Hoy traigo al blog uno de esos
crímenes, que siguen siendo muy recordados. Es posible que muchos hayáis leído
cosas sobre él, porque la prensa de la época se volcó en este caso y llegaron a
vender tantos ejemplares, que, desde entonces, decidieron publicar siempre una
página dedicada a los sucesos.
Este suceso ocurrió en Madrid, en
la madrugada del 1 al 2 de julio de 1888. Sobre las 02.30 de la madrugada, un
vecino del 2º piso del edificio situado en la calle Fuencarral, 109, esquina
con la calle Carranza, se despertó, repentinamente, a causa de un fuerte olor a
humo. Por lo visto, el origen de este humo estaba en el piso 4º izquierda del
mismo edificio.
Se trataba de un edificio nuevo, que había sido construido hacía menos de 3 años. En el piso bajo se hallaba el Café del Reino. Aquello antes había sido la Posada del Huevo. Un lugar poco recomendable.
Despertó al portero y juntos
fueron al juzgado de guardia, aunque parece un poco raro que no llamaran a los
bomberos.
Estaba de guardia el juez Felipe
Peña, el cual se personó en el inmueble, acompañado por dos guardias y un
cerrajero.
Al entrar en la vivienda,
encontraron en un dormitorio el cadáver de la dueña, Luciana Borcino, tendido
en el suelo, junto a su cama. Parece ser que alguien la había matado con varias
puñaladas y luego intentó quemar el cuerpo, pero no lo logró.
Al llegar a la cocina,
encontraron el cuerpo de la criada, Higinia Balaguer Ostelé, junto al perro de
la dueña. Ambos estaban inconscientes, pero no heridos.
Luciana Borcino era una viuda de
unos 50 años y parecía poseer una gran fortuna, aunque no le gustaba derrochar
el dinero. De hecho, la apodaban la Marquesa.
Se sabía que ella era una persona
bastante avara. Vivía sola, pero siempre tenía alguna criada, aunque solían
durarle poco, dado a su carácter irascible.
Sólo tenía un hijo, pero no sé si
sería suyo o sólo de su marido, porque no tenía su apellido, José Gabriel
Vázquez Varela. Era un joven que, cuando se produjo este hecho, tenía unos 23
años.
No vivía con su madre y sólo la
visitaba para intentar sacarle todo el dinero posible. Era lo que se suele
calificar como un golfo. Tenía muy malas compañías, daba siempre con
malhechores y se dedicaba a beber alcohol, al juego y a las mujeres.
Por lo que se refiere a Higinia
Balaguer Ostelé se trataba de una joven de unos 28 años de una familia muy
modesta, que había nacido en 1860 en un pequeño pueblo de Zaragoza y había
venido a la capital en busca de trabajo. Parece ser que ya había estado sirviendo
en otras casas y sólo llevaba 6 días sirviendo en ésta.
Higinia había sido pareja de un
tipo llamado Evaristo Abad Mayoral, conocido como el Cojo Mayoral, el cual había
tenido, hasta su muerte, una cantina frente a la Cárcel Modelo de Madrid. Esta prisión
se hallaba donde ahora está el edificio del Cuartel General del Ejército del
Aire. En la zona de Moncloa.
Precisamente, Higinia, antes de servir en la casa de este suceso, había servido en la casa de José Millán-Astray. No me refiero al fundador de la Legión española, sino a su padre, que era funcionario del cuerpo de Prisiones y ahora era el director de la Cárcel Modelo de Madrid.
Algunos dicen que debía su puesto a su amistad con altos cargos del Gobierno.Por lo visto, éste tenía amistad
con la fallecida y fue quien le recomendó los servicios de Higinia para que
trabajara en su casa. Millán-Astray tenía unos 38 años, cuando se produjo este
crimen. Además de funcionario, también se dedicó a escribir obras de teatro y
fundó un periódico.
También hubo otros personajes
secundarios en esta trama, pero no hablaré de ellos para no alargar, innecesariamente,
este artículo.
Por otra parte, los forenses
informaron de que la fallecida había sido asesinada por medio de 3 puñaladas y
que luego intentaron quemarla para simular que la muerte había sido debida a un
incendio. La muerte tuvo lugar sobre las 22.00 del 1 de julio.
El juez, enseguida, sospechó de
Higinia y decretó su ingreso en prisión incomunicada, aunque ya veremos que
esto no se respetó.
También se pensó que el móvil
podría haber sido el robo, pues el dormitorio de la fallecida había sido registrado
y también se hallaron unas joyas tiradas por el suelo.
Por otro lado, Millán Astray se
ofreció a interrogar a Higinia en la cárcel de mujeres para intentar que dijera
la verdad.
En la primera de ellas, dijo que,
cuando estaba limpiando un mueble, se le cayó un jarrón y se rompió. Esto hizo
estallar la ira de la dueña, que la amenazó. Así que Higinia cogió un cuchillo
de cocina y se lo clavó. Luego le prendió fuego, utilizando petróleo.
Posteriormente, dijo que había encontrado unos billetes envueltos en papeles y que se los dio a su amiga Dolores Ávila, para que se los guardara. Así que buscaron a su amiga y, cuando la encontraron, la encarcelaron con ella.
En una tercera confesión afirmó
que lo anterior era mentira y que lo único cierto era que el hijo se había presentado
en la casa con unos amigos y que, mientras hablaban con la dueña, Higinia se
había quedado con uno de ellos en la cocina. Una vez que la mataron, le dieron
1.000 Ptas. para que no hablara.
Lo más grave fue que implicó a
Millán-Astray en esta trama, diciendo que lo había organizado todo, ya que
había sido el que la había recomendado a la asesinada y el que había dejado
salir a su hijo de la cárcel.
Curiosamente, hubo mucha gente
que dijo haber visto a José Vázquez Varela por la calle, en los días anteriores
y el mismo día del crimen. Incluso, que lo habían visto en los toros. Es más,
un sastre lo reconoció y además dijo que llevaba un traje que le había hecho
él.
madre, porque, sólo 2 años después, sería mayor de edad y tendría derecho a cobrar la herencia de su padre. Por entonces, la mayoría de edad era a los 25 años.
Todo esto dio lugar al
procesamiento de Millán-Astray y a decretarse su prisión sin fianza. Esto dio
lugar a que fuera insultado en varios periódicos, contra los que se querelló y
ganó ante los tribunales. Por lo visto, cuando le notificaron a Millán-Astray
que iba a ser encarcelado, éste sufrió un infarto, pero consiguieron que se
recuperase.
Parece ser que los funcionarios
de la cárcel negaron que José Vázquez hubiera salido en algún momento de ella. Sin
embargo, varios presos afirmaron lo contrario. Incluso, según dicen, hubo
alguno que dio más detalles, pero, al día siguiente, apareció muerto en
extrañas circunstancias.
Parece ser que Higinia declaró
ante el juez que “el señorito mató a su madre y el señor Millán lo planeó. Yo
iba a ser pagada generosamente por dejarle entrar en la casa”.
Aunque ahora nos parezca mentira, el juez despachó este sumario en 40 días. Dentro del cual figuraban como procesados Higinia, José Vázquez, Millán-Astray y Dolores Ávila.
El juicio comenzó el 26/03/1889. Como
era previsible, fue mucha gente a presenciarlo, ya que los periódicos no hacían
más que publicar artículos sobre este caso. Así que, en cuanto abrieron las puertas
de la sala, la gente entró en tropel y el juez tuvo que poner un poco de orden
en la sala.
El fiscal pidió para Higinia la
pena de muerte por robo con homicidio y posterior incendio. Para Dolores Ávila
pidió 18 años de prisión como cómplice y encubridora. El abogado defensor de
Higinia era nada menos que el expresidente de la I República, Nicolás Salmerón.
En la primera sesión del juicio,
Higinia dijo que todo lo declarado anterior es falso y que fue ella sola la que
asesinó a su jefa. Así que el juez pidió que el psiquiatra doctor Simarro la
hipnotizara. Sin embargo, el tribunal no dio validez a esta prueba.
El juicio dura nada menos que 36 días,
en los que se van escuchando las declaraciones de unos 300 testigos.
Curiosamente, en la cuarta sesión
del juicio, Higinia dio una nueva versión, en la que dijo que las únicas que
mataron a su jefa fueron Dolores y ella para robarle su dinero.
Así que el juez ordenó un careo entre ambas y no consiguió más que una lluvia de insultos por ambas partes. Sin embargo, la gente seguía pensando que tuvieron algún cómplice masculino, porque aquellas cuchilladas habían sido dadas por alguien muy fuerte.
Incluso, Higinia dijo que,
después de haber cometido el crimen, se fueron a cenar a un restaurante de lujo
y se dieron un paseo en un coche de caballos. Algo que fue corroborado por algunos
testigos.
También que fue Dolores la que la
convenció para quemar el cadáver y así aparentar que había sido víctima de un
incendio.
Todo ello da lugar a cientos de
artículos en la prensa a favor y en contra de Higinia. Son los llamados
sensatos e insensatos.
Hay quien dice que alguien la ha
convencido para que diga eso y así puedan salir libres todos de ese juicio.
Algo que me recuerda, vagamente, a lo que le ocurrió a Mariana Pineda.
Algunos periódicos afirman que el
juez no ha tomado en consideración que, en el lugar de los hechos, se
encontraron tirados en el suelo 5 colillas de cigarrillos, 7 cerillas y papel
de fumar. No deberían de haber dejado pasar por alto estas pruebas, porque ni
Higinia, ni Dolores fuman.
Tampoco han tenido en cuenta que
alguien drogó al perro, que era un bulldog, porque entraría en la casa alguien
desconocido.
El juicio sigue su marcha de manera
inexorable. Empezó el 26/03/1889 y terminó el 25/05/1889, cuando el Juez José
María de Cárdenas y Peñalver dictó sentencia. Condenó a muerte a Higinia y a 18
años de prisión a Dolores Ávila. José Vázquez Varela y José Millán-Astray
fueron absueltos por falta de pruebas. Lo que parece una sentencia muy
conveniente para estos últimos.
Higinia fue ejecutada por medio
del garrote el 19/07/1890, ante la puerta de la Cárcel Modelo de Madrid, porque
todavía se realizaban públicamente las ejecuciones. Parece ser que a este acto
acudieron miles de personas.
Lo que produjo más controversia
fueron las últimas palabras de Higinia. La cual, antes de ser ejecutada dijo: “¡Dolores,
14.000 duros!”.
Eso dio lugar a múltiples
interpretaciones, como si ese fue el motivo del robo o si esa era la cantidad
que les habían prometido, si mantenían la boca cerrada.
Curiosamente, Pérez Galdós, alude en sus artículos que, según decían, la fallecida tenía en su casa 70.000 duros y por eso la mataron. Yo creo que serían 70.000 Ptas., que era el equivalente a 14.000 duros, tal y como dijo Higinia.
Parece ser que Dolores cumplió
toda su condena en la llamada Cárcel de la Galera o de Quiñones, porque estaba
en esa calle madrileña.
José Millán-Astray fue director
de varias prisiones hasta su jubilación.
En 1893, José Vázquez Varela,
volvió a salir en la prensa. Parece ser que una amante suya, llamada Antonia López
Piñeiro, había caído por un balcón de una casa situada en la calle Carretas.
Curiosamente, se comprobó que la mujer
no murió con la caída, sino que había sido estrangulada, previamente, antes de
ser lanzada por el balcón.
También es muy llamativo que sólo
fuera condenado a 14 años de prisión, ya que su defensor, Romero Robledo, logró
que el juez considerase que se trataba de un homicidio y no de un asesinato. Así
que fue enviado a un presidio en Ceuta.
Parece ser que algunos de esos
años los pasó en libertad, durante los cuales montó un estudio fotográfico, con
el que tuvo mucho éxito, ya que se especializó en los retratos infantiles. Por lo
visto, los que lo conocieron, dijeron que era una persona con dinero, porque se
necesitaba mucho dinero para montar un estudio fotográfico de lujo, como el que
él montó en Ceuta.
También aprovechó para casarse
con la hija de otro fotógrafo sevillano, que, al igual que él, se hallaba
desterrado en Ceuta.
Por lo visto, unos años más
tarde, se trasladaron a Madrid y luego a Vigo, donde también ejerció como
fotógrafo y donde murió a los 49 años.
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