Hoy traigo al blog el caso de dos
mujeres, que se enfrentaron durante la guerra civil, pero no a base de tiros,
sino como alguien ha llamado “los soldados sin rostro”. O sea, en los servicios
de Inteligencia.
La primera de ellas era, cuando
comenzó la guerra, una joven de 21 años, ya que había nacido en 1915.
Pertenecía a una familia acomodada, formada por el matrimonio con 3 hijos, aunque el mayor de ellos fue fruto de un matrimonio anterior del padre. Éste era comisario de Policía.
A primera vista, nos podría parecer
que ese apellido era italiano. Por lo que he visto, los primeros datos que se
tienen son de un caballero italiano, que se unió a las tropas de Jaime I el
conquistador para tomar Valencia y que decidió residir en Picassent. Precisamente,
el mismo pueblo de donde procedía toda la familia paterna de Carmen.
Nuestra protagonista vivió en
varias ciudades españolas, como Palma de Mallorca, Barcelona o la propia
Valencia, debido a los traslados por el trabajo de su padre.
Parece ser que, aunque tuvo la oportunidad
de continuar sus estudios, muy pronto decidió ponerse a trabajar y consiguió un
puesto como telefonista en la Delegación Provincial del Ministerio Trabajo, en
Valencia.
Hay dudas sobre ello, pero parece
ser que, antes de la guerra, se afilió o era muy cercana a Falange Española.
Sin embargo, no parece que tuviera
ninguna actividad en ese partido, tras el comienzo de la guerra.
Por tanto, había mucho ambiente,
debido a la cantidad de refugiados, que habían coincidido en la ciudad. Todo
ello, unido a un gran número de militares, milicianos y brigadistas
internacionales.
Incluso, acudieron muchos intelectuales
de varios países para el II Congreso de Escritores Antifascistas.
No obstante, parece ser que la noticia de la muerte de algunas de sus amigas falangistas, como las hermanas Chabas, a manos de los agentes republicanos fue lo que la animó a ayudar a la causa nacional.
Desconozco cómo se metió en este jaleo, lo cierto es que empezó a colaborar con el llamado Socorro Blanco de Falange, aunque algunos autores afirman que perteneció al SIFNE. Uno de los muchos servicios de Inteligencia del bando nacional, que luego se fusionaron con el SIPM.
No sé si ésta sería su primera misión. Lo único cierto es que se le ordenó ayudar a dos militares a salir de su escondrijo para pasar a Francia y, desde allí, supongo que regresarían por el País Vasco para luchar en el bando nacional.
Estos oficiales estaban
escondidos en el Consulado de Panamá en Valencia. Sus nombres eran el comandante
José María Bielsa Laguna, perteneciente al Estado Mayor y profesor en la
Escuela Superior de Guerra, en Madrid.
El otro militar era el comandante
de Infantería Carlos García Bravo, aunque en algunos documentos aparece como
Lucas en lugar de Carlos. Parece ser que era un juez militar, que unos años
antes, había encarcelado a Largo Caballero. Así que ambos estaban en el punto
de mira de los milicianos.
A este grupo se les unió un joven
falangista, llamado Manuel González Romero, que sólo tenía 18 años.
Cuando llegaron a Barcelona,
Ismael les puso en contacto con dos tipos llamados Ricardo Basurto Clement y
José Frutos Soria, los cuales decían ser miembros de la Quinta Columna y les
prometieron que les conseguirían unos pasaportes para huir a Francia.
no llamar mucho la atención. Sin embargo, se estaban retrasando mucho los trámites para obtener los pasaportes. Por lo visto, lo estaban haciendo a propósito para ver quiénes componían ese grupo.
Así que, como se les estaba acabando
el dinero, se mudaron al chalet de unos amigos de Basurto, situado en
Pedralbes.
Desconozco cómo ocurrió, pero lo
cierto fue que, por entonces, Carmen conoció a otra joven, llamada Inés Jiménez
Lumbreras, que también decía pertenecer a la Quinta Columna y se hicieron muy
amigas.
Inés Jiménez Lumbreras nació en
1913 en Madrid. No hay muchos datos sobre su familia, pero supongo que sería acomodada,
ya que, cuando empezó la guerra, ella se hallaba estudiando 3º de Medicina en la
Universidad de Madrid.
Como se trataba de una joven de
fuertes convicciones republicanas, enseguida dejó sus estudios y se alistó como
enfermera.
Supongo que debería hablar bien
inglés, porque la destinaron con un grupo de sanitarios venidos desde Escocia.
Era la que les iba guiando hacia los hospitales más cercanos.
Incluso, parece ser que se casó con
un joven miliciano y tuvieron una niña, llamada Hortensia, que dejó al cuidado
de sus padres. Sin embargo, en su expediente dice que estaba soltera, porque
los matrimonios civiles y los divorcios no fueron reconocidos en la posguerra.
Se sabe que llegó a Barcelona poco antes de aquella pequeña guerra civil, que ocurrió en mayo de 1937 en la capital catalana.
Volviendo al grupo de Carmen
Tronchoni, los encontramos habitando el chalet en Pedralbes, cuando la mañana
del 28/11/1937 se produce una redada y son detenidos y encarcelados.
El 01/12/1937 fueron llevados
ante el juez de instrucción en el Tribunal de espionaje y alta traición de Cataluña.
Allí les tomó declaración y ordenó que todos fueron a prisión sin fianza.
Más tarde, se añadió a ese grupo Eduardo
Zamarripa Irazusta, que fue el que les había proporcionado el dinero para la misión.
El 15/02/1938 tuvo lugar el
juicio contra estos encausados. A Carmen, aparte de acusarle de trasladar
fugitivos hacia Francia, también la acusaron de enviar planos militares al
bando nacional. Algo que no pudieron probar, porque era falso.
No obstante, el tribunal emitió
la correspondiente sentencia. Carmen y los dos comandantes fueron condenados a
muerte. El falangista González Romero fue condenado a 30 años y Zamarripa a 6
años. Ambos fueron condenados a trabajos forzados.
Parece ser que su padre estuvo
moviendo muchos hilos para que le conmutaran esa sentencia por otra de cárcel,
pero no lo consiguió. De hecho, parece una sentencia muy extraña, pues a los
que pillaban llevando gente para pasar la frontera, solían condenarlos a penas
de cárcel.
Es posible que el SIM la acusara
de un número mayor de delitos para intentar justificar que hubieran destinado a
tantos agentes para detener a alguien que era una novata en estas cosas.
No sé si sería debido a que a
Carmen se le había acusado de pasar planes militares al enemigo y eso provocaría
que pudieran investigar a Santiago.
También es muy extraño que el SIM,
que no tenía muchos agentes, destinara nada menos que a 4 de ellos a seguir y
detener a este grupo. No sé si pensarían que Carmen podría ser alguien importante.
Algo muy extraño, porque casi nunca le dieron importancia a las mujeres, que
trabajaron en la Quinta Columna.
Lo cierto fue que el 29/03/1938
la llevaron hasta los fosos del Castillo de Montjuich, donde fusilaron a miles
de personas. Allí la ejecutaron, cuando sólo tenía 22 años, junto a los dos
comandantes y tres hombres más, llamados José María Díaz Martínez, José García
Rosendo y Francisco Casademont Anglada.
Carmen fue enterrada en el
Cementerio de Montjuich. Sin embargo, no sé si sería por una petición de su
familia, lo cierto es que, en 1959, su cadáver fue trasladado al Valle de los
Caídos, donde sigue reposando.
Sin embargo, aquí no se acaba
esta historia. Como todos sabemos, en 1939, tuvo lugar el final de la guerra
civil, seguida por la represión del bando nacional.
Curiosamente, también fue
trasladada a Barcelona y encarcelada en la misma prisión de las Corts.
Inés fue sometida a uno de
aquellos múltiples consejos de guerra, que se realizaron en la posguerra. Fue condenada
a muerte por haber sido espía republicana. Algunos dicen que, cuando escuchó la
sentencia, le dio una especie de ataque de epilepsia.
Parece ser que le dio tiempo a
escribir y despedirse de su familia y de su hija a la que no había visto desde
que la dejó con sus padres.
También fue enterrada en el
Cementerio de Montjuich y allí continúan sus restos.
Fue la última condenada a muerte
en la cárcel de las Corts. Esa prisión fue demolida en los años 50.
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