ESCRIBANO MONACAL

ESCRIBANO MONACAL
UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

sábado, 6 de febrero de 2021

LOS PROCESADOS POR EL ASESINATO DEL PRESIDENTE LINCOLN

 

Supongo que los que venís leyendo mis anteriores artículos, referidos al tema del asesinato del presidente Lincoln, habréis visto que, en muy pocas horas, el Gobierno USA, logró atrapar a la mayoría de los sospechosos. Eso sólo ocurre cuando la Policía ya tenía, previamente, fichados a muchos de los detenidos.

No obstante, no sé si para guardar las apariencias, en cuanto que se produjo ese hecho, detuvieron a casi 2.000 personas. Concretamente, dentro del Teatro Ford, detuvieron a todos los actores, el personal de tramoya, el empresario, sus hermanos y, seguramente, hasta a las taquilleras.

Sin embargo, aunque algunos, como Edwin, uno de los hermanos de John Wilkes Booth, permaneció 2 meses en la cárcel, la mayoría de los detenidos fueron, muy pronto, puestos en libertad. La verdad es que eso no está muy claro, porque otros autores dicen que Edwin nunca pisó la cárcel.

Realmente, sólo 8 personas fueron acusadas y procesadas por este crimen. Sus nombres fueron: Mary Surratt, Lewis Powell, David Herold, George Atzerodt, Dr. Samuel Mudd, Samuel Arnold, Michael O’Laughlen y Edman Spangler.

Para no alargar demasiado este artículo, sólo voy a referirme a los que fueron condenados a muerte y en el siguiente relataré la historia del resto.

Antes de seguir, he de aclarar que la guerra civil USA fue la primera guerra total de la Historia. Se bombardeaban ciudades, se quemaban cosechas, se destrozaban las vías del tren, etc. Eso sí, en la posguerra no se dedicaron a fusilar a los antiguos combatientes enemigos, como hicieron aquí.

Sólo sé de un caso. Corresponde al jefe de un campo de concentración sudista al que se le acusó de malos tratos y de ser el responsable de que muchos soldados del norte murieron a causa del hambre y los malos tratos.

Por cierto, por parte del norte, también se hizo un intento, durante la guerra, de asesinar al presidente y a todo el Gobierno de los Estados Confederados. Pero eso ya lo contaré en otro de mis artículos.

Empecemos por la única mujer de este proceso. Se trata de Mary Surratt, nacida en 1823, en Maryland, como Mary Elizabeth Jenkins. Ya sabéis que en USA las mujeres, cuando se casan, cambian de apellido. Ella se casó con John H Surratt y de ese matrimonio nacieron 3 hijos.

Al principio, vivieron en el campo, pero en una zona no muy lejana a Washington DC. Posteriormente, compraron una amplia casa en la capital.

Como su marido murió en 1862, ella alquiló la finca agrícola, donde también tenían una taberna, a un hombre llamado John Lloyd, y se mudó con sus hijos a la casa que tenían en la capital.

Al ser una casa tan amplia, se dedicaron a alquilar algunas de sus habitaciones. Como si aquello fuera una pensión.

Su hijo John, al que dedicaré otro de mis próximos artículos, se convirtió en un partidario de los confederados y fue el que llevó, algunas veces a esa casa a su amigo John Wilkes Booth. Así que esa fue la razón de que se conocieran. Por la misma razón, ella logró conocer a varios de los conspiradores.

Parece ser que ella viajó el día del magnicidio a la finca, que había alquilado en las afueras. En su defensa, dijo que había ido a cobrar los varios meses de renta, que le debía Llooyd. Sin embargo, éste afirmó ella que le dio un paquete para que se lo diera al asesino, cuando pasara por allí. En ese paquete había unos prismáticos y varias armas.

El día 17 de abril, 3 días después del magnicidio, los policías fueron a detenerla a su casa. Parece ser que, cuando iban a salir, se presentó otro de los implicados, Lewis Paine o Powell, que había atentado contra el secretario de Estado.

El caso es que ella afirmó no conocerle, mientras que los testigos afirmaron que era un hombre que solía visitar esa casa muy a menudo y es posible que fuera a esconderse allí.

Así que eso le vino muy bien al fiscal para acusarla de estar entre los conspiradores y de haber ayudado a escapar al asesino.

Fue encarcelada en un buque de guerra, donde estuvo continuamente esposada y vigilada de cerca por varios soldados.

Durante el juicio, que fue un consejo de guerra, siempre vistió de negro y con un velo, que le tapaba la cara. No le pusieron una capucha, como a los demás.

La verdad es que nunca estuvo muy clara la culpabilidad de la acusada. Incluso, los demás procesados siempre insistieron en que era inocente. Sin embargo, los testimonios de John Lloyd y de un residente en su pensión, llamado Louis Weichmann, convencieron al tribunal de su culpabilidad.

Curiosamente, siempre se ha sospechado que Weichmann estaba entre los conspiradores, pero nunca se le pudo demostrar.

Fue declarada culpable de traición y conspiración y, por tanto, condenada a muerte. Siendo la primera mujer ahorcada en la Historia de USA. Parece ser que los jueces pidieron clemencia para ella a fin que conmutar la sentencia por la de cadena perpetua. Sin embargo, el presidente Andrew Johnson, afirmó no haber recibido esa petición. De hecho, hubo muchas peticiones de clemencia, como la de la viuda del mencionado Stephen Douglas. Pero no tuvieron éxito.

Curiosamente, hoy en día, hay muchos autores que afirman que las autoridades de USA no tenían nada contra ella. Sin embargo, la quisieron utilizar como señuelo para poder capturar a su hijo John, sin embargo, éste no se presentó.

Otro de los procesados fue Lewis Powell o Paine, dado que aparece de las dos formas. Nació en 1844 en un pueblo de Alabama. Al estallar la guerra civil se alistó en el Ejército Confederado, participando en varias sangrientas batallas, donde combatió con mucha fiereza. Siendo considerado un tipo muy sanguinario.

Posteriormente, estuvo luchando en una especie de unidad de guerrilleros, que le causaron muchas bajas al enemigo. De hecho, no solían hacer prisioneros.

Parece ser que de allí lo sacó el Servicio Secreto de los Confederados para hacer todo tipo de sabotajes en territorio enemigo.

Más adelante, se unió al grupo del asesino, que, en un principio, sólo pensaba secuestrar a Lincoln.

Por lo visto, Powell, estuvo dos veces alojado en la pensión Surratt. La primera en febrero de 1865, como amigo de su hijo John.

Parece ser que en marzo, Booth y Powell, fueron de viaje a Nueva York y a Canadá. En este país había muchos agentes del Servicio Secreto Confederado y se sabe que se reunieron con ellos, supongo que para recibir nuevas instrucciones, porque no habían podido secuestrar a Lincoln.

Como ya he dicho, Powell, siempre fue muy sanguinario. Así que no protestó, como hicieron los otros, cuando Booth les dijo que iban a matar a Lincoln.

Dado que Booth se enteró, la mañana del 14 de abril de que Lincoln y su esposa iban a presenciar esa noche una representación en el Teatro Ford, de Washington DC, vio ahí la oportunidad que estaban buscando. Así que, por la tarde, se reunió con sus cómplices y les asignó sus nuevos objetivos.

Concretamente, Powell, fue escoltado por Herold hasta la vivienda del secretario de Estado, William Seward, el cual se hallaba convaleciente, después de un grave accidente, que había tenido lugar unos días antes a bordo de su carruaje.

Así que, alrededor de las 22.10, llegaron ambos a la casa, llamaron a la puerta y Powell se presentó al mayordomo con la excusa de ser un mensajero del médico, que traía una medicina al paciente.

No obstante, como el mayordomo lo vio todo muy sospechoso, Powell, le empujó al suelo. Subió las escaleras y allí peleó con un hijo del enfermo, al que golpeó con una pistola en la cabeza.

Después, entró en el dormitorio, donde estaban una enfermera, un soldado y la hija del paciente. El caso es que le dio tiempo a apuñalar varias veces a este último y dejó de hacerlo cuando lo vio sangrar abundantemente, pensando que lo había matado. Luego, tuvo que luchar con el soldado y otro hijo del paciente, pero, como era un tipo alto y muy fuerte, acostumbrado a combatir en la guerra, consiguió escapar hiriendo con su cuchillo a ambos.

Al salir de la casa, descubrió que Herold había huido, lo cual era una contrariedad, para él, porque no conocía la ciudad, ni sabía dónde esconderse. Algunos dicen que estuvo escondido un par de días en un cementerio.

Más tarde, parece ser que robó unas herramientas, para hacerse pasar por un obrero y se dirigió a la pensión de Mary Surratt.

El caso es que se presentó allí el lunes 17/04, sobre las 23.30, justamente, cuando los agentes se iban a llevar detenida a Mary y ésta dijo no reconocerle. No obstante, los policías vieron que no tenía aspecto , ni ropas, ni manos de obrero y se lo

llevaron detenido. Posteriormente, fue reconocido por los criados y familiares de Seward y encarcelado en un barco anclado en el puerto.

Parece ser que le gustaba que le hicieran fotos. Así que un fotógrafo al que permitieron retratar a los presos, le hizo unas cuantas, que son las que se pueden encontrar ahora.

A todos los presos se les colocaron unas esposas unidas por unos hierros y unas bolas en los pies del mismo metal. Posteriormente, como a Powell le dio por darse cabezazos contra las paredes metálicas del barco, les pusieron unas capuchas acolchadas de lona y con esas les llevaron al juicio.

La vista comenzó el 9 de mayo, ante un tribunal militar, compuesto por 9 miembros. Parece ser que esa fue una exigencia del secretario de Guerra, Stanton, y del de Justicia, los cuales convencieron al resto de los miembros del Gobierno.

Por lo visto, temían que un tribunal civil, con un jurado compuesto
por personas, que podrían tener cierta afinidad con la causa sudista, seguramente, dictaría un veredicto absolutorio… y no se equivocaron, como veremos en otro de mis próximos artículos.

No obstante, a los acusados, se les respetó su derecho a una adecuada defensa y se interrogó a muchos testigos de las dos partes. De todas formas, parece ser que Powell quiso jugar la carta de que estaba loco, para que no se le pudiera juzgar y así lo transmitió su abogado ante el tribunal. Sin embargo, el fiscal ya estaba preparado para ello y llamó a varios reputados especialistas, los cuales afirmaron que estaba cuerdo.

Incluso, su abogado, intentó que el tribunal tuviera en cuenta que no había matado a nadie, pero no tuvo éxito, porque se demostró que era el brazo derecho de Booth en la conspiración para matar al presidente y otros líderes gubernamentales. También intentó presentarlo como a un soldado que luchaba, legalmente, contra sus enemigos, pero tampoco les convenció.

Por ello, fue condenado a muerte, sentencia confirmada el 6 de julio por el presidente Andrew Johnson. No obstante, Powell, siguió afirmando que Mary Surratt nunca tuvo nada que ver con el resto de los conspiradores.

Al resto de los conspiradores voy a mencionarlos más de pasada, porque sólo son personajes secundarios en esta historia.

David Herold era un joven nacido en 1842 y también en Maryland. Pertenecía a una familia acomodada y residían en la capital. Estudió en buenos colegios y también obtuvo un grado en Farmacia. Así que estuvo trabajando con un médico.

También asistió a una de esas academias militares privadas que hay en USA y fue donde conoció a John Surratt.

En la noche del magnicidio, acompañó a Powell a la casa de Seward, que estaba muy cerca de la Casa Blanca. Luego se asustó, tras oír el escándalo que se montó cuando Powell atentó contra Seward, así que salió huyendo de allí.

Posteriormente, se reunió con Booth y fueron juntos a recoger las armas y los prismáticos a la taberna de Surratt.

De allí fueron a la casa del Dr. Mudd, para que le curara la pierna a Booth, que se la había lesionado al saltar del palco al escenario, tras haber asesinado a Lincoln.

Acompañó a Booth hasta la granja de los Garrett, donde, como ya he narrado en uno de mis anteriores artículos, fueron rodeados por soldados del norte. Herold se rindió sin ofrecer resistencia, mientras que a Booth lo hirieron de muerte.

Durante el juicio, su abogado intentó centrar su defensa en que Herold tenía muy poca personalidad y se dejó influenciar demasiado por la voluntad de Booth. No le sirvió de nada, porque también fue condenado a muerte.

George Atzerodt nació en 1835 en un pueblo de Sajonia (Alemania). Pocos años después, emigró con su familia a USA.

Cuando creció, estuvo unos años ayudando a su padre y a su hermano en un negocio de reparación de aquellos carruajes que se utilizaban en esa época, situado en una localidad de Maryland.

Parece ser que conoció a Booth y éste lo fichó para su conspiración a fin de secuestrar a Lincoln. Sin embargo, Atzerodt nunca fue un asesino y no le gustó el cambio de planes, donde le pusieron como objetivo asesinar al vicepresidente, Andrew Johnson. Por lo visto, Booth, sólo reveló el cambio de planes la misma tarde en que ocurrió el magnicidio.

Por ese motivo, se alojó en el mismo hotel donde sabían que se alojaba ese político y hasta llegó a preguntarle cuál era su habitación a un camarero.

Sin embargo, como siempre había sido un alcohólico, su falta de valor para perpetrar ese asesinato, le hizo beber más de la cuenta en el bar del hotel y luego se fue a pasear, muy borracho, por las calles de la capital. Por lo visto, unos transeúntes le vieron tirar un enorme cuchillo en la calle. El mismo con el que había pretendido cometer su crimen. Así que fue detenido unos días después.

Ciertamente, aunque no cometió ningún atentado, el fiscal demostró que estuvo entre los conspiradores y que le asignaron un objetivo. Por ello, también fue condenado a muerte.

Así que a las 13.15 del 7 de julio de 1865, los cuatro condenados a muerte, fueron llevados al patíbulo. Éste se había construido en el patio de un viejo arsenal, en la capital federal.

Unas 1.000 personas presenciaron esta ejecución múltiple, entre periodistas, militares, funcionarios y hasta familiares de los condenados.

A los presos se les quitó la bola de hierro con una cadena, que llevaban en uno de sus pies. Cuando llegaron arriba, los sentaron en unas sillas y les leyeron sus condenas.

Después, les quitaron los grilletes y ataron sus cuerpos con unas gruesas cintas de tela. Les colocaron, a cada uno, la soga al cuello y, posteriormente, una capucha para que no se les pudieran ver sus caras. Powell aprovechó para repetir que Mary Surratt era inocente y que no debería de ser colgada con ellos, pero ya no valió para nada.

Curiosamente, mucha gente esperaba el perdón del presidente para la Sra. Surratt. Incluso, las autoridades militares, apostaron, durante el trayecto entre la prisión y la Casa Blanca, una serie de jinetes, por si el presidente se decidía a conmutar su pena, a fin de tener tiempo de llegar antes de la ejecución. Pero el presidente no la perdonó.

Así que la ejecución se cumplió sobre las 13.30. Sus cadáveres fueron introducidos en cajas de munición y enterrados dentro de ese arsenal, junto al de Booth.

Por lo visto, tras desatar los cadáveres, los soldados, cortaron las sogas de cada horca en pequeños trozos, que conservaron como recuerdo. Todavía se pueden ver algunos de ellos, depositados en varios museos.

Como ya he dicho, en 1869, el presidente aceptó entregar los cuerpos a sus familiares para que los enterraran donde quisieran.

 

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