Precisamente, hoy mismo, alguien
me ha dicho que España no ha aportado nada en la carrera espacial. Sin embargo,
aparte de esas estaciones de seguimiento de vuelos espaciales de la NASA, radicadas
en varios lugares de España, hemos aportado algunos personajes a la misma.
Ciertamente, el nombre del
personaje que traigo hoy al blog no es tan conocido como el de esos
astronautas, sobre todo, los de USA, porque a los soviéticos parecen que los
mencionan menos en los medios de comunicación.
El personaje de hoy se llamaba
Emilio Herrera Linares y nació en 1879 en Granada, en el seno de una familia
muy acomodada.
Tras finalizar sus estudios de
Bachillerato, empezó a estudiar la carrera de Arquitectura, pero parece que no
le satisfizo y la dejó enseguida.
Posteriormente, ingresó en la
prestigiosa Academia de Ingenieros Militares, entonces situada en Guadalajara.
En aquel momento, se veía que en ese centro existía mucho interés por el mundo
de la Aviación. Hay que tener en cuenta que el Ejército del Aire español no fue
creado hasta finales de 1939.
En 1903, obtuvo su despacho como
teniente de Ingenieros y solicitó ingresar en la Escuela de Práctica de
Aerostación. Allí aprendió a volar en globos.
Posteriormente, recibió el título
de piloto de aviones y en 1914, realizó un vuelo entre Tetuán y Sevilla. Parece
mentira, pero se trataba de la primera travesía aérea desde África a Europa.
En ese vuelo fue acompañado por
su gran amigo y compañero José Ortiz Echagüe, otro piloto militar procedente de
Ingenieros.
Allí mismo, el monarca, nombró a
ambos gentileshombres de cámara. Un dato muy a tener en cuenta, como ya veremos
más adelante.
Posteriormente, Herrera, centra
todos sus esfuerzos en el estudio de la Ingeniería Aeronáutica. Llega también a
viajar a los frentes de batalla de la I Guerra Mundial para estudiar los
combates aéreos.
Incluso, es invitado por una
empresa aeronáutica alemana para dar la vuelta al mundo a bordo del famoso
dirigible Graf Zeppelin.
En 1919 es elegido vicepresidente
de la Sociedad Matemática y sería uno de los grandes divulgadores de la Teoría
de la Relatividad.
En 1935, ya diseña un modelo de
traje con escafandra, que serviría para realizar vuelos en globo a gran altura.
Donde la temperatura es muy fría y escasea el oxígeno.
Ese modelo lo fue mejorando
durante varios años y es en el que se basan los trajes de todos los
astronautas.
Posteriormente, fue uno de los
fundadores de lo que hoy es la Escuela Técnica Superior de Ingenieros
Aeronáuticos, situada en Madrid.
Dado que nuestro personaje ya
tenía cierta amistad con el monarca y se sentía obligado por su juramento de
lealtad al mismo, le acompañó hasta París.
Allí, parece ser que le expuso
que estaba muy presionado por un conflicto de lealtades. Por una parte, le
debía lealtad al soberano y, por otra, al pueblo español, que había proclamado
la II República. Parece ser que el rey le liberó de su compromiso y le dijo que
debería de regresar para servir como militar al pueblo español.
En 1933, fue elegido miembro de
la Academia de Ciencias Exactas. Lógicamente, en la época republicana no se
llamaban Reales Academias, como ahora.
El comienzo de la guerra civil le
pilla en Santander, dando unas conferencias sobre aeronáutica a los alumnos de
la Universidad de verano, siendo director de las escuelas de pilotos militares
y jefe de los servicios técnicos de las Fuerzas Aéreas de la República Española.
Es lo que ahora se llama Universidad Internacional Menéndez Pelayo.
Incluso, pensaron que, dentro de
ese grupo, había dos personas que tendrían problemas, si regresaban a Madrid.
Uno era un clérigo y otro era nuestro personaje, ya que todo el mundo sabía que
había sido amigo del rey y también tenía muchas amistades en el bando nacional.
Para él, era impensable que unos militares, que usaban unas armas que la Nación le había confiado para defenderla, se sublevasen contra el poder legítimamente constituido y quisieran sojuzgar al Pueblo. Entendía el Ejército tal y como lo definía Calderón: “una religión de hombres honrados”.
A pesar de tener ideas
conservadoras, opta por seguir siendo leal al Gobierno republicano y asciende a
general. Supongo que no combatiría por ser ya muy mayor para ello. Sin embargo,
controlaba muy de cerca la producción de aviones en las diversas fábricas donde
se producían y solía volar desde la base de Los Alcázares (Murcia), donde
estaba destinado, hasta esas fábricas. Siempre pilotando su aeronave en vuelo
nocturno, para no ser interceptado por los cazas nacionales.
También siempre se mostró contrario a las ideas de guerra total, practicadas, generalmente, por soviéticos, italianos y alemanes, consistentes en bombardear ciudades habitadas por civiles y sin importancia estratégica.
Desgraciadamente, Emilio, uno de
sus hijos, que sólo tenía 20 años, murió en la batalla de Belchite, al ser
derribado, mientras pilotaba un caza de fabricación soviética.
Esto fue un acontecimiento muy
doloroso para su familia. Por lo visto, se dieron varias versiones en la prensa
de la época. Quizás, por ello, el propio general Kindelán, jefe de la Aviación
nacional, le escribió dándole todos los detalles del suceso y también dando el
pésame a su amigo.
A principios de 1939 es nombrado
por el ministro de Defensa, Indalecio Prieto, para que forme parte de la
representación española en el acto de toma de posesión del nuevo presidente de
Chile, Pedro Aguirre Cerda, también perteneciente al Frente Popular de ese
país.
Curiosamente, en un acto
celebrado en Santiago de Chile, consistente en un homenaje a los muertos del
Ejército chileno, Herrera, dijo que depositaba esa corona de flores en nombre
de “todo el Ejército español”, o sea, de ambos bandos.
La guerra civil estaba a punto de
terminar y le recomendaron no regresar a España, así que optó por exiliarse en
París, donde apenas tuvo medios de subsistencia.
Sin embargo, gracias a su fama
internacional, pronto le llegaron algunas propuestas de trabajo, como la
realizada por el general alemán Faupel, en nombre de Hitler. No obstante, él no
quiso aceptarla por sus convicciones democráticas.
También vive de los derechos que
está cobrando por el uso de varios de sus inventos, patentados en años
anteriores y de sus colaboraciones en revistas científicas. Hay que decir que
era toda una autoridad, reconocida mundialmente, en el mundo de la aeronáutica.
Sin embargo, siempre se mostró en
contra de utilizar las armas nucleares en un conflicto bélico y escribió varios
artículos sobre el tema. En cambio, sí que fue partidario del uso de la energía
nuclear con fines pacíficos.
Parecía que la suerte le venía de cara, cuando unos amigos suyos consiguieron que le dieran un trabajo y un visado para entrar y residir en USA. Sin embargo, no pudo reunir a tiempo el importe del pasaje del barco y se tuvo que quedar en Francia.
Más tarde, también Indalecio
Prieto le solucionó el tema del visado y el pasaje a México. Lamentablemente,
tampoco pudo aprovechar esa oportunidad, porque empezó la invasión alemana de Francia
y tuvo que esconderse para que no le capturase la Gestapo y lo deportase a
España.
Todo ello, le hizo caer en el
desánimo, porque vivía en París solo, pues su familia había quedado en España y
llegó a escribir una carta a su amigo, el general Kindelán, diciéndole que no
le importaría regresar a España, aunque tuviera que afrontar un proceso y una
dura condena. Afortunadamente, Kindelán y otros amigos le convencieron de que
no lo hiciera, porque era muy posible que acabara fusilado en España.
Incluso, entre 1960 y 1962, llegó
a ser nombrado presidente del Gobierno Republicano en el exilio. Desde ese
puesto fue partidario de organizar un referéndum para reconciliar a todos los
españoles a fin de que pudieran elegir entre una monarquía o una república.
No obstante, fracasó, porque la
Asamblea General de la ONU decidió, en noviembre de 1950, anular todas las
sanciones que le había impuesto a España en 1946 y reconocieron al Gobierno
franquista.
Posteriormente, en 1952 la UNESCO
aceptó una delegación española con carácter permanente y al año siguiente se
firmaron los acuerdos con el Vaticano y con el Gobierno USA para la instalación
de sus bases militares en la Península Ibérica.
Debió ser un hombre de lealtades
muy firmes. Dicen que era muy aficionado a las obras de Calderón de la Barca.
Sin embargo, siempre se mostró
contrario a la actividad de los soviéticos y los comunistas dentro del bando
republicano. Lo mismo le ocurrió a Indalecio Prieto, que tuvo que dimitir de su
Ministerio, porque Negrín les hacía más caso a los asesores soviéticos que a él
y a los militares españoles y eso dio lugar al bloqueo de muchas operaciones
bélicas.
Desgraciadamente, murió en 1967,
en el domicilio de su hijo en Ginebra (Suiza), donde fue enterrado.
Sin embargo, unos años más tarde,
un grupo de antiguos pilotos republicanos y nacionales, pidieron a las
autoridades suizas y españolas el traslado de sus restos a su Granada natal.
Esto se consiguió en 1993, en un acto presidido por el rey Juan Carlos I.
Actualmente, existe una Fundación
que lleva su nombre y que entrega premios anualmente. También le han dedicado
varias calles en diversas ciudades españolas.
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