Como nos vamos acercando a la Semana Santa, se me ha ocurrido escribir un artículo sobre la biografía de uno de los más importantes autores de esas obras, que sacan todos los años en procesión por las calles españolas.
Por si no lo saben mis lectores de Hispanoamérica, en España, a los escultores de obras de tipo religioso se les llama imagineros.Nuestro personaje de hoy se llamaba Juan Martínez Montañés. Nació en 1568 en la localidad de Alcalá la Real (Jaén).
En realidad, “Montañés” debió de ser una especie de apodo familiar, porque ese era el que tenía su padre, que también se llamaba Juan Martínez. Así que es posible que tuviera un origen cántabro, porque así se llamaban, en aquella época, a los españoles, que vivían en Cantabria. En cambio, su madre se llamaba Marta González.
Supongo que sería una familia modesta, pues su padre tenía el oficio de bordador y tuvieron nada menos que 6 hijos. Algo muy raro ahora, pero muy normal en aquella época.
Nuestro personaje fue el primogénito y el único varón. Curiosamente, siempre tuvo muy buenas relaciones con dos de sus hermanas, que fueron las únicas que sobrevivieron hasta llegar a la edad adulta. Es sabido que en aquella época era muy alta la mortandad infantil.
Supongo que, en aquella época, se estaba intentando repoblar con cristianos todo el reino de Granada. Así que, en 1579, su familia se trasladó a esa ciudad y allí fue donde empezó a formarse con otro importante escultor llamado Pablo de Rojas.Curiosamente, Rojas había nacido en la misma localidad que nuestro personaje, aunque en 1549. Era el décimo hijo de un pintor llamado Pedro Raxis, originario de Cerdeña, que castellanizó su apellido. A este Raxis le apodaron el viejo, porque luego hubo otro pintor Pedro Raxis, llamado el joven, que era nieto del anterior y que colaboró en el taller de Martínez Montañés.
Así que estos Raxis montaron un taller familiar en Granada, donde también trabajaron otros personajes, como Martín Gaviria o Miguel Cano, padre del famoso Alonso Cano. Parece ser que fueron unos grandes especialistas en la técnica del estofado.
Pablo de Rojas fue un escultor muy influido por el manierismo, llegado de Italia y triunfante en aquel momento. Fue discípulo del granadino Rodrigo Moreno del que se conocen algunas obras suyas en su ciudad y también en el Monasterio del Escorial.
Aunque la especialidad de Rojas fue realizar obras para retablos, también fue el primero en realizar esculturas exentas, que son las que se utilizan para salir en procesión.
Volviendo a Martínez Montañés, hay que decir que se estuvo formando en el taller de Pablo de Rojas, al que siempre consideró como su maestro. Sin embargo, en 1587, se sabe que él y su familia se trasladaron a Sevilla.
Es preciso mencionar que, en aquella época, Sevilla era una de las ciudades más pujantes del mundo, ya que allí estaba la sede de la Casa de la Contratación, desde dónde partían y llegaban las naves cargadas de riquezas venidas de América.
Ese mismo año, se casó con Ana de Villegas, hija de un importante ensamblador de imágenes religiosas dentro de los retablos.
Parece ser que tuvieron cinco hijos. Optando tres de ellos por su ingreso en órdenes religiosas. Hay que decir que nuestro personaje siempre fue una persona muy religiosa.
Al año siguiente, tuvo que pasar un examen para poder ser admitido como maestro en su gremio. Algo muy habitual en aquella época y, por lo que se ve, las obras que realizó fueron muy del agrado del tribunal examinador. Así que eso le dio la oportunidad de poder trabajar como escultor y como ensamblador. O sea, los que diseñan y construyen los retablos.
Parece ser que los que lo conocieron dijeron que siempre fue un perfeccionista, pero también que era una persona con muy mal carácter, aunque también, a veces, sufría depresiones. Sobre todo, cuando le salía algo mal.
No sé si sería fruto de su mal carácter. Lo cierto es que se sabe que en 1591 se vio envuelto en una riña, que dio lugar al homicidio de un tal Luis Sánchez.Por lo visto, estuvo casi dos años encarcelado por este motivo. Sin embargo, fue puesto en libertad, tras haber acordado pagar la fuerte suma de 100 ducados a la viuda de la víctima.
Supongo que estaría preso en la Cárcel Real de Sevilla, la cual estaba situada entre las actuales calle Sierpes y Entrecárceles, donde hoy está la sede de una entidad bancaria.
Parece ser que era un edificio, que tenía 3 plantas y debió de ser bastante grande, pues solía haber hasta 1.000 presos.
Ciertamente, entre los muchos presos que hubo allí, se podrían mencionar algunos nombres muy conocidos, como Alonso Cano o Mateo Alemán.
Sin embargo, el más famoso de todos fue Miguel de Cervantes, que permaneció encarcelado allí entre septiembre y diciembre de 1597, cuando fue acusado de haberse quedado con el importe de los impuestos que había recaudado.
De hecho, dicen algunos autores que allí fue donde empezó a escribir Don Quijote.Parece ser que, en el siglo XVIII, este edificio ya se hallaba en muy malas condiciones y también fue afectado por el famoso Terremoto de Lisboa, ocurrido en 1755. Así que fue demolido en 1835.
En 1613 falleció Ana, su esposa. Sin embargo, al año siguiente, se casó con Catalina de Salcedo, hija de un pintor local, con la que tuvo otros 7 hijos.
En 1635, es muy posible que, gracias a la intervención de otro famoso sevillano, el pintor Diego Velázquez, fuera contratado por Felipe IV para realizar una gran obra. Se trataba de la estatua ecuestre de este rey, que podemos ver en la madrileña Plaza de Oriente.
Por lo visto, Montañés y Velázquez ya se conocían desde cuando el segundo estuvo aprendiendo en el taller de pintura de su maestro y luego suegro, Francisco Pacheco.Parece ser que, en aquella época, los distintos talleres solían realizar tertulias a las que asistían todos los miembros de varios talleres para aprender de sus maestros.
En su momento, esta estatua fue muy revolucionaria, pues nunca se había realizado una estatua ecuestre, donde el caballo tuviera sus dos patas delanteras en alto.
Así que se consiguió gracias a la colaboración de varias personas. Galileo fue el que hizo los cálculos y aconsejó que las patas traseras fueran macizas, mientras que las delanteras fueran huecas para lograr el equilibrio.
El pintor Velázquez fue el encargado de realizar los dos bocetos, que fueron aprobados por el rey. Mientras que Martínez Montañés se dedicó a modelar en barro un busto con la imagen del monarca.La fundición de esa estatua en bronce se la encargaron al escultor toscano Pietro Tacca, que tenía su taller en Florencia. Curiosamente, fue el mismo, que había fundido, unos años antes, la estatua de Felipe III.
Así que la estatua se empezó a proyectar en 1634 y se entregó en 1640. El mismo año de la muerte de Tacca.
En un principio, fue instalada en los jardines del antiguo Palacio del Buen Retiro y, por fin, tras haber sido instalada en varios lugares, fue colocada en el lugar en el que ahora está.
Velázquez retrató a Martínez Montañés, en uno de sus cuadros, mientras se hallaba modelando en barro el busto del monarca. Esta obra está expuesta en el Museo del Prado.
Parece ser que, en 1598, también colaboró, junto a otros artistas sevillanos, en la confección del túmulo dedicado al fallecimiento de Felipe II. Incluso, Cervantes fue otro de los colaboradores, escribiendo un famoso soneto.Desgraciadamente, Martínez Montañés murió en 1649. Fue uno de los 60.000 sevillanos, que murieron a causa de la epidemia de peste ocurrida en ese año y que se llevó por delante casi a la mitad de los habitantes de aquella ciudad.
También es verdad que ya tenía 81 años. Una edad muy longeva para la esperanza de vida, que había en aquella época.
Por lo que se refiere a sus obras, empezó trabajando muy influenciado por el estilo manierista de su maestro, aunque en sus obras finales se le ve un traslado al barroco. Sin embargo, en sus obras podemos apreciar un realismo, sin tener que acudir a las típicas expresiones exageradas, propias del Barroco.Fue un pionero en la llamada técnica de la encarnación, con la que conseguía que las pieles tuvieran un aspecto lo más realista posible.
La mayoría de sus obras son de tipo religioso. Salvo unas esculturas para unas tumbas de nobles y el mencionado busto del monarca.
Parece ser que su etapa en la que tuvo un mayor número de encargos fue entre 1603 y 1620. No sólo podemos encontrar sus obras en Andalucía, sino que también se pueden ver algunas en Extremadura y hasta en Hispanoamérica.
Dada su gran producción, y para no alargar más este artículo, he de mencionar que en Sevilla se pueden admirar varias de sus obras en los siguientes lugares: la catedral, el museo de Bellas Artes, la iglesia del Salvador, la de la Anunciación, el convento de Santa Clara y el de Santa Paula.
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