Hoy voy a narrar un grave suceso ocurrido durante la II Guerra Mundial. No tiene nada que ver con el espíritu navideño. Así que, al que no le guste, pues le aconsejo que no siga leyendo.
Edward Donald Slovik, que así era
como se llamaba, nació en 1920 en la ciudad USA de Detroit, en el Estado de
Michigan.
Era hijo de un matrimonio de
polacos católicos, que emigraron a los USA. Posiblemente, se mudaron a esa
ciudad, atraídos por la demanda de mano de obra para las fábricas automovilísticas.
Según parece, Slovik, nunca se
adaptó demasiado a la vida de ese país. No sé si sería porque los católicos
nunca han estado muy bien vistos en USA.
Lo cierto es que este chico
parece ser que no frecuentaba buenas compañías y, desde niño, fue detenido en
varias ocasiones por hurtos y alteraciones del orden público. Se le consideraba
una especie de alborotador.
La primera vez que lo enviaron a
prisión fue en 1937. No obstante, al año siguiente, fue puesto en libertad
condicional.
Sin embargo, pronto volvió a
estar entre rejas. Parece ser que, en 1939, se juntó con unos amigos, se
emborracharon, robaron un coche y tuvieron un accidente de tráfico.
En 1942, tuvo mejor suerte, ya que lo pusieron en libertad condicional y consiguió un trabajo, como fontanero, en una importante empresa de Michigan. Allí conoció a Antoinette Wisniewski, que trabajaba como contable y que pronto se convertiría en su esposa.
Alguno se preguntará cómo es que,
si USA ya había entrado en la II Guerra Mundial, no lo enviaron al frente.
Por lo visto, las autoridades
militares, revisaron su expediente y no les gustaría mucho, porque no quisieron
alistarlo.
Por el contrario, como parece ser
que cada vez hacía falta más gente en los frentes, se lo pensaron mejor y lo
alistaron. Cosa que no le hizo ninguna gracia.
A mediados de agosto de ese año,
ya fue enviado a Europa y, concretamente, a la 28 División de Infantería, que
estaba luchando en Francia.
Una noche, cuando iba marchando
junto a sus colegas de una compañía del 109 Regimiento, sufrieron un brutal
bombardeo de Artillería.
Por lo visto, él y un amigo del
campamento, se protegieron y escondieron hasta la mañana siguiente.
Sin embargo, las cosas habían
cambiado mucho. A Slovik no se le ocurrió otra cosa que pedir al capitán de su
compañía que lo destinara a un puesto de retaguardia, porque había pasado mucho
miedo en el frente.
Lógicamente, el capitán no le hizo
caso, dado que se estaban produciendo muchas bajas y deserciones en el
Ejército, y lo envió de nuevo al frente.
Así que, en cuanto pudo, Solovik,
desertó y fue a dar con un cocinero, que se hallaba en la retaguardia. Por lo
visto, le dio una nota en la que se detallaban todos sus pasos desde que llegó
a Europa y decía que pensaba desertar de nuevo, si le volvían a enviar al
frente.
Es muy curioso que este hombre no
huyera, como hicieron otros desertores, sino que siempre quiso dejar muy clara
su postura de que tenía miedo de ir al frente y sólo quería que lo enviaran a
la retaguardia o a una prisión militar.
Así que el jefe le dijo que
escribiera al dorso de su nota que había sido informado de la gravedad de
autoinculparse y de que sabía que podría ser utilizado contra él ante un
consejo de guerra. Cosa que hizo.
Por lo visto, en ese momento, su
División estaba sufriendo muchas bajas causadas por las ofensivas alemanas,
produciéndose muchas deserciones y eso apuntaba en su contra.
Según parece, las cosas iban tan
mal en ese frente que no lo pudieron juzgar los mandos de su División, ya que
estaban todos combatiendo, sino que tuvieron que hacerlo los mandos de otras
unidades. Seguro que eso también influyó en el veredicto y la condena dictada
por ese consejo.
Me da la impresión de que Slovik
se confió demasiado, porque se negó a declarar durante su consejo de guerra,
que tuvo lugar el 11/11/1944.
Supongo que no lo sabrían, pero lo cierto es que aplicaron las ideas de Hitler, cuando escribió: "quien lucha en el frente puede morir, pero quien deserta debe morir".
La sentencia siguió su cauce y
luego fue aprobada por el general de división Norman Cota. El cual alegó que,
de haberlo perdonado, no podría haber mirado a la cara a los que se estaban
dejando la vida en el frente.
Posteriormente, él y su abogado
pidieron clemencia al general Eisenhower, jefe de todas las fuerzas aliadas en
Europa.
Por ello, el general Eisenhower,
dio su visto bueno a la condena y ejecución, como un medio de parar esas
deserciones que se estaban produciendo en todos los frentes. Dijo que era una
forma de mantener la disciplina en el Ejército.
Evidentemente, esta condena no
tenía precedentes, pues, hasta ese momento, a todos los desertores les habían
enviado a prisiones militares y se esperaba que los liberasen al acabar la
guerra.
Así que ya no le quedó a nada ni a nadie por recurrir. Por tanto, su ejecución tendría lugar la mañana del 31/01/1945.
Parece ser que Slovik les dijo a
los soldados, mientras lo estaban preparando para la ejecución:
“No me están disparando por desertar del ejército de los
Estados Unidos, miles de tipos lo han hecho. Solo necesitan hacer un
ejemplo de alguien y lo soy porque soy un ex convicto. Solía robar cosas
cuando era niño, y para eso me disparan. Me están disparando por el pan y
el chicle que robé cuando tenía 12 años.”
Posteriormente, fue atado a un
poste. El pelotón lo componían una docena de soldados del 109 Regimiento. La
misma unidad a la que pertenecía nuestro personaje.
Parece ser que, según un médico,
no murió con la primera descarga de fusilería, aunque sí lo hizo, cuando se
disponían a dispararle de nuevo. Sólo tenía 24 años.
Es llamativo que, a pesar de que
los mandos del Ejército USA dijeran que querían mostrar esta ejecución para
desalentar a otros futuros desertores, no se atrevieron a dar publicidad a este
hecho.
Por otro lado, su viuda estuvo
muchos años luchando para que le devolvieran sus restos y le dieran una
pensión, pero nunca lo consiguió.
En 1981, tras la muerte de ella,
un antiguo veterano del Ejército USA, también de origen polaco, organizó una
campaña para que exhumaran los restos de Slovik y los enterraran en USA.
En 1987, logró convencer al
presidente Ronald Reagan para que lo autorizara. No obstante, tuvo que recaudar
muchos fondos para costear esos gastos.
Ciertamente, a Slovik se le dio
un trato injusto. Durante la II Guerra Mundial, el Ejército USA, fusiló a 102
militares propios. Pero todos ellos fueron condenados por asesinatos y
violaciones de civiles.
Por otro lado, 2.864 militares
USA fueron juzgados por deserción. De ellos, 49 fueron condenados a muerte. Sin
embargo, todos ellos, menos Slovik, vieron conmutada su sentencia por la de pasar
varios años en una prisión militar.
Según cifras oficiales, durante
la II Guerra Mundial, hubo unos 50.000 soldados USA y otros 100.000 británicos
y procedentes de sus colonias, que desertaron. En algunos casos fueron
capturados, pero la inmensa mayoría logró escapar.
Tras su ejecución, el Ejército
USA, jamás volvió a condenar a muerte por deserción a ningún otro militar.
No obstante, en 1974, se
aprovechó el guión de esa fallida película para realizar otra para la tv,
protagonizada por el famoso actor Martin Sheen. Aquel que alcanzó la fama con
Apocalypse now, actuando junto a Marlon Brando.
Por último, me gustaría que no pensarais que esto son cosas del pasado. En septiembre de 2009 desapareció en Afganistán el soldado USA Bowe Bergdahl.
Nadie sabía qué había ocurrido. Lo único cierto es que se organizaron patrullas para buscarlo y, por ello, murieron 6 soldados a manos de los talibanes.Poco después, se supo que estaba
en poder de los talibanes y, más tarde, apareció en un vídeo publicado por ese grupo.
En 2014, se consiguió hacer un
canje de este soldado por 5 presos de Guantánamo y fue ascendido a sargento.
No obstante, como había muchas
dudas, se le sometió a una investigación dentro del Ejército. El resultado de
la misma le hizo comparecer ante un consejo de guerra, que le degradó y le
expulsó del Ejército. Supongo que no quisieron imponerle la máxima pena que era
la cadena perpetua.
El presidente Trump lo definió
como “un traidor sucio y podrido” y también dijo que merecía haber sido
ejecutado. Es curioso que esto lo dijera Trump, que es nieto de un desertor
alemán de la I Guerra Mundial.
En fin, a ver si alguno se decide y consigo tener 100 seguidores, antes de que acabe el año.
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