En esta historia intervinieron un
personaje y una institución mundialmente conocidos. En el primer caso nos
referimos al imaginativo general Patton, del ejército USA, un hombre muy
conocido en todas partes, que llegó a ser todo un ídolo en algunos países
liberados durante la II Guerra Mundial. De hecho, se han erigido
algunos monumentos en su honor en diversas partes de Europa.
En
el segundo caso, tenemos a la Escuela Española de equitación de Viena, con sus
famosos caballos lipizzanos o cartujos.
A
principios de 1945, Viena sufrió varios bombardeos procedentes de las fuerzas
aéreas aliadas, cuyas tropas terrestres se iban acercando a esta capital.
En aquel
momento se hallaba al frente de esta escuela el coronel Podjahsky. Éste tomó la
decisión de evacuar los caballos fuera de la ciudad, pues en ella reinaba la
miseria y el hambre y los animales corrían el peligro de ser robados por gentes
hambrientas. Así, se los llevaron en tren hasta la localidad alpina de Saint
Martins, a unos 200 kilómetros de Viena, a fin de estar más seguros.
Con el
transcurso de la guerra, como el Ejército Rojo avanzaba más rápidamente que el
de los USA, esta localidad quedó al alcance de los soviéticos.
Esto hizo que
alguien avisara al general Patton, el cual conocía al director de la Escuela,
pues ambos habían competido, años atrás, en los Juegos Olímpicos de Estocolmo.
Concretamente, en 1912.
Patton se
mostró inmediatamente interesado en el rescate de esos animales y puso manos a
la obra, junto con el coronel Charles H. Reed, jefe del 2º regimiento.
Por una parte,
Patton hizo avanzar su ejército hacia Saint Martins, donde el director de la
Escuela tenía custodiados los caballos. Inmediatamente, pusieron a estos
animales bajo mando del Ejército USA. Incluso, le ofrecieron una exhibición
especial a Patton y su Estado Mayor.
Las yeguas del
criadero de Piber habían sido separadas por los nazis y enviadas en 1942 a
Hostau, ciudad situada al oeste de antigua Checoslovaquia, la cual fue tomada
por el 3º Ejército USA, donde fueron puestas bajo su custodia. Este hecho no gustó
nada a los soviéticos, pues los USA acababan de conquistar territorios que,
según los tratados firmados, no correspondían a su zona de influencia.
Para sacar los
caballos de sus cuadras junto con unos 400 prisioneros aliados que los cuidaban,
el general Patton acordó con el oficial alemán que los custodiaba su rendición
y la inmunidad para sus tropas. En prueba de agradecimiento, los alemanes
rindieron honores a los oficiales USA que fueron a recibir su rendición.
Así pudieron
evacuar a un total de 150 sementales, hasta un total de 500 caballos, aunque
estuvieron a punto de perderlos a causa de un contraataque de las unidades SS. También
se llevaron otros tantos caballos de distintas razas.
Una semana más
tarde, Alemania se rindió y comenzaron las discusiones sobre el futuro de los
caballos.
Así comenzó un
litigio entre los gobiernos ruso y checo sobre estos equinos. Por ello, los
trasladaron a Wimsbach, una zona cercana a la frontera de la Alemania
Occidental, donde estuvieran alejados de sus perseguidores rusos, pues se temía
que no los iban a tratar con respeto.
Unos diez años
más tarde, la Escuela de Equitación de Viena pudo recuperar la posesión sobre
sus caballos únicos en el mundo. Su director, anteriormente citado, estuvo al
frente de ella hasta 1965.
La operación
Cow Boy fue todo un éxito y se saldó con sólo 2 bajas entre los americanos.
En 2005, la
Escuela Española de Equitación de Viena conmemoró con diversos actos el 60
aniversario de su liberación por el general Patton.
Históricamente,
ésta no fue la única evacuación de los caballos de esta escuela. La primera fue
en 1781, donde 300 caballos fueron trasladados a otra zona en una marcha de 40
días. Luego hubo otras dos más. Una en 1805 y otra al año siguiente, hacia
Hungría, huyendo de la invasión del ejército napoleónico. También hubo otra pequeña
evacuación en 1915, durante la I Guerra Mundial.
Desde hace
varios siglos el criadero de caballos de esta raza se halla en Piber, al oeste
de Estiria en la actual Austria. Allí se escogen los mejores sementales para la
Escuela, para entrenarles a fin de que participen en sus exhibiciones.
El edificio es
un castillo construido donde se hallaba anteriormente una abadía y desde 1789
se dedican a la cría de caballos.
Tras la I
Guerra Mundial el criadero de Lipica pasó a Italia y los ejemplares que allí se
criaban se repartieron entre los nuevos estados surgidos tras la ruptura del Imperio.
Austria se quedó con los sementales de la Escuela y alguno más para la cría,
los cuales están en Piber.
Actualmente,
este criadero pertenece al Estadio de Austria y alberga en sus 555 Has. Unos
250 caballos con unas 70 yeguas para la cría.
Cada época de
cría se llevan sólo 2 sementales de la Escuela y se utilizan siempre los 6
linajes clásicos para la cría. De ahí nacen unos 40 potros cada año, cuyo
control se anota en unos libros de registro.
Piber es el
único sitio en el mundo donde se pueden encontrar muchos caballos de pura
sangre de las 15 familias clásicas reconocidas.
Allí pasan 3
años los nuevos potros, pastando por el campo y observando sus condiciones. A
los 4 años los sementales escogidos se envían a Viena y los demás se venden.
Los que tienen mejores condiciones reproductivas se envían cada año temporalmente
de vuelta a Piber.
Para evitar
las malformidades a causa de la endogamia, este criadero suele hacer
intercambios con otros centros de caballos lipizzanos sitos en Eslovenia,
Hungría, Chequia, Rumania y Eslovaquia.
El coronel Podjahsky
también se hizo famoso en su país a causa de este hecho y a su muerte, en 1973,
nos dejó varias obras sobre los caballos.
En ellas nos
da muchos consejos esenciales para una buena monta como saber hacer coincidir
los centros de gravedad de jinete y caballo, aprender a repartir el peso entre
manos y patas, saber manejar bien con las manos la boca del caballo, halagar
con la mano y la voz, utilizar la avena y el azúcar como premios, conservar
siempre el ritmo y hacer que los caballos levanten los miembros, etc.
Precisamente,
como Eslovenia estaba anteriormente dentro del Imperio Austro-húngaro y esta
raza de caballos se crió originariamente en el pueblo esloveno de Lipica o
Lipizza, hubo en 2006 un incidente con Austria, pues los eslovenos acuñaron sus
primeras monedas de euros con la efigie de estos animales, para reivindicar
esta raza como propia de Eslovenia y no de
Austria.
Mira que me gusta Austria y desconocía por completo esta historia. Te puedes figurar que me ha gustado mucho. He tenido la suerte de poder ver una actuación de los caballos lipizzanos en Madrid, en el Palacio de los Deportes de antes del incendio, y en Viena pude ver la “casita” donde viven estos caballos: es un palacio espectacular.
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