Ahora que estamos viendo que hay varias comunidades autónomas
que desean irse de España o, por lo menos, es lo que dicen sus dirigentes,
porque no sabemos qué piensan sus respectivos ciudadanos al respecto. Me
gustaría comentar un frustrado intento de sublevación llevado a cabo por dos
nobles andaluces.
1640 fue un año clave en la Historia de España. En ese mismo
año, casualmente, se dieron cita dos sublevaciones que pusieron en peligro el
imperio regido por Felipe IV de España. Me refiero a las sublevaciones de
Cataluña y Portugal, con suerte desigual, y de las que, seguramente, todos
hemos oído hablar.
En cambio, seguro que casi nadie ha oído comentar que hubo
dos conatos de sublevación, que fracasaron estrepitosamente. Uno de ellos se
dio en Andalucía y otro en Aragón.
Aunque nunca ha quedado claro que estos nobles tuvieran
intención de deponer al rey en Andalucía, lo cierto es que, como mínimo,
estuvieron involucrados en este asunto el IX duque de Medina-Sidonia, Gaspar
Alonso Pérez de Guzmán y Zúñiga, y el VI marqués de Ayamonte, Francisco Manuel
Silvestre de Guzmán y Zúñiga.
Es posible que esta intentona estuviera relacionada con la
rebelión de Portugal, pues la hermana de Medina Sidonia, Luisa de Guzmán,
estaba casada con el futuro rey de Portugal, Juan IV, entonces sólo duque de
Braganza.
El primero de diciembre de ese año, los nobles portugueses
proclamaron nuevo rey de Portugal a Juan IV, como ya he dicho antes. Como este
reino pertenecía, desde la época de Felipe II al rey de España, aunque nunca
estuvieron unidos políticamente ambos países, el Gobierno español, presidido
por el Conde-Duque de Olivares, movilizó las tropas hacia la frontera.
Medina-Sidonia tenía, por entonces, el cargo de capitán
general del mar Océano y costas de Andalucía, por lo que estaba obligado a
movilizar sus tropas hacia la zona del Algarve, conforme a lo instruido por el
rey.
No sólo no lo hizo, sino que formó en Ayamonte una Junta de
Guerra, presidida por él mismo, siendo uno de sus miembros el duque de
Ayamonte, oprimo suyo.
En la Corte se vio con preocupación la lentitud en los
preparativos de Medina-Sidonia. Aparte de ello, llegaron a Madrid unos informes
de ciertos espías en Lisboa, los cuales aseguraban que el duque se había puesto
de acuerdo con otros nobles andaluces y portugueses, al objeto de sublevar esa
región y formar allí un reino independiente, cuyo monarca sería él mismo.
También se decía que, no sólo no habían taponado la frontera,
sino que iban a dejar pasar por allí tropas portuguesas para ayudarles y que,
además, estaban esperando en Sanlúcar la llegada de una flota franco-lusa, que
se encargaría de la ocupación de Cádiz. Mientras tanto, las tropas portuguesas,
bajo la dirección del marqués de Ayamonte, se ocuparían de la toma de Sevilla. También
se decía que el marqués de Poza se ocuparía de rendir Málaga.
Ante esta situación, que parecía que se les iba a ir de las
manos, el Gobierno ordenó a Medina-Sidonia que fuera a Madrid para aclarar este
asunto.
También, por si acaso, enviaron a un noble leal, D. Luis de
Haro, para que convenciera a los nobles andaluces y dispusieron el envío urgente
de tropas a Ayamonte, para taponar la frontera.
Parece ser que Medina tardó bastante en acudir a su cita con
el rey en Madrid. Por lo que se comenta, allí declaró que el cerebro de este
asunto era Ayamonte, el cual le convenció a él y a otros nobles. También negó
haber querido ser rey de Andalucía. Lo único que pretendía era derribar el
Gobierno del Conde-Duque de Olivares.
Así, en principio, Medina-Sidonia, fue perdonado, aunque
luego le acusaron de nio haber obedecido al rey, y esto le costó el exilio y la
incautación de su villa de Sanlúcar, junto con todos los ingresos que percibía
de ella.
Ciertamente, resulta muy extraño que Medina-Sidonia quedara
prácticamente exculpado de esta sublevación. En cambio, en el caso del marqués
de Ayamonte, no se le dio el mismo trato.
Cuando se dirigía a declarar a la Corte, se le apresó en la
villa de Illescas y allí se le tomó declaración.
El Consejo de Castilla se vio obligado a abrirle un proceso, aunque,
como era natural entre los nobles, se demoró bastante, para no hacerse daño
unos a otros.
En la documentación conservada sobre su interrogatorio, pretendió
exculparse y cargar todas las culpas sobre Medina-Sidonia, al que, según él, había
advertido varias veces de su error. Dio bastantes nombres de nobles que les
habían ayudado.
Parece ser que denunció que su testimonio había sido
convenientemente manipulado para no inculpar a Medina-Sidonia. Según los
expertos, se aprecia que hay diferencias entre el documento original del interrogatorio
y el que fue llevado, posteriormente, al proceso, en el cual han desaparecido
las referencias a Medina-Sidonia y a otros nombres citados por el interrogado.
Dado que, según parece, el duque de Híjar, también intentó
sublevarse en Aragón, en 1648, y el marqués Ayamonte seguía en prisión, se optó
por acelerar su proceso y dar un escarmiento para que no se dieran más
sublevaciones.
A pesar de que el propio Consejo de Castilla intentó influir
sobre el rey para que le perdonara la vida a cambio de la cadena perpetua,
aunque el rey, en principio, estuvo de acuerdo con ello, luego se lo pensó
mejor y ordenó su ejecución.
Esta tuvo lugar, mediante decapitación, ese mismo año en el
Alcázar de Segovia.
Se dice que Medina Sidonia intentó quedar bien ante el rey de
España retando a un duelo al rey de Portugal. Por supuesto, el luso no apareció
y el marqués fue objeto de escarnio durante mucho tiempo.
Se puede decir que Felipe IV le perdonó, pero no se le olvidó
esa afrenta. Así que le desterró de la Corte y jamás le fue permitido regresar
a Andalucía. Aparte de tener que pagar una fuerte multa.
Según parece, la conjura sólo se realizó a nivel de un grupo
de nobles, pero no contaron en ningún momento con el pueblo andaluz. Lógicamente,
en aquel momento el pueblo no pintaba nada en la política.
No sabemos si tendrían apoyo exterior, como ocurrió en los
casos de Portugal y de Cataluña, pero tampoco intentaron sublevar al pueblo, al
contrario que en esos territorios.
Se comenta que existe un documento en los archivos, donde se
dice que los 3 que delataron a los nobles fueron muy bien pagados. Uno con una
buena recompensa y un cargo de importancia en la Armada. Otro con una plaza de
contador y un codiciado hábito de caballero en una orden militar. El tercero
con otro hábito de caballero y un cargo de veedor general del ejército
destinado a la guerra con Portugal.
Buen post, Aliado. Pensaba que conocía bien este período, pero me temo que estas sublevaciones se me han escapado.
ResponderEliminarMe alegra que hayas hablado de algo tan poco conocido. Quizás si los productores de televisión hicieran más trabajos sobre este tipo de acontecimientos y no que hacen tantas de romanos, igual si se podría disfrutar de un buen culebrón, y con fundamento.
Se podrían hacer montones de películas sobre nuestra Historia. Evidentemente, no habría que mentir sobre ella, que es lo que se hacen comúnmente.
ResponderEliminarPor ejemplo, no recuerdo ninguna película acerca de las guerras carlistas, que fueron tan civiles como la de 1936.
Lo que siempre me ha llamado la atención es que condenaran a Ayamonte y no hicieran lo mismo con Medina-Sidonia, ya que, por lo visto, serían cómplices. A lo mejor fue así para no enfadar mucho a los nobles.
Saludos.
Salve.
ResponderEliminarSí que fue buena cosecha la de 1640, políticamente hablando, sí.
En cualquier caso, Aliado, una "película" implica directamente que es una "trola"; si narraran hechos verídicos sería un documental.
Pero sí, hay para hacer un porrón de pelis.
Muchas gracias y un abrazo amigo.
A mí, siempre me ha extrañado que castigaran a uno de los implkicados y al otro no. Debe de ser porque tenía mejores padrinos o tal vez, porque sabía cosas que podrían perjudicar a alguien, como siempre ocurre aquí.
EliminarRespecto a 1640, te puedo decir que el otro día estuve leyendo un artículo sobre la sublevación catalana. Resulta que un grupo de catalanes, liderados por el prohombre Pau Claris, se reunió con una representación francesa. Allí les estuvieron contando sus motivos para odiar a España y querer separarse de ella. Como se dieron cuenta que los franceses no se estaban enterando de nada, al final, todos tuvieron que hablar en español, que era el único idioma que sabían hablar ambas partes de los allí reunidos. Cosas que pasan.
Muchas gracias y saludos.