ESCRIBANO MONACAL

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UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

viernes, 19 de septiembre de 2025

SAMANTHA SMITH, UNA PACIFISTA INFANTIL

 

Reconozco que hoy tenía pensado escribir un artículo sobre otro tema. Sin embargo, me he encontrado esta historia por ahí y me ha resultado simpática.

De hecho, me ha recordado mucho a las ocurrencias de la famosa heroína de comics Mafalda.

Samantha Reed Smith, que era su verdadero nombre, nació en 1972 en una pequeña localidad del Estado de Maine, al norte de USA.

Supongo que pertenecería a una familia acomodada, pues su padre ejercía como profesor de Literatura en la Universidad de Maine, mientras que su madre era una trabajadora social y ambos debían de tener una mente muy abierta por la buena educación que le estaban dando a su hija.

Parece ser que Samantha siempre fue muy aficionada a escribir cartas. Por lo visto, con sólo 5 años, se le ocurrió escribir una a la reina Isabel II para decirle que admiraba la monarquía británica y que le caía muy simpática. ¡No sé qué hubiera pensado el propio general Washington sobre esto!

Supongo que eso sería debido a que, como en 1977 se celebraba el Jubileo de Plata de la reina, ésta apareció en las portadas de muchos periódicos y la niña los habría visto.

En 1982, murió el líder soviético Leónidas Breznev, el cual fue sustituido por Yuri Andropov.

Supongo que a esta niña le gustaría mucho leer los periódicos (algo casi insólito en nuestros días). Así que es posible que en ellos leyera las duras críticas contra el nuevo mandatario soviético. También que su nombramiento sería una amenaza para la paz mundial.

En esos artículos se mencionaba que Andropov había sido embajador soviético en Hungría, cuando tuvo lugar la sublevación de ese país contra las autoridades comunistas. Como todos sabemos esos disturbios fueron reprimidos a tiro limpio, provocando muchos muertos.

Por otro lado, también fue director del temible KGB durante la época en la que sufrieron una dura represión algunos personajes tan célebres como el físico Andrei Sakharov o el escritor Alexander Solzhenitsyn.

De hecho, solía decir que la lucha por los derechos humanos era, simplemente, una conspiración internacional contra la URSS. En pocas palabras, era un tipo muy duro.

Además, en la época de Ronald Reagan, éste hizo una terrible apuesta por militarizar el espacio con su Iniciativa de defensa estratégica, popularmente conocida como la Guerra de las galaxias. Así que en la URSS también se estaban realizando esfuerzos en ese sentido.

Por ello, en este contexto prebélico, Samantha leyó un artículo en la famosa revista Time. Parece ser que en la portada decía que Andropov era una persona muy peligrosa y hostil a USA y que tenía la intención de iniciar una guerra nuclear.

Por eso, se le ocurrió preguntarle a su madre: “Si la gente le tiene tanto miedo, ¿por qué no le escribe alguien una carta, preguntándole si quiere o no hacer una guerra?”

Supongo que la madre no le daría mucha importancia a esa ocurrencia y le respondió: “¿Por qué no lo haces tú?”

Así que, ni corta, ni perezosa, en noviembre de 1982, Samantha le escribió una carta al líder soviético Andropov, en la cual le dijo:

“Estimado Sr. Andropov:

Me llamo Samantha Smith. Tengo diez años de edad. Felicitaciones por su nuevo trabajo.

Estuve preocupada pensando en la posibilidad de que Rusia y los Estados Unidos se involucren en una guerra nuclear.

¿Votará por la guerra o no? Si no, por favor cuénteme cómo ayudará a evitar una guerra.

Esta pregunta no la tiene que responder, pero me gustaría saber por qué quiere conquistar el mundo o al menos nuestro país.

Dios hizo el mundo para que viviéramos juntos en paz y no para pelear.

Atentamente.

Samantha Smith”.

Aunque parezca mentira, el famoso diario soviético Pravda publicó la carta de esta niña y en abril de 1983 ella recibió la respuesta, también por carta, de Andropov.

No voy a reproducir esa carta, porque es un poco larga. En ella, va diciendo que los soviéticos saben muy bien lo que traen las guerras y, por ello, no las quieren. Así que, según dice, lo que quiere es tener unas buenas relaciones con USA a fin de cooperar en paz.

Por otro lado, dice que ambos países disponen de miles de armas nucleares, pero que la URSS nunca será la primera en utilizarlas contra ningún país del mundo.

Al final de esta misiva, le invita a viajar, junto con sus padres, a la URSS, para encontrarse con otros niños de su edad y ver que todos quieren la paz.

Como era de esperar, los medios de comunicación USA se pusieron las pilas y enseguida apareció esta niña en cientos de periódicos, canales de radio y de TV. Siendo entrevistada por los periodistas más famosos de su país.

Al fin, a primeros de julio de 1983, aceptó la invitación de Andropov y voló con sus padres a la URSS, donde iban a pasar dos semanas para conocer a la gente de ese país.

Empezaron visitando Moscú y Leningrado (hoy San Petersburgo) para luego residir casi todo el tiempo en un campamento de verano, situado en Artek, en la península de Crimea.

Quedó gratamente sorprendida por la amabilidad de los soviéticos y llegó a decir que eran “iguales a nosotros”. No sé si le habrían dicho que los comunistas tenían cuernos y rabo, como se decía antes.

Por lo visto, Andropov no pudo reunirse con ella, porque ya era un hombre mayor, que andaba muy mal de salud. De hecho, murió unos pocos meses después. Pero sí hablaron por teléfono.

Los niños soviéticos también la vieron como una niña normal e hizo muchas amistades entre ellos. Incluso, participó en la grabación de un documental con motivo del 60 aniversario de ese campamento infantil.

Incluso, fue a verla la famosa astronauta soviética Valentina Tereshkova, la primera mujer que voló alrededor de nuestro planeta.

Dicen que, cuando se despidió de sus amigos del campamento, les dijo:” ¡Vamos a vivir!”. Con esa amplia sonrisa que todavía recuerdan los que la conocieron.

Curiosamente, aunque fue muy bien recibida al regreso a su ciudad natal, sin embargo, el Gobierno USA la veía como alguien que hacía propaganda a favor del comunismo. Algo muy lejos de la realidad.

En diciembre de 1983 fue invitada a viajar a Japón, donde también la agasajaron muy bien.

Allí pronunció un curioso discurso en el que dijo que no estaría mal que los nietos de los líderes de USA y la URSS intercambiaran a sus nietos un par de semanas al año, porque “no creo que un presidente quisiera enviar una bomba a un país donde estuvieran sus nietos”.

Esos viajes de Samantha también dieron lugar a los de otros niños, como la de la niña rusa Katya Lycheva, que tenía la misma edad que ella, fuera a USA.

Samantha siguió siendo muy popular y llegó a publicar un libro titulado “Viaje a la Unión Soviética”, donde relataba sus experiencias en ese país.

En 1984, fue contratada por la Disney como “corresponsal especial”. Allí hizo un programa dedicado a realizar entrevistas con candidatos a las elecciones de 1984. Uno de ellos fue el famoso astronauta John Glenn.

Seguramente, lo habréis visto en la famosa película Elegidos para la gloria (1983), representado por el gran actor Ed Harris.

Desgraciadamente, ella también llamó la atención de un acosador. Se trataba de Robert John Bardo.

Tuvo mucha suerte, porque ya era conocido por la Policía y no lo dejaron que se acercara a ella.

Por el contrario, en 1989, se dedicó a acosar a una joven actriz, llamada Rebecca Schaeffer. Como estuvo acosándola durante 3 años y no le hizo caso, un día la fue a buscar a su apartamento. Ella abrió, confiadamente, porque le habían dicho que le iban a llevar un guión para una película. Él sacó su pistola y le disparó en el pecho, muriendo sólo media hora más tarde.

Posteriormente, fue detenido en una autopista, juzgado y condenado a cadena perpetua.

Volviendo a nuestro personaje de hoy, siguió acaparando fama. De hecho, la cadena ABC la fichó para actuar en una serie televisiva junto al famoso actor Robert Wagner.

El 25/08/1985 Samantha y su padre habían llegado al aeropuerto de Boston, procedentes de Londres, que era donde se estaba rodando esa serie.

Allí tomaron un vuelo, que los llevaría hasta un pequeño aeropuerto de su Estado, Maine.

Se trataba de una avioneta de la compañía Bar Harbor Airlines y tenía previsto hacer tres escalas en sendos aeropuertos de ese Estado para ir dejando a los pasajeros. Concretamente, en su interior había 6 pasajeros y 2 tripulantes.

Desgraciadamente, las condiciones meteorológicas no eran buenas, debidas a la fuerte lluvia y a que el vuelo se realizaba en una noche muy oscura.

Parece ser que, según dijeron, el piloto no tenía mucha experiencia.
Por ello, enfiló mal la pista del aeropuerto de Auburn, que era su primera escala, y estrelló el avión a unos 150m a la derecha de la pista.

Desafortunadamente, tras el choque, el avión se incendió, muriendo todos sus ocupantes.

Jane Smith, la madre de Samantha, se salvó, porque se había quedado en casa. Así que, poco más tarde, presentó una demanda contra esa aerolínea y parece ser que su abogado y el de la otra parte llegaron a un acuerdo económico, sin tener que acudir a un juicio.

Al funeral de esta niña acudieron unas 1.000 personas. Curiosamente, la Embajada de la URSS en ese país envió a uno de sus diplomáticos, que leyó un mensaje de condolencia de Gorbachov, el cual había sucedido a Andropov. Sin embargo, no acudió ningún enviado del Gobierno USA.


Supongo que, por ello, se suscitaron algunos comentarios sobre que podría no haber sido un accidente, sino algo preparado por los servicios secretos de alguno de los dos países.

También es muy curioso que en USA apenas le dieran importancia a la gran labor de esta niña. Sin embargo, en la URSS, emitieron sellos de Correos con su efigie. Le dedicaron calles y avenidas en varias localidades y hasta le pusieron su nombre a un barco de pasajeros. Incluso, le pusieron su nombre a un asteroide.

En 1985, su madre creó la Fundación Samantha Smith, la cual sigue funcionando hasta la actualidad.

En una entrevista le preguntaron a su madre a qué se dedicaría ahora su hija, si hubiera seguido viva. Ella respondió que, en aquella época, decía que quería ser actriz. Sin embargo, su padre prefería que hubiera sido senadora por su Estado.

 

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