ESCRIBANO MONACAL

ESCRIBANO MONACAL
UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

domingo, 18 de diciembre de 2022

LOS ENIGMAS DEL SECUESTRO DEL HIJO DE LINDBERGH

 

He dejado para el final un suceso tan luctuoso y enigmático, como fue el secuestro de este pobre bebé, hijo mayor de Charles Lindbergh.

En mis anteriores artículos ya he hablado de la hazaña de este gran
piloto. Algo que le aportó una gran fama y varias condecoraciones en diversos países.

También dije que, en 1929, se había casado con Anne Morrow, hija del empresario y político USA, Dwight Morrow. Ella y el piloto se conocieron cuando su padre era el embajador de su país en México.

En 1930 tuvieron al primero de sus 6 hijos, al que llamaron Charles, igual que su padre. Era el típico hijo de un nórdico. Tenía el pelo rizado, rubio y con ojos azules.

No hay que olvidar que el piloto siempre estuvo muy contento de su origen nórdico y fue un convencido partidario de que había unas razas superiores a otras y de la eugenesia para las personas con problemas físicos.

Como la pareja quería vivir tranquilamente y no deseaban que los periodistas les continuaran persiguiendo por todas partes, encargaron la construcción de una casa en un lugar apartado, llamado Hopewell, situado en el Estado de Nueva Jersey.

Un lugar situado a unos 140 km de Nueva York y a donde sólo se podía llegar por un estrecho camino, ya que, en aquella época, en sus alrededores había varias zonas pantanosas.

No obstante, parece ser que, como no se había terminado de construir esa casa, ellos sólo iban allí a pasar los fines de semana. Por el contrario, solían residir en una mansión perteneciente a la familia de Anne.

El último fin de semana de febrero de 1932 decidieron quedarse unos días más en Hopewell, porque el pequeño estaba muy resfriado y no quisieron que empeorase. Así que telefonearon a la cuidadora del niño, que se hallaba en la mansión de la familia de Anne, para que fuera a Hopewell.

Se trataba de una chica escocesa, llamada Betty Gow, que tenía un novio, también originario de un país escandinavo.

Así que Betty llegó a la casa de Hopewell y allí estuvo cuidando al niño, que ya tenía casi 20 meses y que sentía mucho cariño por ella.

El martes 01/03/1932, Betty llevó al bebé en brazos hasta su habitación, que se encontraba en la primera planta de esa casa. Una vivienda que tenía 10 habitaciones.

Su padre se hallaba en el salón de la planta baja leyendo un libro, mientras que su madre, que ya estaba embarazada del segundo de sus hijos, estaba en la bañera de la segunda planta.

Betty metió al niño en su cuna y se fue a descansar un rato a su habitación, que estaba al lado de la del niño.

El padre dice haber oído, sobre las 21.30, un ruido como de unas maderas cayendo al suelo, pero no prestó mucha atención.

Sin embargo, sobre las 22.00, Betty regresó a la habitación del bebé, para comprobar si estaba dormido, y se encontró con la sorpresa de que había desaparecido.

Salió corriendo hacia la habitación de Anne para preguntarle si había cogido al niño y ésta le respondió que no. Así que ambas bajaron corriendo al salón para contarle a Charles lo que había sucedido.

Parece ser que éste cogió una escopeta y salió a buscar por los alrededores, pero no vio nada. Luego volvió a la casa y encontró, junto a la ventana de la habitación del bebé, una nota en la que alguien había escrito que pedían una recompensa de 50.000 dólares, si querían recuperar al niño.

Era una nota muy extraña, pues estaba escrita con mala caligrafía y además parecía redactada por algún extranjero que no dominase el inglés.

Además, exigía que el rescate se pagara en certificados de oro, que eran unos billetes con el anverso similar a los de los dólares actuales. Sin embargo, el escudo y el número de serie, que aparece en verde en los billetes actuales, en aquellos eran de color naranja.

A pesar de que en la nota le advirtieron que no lo hiciera, Lindbergh llamó a la Policía. Los agentes sólo encontraron una escalera de madera de esas que tienen varias piezas (como las que usaban antes los de la Telefónica); la manta del niño y las marcas dejadas en el barro por los neumáticos de un coche. Pero ninguna huella dactilar.

Algunos afirman que esa escalera no aguantó ese peso, porque estaba diseñada para arreglar tejados y no para apoyarla en el suelo.

Evidentemente, esta noticia no le podía pasar desapercibida a la prensa. Así que aquello se llenó de periodistas de todos los medios de comunicación.

Por otro lado, lógicamente, toda la Policía de ese Estado y los de alrededor se ponen manos a la obra. Incluso, el FBI, que entonces ni siquiera tenía competencias en el secuestro de personas.

Hasta el mismo Al Capone ofrece 10.000 dólares de recompensa por cualquier información sobre este caso y pone a trabajar a su banda para encontrarlo.

Por lo visto, una de las primeras sospechosas fue una criada, que trabajaba en la mansión de los suegros de Lindbergh, llamada Violet Sharpe. Parece ser que esta mujer se iba a casar con el mayordomo de esa misma casa. Sin embargo, de pronto, se suicidó, ingiriendo líquido de limpiar los metales.

Parece ser que el motivo fue que no quería que se supiera, que había pasado esa noche con otro hombre, que no era el mayordomo.

Ciertamente, hubo otros millonarios, que ofrecieron recompensas por cualquier información sobre el paradero de ese niño. Sin embargo, un profesor jubilado, llamado Joseph Condon, ofreció una recompensa de 1.000 dólares e, increíblemente, alguien le contestó por carta.

Incluso, parece ser que le dijeron que eran una banda formada por 3 hombres y 2 mujeres y que tenían al niño escondido en un barco. Para colmo, le enviaron el pijama del bebé. Condon se lo llevó a Lindbergh, éste lo reconoció y permitió que se pagase el rescate.

Parece ser que Condon pagó el rescate y, junto con Lindbergh, fueron a buscar al niño al barco que le habían indicado, pero allí no encontraron absolutamente nada.

Unos dos meses después del secuestro, un camionero, al que se le ocurrió hacer algo que hemos hecho todos, al conducir un coche. O sea, parar un momento fuera de la calzada para orinar. De repente, vio una mano entre unos matorrales y se dio cuenta que allí había un bebé. Así que fue a informar a la Policía. El cadáver estaba a unos 7 km de la casa de Lindbergh y tenía un golpe en la cabeza.

Parece ser que no le hicieron una detallada autopsia, porque estaba medio descompuesto y la teoría de la Policía fue que a los secuestradores se les cayó el niño por la escalera en el mismo momento del secuestro.

La madre se negó a ver el cadáver, mientras que el padre tampoco quiso verlo detalladamente, aunque dijo reconocerlo. Así que decidió que fuera incinerado y él tiraría sus cenizas al mar.

Sin embargo, parece que los investigadores tienen un golpe de suerte. A mediados de septiembre de 1934, un tipo pretende pagar en una gasolinera con uno de esos billetes.

Supongo que al empleado le llamarían la atención por dos motivos. El primero es que habían caducado el año anterior y el segundo es que estaba en la lista con los números de serie utilizados para el pago del rescate.

Eso hizo que el empleado tomara nota de su matrícula y avisara a la Policía. Con ese dato, los agentes entraron en la vivienda del sospechoso, situada en el Bronx de Nueva York, y allí encontraron 15.000 dólares de ese mismo tipo, camuflados en recipientes para aceite.

Aparte de eso, también hallaron en un papel el número de teléfono de Condon, un diseño para construir una escalera como la utilizada y trozos de madera, que luego se comprobó que eran iguales a los de la escalera hallada.

En aquella casa vivía un inmigrante alemán, llamado Bruno Hauptmann. Era carpintero y ya tenía antecedentes penales. No obstante, él siempre dijo que era inocente y que ese dinero era de un amigo suyo, que regresó a Alemania y ya había fallecido allí.

Entre enero y febrero de 1935 tuvo lugar el juicio contra Hauptmann. Parece ser que el fiscal sólo le acusaba de haber secuestrado al niño, pues achacaba su muerte a un accidente, mientras lo bajaban por la escalera.

Sin embargo, aquello se convirtió en un juicio mediático, donde todos 
lo acusaban de asesinato y pedían la pena de muerte.

Efectivamente, ese fue el veredicto del jurado. Por ello, el juez le condenó a morir en la silla eléctrica. Condena que se ejecutó el 03/04/1936.

Sin embargo, siempre hubo gente que dudó de su culpabilidad, como el mismo Edgar Hoover, fundador del FBI. Casualmente, la esposa de Hauptmann también se llamaba Anne y siempre defendió la inocencia de su marido.

La verdad es que casi nadie creyó que el enigma se resolviera con la condena y ejecución de Hauptmann.

Hay muchos interrogantes sin resolver cómo ¿quién sabía que esa era la habitación del niño y que el pestillo de su ventana no funcionaba? ¿por qué no actuaron más tarde, cuando todos estuvieran dormidos? ¿cómo sabían que la familia Lindbergh había decidido quedarse después del fin de semana, si eso no solían hacerlo? ¿Por qué no cortaron la línea telefónica, para que Lindbergh no pudiera llamar a la Policía? Así que es de suponer que tendrían algún contacto dentro de esa casa.

Por otra parte, en 1981, se desclasificaron algunos archivos del FBI sobre este caso. En ellos se vio que Condon no reconoció la voz de Hauptmann, que había oído a lo lejos, en la oscuridad nocturna de un cementerio, cuando fue a entregarle el rescate.

Los grafólogos concluyeron que Hauptmann no era la persona que había hecho esos escritos para Lindbergh.

En los billetes no se encontró ninguna huella digital de Hauptmann, pero sí de otros, que no supieron identificar.

A lo largo del tiempo, ha habido dos personas que han dicho ser el hijo de Lindbergh, que, según ellos, no había muerto, sino que había sido entregado a otra familia.  No obstante, los tribunales han desestimados ambos casos.

También se descubrió que varios de los compañeros de trabajo, que habían declarado que ese día Hauptmann no había acudido a la empresa donde trabajaba, habían sido presionados por la Policía para que declararan eso.

Los trozos de madera hallados en el taller de Hauptmann y que decían ser los mismos de los de la escalera, parece ser que los había llevado allí la Policía.

Incluso, un testigo, que afirmaba haber visto a Hauptmann, unos días antes, vigilando la casa de Lindbergh, por aquella época, ya estaba casi completamente ciego.

Hay hipótesis de todo tipo. Me ha llamado mucho la atención una curiosa teoría que todavía sostienen algunos. Según dicen, ese niño había nacido con ciertas deformidades y su padre se había dado cuenta de ello.

Ya sabemos que Lindbergh era un apasionado de la eugenesia. Incluso, unos años antes, realizó algunos experimentos científicos con el Dr Alexis Carrel, un famoso médico francés, que fue galardonado en 1912 con el Premio Nobel de Medicina por su contribución al desarrollo de la cirugía vascular y los trasplantes de órganos. Sin embargo, también era otro apasionado de la eugenesia. Así que, según dicen los que sostienen esta teoría, es posible que el piloto le pidiera consejo al médico.

Incluso, también dicen que es posible que los miembros de la banda quisieran extorsionar a Lindbergh, porque decían tener el cadáver del niño.

Por lo visto, como en esa fecha se sufría la Gran Depresión de 1929, se produjeron muchos secuestros de gente famosa o sus familiares.

Otro detalle que, por lo visto, no se les pasó por alto a los investigadores fue que un hermano de la niñera, Betty Gow, trabajaba en una de las fábricas de Ford, en Detroit, pero también pertenecía a un grupo de gánsteres llamados Purple gang, los cuales estaban especializados en secuestros y extorsiones. Sin embargo, nunca pudieron probar que estuviera relacionado con este caso.

Henry Ford siempre fue muy amigo de Lindbergh. Ambos fueron condecorados por Hitler. Sin embargo, tomaron partido por los Aliados en la II Guerra Mundial.

En fin, siento haberos dejado con más interrogantes que al principio, pero sólo puedo deciros que ese es el estado actual de esta cuestión.

 

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