Hoy voy a hablar de un caso un tanto excepcional. No obstante, aunque parezca difícil de creer no lo fue tanto en la Alemania nazi.
Todo tiene su explicación,
cuando, en 1919, las tropas francesas ocuparon la zona de Renania, para
asegurarse de que Alemania iba a pagar las indemnizaciones de guerra, también
enviaron a muchos soldados negros. Estos se relacionaron con jóvenes alemanas y
de ahí nacieron algunos mulatos. Algo que no gustó absolutamente nada a los
nazis. De hecho, los llamaron los bastardos de Renania.
Nuestro personaje de hoy se
llamaba Hans Jürgen Massaquoi y nació en 1926 en la ciudad alemana de Hamburgo.
Su padre fue Al Haj Massaquoi y
era hijo del cónsul de Liberia en Hamburgo. Aparte de ello, el cónsul era
también el rey de una de las tribus que habitaban ese país.
Lo curioso es que los descendientes
de aquellos colonos se siguen llamando a sí mismos americanos y nunca han
tenido demasiadas relaciones con los aborígenes de ese país.
No obstante, no hay más que mirar
la bandera del país para ver su origen. Así como su principal centro educativo,
que se llama Universidad Lincoln y que la lengua oficial es el inglés. Aparte
de que no utilizan el sistema métrico decimal, sino el imperial británico.
A pesar de las varias guerras
civiles que han sufrido en ese país, actualmente, son el segundo país en
matriculación de buques, detrás de Panamá. Se calcula que, a nivel
internacional, hay unos 4.400 barcos matriculados en Liberia, ya que cobran muy
pocas tasas por ello.
Volviendo a nuestro tema, en el
caso de esta familia, no pertenecían a los colonos llegados de América, sino
que eran de la etnia Vai. No obstante, este cónsul había estudiado en una
Universidad de USA.
Así que su hijo vino a Europa a
estudiar Derecho. Concretamente, en el prestigioso Trinity College de Dublín
(Irlanda).
Parece ser que el cónsul quería
dar una imagen de persona educada al estilo europeo. Así que se deshizo de las
varias concubinas que tenía y se casó con una sola mujer.
También acogió a Bertha y a su
hijo en el consulado, ya que era una persona muy rica. Así que, en sus primeros
años, el niño tuvo una percepción diferente del mundo. Él veía a su alrededor
personas negras ricas y alemanes blancos pobres. Incluso, sus sirvientes eran
todos blancos.
Por ello, parece ser que al
cónsul le molestó mucho que su hijo decidiera volver a su país y no se quisiera
casar con Bertha.
Desgraciadamente, al pequeño Hans
se le derrumbó su pequeño castillo de naipes. Su madre volvió a ejercer como
enfermera y se fueron a vivir a un apartamento de un barrio obrero de Hamburgo.
No hay que olvidar que ese año
también coincidió con la llegada de los nazis al poder, liderados por Adolf
Hitler.
Aunque él se consideraba como un
alemán como otro cualquiera, el sistema no lo veía así y fue discriminado en
múltiples ocasiones en sus años escolares.
A pesar de que intentó ingresar,
como la mayoría de los niños, en las Juventudes Hitlerianas, no le fue
permitido hacerlo.
Curiosamente, una de las cosas
que le dijeron es que debería formarse bien para que un día le enviaran a
África, cuando Alemania recuperara las colonias que le habían arrebatado, tras
la I Guerra Mundial.
No obstante, aunque se le
prohibieron las relaciones con muchachas alemanas blancas, estuvo saliendo con
una joven de su barrio a escondidas, sin que los demás los vieran.
Parece ser que durante los años
de guerra se hizo amigo de un periodista y escritor de origen judío, llamado
Ralph Giordano. Por lo visto, los dos eran muy aficionados a la música de jazz.
Un estilo de música que no era del agrado de los jerarcas nazis. Parece ser que
fue el que le enseñó a tocar el saxofón. Algo que le vino muy bien para ganarse
la vida.
Así que, en 1950, decidió emigrar
a USA. Por lo visto, le exigieron hacer el servicio militar para poder
nacionalizarse y, por ello, estuvo dos años sirviendo como paracaidista y llegó
a combatir en Corea.
Después de ello, como era un
veterano de guerra, le dieron una beca para que estudiara Periodismo en la
Universidad de Illinois.
a varios líderes que luchaban contra la discriminación hacia los negros. Durante muchos años dirigió la revista Ebony, que estaba dirigida al público negro.
Incluso, fue entrevistado por el
periodista Studs Terkel para su obra The good war. Una obra en donde se
recogían los testimonios de muchos americanos, que habían estado en la guerra.
Ello le valió, a ese autor, el famoso Premio Pullitzer en 1985.
Desgraciadamente, Hans, también
descubrió que USA no era el país donde su propaganda decía que había tanta libertad.
Cuando él emigró a ese país todavía estaba en práctica la segregación racial.
Sobre todo, en los Estados del sur.
La verdad es que los únicos que
han importado siempre en USA son los llamados WASP. O sea, blanco, anglosajón y
protestante. A los demás los consideran, simplemente, minorías, aunque todos
juntos sean muchos más que ellos.
Curiosamente, en sus memorias, escribió
que la vez que corrió mayor peligro fue en Hamburgo, en plena II Guerra Mundial.
En 1999, publicó su libro más
conocido, cuyo título en España fue “Testigo de raza. Un negro en la Alemania
nazi”.
Al final de su vida, se retiró a
la localidad de Jacksonville (Florida), donde le llegó la muerte en 2013. El
mismo día que cumplía 87 años.
En resumen, yo creo que era un buen hombre al que le hicieron la vida imposible entre unos y otros.
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