Como en mi
anterior entrada hice una alusión a estos caballos, me ha parecido interesante
hacer una nueva sobre los datos que tenemos de ellos, que, aunque parezca
mentira, no son muchos.
Se sabe que
fueron confiscados por los cruzados, durante el saqueo de Constantinopla, en
1204.
Parece ser que
decoraban el antiguo Hipódromo de la actual Estambul y que, seguramente,
formaron parte en algún momento de un conjunto formado por una cuadriga romana
a la que estaban estos caballos
enganchados.
Tampoco se
sabe ni dónde fueron fundidos, ni la finalidad que tuvieron estas figuras en
ese monumento.
Su alto
contenido en estaño podría hacer que su punto de fusión subiera hasta los
1.300ºC. Es posible que el cobre fuera mezclado con mercurio para darle una
tonalidad más dorada.
En un antiguo
texto griego, datado en el siglo IX dC, se hace referencia a unos caballos
dorados, que había en el Hipódromo y que, según parece, habían llegado desde la
isla de Quíos durante el reinado de Teodosio II, es decir, a mediados del siglo
V dC.
Evidentemente,
no podemos saber si se refiere ese texto a estos caballos o a otros parecidos.
Algunos expertos
han llegado a afirmar que
sus autores podrían ser ciertos escultores griegos
muy conocidos por todos, como Praxíteles, Lisipo, Mirón o Fidias.
En el siglo X
se decía que venían de la isla de Quíos, desde donde fueron remitidos a
Constantinopla
por orden de Teodosio II. Otros especialistas, en el siglo XVI,
afirmaron que fue un regalo de un rey armenio a Nerón, instalados primeramente
en Roma y trasladados, posteriormente a Constantinopla por orden de Constantino.
El famoso
autor Winckelman defendió, en el siglo XIX, que fueron realizados en la época
de Nerón.
Sin embargo,
los estudios realizados tras su restauración nos dan a entender que se trata de
una obra de la época romana, según la técnica utilizada.
Han sido
testigos de grandes acontecimientos, c
omo aquella Revuelta Niká, del 532 dC,
que casi le cuesta el puesto y la cabeza al emperador Justiniano I. Por orden
de este monarca, el general Belisario acorraló a los rebeldes en el Hipódromo y
sus tropas dieron muerte a unos 30.000 de ellos.
Hay que tener
en cuenta que, hasta 1807, no fue declarada catedral. Hasta entonces había sido
la capilla privada de los dogos de Venecia, quizás, por eso, su fachada está
llena de los símbolos del poderío de esta república.
Llegamos a
1797,
con una Revolución Francesa triunfante, donde uno de sus generales,
llamado Napoleón Bonaparte, tras invadir el territorio de Venecia, se supone
que para liberarla del yugo austriaco, se encapricha de estas figuras y se las
lleva para lucirlas en París.
Como eran unos
admiradores de la Antigüedad Clásica, decidieron colocarlos en lo alto del Arco
de Triunfo del Carrusel, construido, precisamente, para homenajear las
victorias del emperador.
Tras la
derrota de Napoleón, en 1815, se acordó devolverlos a Venecia y se encomendó
esta misión al capitán británico John William Dumar
esq. Con los caballos
también llevó el famoso león alado, que se había colocado frente al palacio de los Inválidos, en París.
Hoy día, se
puede ver también una réplica de esa cuadriga en lo alto del mencionado arco
parisino.
Durante las
dos contiendas mundiales también fueron trasladados de su lugar. En la Primera
se les llevó a Roma y en la Segunda, a la abadía benedictina de Praglia.
Parece ser que
este grupo escultórico fue estudiado por muchos artistas, a lo largo de los
siglos, y tuvo mucha influencia en sus estudios sobre los caballos en movimiento.
Podemos destacar, entre otros, a Leonardo, Pisanello, Carpaccio, Vassari, Paolo
Uccello, etc.
Lo único que
ha cambiado es que los caballos que se pueden ver ahora en la fachada de la
catedral de Venecia son unas réplicas. Los originales han sido depositados en
un museo, para que estén mejor resguardados de los fenómenos atmosféricos.
Se trata sin duda de testigos mudos de fenómenos históricos muy importantes pero al final nos sigue quedando la incógnita de su datación. Yo me los imagino como parte de un cuádriga romana con su auriga guiándolos.
ResponderEliminarSe cree que los caballos pertenecían a un grupo con cuádriga y auriga, pero se desconoce dónde están esas figuras. De hecho, en el arco de París, sí figuran con esas figuras.
ResponderEliminarSaludos.
Pobres caballos, ni cabalgando toda su vida hubieran recorrido tanto como los hicieron pasear.
ResponderEliminarLa verdad es que sí. A lo mejor, el destino, les ha ido librando de una peor suerte.
EliminarSe sabe que muchas de las esculturas de bronce, que se llevaron los romanos de Grecia a Roma, acabaron siendo fundidas en la Edad Media, para hacer armas de todo tipo. Por eso, sólo nos quedan de ellas las réplicas, que hicieron en mármol, los escultores romanos.
Supongo que, si se hubieran quedado en la antigua Constantinopla, los turcos los hubieran destruido, como hicieron con muchas otras cosas del antiguo Imperio Bizantino.
Muchas gracias por tu comentario y saludos.