ESCRIBANO MONACAL

ESCRIBANO MONACAL
UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

domingo, 29 de junio de 2025

EL INFAME CRIMEN DE LA CALLE FUENCARRAL.

 

Hoy traigo al blog uno de esos crímenes, que siguen siendo muy recordados. Es posible que muchos hayáis leído cosas sobre él, porque la prensa de la época se volcó en este caso y llegaron a vender tantos ejemplares, que, desde entonces, decidieron publicar siempre una página dedicada a los sucesos.

El famoso escritor Benito Pérez Galdós, que, por entonces, se dedicaba también al periodismo, fue uno de los que más se interesaron por este hecho y publicó una serie de artículos, a modo de cartas, para un periódico de Buenos Aires.

Este suceso ocurrió en Madrid, en la madrugada del 1 al 2 de julio de 1888. Sobre las 02.30 de la madrugada, un vecino del 2º piso del edificio situado en la calle Fuencarral, 109, esquina con la calle Carranza, se despertó, repentinamente, a causa de un fuerte olor a humo. Por lo visto, el origen de este humo estaba en el piso 4º izquierda del mismo edificio.

Se trataba de un edificio nuevo, que había sido construido hacía menos de 3 años. En el piso bajo se hallaba el Café del Reino. Aquello antes había sido la Posada del Huevo. Un lugar poco recomendable.

Despertó al portero y juntos fueron al juzgado de guardia, aunque parece un poco raro que no llamaran a los bomberos.

Estaba de guardia el juez Felipe Peña, el cual se personó en el inmueble, acompañado por dos guardias y un cerrajero.

Al entrar en la vivienda, encontraron en un dormitorio el cadáver de la dueña, Luciana Borcino, tendido en el suelo, junto a su cama. Parece ser que alguien la había matado con varias puñaladas y luego intentó quemar el cuerpo, pero no lo logró.

Al llegar a la cocina, encontraron el cuerpo de la criada, Higinia Balaguer Ostelé, junto al perro de la dueña. Ambos estaban inconscientes, pero no heridos.

Luciana Borcino era una viuda de unos 50 años y parecía poseer una gran fortuna, aunque no le gustaba derrochar el dinero. De hecho, la apodaban la Marquesa.

No sé de dónde procedería esa fortuna, ya que su marido, apellidado Vázquez Varela, tuvo un estudio fotográfico, pero no creo que ese negocio fuera tan rentable como para acaparar esa fortuna.

Se sabía que ella era una persona bastante avara. Vivía sola, pero siempre tenía alguna criada, aunque solían durarle poco, dado a su carácter irascible.

Sólo tenía un hijo, pero no sé si sería suyo o sólo de su marido, porque no tenía su apellido, José Gabriel Vázquez Varela. Era un joven que, cuando se produjo este hecho, tenía unos 23 años.

No vivía con su madre y sólo la visitaba para intentar sacarle todo el dinero posible. Era lo que se suele calificar como un golfo. Tenía muy malas compañías, daba siempre con malhechores y se dedicaba a beber alcohol, al juego y a las mujeres.

Parece ser que las relaciones con su madre no eran muy buenas. De hecho, en cierta ocasión, ésta no le quiso dar dinero y éste le dio una puñalada en el muslo, por lo que fue encarcelado. Luego también sería encarcelado varias veces más.

Por lo que se refiere a Higinia Balaguer Ostelé se trataba de una joven de unos 28 años de una familia muy modesta, que había nacido en 1860 en un pequeño pueblo de Zaragoza y había venido a la capital en busca de trabajo. Parece ser que ya había estado sirviendo en otras casas y sólo llevaba 6 días sirviendo en ésta.

Higinia había sido pareja de un tipo llamado Evaristo Abad Mayoral, conocido como el Cojo Mayoral, el cual había tenido, hasta su muerte, una cantina frente a la Cárcel Modelo de Madrid. Esta prisión se hallaba donde ahora está el edificio del Cuartel General del Ejército del Aire. En la zona de Moncloa.

Precisamente, Higinia, antes de servir en la casa de este suceso, había servido en la casa de José Millán-Astray. No me refiero al fundador de la Legión española, sino a su padre, que era funcionario del cuerpo de Prisiones y ahora era el director de la Cárcel Modelo de Madrid.

Algunos dicen que debía su puesto a su amistad con altos cargos del Gobierno.

Por lo visto, éste tenía amistad con la fallecida y fue quien le recomendó los servicios de Higinia para que trabajara en su casa. Millán-Astray tenía unos 38 años, cuando se produjo este crimen. Además de funcionario, también se dedicó a escribir obras de teatro y fundó un periódico.

También hubo otros personajes secundarios en esta trama, pero no hablaré de ellos para no alargar, innecesariamente, este artículo.

Cuando Higinia se recuperó fue interrogada por el juez. Dijo que sólo recordaba que la noche anterior habían acudido unos hombres a la casa y que la dueña le había dicho que se retirase a su habitación y que luego el humo hizo que perdiera el conocimiento.

Por otra parte, los forenses informaron de que la fallecida había sido asesinada por medio de 3 puñaladas y que luego intentaron quemarla para simular que la muerte había sido debida a un incendio. La muerte tuvo lugar sobre las 22.00 del 1 de julio.

El juez, enseguida, sospechó de Higinia y decretó su ingreso en prisión incomunicada, aunque ya veremos que esto no se respetó.

Luego interrogó al hijo de la fallecida, que se hallaba encarcelado por haber robado una capa en un restaurante de Madrid. Éste afirmó no saber si su madre tenía enemigos, aunque sí dijo que era una persona con muy mal carácter.

También se pensó que el móvil podría haber sido el robo, pues el dormitorio de la fallecida había sido registrado y también se hallaron unas joyas tiradas por el suelo.

Por otro lado, Millán Astray se ofreció a interrogar a Higinia en la cárcel de mujeres para intentar que dijera la verdad.

Sin embargo, Higinia, a pesar de ser analfabeta, parecía ser una mujer muy inteligente y con una gran inventiva. Por eso mismo, dio varias declaraciones diferentes.

En la primera de ellas, dijo que, cuando estaba limpiando un mueble, se le cayó un jarrón y se rompió. Esto hizo estallar la ira de la dueña, que la amenazó. Así que Higinia cogió un cuchillo de cocina y se lo clavó. Luego le prendió fuego, utilizando petróleo.

Posteriormente, dijo que había encontrado unos billetes envueltos en papeles y que se los dio a su amiga Dolores Ávila, para que se los guardara. Así que buscaron a su amiga y, cuando la encontraron, la encarcelaron con ella.

En una tercera confesión afirmó que lo anterior era mentira y que lo único cierto era que el hijo se había presentado en la casa con unos amigos y que, mientras hablaban con la dueña, Higinia se había quedado con uno de ellos en la cocina. Una vez que la mataron, le dieron 1.000 Ptas. para que no hablara.

Lo más grave fue que implicó a Millán-Astray en esta trama, diciendo que lo había organizado todo, ya que había sido el que la había recomendado a la asesinada y el que había dejado salir a su hijo de la cárcel.

Curiosamente, hubo mucha gente que dijo haber visto a José Vázquez Varela por la calle, en los días anteriores y el mismo día del crimen. Incluso, que lo habían visto en los toros. Es más, un sastre lo reconoció y además dijo que llevaba un traje que le había hecho él.

También era un poco extraño que el hijo quisiera matar a su 
madre, porque, sólo 2 años después, sería mayor de edad y tendría derecho a cobrar la herencia de su padre. Por entonces, la mayoría de edad era a los 25 años.

Todo esto dio lugar al procesamiento de Millán-Astray y a decretarse su prisión sin fianza. Esto dio lugar a que fuera insultado en varios periódicos, contra los que se querelló y ganó ante los tribunales. Por lo visto, cuando le notificaron a Millán-Astray que iba a ser encarcelado, éste sufrió un infarto, pero consiguieron que se recuperase.

Parece ser que los funcionarios de la cárcel negaron que José Vázquez hubiera salido en algún momento de ella. Sin embargo, varios presos afirmaron lo contrario. Incluso, según dicen, hubo alguno que dio más detalles, pero, al día siguiente, apareció muerto en extrañas circunstancias.

Parece ser que Higinia declaró ante el juez que “el señorito mató a su madre y el señor Millán lo planeó. Yo iba a ser pagada generosamente por dejarle entrar en la casa”.

Aunque ahora nos parezca mentira, el juez despachó este sumario en 40 días. Dentro del cual figuraban como procesados Higinia, José Vázquez, Millán-Astray y Dolores Ávila.

El juicio comenzó el 26/03/1889. Como era previsible, fue mucha gente a presenciarlo, ya que los periódicos no hacían más que publicar artículos sobre este caso. Así que, en cuanto abrieron las puertas de la sala, la gente entró en tropel y el juez tuvo que poner un poco de orden en la sala.

El fiscal pidió para Higinia la pena de muerte por robo con homicidio y posterior incendio. Para Dolores Ávila pidió 18 años de prisión como cómplice y encubridora. El abogado defensor de Higinia era nada menos que el expresidente de la I República, Nicolás Salmerón.

En la primera sesión del juicio, Higinia dijo que todo lo declarado anterior es falso y que fue ella sola la que asesinó a su jefa. Así que el juez pidió que el psiquiatra doctor Simarro la hipnotizara. Sin embargo, el tribunal no dio validez a esta prueba.

Por otro lado, se supo que una de las veces en las que José Vázquez ingresó en prisión fue debido a que había acuchillado a una de sus amantes, que era nada menos que Dolores Ávila, apodada Lola la billetera.

El juicio dura nada menos que 36 días, en los que se van escuchando las declaraciones de unos 300 testigos.

Curiosamente, en la cuarta sesión del juicio, Higinia dio una nueva versión, en la que dijo que las únicas que mataron a su jefa fueron Dolores y ella para robarle su dinero.

Así que el juez ordenó un careo entre ambas y no consiguió más que una lluvia de insultos por ambas partes. Sin embargo, la gente seguía pensando que tuvieron algún cómplice masculino, porque aquellas cuchilladas habían sido dadas por alguien muy fuerte.

Incluso, Higinia dijo que, después de haber cometido el crimen, se fueron a cenar a un restaurante de lujo y se dieron un paseo en un coche de caballos. Algo que fue corroborado por algunos testigos.

También que fue Dolores la que la convenció para quemar el cadáver y así aparentar que había sido víctima de un incendio.

Todo ello da lugar a cientos de artículos en la prensa a favor y en contra de Higinia. Son los llamados sensatos e insensatos.

También hay quien sigue apostando por la culpabilidad del hijo de la fallecida, basándose en sus antecedentes penales. Así que tampoco se explican qué interés puede tener Higinia en autoinculparse por un crimen que no ha cometido.

Hay quien dice que alguien la ha convencido para que diga eso y así puedan salir libres todos de ese juicio. Algo que me recuerda, vagamente, a lo que le ocurrió a Mariana Pineda.

Algunos periódicos afirman que el juez no ha tomado en consideración que, en el lugar de los hechos, se encontraron tirados en el suelo 5 colillas de cigarrillos, 7 cerillas y papel de fumar. No deberían de haber dejado pasar por alto estas pruebas, porque ni Higinia, ni Dolores fuman.

Tampoco han tenido en cuenta que alguien drogó al perro, que era un bulldog, porque entraría en la casa alguien desconocido.

Así que algunos periódicos afirman que Varela le quiso robar el dinero a su madre. Para ello, Millán-Astray le recomendó a Higinia y luego dejó salir a Varela de la cárcel. Éste llevó a sus amigos a su casa, los cuales discutieron con su madre y la mataron y luego le pagaron a ella para que no dijera nada.

El juicio sigue su marcha de manera inexorable. Empezó el 26/03/1889 y terminó el 25/05/1889, cuando el Juez José María de Cárdenas y Peñalver dictó sentencia. Condenó a muerte a Higinia y a 18 años de prisión a Dolores Ávila. José Vázquez Varela y José Millán-Astray fueron absueltos por falta de pruebas. Lo que parece una sentencia muy conveniente para estos últimos.

Como es habitual, su defensa recurrió al Tribunal Supremo, alegando errores en el proceso judicial. Sin embargo, el recurso fue rechazado y las condenas se convirtieron en firmes, cuando tampoco el Gobierno de Cánovas aceptó conmutar la condena a muerte por la de 30 años de prisión.

Higinia fue ejecutada por medio del garrote el 19/07/1890, ante la puerta de la Cárcel Modelo de Madrid, porque todavía se realizaban públicamente las ejecuciones. Parece ser que a este acto acudieron miles de personas.

Lo que produjo más controversia fueron las últimas palabras de Higinia. La cual, antes de ser ejecutada dijo: “¡Dolores, 14.000 duros!”.

Eso dio lugar a múltiples interpretaciones, como si ese fue el motivo del robo o si esa era la cantidad que les habían prometido, si mantenían la boca cerrada.

Curiosamente, Pérez Galdós, alude en sus artículos que, según decían, la fallecida tenía en su casa 70.000 duros y por eso la mataron. Yo creo que serían 70.000 Ptas., que era el equivalente a 14.000 duros, tal y como dijo Higinia.

Parece ser que Dolores cumplió toda su condena en la llamada Cárcel de la Galera o de Quiñones, porque estaba en esa calle madrileña.

José Millán-Astray fue director de varias prisiones hasta su jubilación.

En 1893, José Vázquez Varela, volvió a salir en la prensa. Parece ser que una amante suya, llamada Antonia López Piñeiro, había caído por un balcón de una casa situada en la calle Carretas.

Curiosamente, se comprobó que la mujer no murió con la caída, sino que había sido estrangulada, previamente, antes de ser lanzada por el balcón.

También es muy llamativo que sólo fuera condenado a 14 años de prisión, ya que su defensor, Romero Robledo, logró que el juez considerase que se trataba de un homicidio y no de un asesinato. Así que fue enviado a un presidio en Ceuta.

Esto da que pensar que se trataba de un tipo con conexiones en las más altas esferas del poder, que le protegían de todos sus desmanes. No hay que olvidar que Romero Robledo fue varias veces ministro.

Parece ser que algunos de esos años los pasó en libertad, durante los cuales montó un estudio fotográfico, con el que tuvo mucho éxito, ya que se especializó en los retratos infantiles. Por lo visto, los que lo conocieron, dijeron que era una persona con dinero, porque se necesitaba mucho dinero para montar un estudio fotográfico de lujo, como el que él montó en Ceuta.

También aprovechó para casarse con la hija de otro fotógrafo sevillano, que, al igual que él, se hallaba desterrado en Ceuta.

Por lo visto, unos años más tarde, se trasladaron a Madrid y luego a Vigo, donde también ejerció como fotógrafo y donde murió a los 49 años.

 

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