Hoy voy a narrar la historia de
uno de esos personajes inclasificables de los muchos que vivieron en el siglo
XX.
Nació en el seno de una modesta
familia judía en la que el padre era un zapatero artesano. En cambio, Boris, el
hermano de Mijail, fue un dibujante que se hizo famoso por sus caricaturas
sobre Hitler.
En 1915, Mijail, llegó a estudiar
en el prestigioso Instituto Psiconeurológico de San Petersburgo, fundado en
1907 por el eminente psiquiatra militar ruso Vladimir Bejterev. Sin embargo, no
llegó a acabar sus estudios.
Parece ser que empezó a gustarle
más el mundo del periodismo y optó por esa profesión. Al mismo tiempo, se
involucró el proceso revolucionario en que se hallaba su país. Tanto en la revolución
de febrero como en la de octubre de 1917.
En 1918, se afilió al PCUS y empezó a hacer carrera en el partido. Sirvió como periodista en el Ejército Rojo y en la Comisaría Popular de Asuntos Exteriores.
Poco a poco, se fue haciendo
famoso, gracias a sus artículos de carácter satírico. También representó a su
país en varios congresos culturales en el extranjero.
Incluso, llegó a ser nombrado
diputado del Soviet Supremo y miembro de la Academia de Ciencias de la URSS,
aunque no tuviera ningún título universitario.
En agosto de 1936 fue enviado a
España, como corresponsal del diario Pravda, para cubrir la guerra civil. No sé
si fue aquí donde conoció a otro famoso periodista soviético, llamado Ilya
Ehrenburg, que venía como corresponsal del diario Izvestia. Lo cierto es que
fueron muy amigos.
Tampoco sé si su nombre les
resultaría complicado de pronunciar a los españoles de la época, lo cierto es
que Koltsov adoptó el apodo de Miguel Martínez.
Recuerdo ahora un viejo chiste soviético
de la época. Pravda significa la verdad, mientras que Izvestia significa
noticias.
Por ello, los soviéticos decían
que en la verdad no había noticias y que las noticias no tenían ninguna verdad.
Lógicamente, Koltsov, no era un simple periodista, sino todo un agente de la NKVD, luego KGB, y un hombre de confianza del propio Stalin.
Así que aquí se movió como si
fuera el jefe oficioso de todos los asesores soviéticos enviados a nuestro
país. De hecho, todo el mundo se ponía a sus órdenes, no fuera a ser que
elevara una queja a Stalin.
La cosa llegó a tanto que él
mismo expedía salvoconductos, escribió en la prensa de la España republicana y
hasta, a veces, daba el visto bueno a los censores. Incluso, se le vio en
algunos frentes, como en el asedio al Alcázar de Toledo.
Sobre lo de la censura da buena
fe de ello el famoso escritor extremeño Arturo Barea, que fue uno de los jefes
de la censura republicana durante la guerra.
Es más, el propio Hemingway lo
retrata en su conocida novela “¿Por quién doblan las campanas?” como uno de los
hombres más importantes de España. Aunque, en esa obra, le cambia el apellido
por el de Kárkov.
Algunos autores llegan a decir
que el propio Stalin le había dado plenos poderes para inmiscuirse en asuntos
políticos y militares. Eso le crearía algunas enemistades, como luego veremos.
Como era de esperar, en sus artículos, solía criticar al POUM y a la
CNT, porque no querían seguir las órdenes emanadas desde Moscú y les llegó a calificar de espías de Falange.Parece ser que fue el principal responsable de la mitificación del general Vicente Rojo, denominándole como el Gran capitán. Igual no sabía que ya existió otro personaje con ese sobrenombre.
Koltsov también fue responsable
de la propaganda del Comisariado Político del Ejército del Centro, cuyo
responsable era Francisco Antón. Un joven que fue amante de la Pasionaria.
Casualmente, cuando el ministro
de Defensa, Indalecio Prieto, decretó que todos los comisarios políticos
tendrían que ir al frente, Antón, fue destinado al puesto de ayudante del
general Rojo.
Ésta es una de sus frases más
recordadas: “Un periodista soviético ha de ser partícipe de la historia sobre
la que escribe. Por eso, es un agitador y un agitador es siempre un pedagogo.
Un jefe debe siempre de dar ejemplo y un periodista soviético también”.
Por supuesto, no se perdió el Segundo Congreso de Escritores Antifascistas, organizado por el Gobierno republicano, aunque no consiguieran traer figuras de gran relevancia cultural a España.
“Indudablemente, los escritores deben participar en la lucha, antes que nada, como escritores”.Algunos autores dicen que él fue
el que aconsejó a las autoridades republicanas que se deshicieran de sus
presos. Especialmente, los que se hallaban en la Cárcel Modelo de Madrid, que
se hallaba a muy poca distancia del frente, ya que muchos de ellos eran
militares y podrían unirse al otro bando. Supongo que Santiago Carrillo tomaría
buena nota de ello. No sigo con ese tema, porque ya todo el mundo conoce lo que
sucedió en Paracuellos del Jarama.
y asesinato del líder del POUM, Andreu Nin, cuyo cadáver nunca fue hallado y al que ya dediqué otro de mis artículos.
Ni tampoco en el de José Robles
Pazos, íntimo amigo del escritor John dos Passos, al que también dediqué otro
de mis artículos.
No hay que olvidar que Koltsov no
estuvo solo en España, sino que vino
acompañado por su pareja, la periodista María
Osten. También se trataba de una conocida escritora comunista, aunque de origen
alemán, a la que había conocido en 1932.
Sin embargo, parece ser que,
según algunos autores, también tuvo una amante española, llamada Julia
Rodríguez. Una joven estudiante, que además había formado parte de La Barraca,
el grupo teatral itinerante fundado por Federico García Lorca.
Lo que da pensar es que es un
poco extraño que Stalin enviara a España al periodista más famoso de la URSS o
igual fue por eso. Para quitárselo del medio por ser tan famoso. Aunque todos
dicen que Koltsov era un fanático seguidor de Stalin.
En septiembre de 1937 fue llamado
a Moscú, como a otros muchos soviéticos que estuvieron en la guerra civil
española.
En el Kremlin lo recibió el
propio Stalin, rodeado de varios de sus ministros. Precisamente, los mismos que,
por entonces, estaban realizando una de sus purgas. Parece ser que a nuestro
personaje no le fue del todo mal ya que salió indemne de ese encuentro, que
duró más de 3 horas.
Por lo visto, en diciembre de
1937, no se le ocurrió otra cosa que criticar las purgas, que se seguían
haciendo, porque, según él, muchos de los detenidos estaban delatando,
falsamente, a personas inocentes. Es posible que esa fuera una de las razones
por las que la NKVD empezara a fijarse en él.
Otra de las cosas que hizo fue
publicar sus memorias sobre la guerra civil española. Por lo que recibió la
felicitación del propio Stalin.
También es cierto que André
Marty, el jefe máximo de las Brigadas Internacionales, escribió una carta al
mismo Stalin.
Así que acusó a Koltsov de
haberse reunido varias veces con la gente del POUM, dado su pasado trotskista.
Tampoco desaprovechó la ocasión para acusar de lo mismo a su compatriota, André
Malraux, con el que siempre se había llevado muy mal.
En esa misma carta, se refirió a
María Osten, la pareja de Koltsov, como una agente alemana, alegando que varias
operaciones militares habían fracasado por su culpa.
Abundando en el tema, en
septiembre de 1938, Beria, el nuevo jefe de la NKVD, le envió otro informe a
Stalin, en el que también acusaba a nuestro personaje de trotskista y de estar
implicado en una organización, que pretendía derrocar al Gobierno de la URSS.
Así que, a mediados de diciembre
de 1938, Koltsov, fue detenido en la redacción de Pravda, llevado a la central
de la NKVD y torturado salvajemente durante varios meses.
Como era de esperar, después de
recibir severas palizas, acusó a todos los que le dijeron y firmó lo que le
pusieron por delante. Evidentemente, también detuvieron a esas personas a las
que había acusado.
Hasta el mismo Nikolai Yezhov,
anterior jefe de la NKVD, estaba incluido entre ese grupo de acusados. También lo condenaron y ejecutaron. Es el hombre pequeño, que se ve a la izquierda de Stalin. Después lo borraron de esa foto.
Parece ser que Koltsov intentó
defenderse afirmando que todas sus declaraciones le habían sido sacadas
mediante torturas. Sin embargo, eso no lo quiso tener en cuenta el juez
Vladimir Ulrij. Curiosamente, a este juez lo nombró para ese puesto el propio
Trotsky.
Así que ni se molestaron en
esperar más. Al día siguiente, fue ejecutado, mediante fusilamiento. Su cuerpo
fue incinerado y sus cenizas arrojadas a una fosa común.
En 1954, tras la muerte de
Stalin, fue rehabilitado públicamente, pero, desgraciadamente, eso no le sirvió
de nada, porque ya llevaba muchos años muerto. Es lo que tiene la pena de
muerte, que ya no tiene remedio.
Las autoridades soviéticas tampoco se olvidaron de Maria Osten. Curiosamente, ella y nuestro personaje habían roto, antes de salir de España, y ella vivía ahora con otro hombre.
Sin embargo, cuando se enteró de
que habían detenido a Koltsov, se presentó en Moscú para declarar a su favor,
aunque muchos le advirtieron de que no fuera.
Otro de sus errores fue
nacionalizarse soviética, para no ser expulsada de ese país. Así que en junio
de 1941 fue detenida por la NKVD. Como todos los demás, fue torturada durante
varios meses.
Posteriormente, fue condenada a
muerte en agosto de 1942 y fusilada. También fue rehabilitada en 1957.
Curiosamente, uno de los sobrinos
de Osten es un afamado físico USA y, en 2016, recibió el Premio Nobel de
Física.
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Me pregunto si Koltsov pudo ser el Rubashov de la novela El Cero y el Infinito, de Arthur Koestler. Claro que hay tantos posibles... Es un artículo muy interesante, ¡Gracias!
ResponderEliminarPues no lo sé, sin embargo, algunos expertos dicen que se parece a Bujarin.
EliminarNo obstante, yo había pensado en Orlov, un personaje con el que Koestler coincidió en España y al que dediqué otro de mis artículos.
Muchas gracias por su comentario y saludos.