Reconozco que hoy tenía pensado
escribir un artículo sobre otro tema. Sin embargo, me he encontrado esta
historia por ahí y me ha resultado simpática.
De hecho, me ha recordado mucho a
las ocurrencias de la famosa heroína de comics Mafalda.
Supongo que pertenecería a una familia
acomodada, pues su padre ejercía como profesor de Literatura en la Universidad
de Maine, mientras que su madre era una trabajadora social y ambos debían de
tener una mente muy abierta por la buena educación que le estaban dando a su
hija.
Parece ser que Samantha siempre
fue muy aficionada a escribir cartas. Por lo visto, con sólo 5 años, se le
ocurrió escribir una a la reina Isabel II para decirle que admiraba la
monarquía británica y que le caía muy simpática. ¡No sé qué hubiera pensado el
propio general Washington sobre esto!
Supongo que eso sería debido a que,
como en 1977 se celebraba el Jubileo de Plata de la reina, ésta apareció en las
portadas de muchos periódicos y la niña los habría visto.
En 1982, murió el líder soviético
Leónidas Breznev, el cual fue sustituido por Yuri Andropov.
En esos artículos se mencionaba
que Andropov había sido embajador soviético en Hungría, cuando tuvo lugar la
sublevación de ese país contra las autoridades comunistas. Como todos sabemos
esos disturbios fueron reprimidos a tiro limpio, provocando muchos muertos.
Por otro lado, también fue
director del temible KGB durante la época en la que sufrieron una dura
represión algunos personajes tan célebres como el físico Andrei Sakharov o el
escritor Alexander Solzhenitsyn.
Además, en la época de Ronald
Reagan, éste hizo una terrible apuesta por militarizar el espacio con su
Iniciativa de defensa estratégica, popularmente conocida como la Guerra de las
galaxias. Así que en la URSS también se estaban realizando esfuerzos en ese
sentido.
Por ello, en este contexto
prebélico, Samantha leyó un artículo en la famosa revista Time. Parece ser que
en la portada decía que Andropov era una persona muy peligrosa y hostil a USA y
que tenía la intención de iniciar una guerra nuclear.
Por eso, se le ocurrió
preguntarle a su madre: “Si la gente le tiene tanto miedo, ¿por qué no le escribe
alguien una carta, preguntándole si quiere o no hacer una guerra?”
Supongo que la madre no le daría
mucha importancia a esa ocurrencia y le respondió: “¿Por qué no lo haces tú?”
“Estimado Sr. Andropov:
Me llamo Samantha Smith. Tengo
diez años de edad. Felicitaciones por su nuevo trabajo.
Estuve preocupada pensando en la posibilidad
de que Rusia y los Estados Unidos se involucren en una guerra nuclear.
¿Votará por la guerra o no? Si
no, por favor cuénteme cómo ayudará a evitar una guerra.
Esta pregunta no la tiene que
responder, pero me gustaría saber por qué quiere conquistar el mundo o al menos
nuestro país.
Dios hizo el mundo para que
viviéramos juntos en paz y no para pelear.
Samantha Smith”.
Aunque parezca mentira, el famoso
diario soviético Pravda publicó la carta de esta niña y en abril de 1983 ella
recibió la respuesta, también por carta, de Andropov.
No voy a reproducir esa carta,
porque es un poco larga. En ella, va diciendo que los soviéticos saben muy bien
lo que traen las guerras y, por ello, no las quieren. Así que, según dice, lo
que quiere es tener unas buenas relaciones con USA a fin de cooperar en paz.
Por otro lado, dice que ambos
países disponen de miles de armas nucleares, pero que la URSS nunca será la primera
en utilizarlas contra ningún país del mundo.
Al final de esta misiva, le
invita a viajar, junto con sus padres, a la URSS, para encontrarse con otros
niños de su edad y ver que todos quieren la paz.
Al fin, a primeros de julio de
1983, aceptó la invitación de Andropov y voló con sus padres a la URSS, donde
iban a pasar dos semanas para conocer a la gente de ese país.
Empezaron visitando Moscú y Leningrado
(hoy San Petersburgo) para luego residir casi todo el tiempo en un campamento
de verano, situado en Artek, en la península de Crimea.
Quedó gratamente sorprendida por
la amabilidad de los soviéticos y llegó a decir que eran “iguales a nosotros”.
No sé si le habrían dicho que los comunistas tenían cuernos y rabo, como se decía
antes.
Los niños soviéticos también la
vieron como una niña normal e hizo muchas amistades entre ellos. Incluso,
participó en la grabación de un documental con motivo del 60 aniversario de ese
campamento infantil.
Incluso, fue a verla la famosa
astronauta soviética Valentina Tereshkova, la primera mujer que voló alrededor
de nuestro planeta.
Curiosamente, aunque fue muy bien
recibida al regreso a su ciudad natal, sin embargo, el Gobierno USA la veía
como alguien que hacía propaganda a favor del comunismo. Algo muy lejos de la
realidad.
En diciembre de 1983 fue invitada
a viajar a Japón, donde también la agasajaron muy bien.
Esos viajes de Samantha también
dieron lugar a los de otros niños, como la de la niña rusa Katya Lycheva, que
tenía la misma edad que ella, fuera a USA.
Samantha siguió siendo muy
popular y llegó a publicar un libro titulado “Viaje a la Unión Soviética”, donde
relataba sus experiencias en ese país.
En 1984, fue contratada por la Disney como “corresponsal especial”. Allí hizo un programa dedicado a realizar entrevistas con candidatos a las elecciones de 1984. Uno de ellos fue el famoso astronauta John Glenn.
Seguramente, lo habréis visto en
la famosa película Elegidos para la gloria (1983), representado por el gran
actor Ed Harris.
Desgraciadamente, ella también
llamó la atención de un acosador. Se trataba de Robert John Bardo.
Tuvo mucha suerte, porque ya era
conocido por la Policía y no lo dejaron que se acercara a ella.
Por el contrario, en 1989, se
dedicó a acosar a una joven actriz, llamada Rebecca Schaeffer. Como estuvo
acosándola durante 3 años y no le hizo caso, un día la fue a buscar a su
apartamento. Ella abrió, confiadamente, porque le habían dicho que le iban a
llevar un guión para una película. Él sacó su pistola y le disparó en el pecho,
muriendo sólo media hora más tarde.
Posteriormente, fue detenido en
una autopista, juzgado y condenado a cadena perpetua.
El 25/08/1985 Samantha y su padre
habían llegado al aeropuerto de Boston, procedentes de Londres, que era donde
se estaba rodando esa serie.
Allí tomaron un vuelo, que los
llevaría hasta un pequeño aeropuerto de su Estado, Maine.
Se trataba de una avioneta de la
compañía Bar Harbor Airlines y tenía previsto hacer tres escalas en sendos
aeropuertos de ese Estado para ir dejando a los pasajeros. Concretamente, en su
interior había 6 pasajeros y 2 tripulantes.
Desgraciadamente, las condiciones
meteorológicas no eran buenas, debidas a la fuerte lluvia y a que el vuelo se
realizaba en una noche muy oscura.
Por ello, enfiló mal la pista del aeropuerto de Auburn, que era su primera escala, y estrelló el avión a unos 150m a la derecha de la pista.
Desafortunadamente, tras el choque,
el avión se incendió, muriendo todos sus ocupantes.
Jane Smith, la madre de Samantha,
se salvó, porque se había quedado en casa. Así que, poco más tarde, presentó
una demanda contra esa aerolínea y parece ser que su abogado y el de la otra
parte llegaron a un acuerdo económico, sin tener que acudir a un juicio.
Al funeral de esta niña acudieron unas 1.000 personas. Curiosamente, la Embajada de la URSS en ese país envió a uno de sus diplomáticos, que leyó un mensaje de condolencia de Gorbachov, el cual había sucedido a Andropov. Sin embargo, no acudió ningún enviado del Gobierno USA.
Supongo que, por ello, se suscitaron algunos comentarios sobre que podría no haber sido un accidente, sino algo preparado por los servicios secretos de alguno de los dos países.
También es muy curioso que en USA
apenas le dieran importancia a la gran labor de esta niña. Sin embargo, en la
URSS, emitieron sellos de Correos con su efigie. Le dedicaron calles y avenidas
en varias localidades y hasta le pusieron su nombre a un barco de pasajeros.
Incluso, le pusieron su nombre a un asteroide.
En 1985, su madre creó la
Fundación Samantha Smith, la cual sigue funcionando hasta la actualidad.
En una entrevista le preguntaron
a su madre a qué se dedicaría ahora su hija, si hubiera seguido viva. Ella respondió
que, en aquella época, decía que quería ser actriz. Sin embargo, su padre prefería
que hubiera sido senadora por su Estado.
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