ESCRIBANO MONACAL

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UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

lunes, 13 de junio de 2022

IGNACIO CARRAL, EL PRIMER PERIODISTA INFILTRADO EN EL HAMPA

 

Hoy voy a narrar la curiosa biografía de un periodista español, que, actualmente, es un personaje casi desconocido.

Su nombre era Ignacio Carral de la Torre y nació en 1897 en la ciudad castellana de Segovia. Parece ser que nació en el seno de una familia acomodada de ese capital. De hecho, uno de sus abuelos llegó a ser alcalde de esa ciudad. Su padre era funcionario de la Diputación Provincial.

En 1913, tras acabar el Bachillerato en su localidad, se trasladó a Madrid para preparar en una academia el ingreso en la Escuela de Ingenieros de Montes. En aquella época, se decía que lo más difícil de las ingenierías era aprobar el examen de acceso para alguna de esas escuelas.

Lo cierto es que lo intentó un par de veces, pero no lo consiguió. Por ello, regresó a su ciudad con la intención de matricularse libre en la carrera de Derecho.

Entre tanto, fue conociendo a la intelectualidad segoviana del momento, la cual solía reunirse en el taller del ceramista Fernando Arranz, situado en una zona aledaña al Parque Sarmiento.

Los tertulianos solían ser artistas o profesores residentes en aquella ciudad, como el maestro Blas Zambrano, padre de la famosa filósofa María Zambrano; el escultor Emiliano Barral, el filósofo Mariano Quintanilla, el músico Agapito Marazuela, el médico Agustín Moreno o hasta el mismísimo Antonio Machado, que ejercía como profesor en el Instituto de esa ciudad.

En 1917, nuestro personaje, se decidió por volver a Madrid para estudiar la carrera de Filosofía y Letras, la cual consiguió acabar tres años después.

Desde entonces, se dedicó a la enseñanza, siendo ayudante de Eloy Luis André, catedrático en el Instituto Cisneros, de Madrid. Posteriormente, también fue ayudante del famoso Américo Castro, en su cátedra de la Universidad Central, también en Madrid.

Desgraciadamente, no consiguió su ansiado propósito, que era llegar a ser catedrático de Universidad.

Posteriormente, empezó a interesarse por el periodismo, colaborando en varios medios segovianos y fundando su propio periódico, que tuvo una vida muy efímera. Su primer número fue publicado en julio de 1923 y el último en septiembre del mismo año. Mes que coincidió con el golpe de Estado del general Primo de Rivera.

Era un hombre de tendencias progresistas, aunque también fue seguidor de las ideas regionalistas y folkloristas castellanas de Luis Carretero Nieva.

En 1925, consiguió un trabajo como lector de español en Sicilia y eso le sirvió para conocer a fondo ese país y el fascismo que acababa de implantar Mussolini en Italia.

Por lo visto, supo aprovechar esa estancia para escribir montones de artículos sobre todo lo que estaba viendo.

A su regreso, el 15/12/1926, se casó con su novia, Adela Rodao. Curiosamente, el padrino no fue el padre de novia, el famoso escritor segoviano José Rodao, sino un gran amigo de éste, el archiconocido pintor Ignacio Zuloaga.

Desconozco si Rodao ya estaría gravemente enfermo, porque lo cierto es que murió en enero del año siguiente.

El matrimonio se trasladó a vivir en Madrid y allí nació su única hija, Carmen. Mientras tanto, él siguió trabajando para varios medios periodísticos, tanto en prensa como en la radio.

Fundamentalmente, trabajó en el semanario Estampa, pero también en los diarios El Sol y la Voz. Por otro lado, tuvo un programa, llamado la Palabra, en Unión Radio Madrid. La emisora pionera de la cadena SER.

A finales de 1929 decide, junto con su amigo, el dibujante cántabro Francisco Rivero Gil, infiltrarse en los bajos fondos madrileños para observar de cerca cómo vive la gente muy modesta y cómo funciona el hampa.

Parece ser que ambos fueron al Rastro y allí compraron ropa muy gastada, que utilizaron para disfrazarse de mendigos y así poder acceder a esos bajos fondos sin levantar sospechas.

Por lo visto, fueron tan bien acogidos por las bandas criminales, que hasta les invitaron a intervenir en un atraco a un Banco. Cosa que rechazaron.

Literalmente, tuvieron que buscarse la vida, malviviendo de cualquier modo.

Buscando basura en los vertederos para poder venderla. Pasando hambre y frío. Durmiendo bajo los puentes, descargando cajas de verduras en los mercados, comiendo en comedores de caridad y hasta descansando con la espalda apoyada sobre el muro exterior de una tahona, para quitarse el frío con el calor que salía del horno.

Conocen a todo tipo de gente. Ancianos que han quedado en la miseria. Madres con hijos, que han sido abandonadas por sus maridos.

Evidentemente, no pueden hacer fotos y, sólo cuando están seguros de poder hacer una, llaman a la redacción para que acuda un fotógrafo. Todavía no se habían inventado las llamadas cámaras instantáneas. También Rivero ilustra esas aventuras con unos dibujos que parecen corresponder a unas historietas.

Parece ser que llegaron miles de cartas a la redacción del semanario. La mayoría elogiando el trabajo realizado, mientras que otras ponían en entredicho que el redactor y el dibujante se hubieran pasado un mes viviendo en esas malas condiciones. Ya se sabe que los españoles somos especialistas en criticar una cosa y la contraria.

Todo ello, fue publicado, hasta marzo de 1930, en 8 artículos en el semanario Estampa. En cuya portada se veía una foto de Carral con su disfraz de mendigo. El dibujante Rivero aportó una serie de dibujos para ilustrar lo ocurrido durante todo el mes que estuvieron llevando a cabo esa aventura. Posteriormente, esos reportajes se publicaron en un libro titulado “Los otros”.

Estos artículos fueron presentados en el semanario Estampa con las siguientes frases: “Está Vd. seguro de conocer la vida de Madrid? ¿No cree Vd. que Madrid es algo más que la calle de Alcalá, la Puerta del Sol, la Gran Vía, los cafés, los teatros, las oficinas, los bancos? En ninguno de estos lugares encontrará Vd. a los otros. Pero los otros existen, viven, forman parte de las capas ciudadanas”.

En enero de 1931, se aventuró a adentrarse en los peligrosos barrios “apaches” de Marsella y escribió sus crónicas para el diario Ahora.

Con la proclamación de la II República, Carral se afilió a Izquierda Republicana, el partido fundado por Manuel Azaña.

Como periodista asistió a la mayoría de las sesiones de las Cortes Constituyentes y escribió crónicas parlamentarias para los medios en los que trabajaba.

No obstante, parece ser que le gustó la anterior experiencia como vagabundo. Así que la repitió en 1934, pero esta vez viajando por lo que llamamos la España vaciada. Concretamente, por las Hurdes y las Batuecas. Esos artículos también fueron publicados en el semanario Estampa.

Es preciso decir que, tanto el semanario Estampa como el diario Ahora, habían sido fundados por Luis Montiel. Ciertamente, este empresario consiguió fichar a importantes escritores de la época, como Chaves Nogales, Unamuno, Baroja, Valle-Inclán, Madariaga, etc.

Posteriormente, en la posguerra, adquirió la revista Semana y fundó el diario deportivo As.

Supongo que esos reportajes, donde se exponía a toda la ciudadanía la miseria que sufrían muchas personas, no debería de gustarle nada al gobierno de turno. Así que me llama la atención que no fueran censurados. En España siempre hubo censura: con la monarquía, la dictadura del general Primo de Rivera, la II República y el franquismo.

Otros periodistas españoles, que siguieron su misma línea de infiltrarse en ciertas capas de la sociedad fueron Magda Donato (seudónimo de Carmen Eva Nelken, hermana de Margarita Nelken), Josefina Carabias y Carles Sentís. A eso le llamaron reportajes vividos.

Todo eso se hizo mucho antes de que los anglosajones pusieran de moda lo que se llamó el periodismo Gonzo, cuyas figuras más conocidas fueron Bill Cardoso y Hunter S. Thompson. Mucho antes del famoso inventor del nuevo periodismo, Tom Wolfe.

Desde luego, en esa época, cuando había decenas de periódicos en Madrid, era un hecho muy notable que un periodista destacase sobre otros, sin embargo, él lo consiguió.

A lo largo de su carrera, aparte de sus artículos periodísticos, escribió también cuentos, novelas y hasta folletos. Entre estos últimos, hay que mencionar “Juan Bravo en la plaza de las sirenas”, un alegato, firmado por varios intelectuales segovianos contra la decisión de la alcaldía de esa ciudad de erigir una estatua al comunero Juan Bravo, que realizaría el famoso escultor, también segoviano, Aniceto Marinas.

Contra esa decisión, alegaban que en la ciudad había necesidades mucho más urgentes, que había que paliar, antes de emplear el presupuesto municipal en ornamentos para la ciudad. Por ejemplo, llevar las tuberías de agua potable a toda la ciudad, modernizar el cableado para que no se produjeran tantos cortes de luz o lograr que funcionase el alumbrado público. Todo ello, en una ciudad que tenía alrededor de unos 16.000 habitantes.

Otra de sus obras fundamentales fue “¿Por qué mataron a Luis de Sirval?”. En esa obra se narra el caso real de la muerte de un periodista, que había ido a informar sobre la Revolución de Asturias, a manos de tres oficiales del Ejército.

En “Las memorias de Pedro Herráez” retrata la vida de uno de sus amigos y contertulios, el escultor segoviano Emiliano Barral, que moriría en la guerra civil.

Su muerte dejó sin terminar varias novelas y hasta un ensayo sobre varios políticos, como Azaña, al que siempre admiró mucho.

Desgraciadamente, el 01/10/1935, cuando Ignacio Carral se hallaba trabajando en la redacción de Unión Radio para su programa La Palabra, sufrió una angina de pecho, que le provocó la muerte de manera instantánea. Sólo tenía 37 años.

Podría haber tenido una gran carrera dentro del periodismo. Sin embargo, tampoco sabemos si hubiera sido rota por la guerra civil, como les ocurrió a tantos otros. Como a su amigo Francisco Rivero, que tuvo que exiliarse y murió en el extranjero.

 

TODAS LAS IMÁGENES PROCEDEN DE WWW.GOOGLE.ES

2 comentarios:

  1. Hola Juan! me ha gustado mucho esta entrada y como reivindicas la figura de Ignacio Carral. Imagino que debido a sus ideas, su final en España mas o menos se podía intuir ,pero me hubiese encantado saber qué habría hecho como periodista de investigación en el periodo de la guerra civil.
    Un besito Juan, un blog muy agradable

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    1. Me alegro que te haya gustado este artículo. Sólo he pretendido reivindicar la labor de un gran periodista, que se dejó hasta su salud para mostrar la realidad a sus lectores. Algo que, desgraciadamente, no ocurre hoy en día. Salvo en el caso de los corresponsales de guerra.
      En cuanto a lo que le hubiera ocurrido, pues supongo que lo hubieran eliminado o se hubiera ido de España, porque no le hubiera gustado en lo que se había convertido este país.
      De todas formas, te pongo un enlace para que veas lo que les ocurría a los periodistas, que querían contar lo que veían en la guerra:
      https://amantesdelahistoria-aliado.blogspot.com/2018/07/louis-delapree-y-el-enigmatico-derribo.html
      Estoy seguro que te gustará.
      Muchas gracias por tu comentario y saludos.

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