ESCRIBANO MONACAL

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UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

martes, 22 de julio de 2025

EL CASI DESCONOCIDO MANUEL ESCORZA DEL VAL

 

Hoy traigo al blog una figura un tanto siniestra del que se sabe muy poco, pero que, en su momento, gozó de admiradores y detractores a partes iguales.

Manuel Escorza del Val nació en 1912 en Barcelona. Su familia era muy modesta. Su padre, Bernardo Escorza Tello, había nacido en Alcañiz (Teruel) y emigró muy joven a Barcelona.

Curiosamente, se sabe que Bernardo era afiliado al sindicato de la madera de la CNT. Sin embargo, se dice que su profesión era la de barbero.

Por lo visto, también trabajó como conserje en una de las sedes barcelonesas de la CNT y allí fue asesinado, el 29/09/1938, junto con otro compañero, llamado Juan Rascón. Nunca fue resuelto ese crimen.

Supongo que entre mis lectores habrá muchos aficionados a la Historia y es posible que les haya llamado la atención ver a un tipo con muletas en las fotos de las reuniones del Comité de milicias antifascistas de Cataluña. Pues ese tipo era Manuel Escorza del Val.

Desgraciadamente, cuando era muy pequeño resultó afectado por la poliomielitis, que dejó a tanta gente inválida. A él le dejó con una deformación en la espalda, no le permitió crecer y le obligó a moverse con dos muletas.

Sin embargo, parece ser que siempre fue una persona con un gran amor propio. Nunca permitió que nadie le ayudara a levantarse.

Por otro lado, siempre fue un lector muy voraz, lo cual le permitió ser también un orador seguido por las masas.

Obviamente, no pudo afiliarse a la CNT, porque para poder serlo había que trabajar en algún sitio y él no podía hacerlo. Así que se afilió a la temida FAI.

Parece ser que toda su familia militaba en la CNT. Se sabe que tuvo una hermana, llamada Dolores, la cual fue detenida, en 1934, junto con otra amiga, llamada Concepción Gallart, a las que se les intervinieron dos cestos en los que llevaban varias granadas de mano.

Por lo visto, a Concepción la condenaron a 6 años, mientras que, a Dolores, al ser menor de edad, sólo la condenaron a 6 meses de cárcel. Por entonces, la mayoría de edad estaba en los 23 años.

Supongo que la primera, como tantos otros, sería liberada en 1936, con la llegada al poder del Frente Popular.

Dicen que nuestro personaje siempre fue un tipo muy retraído. Ni siquiera fumaba, ni bebía, que eran los vicios normales entre los jóvenes de aquella época.

Sólo estaba concentrado en sus lecturas y también solía escribir artículos en revistas anarquistas.

Aunque parezca mentira, tanto él como su futuro cuñado, Liberto Minué, casado con Dolores, ingresaron en la Masonería. Algo que parece inaudito por ser ambos anarquistas.

Sin embargo, ahí dicen algunos autores que estuvo el nexo entre algunos anarquistas y algunos nacionalistas catalanes. Un tema que podría explicar muchas de las alianzas ocurridas durante la guerra civil.

No obstante, no deberíamos olvidar que el propio Lluís Companys, presidente de la Generalitat de Cataluña fue, durante muchos años, abogado defensor de muchos anarquistas y tuvo amistad con muchos de ellos.

Volviendo a nuestro personaje, parece ser que también se hizo famoso entre los jóvenes anarquistas, porque solía dar muchas charlas sobre diversos temas en los ateneos libertarios.

Sin embargo, tras el fallido golpe de Estado del 18/07/1936, parece ser que hubo un gran debate en el seno de la CNT de Cataluña.

Tras haber derrotado a los sublevados, discutieron que habría que hacer en esta situación casi revolucionaria.

Por un lado, estaba el grupo, encabezado por Juan García Oliver, que preconizaba tomar el poder por las armas. Mientras que enfrente tenían a otro grupo, encabezado por Manuel Escorza que proponía infiltrarse en las instituciones de la Generalitat y, utilizando las competencias delegadas por el Gobierno central, empezar a hacer actividades, como la socialización de las propiedades agrarias.

Ya sabemos que ésta sería una de las grandes discusiones entre los anarquistas y los comunistas. Los primeros priorizaban realizar la revolución antes que la guerra. Mientras que los segundos mantenían que lo más urgente era ganar la guerra.

No obstante, tras la derrota de los sublevados y la inactividad, tanto del Gobierno central como del de la Generalitat, el 21/07/1936, se constituyó el Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña (CCMA).

En este comité figuraban algunos personajes muy conocidos, como García Oliver, Durruti o Abad de Santillán, representando a la CNT. Manuel Escorza, en representación de la FAI. Andreu Nin, representando al POUM. Rafael Vidiella y África de las Heras (a la que dediqué otro de mis artículos) por el PSUC. Artemi Aiguadé y Jaume Miravitlles, por ERC. También hubo representantes de la UGT, sindicato minoritario en Cataluña, y de otros grupos más pequeños.

Aunque fue un organismo colegiado, realmente, se podría decir que su presidente fue García Oliver, que llegó a ser ministro de Justicia.

Pocos días más tarde, se creó la Comisión de Investigación, cuya misión era detener a todos los que considerasen sospechosos de simpatizar con los sublevados. Aunque, la verdad es que detuvieron hasta a los que iban, diariamente, a misa.

Su sede estuvo en un edificio incautado al sindicato patronal Fomento del trabajo, que estaba situado en la llamada Casa Cambó, en la Vía Layetana, 30 de Barcelona.

El despacho de Escorza estaba en el último piso de ese edificio y supongo que, por su seguridad, sólo permitían llegar hasta él a su cuñado, Liberto Minué, y a su secretario, un portugués apellidado Sousa.

Más concretamente, su cuñado fue el encargado de vigilar los movimientos de los exiliados derechistas y los agentes del bando nacional en Francia.

No sé si el modelo de Escorza fue Robespierre, pero se parecía mucho, porque se le consideraba igual de incorruptible.

Así que se sirvió de las denominadas Patrullas de control, formadas por miembros de todas las organizaciones del CCMA, para atemorizar a todos los que vivían en Cataluña. Parece ser que era el propio Escorza el que elaboraba las listas de los individuos a detener.

Luego los llevaban detenidos a la antigua casa de Cambó, donde los interrogaban con mucha dureza.

Posteriormente, si no morían en los interrogatorios, los trasladaban a una checa, instalada en un convento de monjas clarisas en la calle San Elías, 23. En el barrio barcelonés de Sarriá.

No está claro si Escorza formaba parte del grupo, que decidía qué prisioneros deberían asesinar.

Normalmente, no asesinaban a los presos en las checas, para que no se sublevaran los demás. Lo normal era trasladarlos a otros lugares, como el Tibidabo, Montjuich, etc. Incluso, se sabe que muchos de esos cadáveres fueron enviados a los hornos de la cementera de Montcada i Rexach para eliminar todas las pruebas.

Según varios autores, parece ser que estos grupos no surgieron de la noche a la mañana, sino que habían sido organizados a partir de 1934 y estaban muy bien estructurados.

Incluso, tuvieron la colaboración de varios exiliados alemanes en España para investigar a grupos nazis, que ya estarían trabajando en nuestro país.

Parece ser que Escorza también organizó unos pequeños grupos de jóvenes matones, que sólo trabajaban para él. Por lo visto, también participó en la organización de esos grupos un amigo suyo, llamado Dioniso Eroles.

Por otro lado, también tuvieron que ejercer labores de contraespionaje contra organizaciones nazis y fascistas e, incluso, contra otras de tipo socialista y comunista, que actuaban en Cataluña.

Otra de las cosas, que simplificó mucho la labor de investigación del grupo de Escorza fue que los empleados de Fomento del Trabajo habían abandonado, apresuradamente, su sede, que ahora había sido ocupada por la CNT-FAI. Así que estos encontraron allí los ficheros con los nombres y las direcciones de los afiliados al Fomento y a la Lliga y sólo tuvieron que ir a buscarlos.

Ya sabemos que, cuando se quiere dar un golpe de Estado o un proceso revolucionario, es fundamental controlar las comunicaciones. Por ello, la CNT tomó posesión del edificio de la Telefónica, situado en la Plaza de Cataluña. Así, desde sus centralitas, podían escuchar todas las conversaciones de los personajes barceloneses más importantes.


Es de destacar que Escorza pudo realizar su labor en un contexto en el que, tanto el Gobierno central como el de la Generalitat de Cataluña no sabían qué hacer y fueron otras organizaciones las que tomaron el relevo. Por el ejemplo, el PCE, al crear el Quinto Regimiento de milicias y la CNT al crear este comité.

Parece ser que en la retaguardia republicana se le tenía más miedo a la Quinta Columna que a las tropas nacionales, que avanzaban por toda la Península. Por eso mismo, durante varios meses, se produjeron más muertes en la retaguardia de ambos bandos que en los frentes de batalla.

No está clara la responsabilidad de Escorza en las torturas y los asesinatos, que tuvieron lugar en el primer año de guerra, aunque sí parece que fue el encargado de confeccionar las listas de las personas a detener. Realmente, el jefe de las patrullas de control fue José Asens.

A partir de mayo de 1937 ocurrieron una serie de hechos en Barcelona, que dieron lugar a una pequeña guerra civil dentro del bando republicano.

Parece ser que a la Generalitat no le hizo ninguna gracia que los anarquistas escucharan sus conversaciones telefónicas. Así que se aliaron con el PSOE, el PSUC, o sea, los comunistas catalanes, para echarlos de esos edificios importantes.

También hay que decir que el POUM se puso del lado de la CNT, ya que los comunistas enviados desde la URSS tenían órdenes de acabar con todos los afiliados a ese partido, ya que eran trotskistas y no estalinistas.

Así que el 03/05/1937 el consejero de orden público de la Generalitat, que ya tenía las competencias de orden público, envió a unos 200 policías para tomar la sede de la Telefónica en Barcelona.

Por lo visto, no fueron muy bien recibidos, porque algunos trabajadores anarquistas les dispararon desde los pisos superiores. Así que, Rodríguez Salas, consejero de orden público, pidió refuerzos a la Guardia Civil, que ahora se llamaba Guardia Nacional Republicana.


También se personaron allí Eroles y Asens. Estos convencieron a sus compañeros para que dejaran de disparar y entregaran sus armas.

La cosa no terminó ahí, pues los miembros de diversas organizaciones comenzaron a construir barricadas en varias calles de Barcelona y, al anochecer de ese día, se oían disparos por todas partes.

Al día siguiente, varios dirigentes anarquistas fueron a las emisoras de radio y lanzaron llamamientos a cesar los combates y dejar las armas.

Afortunadamente, algunas columnas de milicianos anarquistas y del POUM, que ya pensaban regresar a Barcelona, para incorporarse a los combates, al oír esas emisiones radiofónicas, se quedaron en el frente de Aragón, que era donde estaban combatiendo.

No obstante, el 04/05/1937, siguieron produciéndose varios tiroteos en Barcelona, donde los policías mataron a algunos anarquistas.

En la tarde del 05/05/1937, el presidente Largo Caballero y Companys mantuvieron una conversación telefónica en la que se pusieron de acuerdo para enviar refuerzos a Barcelona.

Por ello, al día siguiente, unos 5.000 efectivos partieron desde Madrid y Valencia hacia Barcelona. La mayoría de ellos eran guardias de asalto.

Durante la madrugada, comenzaron a llegar estos refuerzos, los cuales consiguieron desarmar a los miembros de las milicias de la CNT-FAI y del POUM.

Por ello, el 08/05/1937, se da por concluida esta rebelión, con el resultado de 500 muertos y unos 1.000 heridos de diversa consideración. No sólo se luchó en Barcelona, sino también en algunas localidades de esa provincia y también de Tarragona.

Al final, el Gobierno central no se atrevió a tomar medidas contra los anarquistas, por miedo a que estallara otra sublevación. Sin embargo, esto supuso el cese de los 4 ministros de la CNT, que había en el gobierno de Largo Caballero.

Por otro lado, el gobierno ilegalizó al POUM y detuvo a sus principales dirigentes: Andreu Nin y Julián Gorkin. El primero fue detenido por los agentes soviéticos y nunca más se supo de él.

Por supuesto, no vayamos a pensar que la CNT-FAI fueron los únicos que tuvieron checas en Barcelona. Concretamente, el PSUC, empezó instalando una en el Hotel Colón y otra en el Círculo ecuestre. En tanto que ERC instaló una en el Centro Federal, situado en Paseo de Gracia, 54.

En cuanto a las cifras de represión durante la guerra civil, la mayoría de los autores aceptan la de unos 8.360 asesinados en toda Cataluña. No obstante, también hay algunos que elevan esa cifra hasta los 26.600, aunque estos últimos no distinguen entre muertos en el frente o en la retaguardia.


Sin embargo, en lo que están todos de acuerdo es en que la mayoría de esos crímenes se cometieron entre la segunda mitad de 1936 y mayo de 1937.

El propio García Oliver, que solía decir de Escorza que era “un tullido de cuerpo y alma”, sin embargo, también alababa su temible eficacia en el cometido que se le había asignado.

A partir de los sucesos de mayo de 1937 la CNT-FAI perdió todo su protagonismo en las labores represivas, dejándolas al SIM, el cual estaba dominado por los soviéticos de la NKVD, un servicio antecesor del KGB. Estos fueron aún peores que los anarquistas.


No obstante, aunque desaparecieron las infames patrullas de control, Escorza fue fichado por la Generalitat para dirigir la Brigada especial de investigación. Un puesto en el que hacía lo mismo, pero dentro de un organigrama en el que él no era el jefe.

Al terminar la guerra civil tuvo mejor suerte que otros, ya que consiguió llegar a Francia. No obstante, también fue recluido en uno de sus infames campos de concentración.


Sin embargo, como su cuñado, Liberto Minué, residía en Francia y tenía allí muchos contactos, se puso al habla con el cónsul de Chile en Toulouse, el cual también era masón y, gracias a sus gestiones, consiguieron sacar a Escorza del campo y meterlo en un barco 
rumbo a América.

Así que llegó a Chile y se asentó en la localidad de Valparaíso, donde
se dedicó a la labor de crítico literario y teatral, hasta su muerte, ocurrida en 1968. Sólo se sabe que tuvo una hija.

Me llama la atención que se dedicara a la crítica de arte. Lo digo porque Segundo Serrano Poncela, aquel que solía firmar las listas de presos, que iban a matar en Paracuellos, también se dedicó, durante su exilio en Venezuela, a la crítica de arte.

Con la diferencia de que Escorza siempre fue autodidacta, mientras que Serrano Poncela había acabado las carreras de Derecho y Filosofía y Letras. Curiosamente, ambos nacieron en el mismo año de 1912.

 

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