ESCRIBANO MONACAL

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UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

sábado, 20 de diciembre de 2025

EL COMPLOT DE LOS MÉDICOS SOVIÉTICOS

 

He estado mucho tiempo pensando cuál podría ser el tema de mi mensaje de Navidades y Año Nuevo, donde siempre llamo a no perder la esperanza. Esta vez, aunque parezca un poco extraño, lo voy a dedicar a este tema, que no parece ser muy navideño, pero sí muy esperanzador.

Como todos sabemos, al final de la II Guerra Mundial, los judíos presionaron a la comunidad internacional para que les concedieran un Estado propio donde vivir sin ser perseguidos por nadie.

En 1948, se fundó el nuevo Estado de Israel. Parece ser que Stalin estuvo tan contento que, aunque parezca increíble, la URSS reconoció al nuevo Estado antes de que lo hicieran en USA. De hecho, votó a favor del nuevo Estado de Israel en el Consejo de seguridad de la ONU.

Incluso, en 1948, durante la primera guerra que mantuvo Israel, Stalin le ordenó a Checoslovaquia que cediera gran cantidad de material militar a los israelíes.

La razón estaba en que siempre había habido muchos afiliados judíos en los PC de todo el mundo. De hecho, en el PCUS había un 5% de judíos, aunque eran el 1% de la población de toda la URSS. Incluso, muchos de ellos fueron los principales dirigentes de ese partido, como Zinoviev, Trotski, etc.

Por el contrario, para su sorpresa, el nuevo Estado de Israel se alineó del lado de USA y eso hizo estallar de rabia a Stalin. A partir de ahí, estalló todo su antisemitismo.

Curiosamente, el jefe de la madre de Stalin, para el que trabajaba como criada, era un judío rico, que le pagó todos sus estudios.

Incluso, siempre hubo rumores de que ese hombre podría haber sido el verdadero padre de Stalin y no el marido de su madre, que siempre estaba borracho.

Parece ser que a Stalin no le gustó nada la forma tan calurosa con la que los judíos soviéticos recibieron a la primera embajadora de Israel, Golda Meir. Eso le dio a entender que tenían una doble lealtad y ahí creó el concepto de cosmopolitismo sin raíces.

Así que esa purga contra los judíos empezó por el asesinato de un famoso actor teatral judío ruso, llamado Solomon Mikhoels, al que ya dediqué otro de mis artículos. 

Un intelectual muy famoso, que, además, era el presidente del Comité judío antifascista.

Incluso, Stalin fundó una república autónoma para los judíos en el interior de la URSS. Sin embargo, aunque todavía existe, no ha tenido mucho éxito, porque se halla en una zona pantanosa de Siberia, junto a la frontera con China.

Por otro lado, tampoco les daban muchas facilidades a los judíos para irse de la URSS. El Gobierno soviético utilizó los permisos de emigración para ir consiguiendo una serie de ventajas comerciales o políticas con USA.

Sólo empezaron a conceder muchos permisos de emigración en los años 70, porque la URSS estaba pasando por muchas dificultades económicas.

Sin embargo, se calcula que, en 1989, tras la caída de la URSS, lograron emigrar más de 1.000.000 de personas.

Yo creo que Stalin siempre fue un mediocre y se aprovechó de estar en el poder para ir eliminando a todos los que iban brillando más que él. Por eso, siempre se rodeó de aduladores e incompetentes. Seguro que eso os recuerda a alguien.

En 1948, un oscuro funcionario del Ministerio del Interior soviético, llamado Mikhail Ryumin, pidió ser trasladado de su destino como contable a otro como interrogador.

Parece ser que era un tipo despiadado, porque disfrutaba torturando a los que le ponían por delante y pensaba que así estaba haciendo méritos para ascender.

Sin embargo, en 1950, le tocó interrogar a un eminente cardiólogo de origen judío, llamado Yakov G. Etinger.

Por lo visto, este médico había estado tratando a dos dirigentes del PCUS, que padecían enfermedades cardíacas, los cuales habían muerto.

El Dr. Etinger era un hombre ya anciano. Sin embargo, eso no le frenó para que lo torturara con la dureza habitual. Así que esta vez, su jefe, el ministro del Interior, Abakúmov, le dijo que no utilizara esos métodos, porque podría matarlo. Sin embargo, él no le hizo caso y, como era de esperar, el médico se murió.

Supongo que Ryumin estaría atemorizado por lo que le podría ocurrir y no se le ocurrió otra cosa que escribir al propio Stalin, advirtiéndole de que había una conspiración judía contra su persona y el resto de los dirigentes del PCUS y que su jefe, Abakúmov, no quería luchar contra ella. Eso dio lugar a la destitución del ministro y al ascenso de Ryumin. Stalin le dijo a Ignatiev, nuevo ministro del Interior, que le diera todas las facilidades a Ryumin.

Por otro lado, Ignatiev, empezó por expulsar a todos los judíos del Ministerio del Interior. Incluido, uno llamado Boris Rodos, que fue el que asesinó a la mayoría de las víctimas de las fosas de Katyn.

Parece ser que Stalin calificaba a los judíos como a unos desarraigados cosmopolitas, porque tenían parientes y amigos en todo el mundo y decía que eso les impedía ser, exclusivamente, leales a la URSS y a él mismo.

Hay quien dice que Stalin recibió otra carta, escrita por la cardióloga soviética Lydia Timashuk, en la que le decía que Etinger le había recetado un tratamiento erróneo a uno de esos dirigentes comunistas y esa fue la causa de su muerte. Luego se demostró que había sido obligada a escribir esa carta.

Así que, en 1952, arrestaron a unos 36 médicos, siendo la mitad de ellos judíos. Los torturaron y les obligaron a firmar confesiones de cosas que no habían hecho.

Como quisieron dar la máxima publicidad a este “complot”, ordenaron su publicación en el diario Pravda y en la agencia de noticias Tass. Eso produjo un pánico generalizado y la gente no se atrevía a ir a los hospitales.

Nadie se hallaba a salvo, porque Stalin sabía que hasta algunos de sus propios ministros estaban casados con mujeres judías.

El 13/01/1953, nada menos que 9 médicos muy famosos de Moscú fueron acusados de espionaje a favor de Occidente, terrorismo y de intentar envenenar a los principales jerarcas de la URSS. No iba a ser el único juicio, sino el primero de una larga serie de juicios, donde ya habían decidido las condenas para los reos.

Algunos de esos médicos eran gente muy conocida, como Miron Vovsi o Vinogradov. Ambos fueron médicos del propio Stalin. Además, Vovsi era primo del, ya mencionado, actor Mikhoels, asesinado en 1948.

No sólo detuvieron a ese grupo de médicos, sino a cientos de médicos en todo Moscú. Incluso, en algunos casos, a todos los médicos de varios hospitales moscovitas.

Stalin ya había ido eliminando a casi todos los viejos bolcheviques y ahora quería terminar con la gente que le pudiera hacer sombra. Aquellos médicos tenían mucho prestigio social y lo que intentó fue desacreditarlos ante la sociedad.

Como contó el Dr Yakov Rapoport, que fue uno de los encausados, le interrogaban día y noche para que firmara una confesión falsa. Este médico publicó en 1988, un libro titulado “El complot de los médicos de 1953”.

En él decía que la esperanza que tenían era que los deportasen a Siberia, en lugar de ser condenados a muerte.


Sin embargo, dicen que Stalin ya estaba preparando una gran puesta en escena. Después de condenarlos a muerte, los ahorcarían en un patíbulo colocado en medio de la Plaza roja de Moscú.

Al menos, ya no tendrían que aguantar, durante el juicio, a un fiscal como Andrei Vyshinski. Un tipo que solía aprovechar sus intervenciones, no sólo para acusar, sino también para insultar gravemente a los reos. En la década de los 50 se le había ascendido a ministro de Asuntos Exteriores de la URSS.

Cuando estos médicos se vieron ya casi con la soga al cuello, aunque todavía no habían sido juzgados, pero podían suponer cuál sería su futuro, ocurrió un auténtico milagro.

Stalin solía reunirse en su dacha con los pocos amigos que le quedaban, hablando y bebiendo hasta la madrugada.

Sin embargo, la mañana del 05/03/1953, todos notaron que no se había levantado. Los que sabían cómo se las gastaba, no se atrevieron a entrar en su habitación para despertarle.

Cuando ya, pasadas unas horas, decidieron entrar en su habitación, lo encontraron moribundo y tirado en el suelo. Parece ser que había sufrido una hemorragia cerebral masiva.

Inmediatamente, llamaron a los médicos. Sin embargo, no le pudieron atender los mejores médicos de la URSS, porque estaban encarcelados en la siniestra sede de la KGB.

Algunos dicen que, Stalin, durante sus últimos días, se había vuelto tan paranoico que no se atrevía a tomar los medicamentos que le habían recetado sus médicos.

Ya se sabe lo que dice el refrán: “Cree el ladrón que todos son de su condición”.

Tras la muerte de Stalin, todos los médicos, que se hallaban encarcelados, fueron puestos en libertad por falta de pruebas y los culpables de estas atrocidades fueron castigados.

Así que aprovecho para desearos

¡¡UNA FELIZ NAVIDAD Y UN GRAN AÑO 2026!!


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