ESCRIBANO MONACAL

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UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

viernes, 11 de julio de 2025

DOS MUJERES Y LA QUINTA COLUMNA

 

Hoy traigo al blog el caso de dos mujeres, que se enfrentaron durante la guerra civil, pero no a base de tiros, sino como alguien ha llamado “los soldados sin rostro”. O sea, en los servicios de Inteligencia.

La primera de ellas era, cuando comenzó la guerra, una joven de 21 años, ya que había nacido en 1915.

Se llamaba Carmen Tronchoni Soria y era natural de Valencia. 
Pertenecía a una familia acomodada, formada por el matrimonio con 3 hijos, aunque el mayor de ellos fue fruto de un matrimonio anterior del padre. Éste era comisario de Policía.

A primera vista, nos podría parecer que ese apellido era italiano. Por lo que he visto, los primeros datos que se tienen son de un caballero italiano, que se unió a las tropas de Jaime I el conquistador para tomar Valencia y que decidió residir en Picassent. Precisamente, el mismo pueblo de donde procedía toda la familia paterna de Carmen.

Nuestra protagonista vivió en varias ciudades españolas, como Palma de Mallorca, Barcelona o la propia Valencia, debido a los traslados por el trabajo de su padre.

Parece ser que, aunque tuvo la oportunidad de continuar sus estudios, muy pronto decidió ponerse a trabajar y consiguió un puesto como telefonista en la Delegación Provincial del Ministerio Trabajo, en Valencia.

Hay dudas sobre ello, pero parece ser que, antes de la guerra, se afilió o era muy cercana a Falange Española.

Sin embargo, no parece que tuviera ninguna actividad en ese partido, tras el comienzo de la guerra.

A partir de noviembre de 1936, Valencia pasó a ser algo parecido a la capital de España, ya que el Gobierno había huido a esa ciudad desde el Madrid sitiado.

Por tanto, había mucho ambiente, debido a la cantidad de refugiados, que habían coincidido en la ciudad. Todo ello, unido a un gran número de militares, milicianos y brigadistas internacionales.

Incluso, acudieron muchos intelectuales de varios países para el II Congreso de Escritores Antifascistas.

No obstante, parece ser que la noticia de la muerte de algunas de sus amigas falangistas, como las hermanas Chabas, a manos de los agentes republicanos fue lo que la animó a ayudar a la causa nacional.


Desconozco cómo se metió en este jaleo, lo cierto es que empezó a colaborar con el llamado Socorro Blanco de Falange, aunque algunos autores afirman que perteneció al SIFNE. Uno de los muchos servicios de Inteligencia del bando nacional, que luego se fusionaron con el SIPM.

No sé si ésta sería su primera misión. Lo único cierto es que se le ordenó ayudar a dos militares a salir de su escondrijo para pasar a Francia y, desde allí, supongo que regresarían por el País Vasco para luchar en el bando nacional.

Estos oficiales estaban escondidos en el Consulado de Panamá en Valencia. Sus nombres eran el comandante José María Bielsa Laguna, perteneciente al Estado Mayor y profesor en la Escuela Superior de Guerra, en Madrid.

El otro militar era el comandante de Infantería Carlos García Bravo, aunque en algunos documentos aparece como Lucas en lugar de Carlos. Parece ser que era un juez militar, que unos años antes, había encarcelado a Largo Caballero. Así que ambos estaban en el punto de mira de los milicianos.

A este grupo se les unió un joven falangista, llamado Manuel González Romero, que sólo tenía 18 años.

Sin embargo, alguien le presentó a Carmen a un joven llamado Ismael Vilaplana Miralles, nacido en 1911, que decía ser un policía afín al bando nacional. Éste les consiguió unos salvoconductos y un coche policial para que consiguieran viajar a Barcelona, sin que pudieran ser molestados en los abundantes controles de carreteras.

Cuando llegaron a Barcelona, Ismael les puso en contacto con dos tipos llamados Ricardo Basurto Clement y José Frutos Soria, los cuales decían ser miembros de la Quinta Columna y les prometieron que les conseguirían unos pasaportes para huir a Francia.

En un principio, estuvieron alojados en un modesto hotel para
no llamar mucho la atención. Sin embargo, se estaban retrasando mucho los trámites para obtener los pasaportes. Por lo visto, lo estaban haciendo a propósito para ver quiénes componían ese grupo.

Así que, como se les estaba acabando el dinero, se mudaron al chalet de unos amigos de Basurto, situado en Pedralbes.

Desconozco cómo ocurrió, pero lo cierto fue que, por entonces, Carmen conoció a otra joven, llamada Inés Jiménez Lumbreras, que también decía pertenecer a la Quinta Columna y se hicieron muy amigas.

Inés Jiménez Lumbreras nació en 1913 en Madrid. No hay muchos datos sobre su familia, pero supongo que sería acomodada, ya que, cuando empezó la guerra, ella se hallaba estudiando 3º de Medicina en la Universidad de Madrid.

Como se trataba de una joven de fuertes convicciones republicanas, enseguida dejó sus estudios y se alistó como enfermera.

Por el contrario, su familia era muy conservadora y católica. Incluso, ella llegó a pertenecer a uno de esos grupos religiosos, que se suelen formar en las parroquias.

Supongo que debería hablar bien inglés, porque la destinaron con un grupo de sanitarios venidos desde Escocia. Era la que les iba guiando hacia los hospitales más cercanos.

Incluso, parece ser que se casó con un joven miliciano y tuvieron una niña, llamada Hortensia, que dejó al cuidado de sus padres. Sin embargo, en su expediente dice que estaba soltera, porque los matrimonios civiles y los divorcios no fueron reconocidos en la posguerra.

Sin embargo, parece ser que esa experiencia no le gustó mucho y buscó nuevas aventuras. Así que se apuntó al SIM, que era uno de los muchos servicios de Inteligencia, que había en el bando republicano.

Se sabe que llegó a Barcelona poco antes de aquella pequeña guerra civil, que ocurrió en mayo de 1937 en la capital catalana.

Volviendo al grupo de Carmen Tronchoni, los encontramos habitando el chalet en Pedralbes, cuando la mañana del 28/11/1937 se produce una redada y son detenidos y encarcelados.

El 01/12/1937 fueron llevados ante el juez de instrucción en el Tribunal de espionaje y alta traición de Cataluña. Allí les tomó declaración y ordenó que todos fueron a prisión sin fianza.

Más tarde, se añadió a ese grupo Eduardo Zamarripa Irazusta, que fue el que les había proporcionado el dinero para la misión.

El 15/02/1938 tuvo lugar el juicio contra estos encausados. A Carmen, aparte de acusarle de trasladar fugitivos hacia Francia, también la acusaron de enviar planos militares al bando nacional. Algo que no pudieron probar, porque era falso.

Curiosamente, Carmen se llevó un gran chasco. Estuvo deseando que no detuvieran a su amiga. Sin embargo, se llevó una gran sorpresa, cuando ésta fue a declarar contra ella, como testigo de la acusación y en calidad de agente del SIM. Como también lo eran Vilaplana, Basurto y Frutos Soria. Ahí se dio cuenta de que se había metido en una encerrona.

No obstante, el tribunal emitió la correspondiente sentencia. Carmen y los dos comandantes fueron condenados a muerte. El falangista González Romero fue condenado a 30 años y Zamarripa a 6 años. Ambos fueron condenados a trabajos forzados.

Su abogado poco pudo hacer, porque Carmen no negó nada. Aceptó con gallardía la sentencia y estuvo presa en la antigua cárcel para mujeres de las Corts. Allí permaneció hasta su ejecución.

Parece ser que su padre estuvo moviendo muchos hilos para que le conmutaran esa sentencia por otra de cárcel, pero no lo consiguió. De hecho, parece una sentencia muy extraña, pues a los que pillaban llevando gente para pasar la frontera, solían condenarlos a penas de cárcel.

Es posible que el SIM la acusara de un número mayor de delitos para intentar justificar que hubieran destinado a tantos agentes para detener a alguien que era una novata en estas cosas.

También le pidieron a su hermano mayor, Santiago, que hiciera algún esfuerzo para salvarle la vida. Santiago Tronchoni era un anarquista, que llegó a ser mayor de milicias y estuvo combatiendo en varios frentes al mando de varias grandes unidades del Ejército republicano. Sin embargo, se negó a ello, argumentando que era una fascista.

No sé si sería debido a que a Carmen se le había acusado de pasar planes militares al enemigo y eso provocaría que pudieran investigar a Santiago.

También es muy extraño que el SIM, que no tenía muchos agentes, destinara nada menos que a 4 de ellos a seguir y detener a este grupo. No sé si pensarían que Carmen podría ser alguien importante. Algo muy extraño, porque casi nunca le dieron importancia a las mujeres, que trabajaron en la Quinta Columna.

Lo cierto fue que el 29/03/1938 la llevaron hasta los fosos del Castillo de Montjuich, donde fusilaron a miles de personas. Allí la ejecutaron, cuando sólo tenía 22 años, junto a los dos comandantes y tres hombres más, llamados José María Díaz Martínez, José García Rosendo y Francisco Casademont Anglada.

Parece ser que a ella le dio tiempo a escribir para despedirse de su familia. También recibió un ramo de claveles, que repartió entre todos los que iban a fusilar con ella.

Carmen fue enterrada en el Cementerio de Montjuich. Sin embargo, no sé si sería por una petición de su familia, lo cierto es que, en 1959, su cadáver fue trasladado al Valle de los Caídos, donde sigue reposando.

Sin embargo, aquí no se acaba esta historia. Como todos sabemos, en 1939, tuvo lugar el final de la guerra civil, seguida por la represión del bando nacional.

No sé cómo lo harían, sin embargo, muy pronto consiguieron detener a Inés Jiménez Lumbreras. Concretamente, el 21/06/1939. No sé dónde ni cómo la detuvieron, pero ella dio como lugar de residencia un domicilio en Zaragoza.

Curiosamente, también fue trasladada a Barcelona y encarcelada en la misma prisión de las Corts.

Inés fue sometida a uno de aquellos múltiples consejos de guerra, que se realizaron en la posguerra. Fue condenada a muerte por haber sido espía republicana. Algunos dicen que, cuando escuchó la sentencia, le dio una especie de ataque de epilepsia.

Lo cierto fue que el 13/11/1940, fue llevada hasta el Campo de la Bota, lugar habitual de las ejecuciones de la posguerra y allí fue fusilada en torno a las 06.30 de la mañana. Sólo tenía 24 años.

Parece ser que le dio tiempo a escribir y despedirse de su familia y de su hija a la que no había visto desde que la dejó con sus padres.

También fue enterrada en el Cementerio de Montjuich y allí continúan sus restos.

Fue la última condenada a muerte en la cárcel de las Corts. Esa prisión fue demolida en los años 50.

 

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