ESCRIBANO MONACAL

ESCRIBANO MONACAL
UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

viernes, 11 de julio de 2025

DOS MUJERES Y LA QUINTA COLUMNA

 

Hoy traigo al blog el caso de dos mujeres, que se enfrentaron durante la guerra civil, pero no a base de tiros, sino como alguien ha llamado “los soldados sin rostro”. O sea, en los servicios de Inteligencia.

La primera de ellas era, cuando comenzó la guerra, una joven de 21 años, ya que había nacido en 1915.

Se llamaba Carmen Tronchoni Soria y era natural de Valencia. 
Pertenecía a una familia acomodada, formada por el matrimonio con 3 hijos, aunque el mayor de ellos fue fruto de un matrimonio anterior del padre. Éste era comisario de Policía.

A primera vista, nos podría parecer que ese apellido era italiano. Por lo que he visto, los primeros datos que se tienen son de un caballero italiano, que se unió a las tropas de Jaime I el conquistador para tomar Valencia y que decidió residir en Picassent. Precisamente, el mismo pueblo de donde procedía toda la familia paterna de Carmen.

Nuestra protagonista vivió en varias ciudades españolas, como Palma de Mallorca, Barcelona o la propia Valencia, debido a los traslados por el trabajo de su padre.

Parece ser que, aunque tuvo la oportunidad de continuar sus estudios, muy pronto decidió ponerse a trabajar y consiguió un puesto como telefonista en la Delegación Provincial del Ministerio Trabajo, en Valencia.

Hay dudas sobre ello, pero parece ser que, antes de la guerra, se afilió o era muy cercana a Falange Española.

Sin embargo, no parece que tuviera ninguna actividad en ese partido, tras el comienzo de la guerra.

A partir de noviembre de 1936, Valencia pasó a ser algo parecido a la capital de España, ya que el Gobierno había huido a esa ciudad desde el Madrid sitiado.

Por tanto, había mucho ambiente, debido a la cantidad de refugiados, que habían coincidido en la ciudad. Todo ello, unido a un gran número de militares, milicianos y brigadistas internacionales.

Incluso, acudieron muchos intelectuales de varios países para el II Congreso de Escritores Antifascistas.

No obstante, parece ser que la noticia de la muerte de algunas de sus amigas falangistas, como las hermanas Chabas, a manos de los agentes republicanos fue lo que la animó a ayudar a la causa nacional.


Desconozco cómo se metió en este jaleo, lo cierto es que empezó a colaborar con el llamado Socorro Blanco de Falange, aunque algunos autores afirman que perteneció al SIFNE. Uno de los muchos servicios de Inteligencia del bando nacional, que luego se fusionaron con el SIPM.

No sé si ésta sería su primera misión. Lo único cierto es que se le ordenó ayudar a dos militares a salir de su escondrijo para pasar a Francia y, desde allí, supongo que regresarían por el País Vasco para luchar en el bando nacional.

Estos oficiales estaban escondidos en el Consulado de Panamá en Valencia. Sus nombres eran el comandante José María Bielsa Laguna, perteneciente al Estado Mayor y profesor en la Escuela Superior de Guerra, en Madrid.

El otro militar era el comandante de Infantería Carlos García Bravo, aunque en algunos documentos aparece como Lucas en lugar de Carlos. Parece ser que era un juez militar, que unos años antes, había encarcelado a Largo Caballero. Así que ambos estaban en el punto de mira de los milicianos.

A este grupo se les unió un joven falangista, llamado Manuel González Romero, que sólo tenía 18 años.

Sin embargo, alguien le presentó a Carmen a un joven llamado Ismael Vilaplana Miralles, nacido en 1911, que decía ser un policía afín al bando nacional. Éste les consiguió unos salvoconductos y un coche policial para que consiguieran viajar a Barcelona, sin que pudieran ser molestados en los abundantes controles de carreteras.

Cuando llegaron a Barcelona, Ismael les puso en contacto con dos tipos llamados Ricardo Basurto Clement y José Frutos Soria, los cuales decían ser miembros de la Quinta Columna y les prometieron que les conseguirían unos pasaportes para huir a Francia.

En un principio, estuvieron alojados en un modesto hotel para
no llamar mucho la atención. Sin embargo, se estaban retrasando mucho los trámites para obtener los pasaportes. Por lo visto, lo estaban haciendo a propósito para ver quiénes componían ese grupo.

Así que, como se les estaba acabando el dinero, se mudaron al chalet de unos amigos de Basurto, situado en Pedralbes.

Desconozco cómo ocurrió, pero lo cierto fue que, por entonces, Carmen conoció a otra joven, llamada Inés Jiménez Lumbreras, que también decía pertenecer a la Quinta Columna y se hicieron muy amigas.

Inés Jiménez Lumbreras nació en 1913 en Madrid. No hay muchos datos sobre su familia, pero supongo que sería acomodada, ya que, cuando empezó la guerra, ella se hallaba estudiando 3º de Medicina en la Universidad de Madrid.

Como se trataba de una joven de fuertes convicciones republicanas, enseguida dejó sus estudios y se alistó como enfermera.

Por el contrario, su familia era muy conservadora y católica. Incluso, ella llegó a pertenecer a uno de esos grupos religiosos, que se suelen formar en las parroquias.

Supongo que debería hablar bien inglés, porque la destinaron con un grupo de sanitarios venidos desde Escocia. Era la que les iba guiando hacia los hospitales más cercanos.

Incluso, parece ser que se casó con un joven miliciano y tuvieron una niña, llamada Hortensia, que dejó al cuidado de sus padres. Sin embargo, en su expediente dice que estaba soltera, porque los matrimonios civiles y los divorcios no fueron reconocidos en la posguerra.

Sin embargo, parece ser que esa experiencia no le gustó mucho y buscó nuevas aventuras. Así que se apuntó al SIM, que era uno de los muchos servicios de Inteligencia, que había en el bando republicano.

Se sabe que llegó a Barcelona poco antes de aquella pequeña guerra civil, que ocurrió en mayo de 1937 en la capital catalana.

Volviendo al grupo de Carmen Tronchoni, los encontramos habitando el chalet en Pedralbes, cuando la mañana del 28/11/1937 se produce una redada y son detenidos y encarcelados.

El 01/12/1937 fueron llevados ante el juez de instrucción en el Tribunal de espionaje y alta traición de Cataluña. Allí les tomó declaración y ordenó que todos fueron a prisión sin fianza.

Más tarde, se añadió a ese grupo Eduardo Zamarripa Irazusta, que fue el que les había proporcionado el dinero para la misión.

El 15/02/1938 tuvo lugar el juicio contra estos encausados. A Carmen, aparte de acusarle de trasladar fugitivos hacia Francia, también la acusaron de enviar planos militares al bando nacional. Algo que no pudieron probar, porque era falso.

Curiosamente, Carmen se llevó un gran chasco. Estuvo deseando que no detuvieran a su amiga. Sin embargo, se llevó una gran sorpresa, cuando ésta fue a declarar contra ella, como testigo de la acusación y en calidad de agente del SIM. Como también lo eran Vilaplana, Basurto y Frutos Soria. Ahí se dio cuenta de que se había metido en una encerrona.

No obstante, el tribunal emitió la correspondiente sentencia. Carmen y los dos comandantes fueron condenados a muerte. El falangista González Romero fue condenado a 30 años y Zamarripa a 6 años. Ambos fueron condenados a trabajos forzados.

Su abogado poco pudo hacer, porque Carmen no negó nada. Aceptó con gallardía la sentencia y estuvo presa en la antigua cárcel para mujeres de las Corts. Allí permaneció hasta su ejecución.

Parece ser que su padre estuvo moviendo muchos hilos para que le conmutaran esa sentencia por otra de cárcel, pero no lo consiguió. De hecho, parece una sentencia muy extraña, pues a los que pillaban llevando gente para pasar la frontera, solían condenarlos a penas de cárcel.

Es posible que el SIM la acusara de un número mayor de delitos para intentar justificar que hubieran destinado a tantos agentes para detener a alguien que era una novata en estas cosas.

También le pidieron a su hermano mayor, Santiago, que hiciera algún esfuerzo para salvarle la vida. Santiago Tronchoni era un anarquista, que llegó a ser mayor de milicias y estuvo combatiendo en varios frentes al mando de varias grandes unidades del Ejército republicano. Sin embargo, se negó a ello, argumentando que era una fascista.

No sé si sería debido a que a Carmen se le había acusado de pasar planes militares al enemigo y eso provocaría que pudieran investigar a Santiago.

También es muy extraño que el SIM, que no tenía muchos agentes, destinara nada menos que a 4 de ellos a seguir y detener a este grupo. No sé si pensarían que Carmen podría ser alguien importante. Algo muy extraño, porque casi nunca le dieron importancia a las mujeres, que trabajaron en la Quinta Columna.

Lo cierto fue que el 29/03/1938 la llevaron hasta los fosos del Castillo de Montjuich, donde fusilaron a miles de personas. Allí la ejecutaron, cuando sólo tenía 22 años, junto a los dos comandantes y tres hombres más, llamados José María Díaz Martínez, José García Rosendo y Francisco Casademont Anglada.

Parece ser que a ella le dio tiempo a escribir para despedirse de su familia. También recibió un ramo de claveles, que repartió entre todos los que iban a fusilar con ella.

Carmen fue enterrada en el Cementerio de Montjuich. Sin embargo, no sé si sería por una petición de su familia, lo cierto es que, en 1959, su cadáver fue trasladado al Valle de los Caídos, donde sigue reposando.

Sin embargo, aquí no se acaba esta historia. Como todos sabemos, en 1939, tuvo lugar el final de la guerra civil, seguida por la represión del bando nacional.

No sé cómo lo harían, sin embargo, muy pronto consiguieron detener a Inés Jiménez Lumbreras. Concretamente, el 21/06/1939. No sé dónde ni cómo la detuvieron, pero ella dio como lugar de residencia un domicilio en Zaragoza.

Curiosamente, también fue trasladada a Barcelona y encarcelada en la misma prisión de las Corts.

Inés fue sometida a uno de aquellos múltiples consejos de guerra, que se realizaron en la posguerra. Fue condenada a muerte por haber sido espía republicana. Algunos dicen que, cuando escuchó la sentencia, le dio una especie de ataque de epilepsia.

Lo cierto fue que el 13/11/1940, fue llevada hasta el Campo de la Bota, lugar habitual de las ejecuciones de la posguerra y allí fue fusilada en torno a las 06.30 de la mañana. Sólo tenía 24 años.

Parece ser que le dio tiempo a escribir y despedirse de su familia y de su hija a la que no había visto desde que la dejó con sus padres.

También fue enterrada en el Cementerio de Montjuich y allí continúan sus restos.

Fue la última condenada a muerte en la cárcel de las Corts. Esa prisión fue demolida en los años 50.

 

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domingo, 29 de junio de 2025

EL INFAME CRIMEN DE LA CALLE FUENCARRAL.

 

Hoy traigo al blog uno de esos crímenes, que siguen siendo muy recordados. Es posible que muchos hayáis leído cosas sobre él, porque la prensa de la época se volcó en este caso y llegaron a vender tantos ejemplares, que, desde entonces, decidieron publicar siempre una página dedicada a los sucesos.

El famoso escritor Benito Pérez Galdós, que, por entonces, se dedicaba también al periodismo, fue uno de los que más se interesaron por este hecho y publicó una serie de artículos, a modo de cartas, para un periódico de Buenos Aires.

Este suceso ocurrió en Madrid, en la madrugada del 1 al 2 de julio de 1888. Sobre las 02.30 de la madrugada, un vecino del 2º piso del edificio situado en la calle Fuencarral, 109, esquina con la calle Carranza, se despertó, repentinamente, a causa de un fuerte olor a humo. Por lo visto, el origen de este humo estaba en el piso 4º izquierda del mismo edificio.

Se trataba de un edificio nuevo, que había sido construido hacía menos de 3 años. En el piso bajo se hallaba el Café del Reino. Aquello antes había sido la Posada del Huevo. Un lugar poco recomendable.

Despertó al portero y juntos fueron al juzgado de guardia, aunque parece un poco raro que no llamaran a los bomberos.

Estaba de guardia el juez Felipe Peña, el cual se personó en el inmueble, acompañado por dos guardias y un cerrajero.

Al entrar en la vivienda, encontraron en un dormitorio el cadáver de la dueña, Luciana Borcino, tendido en el suelo, junto a su cama. Parece ser que alguien la había matado con varias puñaladas y luego intentó quemar el cuerpo, pero no lo logró.

Al llegar a la cocina, encontraron el cuerpo de la criada, Higinia Balaguer Ostelé, junto al perro de la dueña. Ambos estaban inconscientes, pero no heridos.

Luciana Borcino era una viuda de unos 50 años y parecía poseer una gran fortuna, aunque no le gustaba derrochar el dinero. De hecho, la apodaban la Marquesa.

No sé de dónde procedería esa fortuna, ya que su marido, apellidado Vázquez Varela, tuvo un estudio fotográfico, pero no creo que ese negocio fuera tan rentable como para acaparar esa fortuna.

Se sabía que ella era una persona bastante avara. Vivía sola, pero siempre tenía alguna criada, aunque solían durarle poco, dado a su carácter irascible.

Sólo tenía un hijo, pero no sé si sería suyo o sólo de su marido, porque no tenía su apellido, José Gabriel Vázquez Varela. Era un joven que, cuando se produjo este hecho, tenía unos 23 años.

No vivía con su madre y sólo la visitaba para intentar sacarle todo el dinero posible. Era lo que se suele calificar como un golfo. Tenía muy malas compañías, daba siempre con malhechores y se dedicaba a beber alcohol, al juego y a las mujeres.

Parece ser que las relaciones con su madre no eran muy buenas. De hecho, en cierta ocasión, ésta no le quiso dar dinero y éste le dio una puñalada en el muslo, por lo que fue encarcelado. Luego también sería encarcelado varias veces más.

Por lo que se refiere a Higinia Balaguer Ostelé se trataba de una joven de unos 28 años de una familia muy modesta, que había nacido en 1860 en un pequeño pueblo de Zaragoza y había venido a la capital en busca de trabajo. Parece ser que ya había estado sirviendo en otras casas y sólo llevaba 6 días sirviendo en ésta.

Higinia había sido pareja de un tipo llamado Evaristo Abad Mayoral, conocido como el Cojo Mayoral, el cual había tenido, hasta su muerte, una cantina frente a la Cárcel Modelo de Madrid. Esta prisión se hallaba donde ahora está el edificio del Cuartel General del Ejército del Aire. En la zona de Moncloa.

Precisamente, Higinia, antes de servir en la casa de este suceso, había servido en la casa de José Millán-Astray. No me refiero al fundador de la Legión española, sino a su padre, que era funcionario del cuerpo de Prisiones y ahora era el director de la Cárcel Modelo de Madrid.

Algunos dicen que debía su puesto a su amistad con altos cargos del Gobierno.

Por lo visto, éste tenía amistad con la fallecida y fue quien le recomendó los servicios de Higinia para que trabajara en su casa. Millán-Astray tenía unos 38 años, cuando se produjo este crimen. Además de funcionario, también se dedicó a escribir obras de teatro y fundó un periódico.

También hubo otros personajes secundarios en esta trama, pero no hablaré de ellos para no alargar, innecesariamente, este artículo.

Cuando Higinia se recuperó fue interrogada por el juez. Dijo que sólo recordaba que la noche anterior habían acudido unos hombres a la casa y que la dueña le había dicho que se retirase a su habitación y que luego el humo hizo que perdiera el conocimiento.

Por otra parte, los forenses informaron de que la fallecida había sido asesinada por medio de 3 puñaladas y que luego intentaron quemarla para simular que la muerte había sido debida a un incendio. La muerte tuvo lugar sobre las 22.00 del 1 de julio.

El juez, enseguida, sospechó de Higinia y decretó su ingreso en prisión incomunicada, aunque ya veremos que esto no se respetó.

Luego interrogó al hijo de la fallecida, que se hallaba encarcelado por haber robado una capa en un restaurante de Madrid. Éste afirmó no saber si su madre tenía enemigos, aunque sí dijo que era una persona con muy mal carácter.

También se pensó que el móvil podría haber sido el robo, pues el dormitorio de la fallecida había sido registrado y también se hallaron unas joyas tiradas por el suelo.

Por otro lado, Millán Astray se ofreció a interrogar a Higinia en la cárcel de mujeres para intentar que dijera la verdad.

Sin embargo, Higinia, a pesar de ser analfabeta, parecía ser una mujer muy inteligente y con una gran inventiva. Por eso mismo, dio varias declaraciones diferentes.

En la primera de ellas, dijo que, cuando estaba limpiando un mueble, se le cayó un jarrón y se rompió. Esto hizo estallar la ira de la dueña, que la amenazó. Así que Higinia cogió un cuchillo de cocina y se lo clavó. Luego le prendió fuego, utilizando petróleo.

Posteriormente, dijo que había encontrado unos billetes envueltos en papeles y que se los dio a su amiga Dolores Ávila, para que se los guardara. Así que buscaron a su amiga y, cuando la encontraron, la encarcelaron con ella.

En una tercera confesión afirmó que lo anterior era mentira y que lo único cierto era que el hijo se había presentado en la casa con unos amigos y que, mientras hablaban con la dueña, Higinia se había quedado con uno de ellos en la cocina. Una vez que la mataron, le dieron 1.000 Ptas. para que no hablara.

Lo más grave fue que implicó a Millán-Astray en esta trama, diciendo que lo había organizado todo, ya que había sido el que la había recomendado a la asesinada y el que había dejado salir a su hijo de la cárcel.

Curiosamente, hubo mucha gente que dijo haber visto a José Vázquez Varela por la calle, en los días anteriores y el mismo día del crimen. Incluso, que lo habían visto en los toros. Es más, un sastre lo reconoció y además dijo que llevaba un traje que le había hecho él.

También era un poco extraño que el hijo quisiera matar a su 
madre, porque, sólo 2 años después, sería mayor de edad y tendría derecho a cobrar la herencia de su padre. Por entonces, la mayoría de edad era a los 25 años.

Todo esto dio lugar al procesamiento de Millán-Astray y a decretarse su prisión sin fianza. Esto dio lugar a que fuera insultado en varios periódicos, contra los que se querelló y ganó ante los tribunales. Por lo visto, cuando le notificaron a Millán-Astray que iba a ser encarcelado, éste sufrió un infarto, pero consiguieron que se recuperase.

Parece ser que los funcionarios de la cárcel negaron que José Vázquez hubiera salido en algún momento de ella. Sin embargo, varios presos afirmaron lo contrario. Incluso, según dicen, hubo alguno que dio más detalles, pero, al día siguiente, apareció muerto en extrañas circunstancias.

Parece ser que Higinia declaró ante el juez que “el señorito mató a su madre y el señor Millán lo planeó. Yo iba a ser pagada generosamente por dejarle entrar en la casa”.

Aunque ahora nos parezca mentira, el juez despachó este sumario en 40 días. Dentro del cual figuraban como procesados Higinia, José Vázquez, Millán-Astray y Dolores Ávila.

El juicio comenzó el 26/03/1889. Como era previsible, fue mucha gente a presenciarlo, ya que los periódicos no hacían más que publicar artículos sobre este caso. Así que, en cuanto abrieron las puertas de la sala, la gente entró en tropel y el juez tuvo que poner un poco de orden en la sala.

El fiscal pidió para Higinia la pena de muerte por robo con homicidio y posterior incendio. Para Dolores Ávila pidió 18 años de prisión como cómplice y encubridora. El abogado defensor de Higinia era nada menos que el expresidente de la I República, Nicolás Salmerón.

En la primera sesión del juicio, Higinia dijo que todo lo declarado anterior es falso y que fue ella sola la que asesinó a su jefa. Así que el juez pidió que el psiquiatra doctor Simarro la hipnotizara. Sin embargo, el tribunal no dio validez a esta prueba.

Por otro lado, se supo que una de las veces en las que José Vázquez ingresó en prisión fue debido a que había acuchillado a una de sus amantes, que era nada menos que Dolores Ávila, apodada Lola la billetera.

El juicio dura nada menos que 36 días, en los que se van escuchando las declaraciones de unos 300 testigos.

Curiosamente, en la cuarta sesión del juicio, Higinia dio una nueva versión, en la que dijo que las únicas que mataron a su jefa fueron Dolores y ella para robarle su dinero.

Así que el juez ordenó un careo entre ambas y no consiguió más que una lluvia de insultos por ambas partes. Sin embargo, la gente seguía pensando que tuvieron algún cómplice masculino, porque aquellas cuchilladas habían sido dadas por alguien muy fuerte.

Incluso, Higinia dijo que, después de haber cometido el crimen, se fueron a cenar a un restaurante de lujo y se dieron un paseo en un coche de caballos. Algo que fue corroborado por algunos testigos.

También que fue Dolores la que la convenció para quemar el cadáver y así aparentar que había sido víctima de un incendio.

Todo ello da lugar a cientos de artículos en la prensa a favor y en contra de Higinia. Son los llamados sensatos e insensatos.

También hay quien sigue apostando por la culpabilidad del hijo de la fallecida, basándose en sus antecedentes penales. Así que tampoco se explican qué interés puede tener Higinia en autoinculparse por un crimen que no ha cometido.

Hay quien dice que alguien la ha convencido para que diga eso y así puedan salir libres todos de ese juicio. Algo que me recuerda, vagamente, a lo que le ocurrió a Mariana Pineda.

Algunos periódicos afirman que el juez no ha tomado en consideración que, en el lugar de los hechos, se encontraron tirados en el suelo 5 colillas de cigarrillos, 7 cerillas y papel de fumar. No deberían de haber dejado pasar por alto estas pruebas, porque ni Higinia, ni Dolores fuman.

Tampoco han tenido en cuenta que alguien drogó al perro, que era un bulldog, porque entraría en la casa alguien desconocido.

Así que algunos periódicos afirman que Varela le quiso robar el dinero a su madre. Para ello, Millán-Astray le recomendó a Higinia y luego dejó salir a Varela de la cárcel. Éste llevó a sus amigos a su casa, los cuales discutieron con su madre y la mataron y luego le pagaron a ella para que no dijera nada.

El juicio sigue su marcha de manera inexorable. Empezó el 26/03/1889 y terminó el 25/05/1889, cuando el Juez José María de Cárdenas y Peñalver dictó sentencia. Condenó a muerte a Higinia y a 18 años de prisión a Dolores Ávila. José Vázquez Varela y José Millán-Astray fueron absueltos por falta de pruebas. Lo que parece una sentencia muy conveniente para estos últimos.

Como es habitual, su defensa recurrió al Tribunal Supremo, alegando errores en el proceso judicial. Sin embargo, el recurso fue rechazado y las condenas se convirtieron en firmes, cuando tampoco el Gobierno de Cánovas aceptó conmutar la condena a muerte por la de 30 años de prisión.

Higinia fue ejecutada por medio del garrote el 19/07/1890, ante la puerta de la Cárcel Modelo de Madrid, porque todavía se realizaban públicamente las ejecuciones. Parece ser que a este acto acudieron miles de personas.

Lo que produjo más controversia fueron las últimas palabras de Higinia. La cual, antes de ser ejecutada dijo: “¡Dolores, 14.000 duros!”.

Eso dio lugar a múltiples interpretaciones, como si ese fue el motivo del robo o si esa era la cantidad que les habían prometido, si mantenían la boca cerrada.

Curiosamente, Pérez Galdós, alude en sus artículos que, según decían, la fallecida tenía en su casa 70.000 duros y por eso la mataron. Yo creo que serían 70.000 Ptas., que era el equivalente a 14.000 duros, tal y como dijo Higinia.

Parece ser que Dolores cumplió toda su condena en la llamada Cárcel de la Galera o de Quiñones, porque estaba en esa calle madrileña.

José Millán-Astray fue director de varias prisiones hasta su jubilación.

En 1893, José Vázquez Varela, volvió a salir en la prensa. Parece ser que una amante suya, llamada Antonia López Piñeiro, había caído por un balcón de una casa situada en la calle Carretas.

Curiosamente, se comprobó que la mujer no murió con la caída, sino que había sido estrangulada, previamente, antes de ser lanzada por el balcón.

También es muy llamativo que sólo fuera condenado a 14 años de prisión, ya que su defensor, Romero Robledo, logró que el juez considerase que se trataba de un homicidio y no de un asesinato. Así que fue enviado a un presidio en Ceuta.

Esto da que pensar que se trataba de un tipo con conexiones en las más altas esferas del poder, que le protegían de todos sus desmanes. No hay que olvidar que Romero Robledo fue varias veces ministro.

Parece ser que algunos de esos años los pasó en libertad, durante los cuales montó un estudio fotográfico, con el que tuvo mucho éxito, ya que se especializó en los retratos infantiles. Por lo visto, los que lo conocieron, dijeron que era una persona con dinero, porque se necesitaba mucho dinero para montar un estudio fotográfico de lujo, como el que él montó en Ceuta.

También aprovechó para casarse con la hija de otro fotógrafo sevillano, que, al igual que él, se hallaba desterrado en Ceuta.

Por lo visto, unos años más tarde, se trasladaron a Madrid y luego a Vigo, donde también ejerció como fotógrafo y donde murió a los 49 años.

 

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miércoles, 18 de junio de 2025

EL ACCIDENTE DEL CABO MACHICHACO EN SANTANDER

 

El 3 de noviembre de 1893 es una fecha que está en la mente de muchos santanderinos, porque se produjo un lamentable suceso, que alteró la vida normal de esa ciudad.

Ese día llegó a su puerto un barco llamado Cabo Machichaco. Se trataba de un vapor mercante, construido sólo 11 años antes en un astillero británico y propiedad de la famosa naviera Ybarra.

Procedía del puerto de Bilbao. Tenía que realizar una escala en Santander para dejar parte de su carga y luego seguir hasta Sevilla.

Aparentemente, llevaba sacos de harinas, bobinas de hierro, vigas de acero y maquinaria de diverso tipo.

Sin embargo, debajo de esos sacos, estaba la carga más importante: 1.712 cajas de dinamita y 12.000 kg. de ácido sulfúrico. El capitán sólo había declarado las 25 cajas de dinamita, que debían descargar en Santander.

Muy probablemente, la dinamita procedía de la fábrica que la Sociedad Española de la Dinamita tenía en Bilbao y es posible que ese ácido tuviera la misma procedencia.

Hay que decir que, en aquellos momentos, España estaba luchando contra una epidemia de cólera. Así que, como en Bilbao había varios casos de cólera, le obligaron a retrasar su entrada en el puerto y supongo que eso no le gustó nada ni a la naviera, ni a su capitán, el vizcaíno Facundo Léniz y Muga.

Aunque supongo que esos explosivos serían para los británicos, que entonces explotaban las famosas minas de Riotinto, en Huelva. Creo que tenían tanta prisa, porque era el primer cargamento de explosivos que se despachaba, después de la cuarentena y supongo que tendría un precio muy alto, porque llevaban muchos días sin explosivos para utilizarlos en las minas.

Quizás esa fue una de las razones por las que se le despachó pronto y le dejaron arribar al muelle más cercano a las dársenas para que pudiera descargar con mayor rapidez la carga, que tenía que dejar en esa ciudad.

Según se cree, alrededor de las 13.30, debió romperse uno de los envases que contenía el ácido sulfúrico y su contenido se fue dispersando por el suelo de madera de una de las bodegas. Lo que provocó que empezara a verse, por todas partes, un humo blanco, que era cada vez más espeso, procedente de una de las bodegas de proa. El ácido sulfúrico produce mucho calor al mezclarse con el agua.

Inmediatamente, la tripulación del barco se puso manos a la obra para apagar el fuego. También llamaron a los bomberos, pero entonces no podían venir tan rápidamente como ahora.

Así que fueron a ayudarles los marineros de otros barcos atracados en el puerto. Uno de los que fue a ofrecerles ayuda fue el santanderino Francisco Jaureguizar y Cagigal, capitán del vapor Alfonso XIII de la naviera Compañía Trasatlántica Española, que acababa de llegar procedente de Cuba.

Parece ser que era muy amigo del capitán Léniz y le preguntó si llevaba dinamita a bordo. Éste le respondió que ya había sido descargada. Lo cual era falso y el otro no se lo creyó, pero le ayudó.

También fueron muchos a curiosear, ya que eso era algo que no se veía todos los días. Incluso, acudieron algunas autoridades civiles y militares, como el alcalde, el gobernador civil o el jefe del regimiento de guarnición en esa plaza.

Eso ahora lo veríamos como algo inaudito, porque las autoridades sólo suelen ir cuando ya está apagado el fuego y, exclusivamente, para hacerse la foto. Así que no sé si fueron para poner un poco de orden o para impedir que se supiera la carga que llevaba ese barco, porque es muy posible que ellos sí lo supieran.

Varias horas más tarde, a pesar de los esfuerzos de los marineros, el fuego se propagó por todo el barco. Las llamas se podían ver desde muy lejos.

Posiblemente, se confiaron, porque, en aquella época, se creía que la dinamita sólo podía explotar con un detonador.

Sin embargo, a las 14.20, se produjo una gran explosión, que pilló desprevenidos a todos los que colaboraban en la extinción del incendio y a los cientos de curiosos, que se hallaban en el muelle, observándolo todo.

La explosión también provocó que las vigas, los clavos y raíles de hierro de 300 kg., que había en el interior del barco, salieran disparados e impactaran contra algunas casas cercanas al barrio portuario. Eso provocó la destrucción de varias manzanas de viviendas y varios incendios.

Todo ello, agravado con que la mayoría de los bomberos habían muerto con la explosión. Por eso mismo, los incendios tardaron una semana en lograr ser extinguidos y gracias a que acudieron bomberos de otros pueblos y provincias vecinas.

Todo el que hallaba en Santander pudo ver una enorme columna de humo negro, que apareció en el puerto, después de haber estallado el barco.

Oficialmente, se informó de que habían muerto 590 personas, aunque la gente siempre dijo que fueron más. Entre ellos, todas las autoridades, que habían ido a contemplar el incendio, los marineros, soldados, curiosos y hasta los dos capitanes mencionados anteriormente. Algo muy duro para una ciudad que entonces tenía unos 50.000 habitantes.

A partir de entonces, la máxima autoridad fue el presidente de la Diputación, Francisco Sáinz Trápaga, que no resultó afectado gracias a que no había ido al puerto.

También se incendiaron cientos de casas cercanas al puerto. Todo eso ocurrió, porque no se respetaron las medidas de seguridad dictadas por las autoridades de ese puerto, que obligaban a descargar las mercancías peligrosas en otras zonas más alejadas de la ciudad.

Por otro lado, hubo miles de heridos y los sanitarios no daban abasto para atender a tanta gente. Así que muchos se ofrecieron para ayudar.

Hay quien dice que la causa del incendio fue debido a que el capitán Jaureguizar y el comandante militar del puerto, el mallorquín Pedro Domenge y Roselló, convencieron al capitán Léniz para que hundiera el barco. Como tenían mucha prisa para abrirle vías de agua, unos obreros intentaron hacer saltar los remaches a base de martillazos. Esos martillazos producirían alguna chispa, que, muy probablemente, dio lugar a esa explosión.

Parece ser que un agente de aduanas, llamado Nicolás Benítez, que también era químico, fue corriendo para advertirles de que no hicieran eso, pero llegó demasiado tarde.

Ese día había varios barcos atracados en ese puerto. Con lo cual, también sufrieron daños, producidos por las vigas, que salieron disparadas del barco incendiado. Por lo visto, aparecieron restos del barco nada menos que a 600 m del lugar de la explosión.

Incluso, algunos trozos del barco impactaron contra un tren, que, en aquel momento, estaba saliendo de la estación, provocando varios heridos entre el personal ferroviario y los viajeros.

No hará falta que diga que nunca se persiguió a los culpables, porque es lo que siempre ha ocurrido en un país como España, donde siempre ha reinado la corrupción por todas partes.

Sin embargo, el escritor Echegaray, escribió en su obra “Naufragios”: “Lo que ocurría sencillamente es que desde aquel mismo instante había quedado patente la infracción de los reglamentos portuarios, cometida por parte del buque, de su consignatario, de la aduana y de las autoridades en general. Todos, absolutamente todos, eran culpables por imprudencia o negligencia (en mayor o menor grado) y además no tenían noción exacta de lo que estaban arriesgando en aquellos momentos”.

Sólo 4 meses después de esta gran tragedia, se dispuso que se vaciara la carga, que había quedado dentro de la bodega de ese barco, cuyos restos seguían en ese puerto. Para hacerlo, iban a utilizar grúas y buzos. Parece ser que la orden procedió del ministro de Hacienda, Germán Gamazo.

A primeros de marzo de 1894, un grupo de obreros se puso a trabajar para desguazar el barco. Parece ser que todavía había 463 cajas de dinamita, que estaba en buen estado, en la parte de popa. Así que es posible que saltara alguna chispa y eso produjo una nueva explosión. No tan grande como la anterior. Pero lo cierto es que provocó la muerte de 15 de los 18 trabajadores, que operaban en el barco.

Por lo visto, esto provocó mucho descontento popular. Surgieron manifestaciones y duros enfrentamientos con la Guardia Civil.

Afortunadamente, a finales del mes de marzo, llegó el cañonero Cóndor de la Armada española, el cual consiguió volar todo lo que quedaba de ese barco. Previamente, como medida de precaución, evacuaron a toda la población de la ciudad a una colina cercana, desde donde pudieron contemplar la explosión que destruyó por completo ese barco.

Por lo visto, el barco iba sobrecargado, porque el que tenía que haber zarpado la semana anterior se averió y este vapor tuvo que llevar su propia carga y la ajena.

Desgraciadamente, no fue ésta la única tragedia sufrida por la ciudad de Santander. La noche del 15/02/1941 tuvo lugar un gran incendio con unas consecuencias muy graves.

No se conoce bien el motivo, aunque se cree que pudiera haber sido debido a una chispa procedente de una chimenea, que prendió en alguna parte y eso, con el añadido de un fuerte viento del sur, que soplaba en aquella zona, hizo que se propagara muy rápidamente.

El incendio afectó nada menos que a 14 Ha, correspondientes a la zona más céntrica y antigua de la ciudad.

Cientos de edificios y miles de viviendas fueron afectados y unas 10.000 personas se quedaron sin casa. Por no hablar de la pérdida de cientos de comercios, hoteles, bares, etc. El fuego llegó hasta la misma catedral.

Afortunadamente, no hubo víctimas mortales, aunque sí muchos heridos. Salvo un bombero madrileño, perteneciente a un grupo, que se había trasladado desde la capital para ayudar en la extinción del incendio y que murió, cuando realizaba su trabajo.

Una de las consecuencias directas de este suceso fue el traslado de esos vecinos a otros nuevos barrios, construidos en el extrarradio. Mientras que, en la zona arrasada por el fuego, se construyeron edificios de oficinas y viviendas para la gente más acomodada.

 

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domingo, 15 de junio de 2025

IRENE POLO, TODA UNA DESCONOCIDA

 

Empiezo por mencionar que algunos me han dicho que sólo hago artículos sobre gente muy rara. La verdad es que suelo escribir sobre gente poco conocida, porque, para escribir sobre los famosos, ya están los que se ganan la vida con esto, que no es mi caso.

Como anécdota, puedo decir que, hace unos días, estuve visitando la Feria del Libro de Madrid y se me ocurrió preguntar en varias casetas, si tenían algún libro sobre este personaje. Curiosamente, todos me respondieron que no sabían quién era.

Nuestro personaje de hoy se llamaba Irene Polo Roig. Nació en 1909 en Barcelona, aunque también hay quien dice que nació un año antes.

Su padre era un guardia civil, llamado Antonio Polo Giró y su madre era Francisca Roig Arnau, ambos leridanos. Algunos autores dicen que su padre era sargento de la Guardia Civil.

Irene tuvo dos hermanas, llamadas María y Rosario, a las que les llevaba 3 y 5 años y con las que siempre estuvo muy unida. Parece ser que María siempre vivió con la familia, porque se hallaba enferma.

Hay quien dice que la economía familiar no era muy boyante, porque su padre era demasiado amigo de ir de copas y también muy mujeriego. Aparte de que no se llevaba muy bien con su esposa.

Parece ser que su padre murió en 1927, aunque desconozco la causa de su muerte. Así que Irene tuvo que ayudar a su madre para sacar adelante a su familia.

Por entonces, vivían en el barcelonés barrio de Poble Sec. Un barrio que entonces estaba a medio construir y donde vivían unas familias muy modestas.

Es posible que a muchos les suene el nombre de este barrio, porque fue donde nació el genial cantante Joan Manuel Serrat.

Parece ser que Irene tuvo una educación muy básica. Sin embargo, se le debían de dar bien los idiomas, porque aprendió francés e inglés. Algo que le sería muy útil en el futuro.

Por lo visto, era una mujer muy decidida. Supongo que pensaría que no perdería mucho si fracasaba, porque ya se hallaba bastante abajo socialmente.

Así que ese rasgo de su personalidad la hizo triunfar. Parece ser que comenzó trabajando como publicista para la productora cinematográfica francesa Gaumont. Es posible que así se fuera dando a conocer entre las revistas, que publicaban críticas de los estrenos de cine y de esa manera empezó su carrera periodística en El día gráfico. Estas publicaciones sobre cine se editaban en Barcelona, pero luego se vendían en el resto de España.

Por lo visto, una de sus muchas tareas fue la de traducir artículos sobre cine, publicados en revistas extranjeras, para reproducirlos en la suya.

A partir de entonces, probó suerte en varios periódicos y revistas barcelonesas. Entre ellas, Imatges, Mirador, La Rambla, L’Opinió, L’Instant, Meridiá, la Humanitat, Última Hora, Las Noticias, etc.

Nunca fue una periodista corriente, sino alguien que inyectó aire fresco al periodismo. Casi nunca estaba en la redacción. Era más partidaria de recorrer las calles buscando alguna exclusiva y eso hizo que fuera muy admirada entre sus colegas. Por ejemplo, se cuenta que, durante una huelga de mineros, bajó hasta el fondo de la mina para entrevistarlos.

A partir de 1930, la encontramos trabajando, a la vez en el diario Las Noticias y en la revista Imatges, dedicada al mundo del cine y a los reportajes de actualidad. Este último dejó de publicarse a finales de ese año.

Curiosamente, Antoni López i Llausás fue el propietario de la Librería Catalonia y también de la revista Imatges. Tras la guerra civil, se exilió en Argentina, fundando la Editorial Sudamericana, la cual fue la que publicó la primera edición de “Cien años de soledad”, de Gabriel García Márquez.

Precisamente, una de las entrevistas que realizó Irene para Las Noticias fue a la niña Teresita Guitart, la cual apareció en mi anterior artículo sobre Enriqueta Martí, la vampira del Rabal.

Ciertamente, Irene encontró en las entrevistas a personas corrientes un filón que no había sido explotado hasta entonces. Eso atrajo a muchos lectores, porque eran gentes de las que nunca se había hablado.

La llegada de la II República dejó a mucha gente en el paro y supongo que esa fijación suya por entrevistar a la gente, que estaba en las colas de los comedores de caridad, no le haría mucha gracia a los gobernantes republicanos.

También parece ser que su caída en desgracia vino motivada por un hecho muy concreto. Por lo visto, el propietario del periódico Las Noticias reunió a la plantilla para informarles de que la situación económica no era muy buena y eso traería como consecuencia de que les iban a rebajar a todos el sueldo. Por lo visto, Irene se manifestó, públicamente, en contra, y eso dio lugar a que la echaran del periódico.

No sé si también influiría en estas pérdidas la fracasada aventura del propietario, Rafael Roldós, reputado publicista, que había fusionado su empresa con la otra gran agencia barcelonesa de publicidad, Los Tiroleses. De ahí surgió la agencia de publicidad Roldós-Los Tiroleses, que sólo estuvo en vigor entre 1929 y 1931.

Se ve que andaría un poco escasa de ofertas de trabajo. Así que tuvo que aceptar una del diario L’Humanitat, un periódico dirigido por el propio Lluis Companys y al que muchos calificaban como el diario oficial de ERC. Una ideología, que no tenía nada que ver con la de Polo, que siempre se manifestó como de centro-izquierda, pero no nacionalista y muchos menos independentista.

En 1932 empezó a trabajar para la revista L’Opinió, de la que llegó a ser redactora jefa. Algo inaudito para una persona tan joven como ella.

Este diario también era partidario del nacionalismo  catalán y fue cerrado en 1934, después de la sublevación de la Generalitat, al frente de la cual se hallaba el propio Companys.

Parece ser que en este periódico empezó a escribir reportajes de contenido político. Algo que ya había hecho, unos años antes, en Imatges, bajo la dirección de Josep María Planes.

Por lo visto, tanto ella como Planes fueron muy críticos con los actos violentos realizados tanto por las fuerzas de ultraderecha como las de ultraizquierda y, más concretamente, con la CNT-FAI. Así que, como se suele decir, es muy probable que estos “les tomaran la matrícula”, como contaré más adelante.

Posteriormente, fichó por L’Instant, un diario vespertino, donde la destinaron al área de información local.

La última redacción en la que trabajó fue en diario liberal Última Hora. Allí también ocupó el puesto de redactora jefa y supongo que sería donde entrevistó a la famosa actriz catalana Margarita Xirgu.

Margarita y su compañía teatral iban a iniciar una gira por Hispanoamérica. Como ella era muy amiga de Federico García Lorca quiso que se uniera a ellos. Como no aceptó, quiso fichar a Rafael Rodriguez Rapún, como secretario, que se hallaba muy unido al poeta, y que también había trabajado en ese puesto en la compañía teatral de La Barraca, pero éste tampoco pudo ir.

Parece ser que, cuando Irene entrevistó a Xirgu, le impactó, muy positivamente, la personalidad de esta gran actriz. Supongo que ésta se daría cuenta y le propuso incorporarse a la compañía en calidad de representante y publicista y ella aceptó.

Como Irene Polo era lesbiana, hay quien dice que aceptó, porque se había enamorado de Margarita Xirgu, pero no hay nada claro sobre eso.

Parece ser que la noticia de que Irene Polo iba a irse a la gira de la compañía de Margarita Xirgu fue algo que corrió como la pólvora entre las redacciones barcelonesas. Así que, antes de su partida, le ofrecieron una cena-homenaje con un centenar de asistentes.

A finales de enero de 1936 toda la compañía teatral de Margarit Xirgu embarcó rumbo a Cuba para una gira que habría de durar 2 años.

Ni siquiera pudieron votar en las elecciones, que dieron la victoria al Frente Popular, las cuales se celebraron en febrero de ese mismo año.

Supongo que Federico no aceptaría la propuesta, porque, visto cómo estaba el ambiente, querría estar con su familia en Granada y celebrar allí su santo. Casualmente, San Federico se celebra el 18 de julio.

Volviendo a Irene, la gira duró casi 3 años, durante los cuales recorrieron varios países de Hispanoamérica, en los que ella iba firmando los contratos y preparando la llegada del resto de la compañía.

A partir de mediados de 1937, a la vista de que no podrían regresar a causa de la guerra civil, Irene fijó su residencia en Buenos Aires, aunque solía desplazarse a los nuevos lugares en los que actuaba la compañía.

En la capital argentina coincidió con el periodista y amigo Francisco Madrid, que también tuvo que salir huyendo de España, porque estuvo a punto de ser fusilado por los milicianos de la CNT. De hecho, lo tuvo que esconder el propio Companys, ya que había sido su secretario en el gobierno catalán.

Según algunos testimonios, Irene se aclimató con mucha rapidez a la vida intelectual bonaerense. Sin embargo, como siempre estuvo muy unida a su familia, hizo múltiples gestiones para reclamarlas.

En mayo de 1939 consigue que embarquen y lleguen a Argentina. Venían su madre y sus dos hermanas.  Sin embargo, Rosario, la hermana pequeña, pronto se fue a vivir con su marido, el crítico de arte y marchante, Joan Merlí, que también había conseguido exiliarse en Argentina.

Parece ser que ahí empezaron los problemas económicos de Irene. Ese año, Xirgu disuelve su compañía por estar enferma y se trasladó a Chile para recuperarse.

Así que, gracias a sus muchas amistades, Irene, pronto consiguió un trabajo como traductora en la Editorial Losada, que había sido fundada el año anterior.

Curiosamente, el fundador de la Editorial Losada fue Gonzalo Losada Benítez, que, hasta ese momento, había sido el director de la Editorial Espasa-Calpe en Argentina. Sin embargo, como era de ideas republicanas, no aceptó el nuevo rumbo franquista de esa editorial y fundó la suya propia.

Posteriormente, Irene, consiguió un trabajo como secretaria y publicista en la fábrica de perfumes Dana, que se acababa de inaugurar en esa ciudad.

Aunque empieza a irle bastante bien en este trabajo, sin embargo, muchos amigos suyos afirman que Irene cayó en un estado depresivo.

Algunos afirman que podría haber sido por un amor no correspondido. Muchos dicen que podría referirse a Margarita Xirgu, pero no parece cierto. Sin embargo, se sabe que mantuvo relaciones con una diplomática de la Embajada de México en Argentina y que luego fue trasladada a otro país.

Sin embargo, los que la conocieron más a fondo, sostienen que su depresión podría haber sido debida a no poder regresar a España para seguir ejerciendo el periodismo, que era lo que más le gustaba, y al avance del nazismo al comienzo de la II Guerra Mundial.

Algo parecido a lo que le ocurrió al famoso escritor austriaco Stefan Zweig, que se suicidó con su mujer en Brasil y ella supongo que debió conocer este hecho, porque la noticia apareció en todos los periódicos.

Todo ello desembocó en que, a principios de abril de 1942, se subió a la terraza del edificio en el que vivía en Buenos Aires y, según informó la Policía, se suicidó tirándose al vacío.

A mí se me había ocurrido pensar que la KGB o la FAI en el extranjero había tenido algo que ver en ello, porque esos no suelen perdonar a los que les critican, pero parece ser que fue un suicidio.

Para terminar, voy a narrar el caso de Josep María Planes. Se trataba de otro joven periodista, especializado en el periodismo de investigación y que fue el director de Irene en la revista Imatges, donde denunciaron a los que ejercían la violencia en las calles.

A pesar de que, cuando se inició la sublevación del 18/07/1936, se pronunció, públicamente, a favor del Gobierno republicano, en la CNT no le perdonaron que hubiera publicado unos artículos sobre los asesinatos de los hermanos Badía, a manos de la FAI.

Supongo que alguien le avisaría de que lo estaban buscando y llamó a algunos amigos para que lo ayudaran.

Parece ser que el poeta Josep María de Segarra le facilitó la entrada en el piso de un amigo, que se hallaba deshabitado.

Curiosamente, este piso se hallaba en la calle Muntaner, esquina a la plaza Adriano. La misma calle en la que, unos meses antes, habían asesinado a los hermanos Badía.

Por lo visto, como ya era el mes de agosto de 1936 y hacía mucho calor, Planes salió al balcón de la casa para fumarse un cigarrillo.

Parece ser que alguien lo denunció, confundiéndolo con un cura. Eso motivó que una patrulla de milicianos de la CNT forzara la puerta, lo detuviera y, al día siguiente, encontraran su cadáver en la carretera de la Arrabasada. Sólo tenía 29 años. No sé si Irene se enteró de ello, pero supongo que habría sido un duro golpe, porque eran muy amigos.

 

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