Para terminar el mes de julio, se
me ha ocurrido escribir un artículo sobre un tema de espionaje, que es algo que
apetece mucho leer en verano. Por supuesto, en un lugar que esté situado a la
sombra.
Así que como Churchill solía
tener muchas ideas, se le ocurrió crear una especie de fuerza secreta para,
como solía decir “incendiar Europa”.
Esta unidad se llamó Special
Operations Executive, más conocida como SOE. Era una unidad dedicada a realizar
todo tipo de actos, como los sabotajes y los atentados. Algo impropio de la
guerra tradicional.
Una de sus misiones consistía en
apoyar y fomentar la resistencia contra los alemanes en los países invadidos
por estos.
No se sabe la cifra exacta de sus
agentes, pero sí que eran varios miles. Curiosamente, una buena parte de ellos
eran mujeres.
Se les solía dar una buena
formación, consistente en manejo de explosivos, utilización de la radio y los
códigos cifrados para enviar y recibir mensajes, ejercicios de tiro y
lanzamiento en paracaídas.
El caso que nos ocupa es el del
departamento N del SOE, dedicado, exclusivamente, a los Países Bajos.
Por otro lado, los alemanes,
tampoco se quedaron quietos. A finales de 1941, enviaron allí al teniente
coronel Hermann Giskes, agente de la Abwehr y todo un experto en
contrainteligencia. Lo primero que intentó fue crear una red de nazis
holandeses para que se infiltraran en los movimientos de resistencia.
Parece ser que un preso holandés
afín a los nazis contactó en la cárcel con miembros de la resistencia, que
también se hallaban encarcelados. Así supo que el SOE había decidido lanzar a
sus agentes en paracaídas sobre Holanda.
Optaron por este sistema, ya que
no había posibilidad de acercarse con un barco a la costa, sin ser visto. Ni
tampoco había muchas zonas, donde pudiera aterrizar un avión de manera
clandestina.
Por ello, este preso, llamado Ridderhof, informó de ello a Giskes y éste tomó las medidas necesarias para detener a esos agentes.
En noviembre de 1941 fueron
lanzados los primeros agentes sobre Holanda. Estos fueron el sargento holandés
Thys Taconis y el operador de radio Huub Lauwers.
Parece ser que la Policía alemana,
que tenía unos excelentes medios técnicos para localizar emisiones de radio,
localizó el lugar en el que había instalado su emisora de radio. Estaba en la
casa de unos amigos de Lauwers y allí los detuvieron en marzo de 1942, junto
con su emisora de radio.
Como es de suponer fueron
llevados ante Giskes, el cual les interrogó una y otra vez. Muy pronto vio que el
más importante era Lauwers. Así que se centró en él hasta que consiguió que
enviara mensajes a Londres redactados por el propio Giskes.
Por lo que se ve, a Lauwers le habían insistido mucho, durante su formación con el SOE, en que, durante sus transmisiones no olvidase el código de seguridad. Éste consistía en que, cada 16 letras tenían que escribir una mal. Eso quería decir que el agente no había sido atrapado por el enemigo. Por el contrario, si el mensaje no contenía ningún error gramatical, eso quería decir que el agente estaba detenido o ni siquiera era el propio agente el que lo había enviado.
Así que Lauwers optó por
colaborar, enviando los mensajes sin errores de ningún tipo. En ellos
solicitaba, a requerimiento de los alemanes, que enviasen más agentes de
refuerzo, así como más entregas de armamento y munición.
Así que no hace falta decir que,
cuando estos agentes y este material llegaban en paracaídas, eran,
inmediatamente, capturados por los alemanes. De esa forma, capturaron nada
menos que a 59 agentes.
Parece ser que Leo Marks, jefe
del Departamento de Criptografía ya advirtió que era muy raro que los mensajes
procedentes de Holanda eran los únicos que les llegaban sin errores. O sea, sin
el código de seguridad. Así que se lo fue a decir a su jefe, pero éste no quiso
hacer nada. No sé si sería porque el MI6, que era el que descifraba esos
mensajes, no le dio demasiada importancia.
También hay que decir que, según
algunos expertos, el SOE y el MI6 (servicio de espionaje británico) se
convirtieron en rivales.
Así que no solían colaborar mucho con ellos, porque los consideraban unos aficionados. De hecho, les echaron la culpa de la detención de varios agentes del MI6, que estaban destinados en Holanda.
Volviendo a Lauwers, para su
desesperación, el SOE, siguió contactando con él, como si todavía gozara de
libertad. No podía entender que estuviera ocurriendo eso. Incluso, en algunos
de sus mensajes colocó las letras “cau”, al principio, y “ght”, al final. O
sea, capturado, pero ni siquiera eso hizo efecto en Londres.
Es más, como los alemanes ya
tenían los códigos del SOE, se atrevieron a enviar mensajes por su cuenta a la
central en Londres. El propio Leo Marks comentó que uno de los mensajes
recibidos terminaba con las letras HH (Heil Hitler). Algo que sólo podía
proceder de un radiotelegrafista alemán, porque estaban obligados a terminar todos
sus mensajes con esas dos letras.
También hicieron varias pruebas,
consistentes en ordenar a algunos agentes que regresaran a Londres. Evidentemente,
siempre respondían que no podían volver por diversos motivos. A esas alturas,
unos todavía estaban en la cárcel, mientras que otros ya habían sido llevados a
los infames campos de exterminio de los nazis.
A finales de 1943, dos de los
agentes del SOE, que estaban encarcelados en una prisión holandesa,
consiguieron evadirse e intentaron ponerse en contacto con la resistencia.
Estos les ayudaron para escapar hacia España y desde allí ir a Portugal para
volver a Londres.
Desgraciadamente, Giskes se
enteró muy pronto de esta huida y, como era muy astuto, se le ocurrió enviar un
mensaje a Londres, en el que les advertía que estos no habían huido, sino que
se habían convertido en agentes alemanes. Así que, para su sorpresa, cuando
pisaron suelo británico, fueron encarcelados durante un año, hasta que el
Gobierno de Holanda en el exilio aclaró este asunto.
Curiosamente, quien impidió que
detuvieran a más agentes del SOE fue la propia RAF. Parece ser que se dieron
cuenta que sus aviones podían llegar con facilidad a Holanda y lanzar a los
agentes sin mayores problemas. Sin embargo, a la vuelta, solían ser derribados
por la artillería antiaérea alemana. Eso dio lugar a que se negaran a enviar
más aviones a Holanda.
Al final, casi todos los agentes
del SOE, que habían sido capturados en Holanda, fueron llevados al campo de
Mauthausen. De aquellos 59 agentes, sólo sobrevivieron 5.
Parece ser que el Alto Mando británico no tenía muy claro cómo habían sido capturados tantos agentes del SOE. Así que desconfiaron de la resistencia holandesa y a las tropas que desembarcaron en Normandía les dieron la orden de no confiar en ellos.
Esa pudo ser una de las causas
por las que fracasó la famosa Operación Market Garden, ya que esas tropas no
conocían el terreno y también carecían de contactos entre la resistencia. Por ello,
tuvieron que retirarse, después de sufrir muchas bajas en combate.
Algunos de esos supervivientes
del SOE sufrieron, durante muchos años, serios problemas de salud, debidos al
trato recibido en ese campo. Como le ocurrió a Beatrix Terwindt, una antigua
azafata de KLM. En la posguerra, quiso continuar con su trabajo como azafata,
pero tuvo que dejarlo debido a sus problemas de salud, tanto de índole física
como mental.
No obstante, a pesar de ser
condecorado por la reina de Holanda, él seguía dudando sobre lo ocurrido. No
podía creer que esto se hubiera debido a una negligencia por parte del SOE.
Incluso, hay una cierta teoría,
que defienden algunos, en la que dicen que Londres sabía que habían detenido a
esos agentes y que los sacrificó para hacer creer a los alemanes que el
desembarco aliado se iba a producir en las costas holandesas. Evidentemente,
esto no se podrá demostrar hasta que a los británicos les dé la gana de abrir
sus archivos.
El teniente Hubert Lauwers volvió
a Holanda y allí vivió hasta su muerte, acaecida en 2004.
Por lo que respecta a Hermann Giskes, había participado como soldado en la I Guerra Mundial. Luchó en unidades de montaña y gracias a su valor, terminó la guerra con el grado de teniente. Como fue herido en varias ocasiones, no pudo terminar la guerra combatiendo. Por ello, fue destinado a un campamento como profesor de esquí para unidades de montaña.
No obstante, durante el período
de entreguerras, permaneció en el Ejército y fue ascendiendo, como oficial en
la reserva. Fue durante esa época en la que se especializó en labores de
contraespionaje, tras ser fichado para ello por otro militar, sobrino del
célebre almirante Canaris.
El estallido de la II Guerra
Mundial, le pilló como comandante en la sede de la Abwehr en Hamburgo.
Tras la invasión de Francia, fue
trasladado a París, para seguir haciendo labores de contraespionaje.
En el verano de 1941 fue
ascendido a teniente coronel y trasladado a Holanda para liderar el servicio de
contraespionaje.
Allí colaboró muy activamente con
Joseph Schreieder, jefe de la Policía alemana en Holanda.
Parece ser que Giskes no permitió
que ejecutaran a los agentes del SOE, que había detenido, alegando que debería
de tenerlos a su disposición para nuevos interrogatorios. Sin embargo, eso dejó
de tener valor cuando la RAF suprimió los vuelos hacia Holanda y sus superiores
le ordenaron enviarlos a uno de esos infames campos, donde fueron asesinados
por las tropas SS.
Por lo visto, uno de los últimos éxitos
de Giskes fue fichar a un ciudadano holandés, llamado Chistiaan Lindemans. Se trataba
de un miembro de la resistencia holandesa. Sin embargo, se ofreció a trabajar para
Giskes a cambio de la liberación de su hermano y su esposa, que habían sido
detenidos por la Gestapo.
Lindemans trabajó tanto para la inteligencia británica como para los alemanes. Parece ser que le dieron unos datos importantes sobre la Operación Market Garden y se los entregó a Giskes.
Posteriormente, fue detenido y
encarcelado por sus compatriotas y se suicidó en su celda.
Al final de la guerra, tanto
Giskes como Schreieder fueron detenidos e interrogados, durante varios meses,
por los servicios de Inteligencia de los aliados. Posteriormente, fueron
enviados a Holanda, donde los juzgaron, pero los pusieron en libertad por falta
de pruebas.
En 1946, a Reinhard Gehlen, uno
de los jefes del espionaje alemán y al que ya dediqué otro de mis artículos,
los aliados le encargaron la organización de un servicio de Inteligencia para
espiar a la URSS, ya que USA no disponía de agentes en ese país, mientras que
los alemanes todavía los tenían. No olvidemos que había comenzado la Guerra
Fría. Así que estos dos individuos fueron los primeros que ingresaron en ese
nuevo servicio. También trabajaron para Radio Free Europe, una emisora de
propaganda de la CIA.
En el caso de Giskes se sabe que, hasta 1956, estuvo trabajando para Gehlen. Luego pasó a trabajar para la BND, la agencia de Inteligencia de la República Federal Alemana.
Por lo visto, siempre se declaró
contrario a los nazis, pero cumplió con su obligación como militar, porque
estaban en guerra. También se lamentó de que los británicos les enviaran a unos
simples jóvenes aficionados con muchas ilusiones, en lugar de profesionales del
espionaje, como eran ellos.
En 1950, publicó un libro, donde
relataba lo que había sido su trabajo como agente de Inteligencia y, lógicamente,
su labor en el Juego de Inglaterra. Murió en 1977.
Parece ser que eso llegó a oídos
del Partido Laborista británico, que se hallaba en la oposición y quiso
llevarlo a un debate en la Cámara de los Comunes. Sin embargo, el Gobierno británico
se opuso a ello.
Por lo visto, entre los años 50 y
70, el Gobierno británico puso en marcha la llamada Operación Legacy, por la
que se dedicaron a destruir o a esconder todos los informes de operaciones, que
pudieran avergonzar a sus gobernantes. Así que es muy probable que nunca
sepamos lo que ocurrió, realmente, en este caso.
De hecho, hay algunas organizaciones
británicas, dedicadas al estudio de los archivos, que van siendo
desclasificados, pero todavía no han desclasificado ninguno en relación con
esta operación.
TODAS LAS IMÁGENES PROCEDEN
DE WWW.GOOGLE.ES
Muy interesante. Los británicos hicieron algo simila con los agentes doble X, agentes alemanes capturados y obligados a enviar informes falsos.
ResponderEliminarCierto. Por lo visto, los británicos les daban dos opciones: colaborar con ellos o ser fusilados de inmediato.
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