Hoy voy a narrar la historia de un hombre, que siempre vivió entre dos mundos. Curiosamente, él siempre amó a Alemania, pero no quería que siguiera gobernada por los nazis y, por ello, ayudó a los soviéticos a ganar la guerra.
Richard Sorge nació en 1895 en
Bakú, la actual capital de Azerbaiyán, pero que entonces formaba parte del Imperio
Ruso.
Fue el menor de los 9 hijos que
tuvo el matrimonio formado por Gustav Wilhelm Richard Sorge, ingeniero de minas alemán, y su esposa,
Nina Semionovna Kobieleva, ciudadana rusa.
Su padre trabajó para varias
compañías petrolíferas hasta que creó la suya propia. Desafortunadamente, en 1898,
le venció la concesión y tuvieron que irse todos a Alemania.
La familia residió en Berlín y
allí fue donde nuestro personaje realizó sus estudios. La llegada de la I
Guerra Mundial le pilló sin acabarlos. No obstante, se alistó voluntario,
sirviendo en una unidad de Artillería, destinada en el frente occidental.
Por lo visto, fue durante su
larga convalecencia en el Hospital donde empezó a interesarse por las obras de
Karl Marx. Por lo visto, un tío abuelo suyo había sido socio de ese famoso escritor.
Más tarde, empezó matriculándose
en Medicina, pero pronto lo dejó para estudiar Economía en varias universidades
alemanas. Posteriormente, se doctoró en Ciencias Políticas y, en 1919, se
afilió al Partido Comunista de Alemania.
Sin embargo, en 1924, tras la prohibición
del PC en Alemania, emigró a Rusia y se afilió al PC de la Unión Soviética.
Parece ser que, como se había casado
en Alemania con Christina Gerlah, habían emigrado juntos a la URSS. Sin embargo,
muy pronto, ella se cansó de vivir en ese país y eso provocó el divorcio.
Su dominio de varios idiomas le
favoreció para que le dieran algunos cargos de cierta importancia en el mismo.
Por ejemplo, trabajando en la sección internacional del Komintern, que era la
que se relacionaba con los PC de otros países. También le permitió viajar
muchas veces al extranjero para afianzar esos contactos.
No obstante, en 1929, Yakov Berzin,
jefe del GRU, departamento militar de Inteligencia, lo fichó y empezó
enviándolo a Shanghai (China), bajo la identidad de un periodista alemán.
Curiosamente, en 1933, el mismo
año en que llega Hitler al poder, lo enviaron a Japón, trabajando como
corresponsal de varios diarios alemanes. Su apodo, como agente secreto, fue
Ramsay.
Supongo que, para tener una mejor coartada, se afilió al Partido Nazi y exhibiendo, desde entonces, el emblema de ese partido en la solapa de su chaqueta.
Dado que era una persona que
sabía manejar muy bien a los demás, no le fue muy difícil crear un equipo
compuesto por alemanes y japoneses con ideas comunistas. Como Hotsumi Ozaki,
asesor del primer ministro de Japón.
Los rusos no le habían enviado
allí por gusto, sino porque, unos años antes, los japoneses, habían invadido el
territorio chino de Manchuria, al que ahora llamaban Manchukuo, el cual hacía
frontera con la URSS.
Así que, muy pronto, envió a
Moscú muchas informaciones relativas a los movimientos de tropas japonesas en
esa frontera y sus intentos de invadir el territorio soviético. Esos informes
fueron muy útiles a los rusos para repeler las agresiones japonesas.
No olvidemos que, poco antes, la Inteligencia
militar alemana, le hizo llegar a Stalin, a través del presidente de
Checoslovaquia, un informe en el que se decía que los militares iban a dar un
golpe de Estado en la URSS para eliminarlo.
Sin embargo, por lo que más se le reconoce es por haber informado al Gobierno soviético de que Japón no tenía intención de
atacarles. Eso le vino muy bien a Stalin para ordenar que un buen número de
divisiones, procedentes de Siberia, se trasladaran al frente occidental, para
apoyar a las tropas que estaban haciendo frente a la invasión alemana.
En esa sede diplomática, se hizo muy amigo del general Eugen Ott, agregado militar alemán y de su esposa Helma. Algunos autores afirman que, cuando Sorge combatió en la I Guerra Mundial, él y Helma habían sido novios, pero que luego no se habían vuelto a ver. Así que también consiguió que ella le pasara informaciones y documentos secretos, aunque no sabía que los estaba enviando a la URSS.
Por otro lado, como Sorge les
solía redactar informes muy detallados, tanto al embajador como al general Ott,
sobre la situación en Japón, esto hizo que ambos fueron ascendidos, pues en
Berlín pensaban que ellos eran los autores de los mismos.
El ascenso de Ribbentrop desde su
puesto de embajador en Londres a ministro de Asuntos Exteriores, dio lugar a
que Dirksen, el embajador alemán en Japón, ocupara el puesto dejado por éste y
el general Ott fuera nombrado embajador en Japón.
Hay que decir que, Sorge, desde su periódico, se postuló a favor del nombramiento de Ott, en lugar del responsable de la Gestapo en esa Embajada, que también se postulaba para ese puesto y también le había pedido que lo recomendase. De hecho, ahí se buscó un nuevo enemigo, porque no quiso recomendarle ante la Cancillería del Reich.
Así que Ott le nombró su
secretario personal en la Embajada en Tokyo y por él pasaban los documentos
alemanes más secretos.
Como era un gran bebedor y un
apasionado de las motos, en 1938, sufrió un grave accidente, al chocar su
vehículo contra un muro de la Embajada USA. Por lo visto, en ese momento,
portaba documentos secretos que le acababa de dar Ozaki. Afortunadamente, uno
de los miembros de su banda, consiguió quitárselos en el Hospital, antes de que
los viera la Policía.
Supongo que esa noticia sonaría, especialmente
dura, a los comunistas españoles y de las Brigadas Internacionales, que
lucharon en España contra las tropas de Hitler.
A pesar de ese famoso pacto, me
imagino que a Stalin se le pondrían los pelos de punta, tras los nuevos
informes de Sorge, en los que le daba la noticia del pacto secreto firmado en
la Embajada de Japón en Berlín, para crear el Eje Roma-Berlín-Tokyo.
Por lo visto, las borracheras de
Sorge siempre fueron muy comentadas. Curiosamente, en muchas de ellas, se ponía
a dar gritos en contra de Hitler. A pesar de ello, siempre contó con la
protección del embajador Ott.
No obstante, la carrera exitosa
de Sorge va entrando en declive. En septiembre de 1941, la Contrainteligencia
japonesa, detiene a una de las mujeres de su grupo.
Es de suponer que aprovecharon
para hacerle todo tipo de atrocidades, durante las sesiones de interrogatorios.
Así que ésta delató a Yotoku Miyagi, un pintor y colaborador, que también era miembro
del grupo.
Obviamente, los japoneses, no
perdieron el tiempo y muy pronto, detuvieron a todos los miembros de ese grupo.
Incluso, el propio Sorge, fue detenido a mediados de octubre de ese año.
En un principio, la Embajada
alemana en Tokyo, presentó una protesta ante el Ministerio de Asuntos Exteriores
de Japón, pero no le hicieron caso.
Por otro lado, el Gobierno de la
URSS, no movió un dedo para liberarle. Incluso, se negó a hacer un canje
propuesto por el Gobierno japonés, a cambio de espías japoneses encarcelados en
la URSS.
Parece ser que Sorge no les dijo
apenas nada a sus interrogadores, confiando en que sus camaradas soviéticos le
sacarían de allí. Supongo que los japoneses tampoco tendrían muchas ganas de
juzgarlo y ejecutarlo. De hecho, era un personaje muy importante. Precisamente, había sido elegido el mejor periodista alemán del año.
Cuando Hitler se enteró de lo que
había hecho Sorge, exigió que lo deportasen para juzgarlo en Alemania, sin
embargo, aunque eran aliados, el Gobierno japonés, siempre se opuso a ello.
Siempre fue fiel a su ideología
comunista y parece ser que sus últimas palabras fueron: “¡Viva el Ejército Rojo
y el Partido Comunista de la URSS!”
Stalin nunca quiso reconocer que
había trabajado para ellos y, sobre todo, que había salvado a la URSS. Tampoco
la llegada de su sucesor, Kruschev, sirvió para reivindicar su memoria.
Dicen que eso fue posible tras haber visto, este líder soviético, una película francesa, donde se narraban las aventuras del periodista y, a partir de ahí, quiso saber más sobre él.
Así que, en 1964, se produjo
un cambio considerable. En septiembre de ese año se publicó un artículo en el
diario oficial Pravda (la verdad, en ruso), donde se elogiaba su papel durante
la guerra.
Inmediatamente, se le nombró
Héroe de la URSS y se puso su nombre a muchas calles de localidades de todo el
país. Incluso, se erigieron monumentos en su memoria.
Es más, algunos miembros de su
grupo, como Yotoku Miyagi, también fueron condecorados por su labor a favor de
la URSS.
Curiosamente, Sorge, murió un año
después de su esposa rusa. Ni siquiera supo que ella había sido encerrada en
uno de esos campos de concentración de Siberia y que había fallecido, muy posiblemente, a causa de debilidad.
En el año 2000 falleció Hanako
Ishii, la esposa japonesa de Sorge. Sus restos fueron enterrados junto a él en
el cementerio Tama de Tokyo.
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La vida de Sorge fue muy complicada. Parece un guión de una película. Pero le deja un mensaje a la humanidad y es que no se puede hacer tantos papeles porque crea confusión y el no pudo manejar la situación.
ResponderEliminarYo creo que Stalin le dejó caer, temiendo que, en la posguerra, fuera más popular que él.
EliminarParece ser que tenía una personalidad muy atrayente. De hecho, hace un rato, estuve leyendo la biografía de otra espía, que siempre estuvo enamorada de él.