Esta vez traigo al blog la historia
de una reina con una vida que parece de esas que aparecen en los cuentos infantiles.
Con la diferencia de que fue real “como la vida misma”.
Estamos a principios del siglo
III a. de C. y en el Mediterráneo continua la rivalidad de las dos grandes
potencias del momento: Cartago y Roma.
Todavía existe en la zona el
recuerdo de la Primera guerra púnica, la cual se dio entre los años 264 a. de
C. y 241 a. de C. este primer conflicto, prácticamente, se desarrolló en la
isla de Sicilia y territorios cercanos, como las costas del sur de Italia y el
actual litoral de Túnez.
Desde luego, tras ese primer conflicto, las
cosas no habían quedado muy claras y los dos rivales se estaban preparando
ahora para un segundo conflicto.
El germinal cartaginés Asdrúbal
Giscón tenía una bella hija, que, ya, cuando aún era adolescente, la
prometieron a Masinisa, rey de la zona occidental de Numidia, en la actual república
de Argelia.
Dicen que, a pesar de ser un
matrimonio concertado por ambas familias, los dos contrayentes se tenían un
gran afecto mutuo.
A pesar de ser un bereber de
Numidia, Masinisa, tenía sangre cartaginesa, pues su padre, Gaia, fue hijo de
Narva y de una hermana del gran Aníbal.
Por otra parte, Cartago siempre
había sido una especie de imperio marítimo y nunca se había molestado en
contactar seriamente con las tribus vecinas del norte de África.
Cuando los visigodos fueron derrotados
por los romanos en el territorio de la antigua Hispania, necesitaron buscar
nuevas alianzas y no se les ocurrió cosa mejor que intentar atraerse al rey
Sífax, que ejercía su poder sobre la otra parte de Numidia, o sea, el Oranesado
y el norte de Argelia.
Como los cartagineses eran unos auténticos
especialistas en tratos comerciales. No hay que olvidar que eran de la misma
rama que los fenicios, pues consiguieron que Sífax, que había sido un ferviente
aliado de Roma, se pasara a su bando. El problema es que una de las exigencias
de éste fue casarse con la bella Sofonisba.
Los cartagineses lo meditaron a
fondo, pero, en principio, les parecía un buen trato, pues necesitaban que Sífax
estuviera de su lado, pues ya les había derrotado, anteriormente, un par de
veces. Esto provocó que Masinisa, que había sido siempre aliado de Cartago,
ahora lo fuera de Roma.
Tal vez también, porque Sífax
había conseguido vencer a Masinisa y expulsarle de su reino y, además, porque
Masinisa quería vengarse de Cartago al haberle quitado la mano de Sofonisba.
Así que los cartagineses le
ofrecieron a Sífax la mano de Sofonisba, como él había exigido. Más tarde, un ejército formado por las tropas
de Asdrúbal Giscón y Sífax, consiguió hacer que retrocediera Escipión, pudiendo
así liberar Utica del asedio romano.
De todas formas, como nunca dura
mucho la alegría en casa del pobre, según dice
el conocido refrán, pues los
ejércitos de Escipión se volvieron a enfrentar con los de Asdrúbal Giscón y
Sífax.
En la Batalla de los Grandes
Campos, los mercenarios al servicio de Cartago se amotinaron y eso hizo que
fueran derrotados totalmente por los romanos y por las fuerzas de Masinisa.
Sífax, en un intento de enardecer
a sus tropas, cabalgó solo hacia las filas romanas. Su caballo fue herido y él
fue capturado por los romanos, los cuales le llevaron ante Masinisa.
Posteriormente, fue entregado a
Escipión el africano, en calidad de prisionero, muriendo unos años después en una celda.
Sofonisba volvió a casarse con
Masinisa, pero Escipión no le perdonó haber sido la esposa de su enemigo,
Sífax, así que la reclamó, como prisionera de guerra.
Esta vez, ella le pidió perdón a
Masinisa y le juró que siempre había odiado a Sífax. Así que le pidió que no la
entregara a los romanos.
Escipión pensaba que ella ejercía
una influencia muy negativa sobre Masinisa y que podría convencerle para que se
aliara con Cartago y contra Roma. Así que volvió a exigirle que le entregara a
su esposa.
Según el historiador Tito Livio,
la cosa se puso muy tensa y ella misma le pidió a su marido que la matara,
antes de caer en la humillación de tener que pasar a ser un botín de guerra
romano.
Masinisa tuvo que tomar una determinación
muy dura para él. Mandó un esclavo a Sofonisba con un escrito, donde le mandaba
un mensaje amoroso y una copa llena de veneno.
Ella le contestó a Masinisa con
otro mensaje donde decía que” habría muerto más fácilmente si no me hubiera
casado en mi funeral”. Después, se bebió todo el contenido de la copa.
Tras su suicidio, Masinisa,. se unió
a sus aliados romanos y juntos vencieron a Cartago en la trascendental batalla
de Zama, en 202 a. de C. con esto terminó la Segunda guerra púnica.
Se podría decir que Cartago, tras
esta derrota, estaba acabada, pero no fue así. Como hicieron un tratado con los
romanos, donde no les dejaban tener fuerzas armadas, pues dedicaron todos sus
recursos al comercio y así se pudieron recuperar fácilmente.
Esto no gustó nada a algunos,
como Catón el viejo, el cual defendía continuamente en el Senado romano la
postura de que Cartago tenía que ser destruida antes de que volviera a
enfrentarse con Roma.
En el 151 a. de C. aprovecharon la
excusa de un enfrentamiento entre Cartago y los aliados romanos de Numidia.
El Senado romano movilizó sus
tropas y en el 149 a. de C. comenzó la Tercera guerra púnica. Esta acabaría en
el 146 a. de C., dando lugar a la completa destrucción de Cartago y su anexión
a Roma, como parte de la provincia de África.
Como ya dije anteriormente, esta historia
tiene todos los ingredientes de los cuentos tradicionales, sin embargo, fue
real.
Algunas veces se ha dicho que, en
muchos casos, la Historia supera a la
ficción y éste es uno de ellos.
Espero que os haya gustado. Saludos
a todos y espero vuestros comentarios.
escrivbes fatal
ResponderEliminarera broma me ha servido mucho
EliminarExelente relato , conocía la historia pero no tan detalladamente , te felicito .
ResponderEliminarMuchas gracias por su comentario.
EliminarSaludos.