Empiezo por mencionar que algunos
me han dicho que sólo hago artículos sobre gente muy rara. La verdad es que
suelo escribir sobre gente poco conocida, porque, para escribir sobre los
famosos, ya están los que se ganan la vida con esto, que no es mi caso.
Nuestro personaje de hoy se
llamaba Irene Polo Roig. Nació en 1909 en Barcelona, aunque también hay quien
dice que nació un año antes.
Su padre era un guardia civil,
llamado Antonio Polo Giró y su madre era Francisca Roig Arnau, ambos leridanos.
Algunos autores dicen que su padre era sargento de la Guardia Civil.
Irene tuvo dos hermanas, llamadas
María y Rosario, a las que les llevaba 3 y 5 años y con las que siempre estuvo
muy unida. Parece ser que María siempre vivió con la familia, porque se hallaba
enferma.
Hay quien dice que la economía
familiar no era muy boyante, porque su padre era demasiado amigo de ir de copas
y también muy mujeriego. Aparte de que no se llevaba muy bien con su esposa.
Por entonces, vivían en el
barcelonés barrio de Poble Sec. Un barrio que entonces estaba a medio construir
y donde vivían unas familias muy modestas.
Es posible que a muchos les suene
el nombre de este barrio, porque fue donde nació el genial cantante Joan Manuel
Serrat.
Parece ser que Irene tuvo una
educación muy básica. Sin embargo, se le debían de dar bien los idiomas, porque
aprendió francés e inglés. Algo que le sería muy útil en el futuro.
Así que ese rasgo de su
personalidad la hizo triunfar. Parece ser que comenzó trabajando como
publicista para la productora cinematográfica francesa Gaumont. Es posible que
así se fuera dando a conocer entre las revistas, que publicaban críticas de los
estrenos de cine y de esa manera empezó su carrera periodística en El día
gráfico. Estas publicaciones sobre cine se editaban en Barcelona, pero luego se
vendían en el resto de España.
A partir de entonces, probó
suerte en varios periódicos y revistas barcelonesas. Entre ellas, Imatges,
Mirador, La Rambla, L’Opinió, L’Instant, Meridiá, la Humanitat, Última Hora,
Las Noticias, etc.
Nunca fue una periodista
corriente, sino alguien que inyectó aire fresco al periodismo. Casi nunca
estaba en la redacción. Era más partidaria de recorrer las calles buscando
alguna exclusiva y eso hizo que fuera muy admirada entre sus colegas. Por
ejemplo, se cuenta que, durante una huelga de mineros, bajó hasta el fondo de
la mina para entrevistarlos.
Curiosamente, Antoni López i Llausás
fue el propietario de la Librería Catalonia y también de la revista Imatges.
Tras la guerra civil, se exilió en Argentina, fundando la Editorial Sudamericana,
la cual fue la que publicó la primera edición de “Cien años de soledad”, de
Gabriel García Márquez.
Precisamente, una de las
entrevistas que realizó Irene para Las Noticias fue a la niña Teresita Guitart,
la cual apareció en mi anterior artículo sobre Enriqueta Martí, la vampira del
Rabal.
La llegada de la II República
dejó a mucha gente en el paro y supongo que esa fijación suya por entrevistar a
la gente, que estaba en las colas de los comedores de caridad, no le haría
mucha gracia a los gobernantes republicanos.
También parece ser que su caída
en desgracia vino motivada por un hecho muy concreto. Por lo visto, el
propietario del periódico Las Noticias reunió a la plantilla para informarles
de que la situación económica no era muy buena y eso traería como consecuencia
de que les iban a rebajar a todos el sueldo. Por lo visto, Irene se manifestó,
públicamente, en contra, y eso dio lugar a que la echaran del periódico.
No sé si también influiría en estas pérdidas la fracasada aventura del propietario, Rafael Roldós, reputado publicista, que había fusionado su empresa con la otra gran agencia barcelonesa de publicidad, Los Tiroleses. De ahí surgió la agencia de publicidad Roldós-Los Tiroleses, que sólo estuvo en vigor entre 1929 y 1931.
Se ve que andaría un poco escasa
de ofertas de trabajo. Así que tuvo que aceptar una del diario L’Humanitat, un
periódico dirigido por el propio Lluis Companys y al que muchos calificaban
como el diario oficial de ERC. Una ideología, que no tenía nada que ver con la
de Polo, que siempre se manifestó como de centro-izquierda, pero no
nacionalista y muchos menos independentista.
En 1932 empezó a trabajar para la
revista L’Opinió, de la que llegó a ser redactora jefa. Algo inaudito para una
persona tan joven como ella.
Este diario también era
partidario del nacionalismo catalán y
fue cerrado en 1934, después de la sublevación de la Generalitat, al frente de
la cual se hallaba el propio Companys.
Parece ser que en este periódico
empezó a escribir reportajes de contenido político. Algo que ya había hecho,
unos años antes, en Imatges, bajo la dirección de Josep María Planes.
Posteriormente, fichó por L’Instant,
un diario vespertino, donde la destinaron al área de información local.
La última redacción en la que
trabajó fue en diario liberal Última Hora. Allí también ocupó el puesto de
redactora jefa y supongo que sería donde entrevistó a la famosa actriz catalana
Margarita Xirgu.
Parece ser que, cuando Irene
entrevistó a Xirgu, le impactó, muy positivamente, la personalidad de esta gran
actriz. Supongo que ésta se daría cuenta y le propuso incorporarse a la
compañía en calidad de representante y publicista y ella aceptó.
Parece ser que la noticia de que
Irene Polo iba a irse a la gira de la compañía de Margarita Xirgu fue algo que
corrió como la pólvora entre las redacciones barcelonesas. Así que, antes de su
partida, le ofrecieron una cena-homenaje con un centenar de asistentes.
A finales de enero de 1936 toda
la compañía teatral de Margarit Xirgu embarcó rumbo a Cuba para una gira que
habría de durar 2 años.
Ni siquiera pudieron votar en las
elecciones, que dieron la victoria al Frente Popular, las cuales se celebraron
en febrero de ese mismo año.
Supongo que Federico no aceptaría
la propuesta, porque, visto cómo estaba el ambiente, querría estar con su
familia en Granada y celebrar allí su santo. Casualmente, San Federico se
celebra el 18 de julio.
A partir de mediados de 1937, a
la vista de que no podrían regresar a causa de la guerra civil, Irene fijó su
residencia en Buenos Aires, aunque solía desplazarse a los nuevos lugares en
los que actuaba la compañía.
En la capital argentina coincidió
con el periodista y amigo Francisco Madrid, que también tuvo que salir huyendo
de España, porque estuvo a punto de ser fusilado por los milicianos de la CNT.
De hecho, lo tuvo que esconder el propio Companys, ya que había sido su
secretario en el gobierno catalán.
Según algunos testimonios, Irene
se aclimató con mucha rapidez a la vida intelectual bonaerense. Sin embargo,
como siempre estuvo muy unida a su familia, hizo múltiples gestiones para
reclamarlas.
Parece ser que ahí empezaron los
problemas económicos de Irene. Ese año, Xirgu disuelve su compañía por estar
enferma y se trasladó a Chile para recuperarse.
Así que, gracias a sus muchas
amistades, Irene, pronto consiguió un trabajo como traductora en la Editorial
Losada, que había sido fundada el año anterior.
Posteriormente, Irene, consiguió
un trabajo como secretaria y publicista en la fábrica de perfumes Dana, que se
acababa de inaugurar en esa ciudad.
Aunque empieza a irle bastante
bien en este trabajo, sin embargo, muchos amigos suyos afirman que Irene cayó
en un estado depresivo.
Algunos afirman que podría haber
sido por un amor no correspondido. Muchos dicen que podría referirse a
Margarita Xirgu, pero no parece cierto. Sin embargo, se sabe que mantuvo
relaciones con una diplomática de la Embajada de México en Argentina y que
luego fue trasladada a otro país.
Sin embargo, los que la conocieron más a fondo, sostienen que su depresión podría haber sido debida a no poder regresar a España para seguir ejerciendo el periodismo, que era lo que más le gustaba, y al avance del nazismo al comienzo de la II Guerra Mundial.
Algo parecido a lo que le ocurrió
al famoso escritor austriaco Stefan Zweig, que se suicidó con su mujer en
Brasil y ella supongo que debió conocer este hecho, porque la noticia apareció
en todos los periódicos.
Todo ello desembocó en que, a
principios de abril de 1942, se subió a la terraza del edificio en el que vivía
en Buenos Aires y, según informó la Policía, se suicidó tirándose al vacío.
A mí se me había ocurrido pensar
que la KGB o la FAI en el extranjero había tenido algo que ver en ello, porque
esos no suelen perdonar a los que les critican, pero parece ser que fue un
suicidio.
Para terminar, voy a narrar el caso de Josep María Planes. Se trataba de otro joven periodista, especializado en el periodismo de investigación y que fue el director de Irene en la revista Imatges, donde denunciaron a los que ejercían la violencia en las calles.
A pesar de que, cuando se inició
la sublevación del 18/07/1936, se pronunció, públicamente, a favor del Gobierno
republicano, en la CNT no le perdonaron que hubiera publicado unos artículos sobre los
asesinatos de los hermanos Badía, a manos de la FAI.
Supongo que alguien le avisaría
de que lo estaban buscando y llamó a algunos amigos para que lo ayudaran.
Parece ser que el poeta Josep
María de Segarra le facilitó la entrada en el piso de un amigo, que se hallaba deshabitado.
Curiosamente, este piso se
hallaba en la calle Muntaner, esquina a la plaza Adriano. La misma calle en la
que, unos meses antes, habían asesinado a los hermanos Badía.
Por lo visto, como ya era el mes
de agosto de 1936 y hacía mucho calor, Planes salió al balcón de la casa para
fumarse un cigarrillo.
Parece ser que alguien lo denunció,
confundiéndolo con un cura. Eso motivó que una patrulla de milicianos de la CNT
forzara la puerta, lo detuviera y, al día siguiente, encontraran su cadáver en
la carretera de la Arrabasada. Sólo tenía 29 años. No sé si Irene se enteró de
ello, pero supongo que habría sido un duro golpe, porque eran muy amigos.
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