ESCRIBANO MONACAL

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UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

domingo, 22 de junio de 2014

LUIS LÓPEZ-DÓRIGA, EL EXTRAÑO CASO DE UN CURA REPUBLICANO DE IZQUIERDAS

Hoy, rebuscando entre revistas antiguas,  me ha llamado la atención un artículo sobre este cura republicano. Así que he estado buscando más información sobre él. La verdad es que hubo muy pocos dentro de las filas republicanas, salvo los del País Vasco, porque el Gobierno de esa Comunidad Autónoma fue atraído a última hora por el de la II República y ellos fueron destinados como capellanes de sus combatientes.  
Este no es el caso de nuestro personaje. Nunca estuvo en el frente, sin embargo, cometió un “pecado horrendo” para los ojos de la Iglesia de esa época, fue diputado en las Cortes republicanas por el Partido Radical Socialista.
Bueno, como siempre, empecemos por el principio. Nació en Oviedo en 1885. Su padre era un médico asturiano y su madre era originaria de Vinaroz.
Su padre murió muy pronto y la familia le envió a Granada, pues un hermano de su madre había sido nombrado arzobispo de Granada.
Bajo la protección de su tío, hizo estudios eclesiásticos y fue ordenado sacerdote en 1908, siendo nombrado canónigo de su catedral.
Se permitió viajar por varios países, donde pudo conocer su cultura y sus idiomas, aparte de especializarse en Sociología.
Posteriormente, se doctora en esa rama y fue profesor de la misma en la Universidad de Granada. También gozó de gran fama como orador, impartiendo múltiples conferencias.
Se aficionó al escultismo, o sea, el movimiento de los “Boys Scouts” y fue uno de los fundadores de esta organización en España. Llevándola a Granada en 1913. Por ello, recibió muchas felicitaciones, como la del rey Alfonso XIII, siéndole otorgada la medalla de oro al mérito escultista, tanto a él como a su tío, el arzobispo.
También organizó centros obreros y periódicos para los mismos y fomentó otras cosas para ellos, como la construcción de casas baratas.
La vida le sonreía hasta que, en 1920, murió su tío y le sustituyó en el cargo el obispo de Almería,  Vicente Casanova, el cual, desde entonces,  le prohibió todas sus iniciativas. Hasta el punto de tener que trasladar los boys scouts a otra sede, pues el arzobispo no los quería en una que fuera propiedad de la Iglesia.
En 1922, el arzobispo Casanova,  remató la faena, pues a nuestro personaje, que era consejero delegado del periódico religioso “La Gaceta del Sur”, apoyó la huelga de los obreros del gas y animó a los trabajadores del periódico para que la apoyaran. Esa fue la gota que colmó el vaso.
No obstante, todavía le debían de quedar amistades, pues permaneció en su puesto de Deán en la catedral, por indicación del duque de San Pedro, uno de los principales prohombres de la Granada de entonces.
Conoció a Manuel Azaña y éste le invitó a entrar en el mundo de la política. Lo hizo dentro del Partido   Republicano Radical Socialista, cuyo líder era el catalán Marcelino Domingo. Para más INRI, el emblema del partido se parecía mucho a los de las logias masónicas.
Evidentemente, tras ser elegido en las primeras Cortes republicanas de 1931, se comportó como cualquier diputado, o sea, obedeciendo las consignas de su partido.
Aparte de ello, dio muestras de su ideología, faltando muchas veces al coro o también oponiéndose a las manifestaciones públicas de tipo religiosos, como la tradicional procesión del Corpus.
Por otra parte, hay que aclarar que no fue el único sacerdote que fue elegido diputado para esas Cortes. Sin embargo, los demás representaron a los partidos de la derecha y gozaron de todo tipo de apoyos por parte de la jerarquía eclesiástica.
Cuando se votó el artículo 3 de la Constitución, relativo a la separación entre la Iglesia y el Estado, votó a favor de la moción, explicando que España está compuesta por gentes que son católicas y otras que no lo son. Por tanto, el Estado ha de permanecer neutral para no tener que imponer a nadie unas creencias religiosas. Lógicamente, todo esto desató un escándalo en los círculos católicos de su ciudad.
Quizás, por ese motivo, el obispo Lino Rodrigo, le mandó un “llamamiento paternal”, o sea, un primer aviso, para que fuera tomando nota.
No contento con su “hazaña” anterior, nuestro personaje votó, posteriormente, a favor del artículo 41, relativo al divorcio, alegando que el Estado debe respetar las creencias de los ciudadanos y no es competente para obligar a nadie a obrar contra el dictado de su conciencia.
No obstante, aclara que él respeta todas las opiniones sobre la indisolubilidad del matrimonio, pero que sería un gran mal no aceptar la posibilidad del divorcio, regulado por una prudente ley. Sería un paso más en la igualdad entre los sexos.
Visto esto, me estoy imaginando las caras que estarían poniendo sus colegas del clero, al leer sus declaraciones en la prensa, católica, por supuesto.
Lógicamente, no hubo que esperar mucho para que el arzobispo de Granada, Casanova, le mandara un escrito, que fue publicado en el diario El Debate (dirigido por Herrera Oria) y luego en otros muchos periódicos católicos más, donde se le daba un plazo de 3 días para que nuestro personaje diera una pública y cumplida satisfacción a los creyentes católicos, los cuales estaban muy escandalizados a causa de sus declaraciones. En el caso de no producirse esa satisfacción, sería suspendido “a divinis”, sin perjuicio de otras penas a nivel canónico.
Para “arreglar” más el asunto, un diario republicano granadino lo defendió afirmando que siempre había sido un hombre de clara tendencia liberal y se honraba con su amistad.
Como no se produjo la retractación de nuestro personaje, el obispo firmó el decreto de suspensión a divinis con fecha 14/11/1931.
En las mismas Cortes se suscitó un amplio debate sobre si la Iglesia podía sancionar a un diputado.
Al llegar a las Cortes el asunto de la expulsión de los jesuitas de España, nuestro personaje también votó a favor. Incluso, explica que está a favor, porque el Parlamento tiene que obedecer el artículo 26 de la Constitución, relativo a la prohibición de la enseñanza por parte de los religiosos. Además, está en contra de que en esa Cámara e debatan asuntos entre partidarios y enemigos de la Iglesia, porque perjudican a España.
Un año después de su sanción, el obispo la convierte en definitiva y decreta la excomunión y la privación de beneficio de Deán para nuestro personaje.
En este momento, el mismísimo ministro de Justicia, Álvaro de Albornoz,  que pertenece a su mismo partido, afirma que la medida es una tentado del poder eclesiástico en la actividad de un representante del pueblo.
El diario “El Defensor de Granada”, en marzo de 1933, informa del decreto y afirma que el sacerdote siempre estuvo del lado del liberalismo y del progreso. También dice que fue perseguido durante la dictadura de Primo de Rivera y ahora lo es por la Iglesia.
Nuestro personaje declaró que no tenía nada que reprocharse y que su conciencia estaba bien tranquila. No obstante, acepta como creyente la condena de la Santa Sede, pero cree que no ha atacado ni al dogma ni a la moral católica.
Para rizar más el rizo, se le ofrecieron a nuestro personaje varios banquetes en Granada y en Madrid, donde tuvo ocasión de declarar que siempre le ha guiado su ideal democrático, siguiendo la doctrina del Evangelio y esto le obliga a tener cordialidad y respeto al  resto de los hombres.
También informó que se había afiliado a ese partido, porque vio en él los ideales de solidaridad humana, como él los podía entender.
Además, requirió al obispo para que publicara todas las cartas que le envió en todo ese tiempo, para dar a conocer toda la verdad.
Por su condición de gran orador, participó en muchos mítines junto a Azaña, afirmando ser republicano, porque la II República defendía la libertad en el orden religioso y  la justicia en el orden social. Aparte de eso, en una de sus intervenciones dijo que “contra la República se han levantado dos formidables diques: el capitalismo y el clericalismo”. Me parece que no se equivocaba.
Al finalizar esa legislatura de las Cortes, en 1933, se quedó sin trabajo, pues había perdido todos los que tenía, por su antigua condición de sacerdote. Así que tuvo que opositar para una plaza como maestro en la Escuela Normal de Granada.
Ganó esa plaza y allí conoció a otra maestra, Josefina Roca-Fava, con la que, como ya no era sacerdote, se casó.
No me extraña que se fuera camino del exilio, porque la Iglesia lo tendría a este hombre bien fichado y seguro que no se iba a contentar simplemente con fusilarlo.
Así que, al final de la guerra, su amigo el antiguo ministro Fernando de los Ríos, se lo llevó desde Valencia hacia Francia, para acabar en México.
Hay que precisar que, durante su estancia en Francia, fue nombrado cónsul honorario en la localidad fronteriza de Perpiñán y desde allí pudo ayudar a muchos españoles.
En ese país, se reunió con otros exiliados republicanos y pudo ganarse la vida dando clases de Humanidades en varios centros, como el colegio “Madrid”, para los hijos de estos españoles.
Falleció en 1962 y fue enterrado en México, pues no le permitieron regresar a España, a pesar de que ya le habían quitado sus sanciones canónicas.

TODAS LAS IMÁGENES PROCEDEN DE WWW.GOOGLE.ES



  

4 comentarios:

  1. Magnífica entrada, Aliado. Una historia muy interesante, pero al mismo tiempo muy triste; reflejo de una intolerancia, pero tanto de un lado como de otro: sabrás que mi abuelo se retiró del Ejército por no servir a la República, y cuando empezaron las persecuciones religiosas, mi abuelo dio la cara por unas monjas a las que molestaban. Cuando estalló la guerra, nadie dio la cara por él.

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    1. Lo curioso de este personaje es que no he encontrado nada sobre sus actividades durante la guerra civil.

      Supongo que en el clero español estarían muchos con ganas de hincarle el diente. No me extraña que se fuera al exilio, sin pensárselo dos veces.

      Bueno, lo de tu abuelo fue que Azaña, nada más llegar, exigió a todos los militares el juramento a la II República.

      Por otra parte, ofreció a los que no quisieran hacerlo una especie de jubilación con la misma paga, pero como civiles. A eso le llamaron "la Ley Azaña".

      Lo de la represión en la guerra civil fue algo muy fuerte. Hubo varios meses donde murió más gente en la retaguardia, que en el frente.

      Una cosa que siempre me ha hecho gracia es que ZP creó una unidad llamada UME, que es un invento excelente en la lucha contra las catástrofes naturales.

      Lo que pasa es que, como este hombre, a pesar de ser antifranquista, no sabe de nada, pues le puso ese nombre (UME), que es el mismo que tuvo la organización que montó el golpe de Estado de 1936.

      Saludos.

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  2. He encontrado un pequeño episodio del recorrido de Lluís López Dóriga durante la guerra civil. Según la asociación “AMICS DE VINAROS”, Manuel Azaña lo visitó algunas veces en su casa de Vinaròs, probablemente en la primavera de 1937 cuando estaba escribiendo “La velada en Benicarló”.
    http://www.vinapedia.es/letra-g/guerra-civil-de-1936-1939/

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