Siguiendo la senda de la Casa de
Saboya, llegamos a este otro rey, el cual fue hijo de nuestro “conocido” Víctor
Manuel II.
Nació en Turín
en 1844 y llevó hasta su coronación el título de Príncipe del Piamonte, como
heredero del Piamonte-Cerdeña y, posteriormente, del nuevo reino de Italia.
También tuvo
raíces austriacas, pues su madre fue Adelaida de Habsburgo-Lorena, una de las
archiduquesas de Austria, la cual era prima de su padre.
Su tutor fue nuestro
ya conocido, en otra entrada anterior, el marqués de Azeglio.
Se dedicó a la
vida militar, estando presenta en la importante batalla de Solferino (1859) y
en la de Custoza, en 1866.
Tras la muerte
de su padre, en 1878, fue proclamado nuevo rey de Italia, con el nombre de
Humberto I, aunque le correspondía el numeral IV en la Casa de Saboya.
Con este afán
de representar a toda Italia y no seguir con las tradiciones de su dinastía,
enterró el cuerpo de su padre en el Panteón de Roma y no en la Basílica de Superga,
donde estaban sus demás parientes.
Al final de
ese año sufrió un atentado, protagonizado por un anarquista, del que salió
afortunadamente ileso, pero que dejó herido a su primer ministro.
El agresor fue
condenado a muerte, pero la sentencia le fue conmutada por la de cadena
perpetua. El autor del atentado se llamaba Giovanni Passannante y hoy en día
está de actualidad, en Italia, por haberse realizado una película sobre su
vida, donde se muestran las aberrantes condiciones de vida a que fue sometido en
la cárcel, lo que provocó que se volviera loco y acabara su vida en un
manicomio.
A
pesar de tener en contra a la opinión pública, llevó a su país a unirse con
Alemania y Austria en la Triple Alianza. No olvidemos que aún existían
territorios, como Venecia, en poder de Austria y reclamados por Italia.
Como
Italia se unificó en fecha muy tardía, no pudieron disponer de un amplio
imperio colonial, como la mayoría de los países de Europa. Así que sólo
pudieron reclamar para sí Somalia y Eritrea.
Fue
mucho más conservador que su padre y siempre se apoyó para gobernar en la
nobleza y el Ejército.
Siempre
desconfió de los movimientos sindicales y, así, en 1898, tras unas grandes
protestas populares originadas por la subida del pan y de los impuestos, su
respuesta fue una represión feroz.
En
Milán, el Ejército llegó a emplear la artillería contra los manifestantes
desarmados. Fue la conocida como “Masacre Bava Beccaris”, por el nombre del
general que mandaba esas tropas. Por cierto, se comenta que éste fue el que
recomendó al pusilánime Víctor Manuel III, en 1922, que llamara a Mussolini
para formar Gobierno.
Se
cree que la represión dejó un saldo de unas 200 víctimas. No obstante, al rey
no se le ocurrió otra cosa que condecorar públicamente a este general.
A
partir de estos hechos, los partidos y sindicatos de izquierda dirigieron toda
su propaganda contra el rey, por haber llamado a los obreros “enemigos de la
Corona”.
En
1900 viajó a Monza para presenciar una competición deportiva, concretamente, de
atletismo.
El 28/07/1900 el rey estuvo
cenando en un restaurante. El dueño fue a saludarle personalmente y allí los
dos se asombraron: eran idénticos. El resto de los asistentes también se
percató del parecido, pues sólo era posible distinguirlos por sus vestimentas.
El rey le
preguntó a su “doble” ciertos detalles. Resulta que se llamaban igual, habían
nacido el mismo día y en la misma ciudad. Además, sus esposas se llamaban
igual, Margherita, y se habían casado el mismo día en diferentes sitios,
lógicamente. Encima, el mismo día de la proclamación del rey fue cuando su
sosia inauguró su restaurante.
Antes de salir
del local, el rey invitó a su nuevo amigo a presenciar en su palco la
competición atlética, que se iba a celebrar al día siguiente.
Al principio, el
rey estuvo muy molesto, porque su invitado no aparecía, hasta que alguien de su
séquito le informó que lo habían asesinado a tiros en la puerta del estadio.
Sobre esta historia no he podido comprobar si las fuentes son verdaderas o
falsas. No obstante, me limito a hacer mención de ella.
El rey mostró
su pesar por la pérdida y se subió a su carruaje, mientras tanto, un anarquista
surgió de entre la multitud y asesinó al rey disparándole 5 tiros con su
revólver.
El monarca ya
había sufrido antes dos atentados. Uno de ellos, como ya dijimos, fue en 1878 y
el otro, en 1897.
Le
sucedió su hijo, Víctor Manuel III, y fue enterrado en el Panteón de Roma,
igual que su padre.
No
vamos a creer ahora en augurios, pero sí podemos comentar que, antes de firmar
Víctor Manuel II una ley por la que el Estado se quedaba con los bienes de la
Iglesia y suprimía las órdenes religiosas, tuvo una entrevista con San Juan
Bosco, donde éste le advirtió que caerían sobre su dinastía todo tipo de
adversidades.
Muy buen post, y buena idea ponerlo a continuación del anterior, pero me ha dejado mal cuerpo eso de encontrarse con el doble. De todos modos, supongo que si tenemos una vida relativamente cómoda, nos aterra la idea que otra persona nos suplante y nos quite lo que nos pertenece.
ResponderEliminarMe encanta la seriedad y la objetividad de tus crónicas históricas, por favor sigue escribiendo y muchas gracias por la información.
ResponderEliminarMuchas gracias.
ResponderEliminarSaludos.