de investigación del grupo de Escorza fue que los empleados de Fomento del Trabajo habían abandonado, apresuradamente, su sede, que ahora había sido ocupada por la CNT-FAI. Así que estos encontraron allí los ficheros con los nombres y las direcciones de los afiliados al Fomento y a la Lliga y sólo tuvieron que ir a buscarlos.

Ya sabemos que, cuando se quiere dar un golpe de Estado o un proceso revolucionario, es fundamental controlar las comunicaciones. Por ello, la CNT tomó posesión del edificio de la Telefónica, situado en la Plaza de Cataluña. Así, desde sus centralitas, podían escuchar todas las conversaciones de los personajes barceloneses más importantes.


Es de destacar que Escorza pudo realizar su labor en un contexto en el que, tanto el Gobierno central como el de la Generalitat de Cataluña no sabían qué hacer y fueron otras organizaciones las que tomaron el relevo. Por el ejemplo, el PCE, al crear el Quinto Regimiento de milicias y la CNT al crear este comité.

Parece ser que en la retaguardia republicana se le tenía más miedo a la Quinta Columna que a las tropas nacionales, que avanzaban por toda la Península. Por eso mismo, durante varios meses, se produjeron más muertes en la retaguardia de ambos bandos que en los frentes de batalla.

No está clara la responsabilidad de Escorza en las torturas y los asesinatos, que tuvieron lugar en el primer año de guerra, aunque sí parece que fue el encargado de confeccionar las listas de las personas a detener. Realmente, el jefe de las patrullas de control fue José Asens.

A partir de mayo de 1937 ocurrieron una serie de hechos en Barcelona, que dieron lugar a una pequeña guerra civil dentro del bando republicano.

Parece ser que a la Generalitat no le hizo ninguna gracia que los anarquistas escucharan sus conversaciones telefónicas. Así que se aliaron con el PSOE, el PSUC, o sea, los comunistas catalanes, para echarlos de esos edificios importantes.

También hay que decir que el POUM se puso del lado de la CNT, ya que los comunistas enviados desde la URSS tenían órdenes de acabar con todos los afiliados a ese partido, ya que eran trotskistas y no estalinistas.

Así que el 03/05/1937 el consejero de orden público de la Generalitat, que ya tenía las competencias de orden público, envió a unos 200 policías para tomar la sede de la Telefónica en Barcelona.

Por lo visto, no fueron muy bien recibidos, porque algunos trabajadores anarquistas les dispararon desde los pisos superiores. Así que, Rodríguez Salas, consejero de orden público, pidió refuerzos a la Guardia Civil, que ahora se llamaba Guardia Nacional Republicana.


También se personaron allí Eroles y Asens. Estos convencieron a sus compañeros para que dejaran de disparar y entregaran sus armas.

La cosa no terminó ahí, pues los miembros de diversas organizaciones comenzaron a construir barricadas en varias calles de Barcelona y, al anochecer de ese día, se oían disparos por todas partes.

Al día siguiente, varios dirigentes anarquistas fueron a las emisoras de radio y lanzaron llamamientos a cesar los combates y dejar las armas.

Afortunadamente, algunas columnas de milicianos anarquistas y del POUM, que ya pensaban regresar a Barcelona, para incorporarse a los combates, al oír esas emisiones radiofónicas, se quedaron en el frente de Aragón, que era donde estaban combatiendo.

No obstante, el 04/05/1937, siguieron produciéndose varios tiroteos en Barcelona, donde los policías mataron a algunos anarquistas.

En la tarde del 05/05/1937, el presidente Largo Caballero y Companys mantuvieron una conversación telefónica en la que se pusieron de acuerdo para enviar refuerzos a Barcelona.

Por ello, al día siguiente, unos 5.000 efectivos partieron desde Madrid y Valencia hacia Barcelona. La mayoría de ellos eran guardias de asalto.

Durante la madrugada, comenzaron a llegar estos refuerzos, los cuales consiguieron desarmar a los miembros de las milicias de la CNT-FAI y del POUM.

Por ello, el 08/05/1937, se da por concluida esta rebelión, con el resultado de 500 muertos y unos 1.000 heridos de diversa consideración. No sólo se luchó en Barcelona, sino también en algunas localidades de esa provincia y también de Tarragona.

Al final, el Gobierno central no se atrevió a tomar medidas contra los anarquistas, por miedo a que estallara otra sublevación. Sin embargo, esto supuso el cese de los 4 ministros de la CNT, que había en el gobierno de Largo Caballero.

Por otro lado, el gobierno ilegalizó al POUM y detuvo a sus principales dirigentes: Andreu Nin y Julián Gorkin. El primero fue detenido por los agentes soviéticos y nunca más se supo de él.

Por supuesto, no vayamos a pensar que la CNT-FAI fueron los únicos que tuvieron checas en Barcelona. Concretamente, el PSUC, empezó instalando una en el Hotel Colón y otra en el Círculo ecuestre. En tanto que ERC instaló una en el Centro Federal, situado en Paseo de Gracia, 54.

En cuanto a las cifras de represión durante la guerra civil, la mayoría de los autores aceptan la de unos 8.360 asesinados en toda Cataluña. No obstante, también hay algunos que elevan esa cifra hasta los 26.600, aunque estos últimos no distinguen entre muertos en el frente o en la retaguardia.


Sin embargo, en lo que están todos de acuerdo es en que la mayoría de esos crímenes se cometieron entre la segunda mitad de 1936 y mayo de 1937.

El propio García Oliver, que solía decir de Escorza que era “un tullido de cuerpo y alma”, sin embargo, también alababa su temible eficacia en el cometido que se le había asignado.

A partir de los sucesos de mayo de 1937 la CNT-FAI perdió todo su protagonismo en las labores represivas, dejándolas al SIM, el cual estaba dominado por los soviéticos de la NKVD, un servicio antecesor del KGB. Estos fueron aún peores que los anarquistas.


No obstante, aunque desaparecieron las infames patrullas de control, Escorza fue fichado por la Generalitat para dirigir la Brigada especial de investigación. Un puesto en el que hacía lo mismo, pero dentro de un organigrama en el que él no era el jefe.

Al terminar la guerra civil tuvo mejor suerte que otros, ya que consiguió llegar a Francia. No obstante, también fue recluido en uno de sus infames campos de concentración.


Sin embargo, como su cuñado, Liberto Minué, residía en Francia y tenía allí muchos contactos, se puso al habla con el cónsul de Chile en Toulouse, el cual también era masón y, gracias a sus gestiones, consiguieron sacar a Escorza del campo y meterlo en un barco 
rumbo a América.

Así que llegó a Chile y se asentó en la localidad de Valparaíso, donde
se dedicó a la labor de crítico literario y teatral, hasta su muerte, ocurrida en 1968. Sólo se sabe que tuvo una hija.

Me llama la atención que se dedicara a la crítica de arte. Lo digo porque Segundo Serrano Poncela, aquel que solía firmar las listas de presos, que iban a matar en Paracuellos, también se dedicó, durante su exilio en Venezuela, a la crítica de arte.

Con la diferencia de que Escorza siempre fue autodidacta, mientras que Serrano Poncela había acabado las carreras de Derecho y Filosofía y Letras. Curiosamente, ambos nacieron en el mismo año de 1912.

 

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viernes, 11 de julio de 2025

DOS MUJERES Y LA QUINTA COLUMNA

 

Hoy traigo al blog el caso de dos mujeres, que se enfrentaron durante la guerra civil, pero no a base de tiros, sino como alguien ha llamado “los soldados sin rostro”. O sea, en los servicios de Inteligencia.

La primera de ellas era, cuando comenzó la guerra, una joven de 21 años, ya que había nacido en 1915.

Se llamaba Carmen Tronchoni Soria y era natural de Valencia. 
Pertenecía a una familia acomodada, formada por el matrimonio con 3 hijos, aunque el mayor de ellos fue fruto de un matrimonio anterior del padre. Éste era comisario de Policía.

A primera vista, nos podría parecer que ese apellido era italiano. Por lo que he visto, los primeros datos que se tienen son de un caballero italiano, que se unió a las tropas de Jaime I el conquistador para tomar Valencia y que decidió residir en Picassent. Precisamente, el mismo pueblo de donde procedía toda la familia paterna de Carmen.

Nuestra protagonista vivió en varias ciudades españolas, como Palma de Mallorca, Barcelona o la propia Valencia, debido a los traslados por el trabajo de su padre.

Parece ser que, aunque tuvo la oportunidad de continuar sus estudios, muy pronto decidió ponerse a trabajar y consiguió un puesto como telefonista en la Delegación Provincial del Ministerio Trabajo, en Valencia.

Hay dudas sobre ello, pero parece ser que, antes de la guerra, se afilió o era muy cercana a Falange Española.

Sin embargo, no parece que tuviera ninguna actividad en ese partido, tras el comienzo de la guerra.

A partir de noviembre de 1936, Valencia pasó a ser algo parecido a la capital de España, ya que el Gobierno había huido a esa ciudad desde el Madrid sitiado.

Por tanto, había mucho ambiente, debido a la cantidad de refugiados, que habían coincidido en la ciudad. Todo ello, unido a un gran número de militares, milicianos y brigadistas internacionales.

Incluso, acudieron muchos intelectuales de varios países para el II Congreso de Escritores Antifascistas.

No obstante, parece ser que la noticia de la muerte de algunas de sus amigas falangistas, como las hermanas Chabas, a manos de los agentes republicanos fue lo que la animó a ayudar a la causa nacional.


Desconozco cómo se metió en este jaleo, lo cierto es que empezó a colaborar con el llamado Socorro Blanco de Falange, aunque algunos autores afirman que perteneció al SIFNE. Uno de los muchos servicios de Inteligencia del bando nacional, que luego se fusionaron con el SIPM.

No sé si ésta sería su primera misión. Lo único cierto es que se le ordenó ayudar a dos militares a salir de su escondrijo para pasar a Francia y, desde allí, supongo que regresarían por el País Vasco para luchar en el bando nacional.

Estos oficiales estaban escondidos en el Consulado de Panamá en Valencia. Sus nombres eran el comandante José María Bielsa Laguna, perteneciente al Estado Mayor y profesor en la Escuela Superior de Guerra, en Madrid.

El otro militar era el comandante de Infantería Carlos García Bravo, aunque en algunos documentos aparece como Lucas en lugar de Carlos. Parece ser que era un juez militar, que unos años antes, había encarcelado a Largo Caballero. Así que ambos estaban en el punto de mira de los milicianos.

A este grupo se les unió un joven falangista, llamado Manuel González Romero, que sólo tenía 18 años.

Sin embargo, alguien le presentó a Carmen a un joven llamado Ismael Vilaplana Miralles, nacido en 1911, que decía ser un policía afín al bando nacional. Éste les consiguió unos salvoconductos y un coche policial para que consiguieran viajar a Barcelona, sin que pudieran ser molestados en los abundantes controles de carreteras.

Cuando llegaron a Barcelona, Ismael les puso en contacto con dos tipos llamados Ricardo Basurto Clement y José Frutos Soria, los cuales decían ser miembros de la Quinta Columna y les prometieron que les conseguirían unos pasaportes para huir a Francia.

En un principio, estuvieron alojados en un modesto hotel para
no llamar mucho la atención. Sin embargo, se estaban retrasando mucho los trámites para obtener los pasaportes. Por lo visto, lo estaban haciendo a propósito para ver quiénes componían ese grupo.

Así que, como se les estaba acabando el dinero, se mudaron al chalet de unos amigos de Basurto, situado en Pedralbes.

Desconozco cómo ocurrió, pero lo cierto fue que, por entonces, Carmen conoció a otra joven, llamada Inés Jiménez Lumbreras, que también decía pertenecer a la Quinta Columna y se hicieron muy amigas.

Inés Jiménez Lumbreras nació en 1913 en Madrid. No hay muchos datos sobre su familia, pero supongo que sería acomodada, ya que, cuando empezó la guerra, ella se hallaba estudiando 3º de Medicina en la Universidad de Madrid.

Como se trataba de una joven de fuertes convicciones republicanas, enseguida dejó sus estudios y se alistó como enfermera.

Por el contrario, su familia era muy conservadora y católica. Incluso, ella llegó a pertenecer a uno de esos grupos religiosos, que se suelen formar en las parroquias.

Supongo que debería hablar bien inglés, porque la destinaron con un grupo de sanitarios venidos desde Escocia. Era la que les iba guiando hacia los hospitales más cercanos.

Incluso, parece ser que se casó con un joven miliciano y tuvieron una niña, llamada Hortensia, que dejó al cuidado de sus padres. Sin embargo, en su expediente dice que estaba soltera, porque los matrimonios civiles y los divorcios no fueron reconocidos en la posguerra.

Sin embargo, parece ser que esa experiencia no le gustó mucho y buscó nuevas aventuras. Así que se apuntó al SIM, que era uno de los muchos servicios de Inteligencia, que había en el bando republicano.

Se sabe que llegó a Barcelona poco antes de aquella pequeña guerra civil, que ocurrió en mayo de 1937 en la capital catalana.

Volviendo al grupo de Carmen Tronchoni, los encontramos habitando el chalet en Pedralbes, cuando la mañana del 28/11/1937 se produce una redada y son detenidos y encarcelados.

El 01/12/1937 fueron llevados ante el juez de instrucción en el Tribunal de espionaje y alta traición de Cataluña. Allí les tomó declaración y ordenó que todos fueron a prisión sin fianza.

Más tarde, se añadió a ese grupo Eduardo Zamarripa Irazusta, que fue el que les había proporcionado el dinero para la misión.

El 15/02/1938 tuvo lugar el juicio contra estos encausados. A Carmen, aparte de acusarle de trasladar fugitivos hacia Francia, también la acusaron de enviar planos militares al bando nacional. Algo que no pudieron probar, porque era falso.

Curiosamente, Carmen se llevó un gran chasco. Estuvo deseando que no detuvieran a su amiga. Sin embargo, se llevó una gran sorpresa, cuando ésta fue a declarar contra ella, como testigo de la acusación y en calidad de agente del SIM. Como también lo eran Vilaplana, Basurto y Frutos Soria. Ahí se dio cuenta de que se había metido en una encerrona.

No obstante, el tribunal emitió la correspondiente sentencia. Carmen y los dos comandantes fueron condenados a muerte. El falangista González Romero fue condenado a 30 años y Zamarripa a 6 años. Ambos fueron condenados a trabajos forzados.

Su abogado poco pudo hacer, porque Carmen no negó nada. Aceptó con gallardía la sentencia y estuvo presa en la antigua cárcel para mujeres de las Corts. Allí permaneció hasta su ejecución.

Parece ser que su padre estuvo moviendo muchos hilos para que le conmutaran esa sentencia por otra de cárcel, pero no lo consiguió. De hecho, parece una sentencia muy extraña, pues a los que pillaban llevando gente para pasar la frontera, solían condenarlos a penas de cárcel.

Es posible que el SIM la acusara de un número mayor de delitos para intentar justificar que hubieran destinado a tantos agentes para detener a alguien que era una novata en estas cosas.

También le pidieron a su hermano mayor, Santiago, que hiciera algún esfuerzo para salvarle la vida. Santiago Tronchoni era un anarquista, que llegó a ser mayor de milicias y estuvo combatiendo en varios frentes al mando de varias grandes unidades del Ejército republicano. Sin embargo, se negó a ello, argumentando que era una fascista.

No sé si sería debido a que a Carmen se le había acusado de pasar planes militares al enemigo y eso provocaría que pudieran investigar a Santiago.

También es muy extraño que el SIM, que no tenía muchos agentes, destinara nada menos que a 4 de ellos a seguir y detener a este grupo. No sé si pensarían que Carmen podría ser alguien importante. Algo muy extraño, porque casi nunca le dieron importancia a las mujeres, que trabajaron en la Quinta Columna.

Lo cierto fue que el 29/03/1938 la llevaron hasta los fosos del Castillo de Montjuich, donde fusilaron a miles de personas. Allí la ejecutaron, cuando sólo tenía 22 años, junto a los dos comandantes y tres hombres más, llamados José María Díaz Martínez, José García Rosendo y Francisco Casademont Anglada.

Parece ser que a ella le dio tiempo a escribir para despedirse de su familia. También recibió un ramo de claveles, que repartió entre todos los que iban a fusilar con ella.

Carmen fue enterrada en el Cementerio de Montjuich. Sin embargo, no sé si sería por una petición de su familia, lo cierto es que, en 1959, su cadáver fue trasladado al Valle de los Caídos, donde sigue reposando.

Sin embargo, aquí no se acaba esta historia. Como todos sabemos, en 1939, tuvo lugar el final de la guerra civil, seguida por la represión del bando nacional.

No sé cómo lo harían, sin embargo, muy pronto consiguieron detener a Inés Jiménez Lumbreras. Concretamente, el 21/06/1939. No sé dónde ni cómo la detuvieron, pero ella dio como lugar de residencia un domicilio en Zaragoza.

Curiosamente, también fue trasladada a Barcelona y encarcelada en la misma prisión de las Corts.

Inés fue sometida a uno de aquellos múltiples consejos de guerra, que se realizaron en la posguerra. Fue condenada a muerte por haber sido espía republicana. Algunos dicen que, cuando escuchó la sentencia, le dio una especie de ataque de epilepsia.

Lo cierto fue que el 13/11/1940, fue llevada hasta el Campo de la Bota, lugar habitual de las ejecuciones de la posguerra y allí fue fusilada en torno a las 06.30 de la mañana. Sólo tenía 24 años.

Parece ser que le dio tiempo a escribir y despedirse de su familia y de su hija a la que no había visto desde que la dejó con sus padres.

También fue enterrada en el Cementerio de Montjuich y allí continúan sus restos.

Fue la última condenada a muerte en la cárcel de las Corts. Esa prisión fue demolida en los años 50.

 

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