Seguro que muchos ya creen
saberlo casi todo sobre la II Guerra Mundial. Sin embargo, yo soy el primero
que afirmo que aún desconocemos más de la mitad de lo ocurrido en ese conflicto
bélico.
Por ello, se me ha ocurrido
escribir un artículo sobre una de las batallas más desconocidas de esa guerra.
Los sucesivos gobiernos
británicos, desde la primera revolución industrial, apostaron fuertemente por
la industria, dejando a un lado la agricultura y la ganadería.
Por ello, confiaron su
alimentación a los proveedores, que les suministraban productos de sus muchas
colonias, por medio de su inmensa marina mercante.
Eso ya lo vio el propio Napoleón
Bonaparte y, por eso, decretó el boicot de todos los países contra el Reino
Unido. Los únicos que no lo respetaron fueron Portugal y Rusia y ese fue el
motivo que alegó para invadir ambos países,
los submarinos. No obstante, los alemanes consiguieron hundir unos 3.000 barcos mercantes.
Sin embargo, en la II Guerra
Mundial, Alemania apostó fuertemente por el arma submarina, ya que sus barcos
no podían competir con la potente Armada británica.
Eso dio lugar a que esta vez
hundieran 4.700 barcos mercantes británicos y murieran unos 29.000 marineros.
Evidentemente, esto dio lugar a
una gran escasez de alimentos en el Reino Unido. La gente tuvo que plantar
verduras y hortalizas hasta en los parques públicos y el Gobierno castigó con
mucha dureza el mercado negro.
La verdad es que lo debieron de
pasar muy mal. Eso se puede ver en algunas series, aunque no muchas, porque ya
sabemos que los británicos tienen una memoria muy selectiva. De hecho, el Reino Unido, fue uno de los primeros países en pedir un préstamo al FMI.
Para el que esté interesado en esa
época, yo recomiendo una pequeña serie británica, que se llama Foyle’s War y
que tiene unos 20 años, pero todavía se puede ver en algunos sitios.
A modo de ejemplo, para ver cómo
lo pasaron, he de decir que en España eliminaron las cartillas de racionamiento
en 1952, mientras que en el Reino Unido fue en 1954.
Volviendo al tema de este
artículo, como la mayoría de las mercancías y los refuerzos británicos para la
guerra tenían que venir por el Índico y atravesar el Canal de Suez, los
alemanes se fijaron en la posición de Madagascar, que no está demasiado lejos
de Yemen y estaba bajo el control del Gobierno colaboracionista de Vichy. Sería
un buen sitio para enviar unas cuantas naves para impedir el paso de esos
convoyes británicos hacia el Mar Rojo y el Canal de Suez.
No hará falta recordar que Japón
entró en la guerra, en diciembre de 1941, tras atacar la base USA de Pearl
Harbor, situada en Hawai. A partir de entonces, se sucedieron las victorias
japonesas y eso puso en guardia a los aliados.
En enero de 1942 cayó Birmania y
en febrero del mismo año, nada menos que Singapur. Un lugar, que el Gobierno
británico había considerado inexpugnable.
A la flota británica se le ordenó
que zarpara de Birmania y se refugiara en el puerto de Mombasa, en la actual
Kenia.
El colmo fue cuando sus servicios
de Inteligencia detectaron que se habían reunido en Berlín un almirante alemán
con otro japonés para ponerse de acuerdo sobre la forma de actuar en el Índico.
Parece ser que acordaron que las prioridades serían tomar Madagascar, Seychelles
y Ceilán.
Así que la Armada británica
decidió tomar la iniciativa y, sospechando que iban a viajar hasta Madagascar,
decidieron tomar esa enorme isla, antes de que llegaran los japoneses para
instalar bases en esos puertos.
Además, la zona norte de la isla
de Madagascar se encuentra a unos 1.400 km de Mombasa. Así que la flota
británica correría un grave peligro, si se quedara en ese puerto. En tanto que
la distancia de Madagascar al Mar Rojo es de unos 2.400 km.
Por el contrario, creo que se
quedaron cortos con los efectivos a desembarcar, ya que sólo llevaron unos
4.000 efectivos entre marines y comandos. Sin embargo, el Gobierno francés de
Vichy tenía destacados allí a unos 8.000 efectivos, al mando del general Armand
Leon Annet.
Curiosamente, no le quisieron
decir nada al general De Gaulle para no estropear esta operación. Se ve que
nunca se fiaron mucho de él, ni él de los británicos.
El general Annet sólo podía
plantear una discreta defensa. Aparte de esos 8.000 efectivos, casi todos
senegaleses y malgaches, tenía 4 barcos y 5 submarinos de la Armada francesa.
Además de unas decenas de aviones y artillería de costa. Sobre el papel, no
estaba mal, pero era todo material y armamento muy obsoleto. Lo normal para una
isla que no había sido afectada por la guerra.
Los británicos eligieron como
zona de desembarco el puerto de Diego Suárez (actualmente, Antsiranana),
situado al norte de esa isla.
Por lo visto, lo primero que
hicieron fue inutilizar las defensas costeras, por medio del desembarco de
comandos.
Hay que decir que el general
Annet sólo tenía 3.000 efectivos defendiendo esa zona. Los demás estaban repartidos
por el resto de la isla. Así y todo, se produjeron unas 500 bajas en cada
bando.
No obstante, los japoneses ya
habían enviado allí varios de sus submarinos de bolsillo, los cuales
consiguieron dañar gravemente al acorazado británico HMS Ramillies, buque
insignia de esa flota, y hundir a un petrolero, que se hallaba junto a él.
Los submarinos franceses también alcanzaron a algunos barcos británicos, aunque sólo lograron hundir a una corbeta.
Al final, los británicos hundieron
tanto a los submarinos japoneses como a los franceses.
Seguro que nadie se hubiera
imaginado que hubieran luchado juntos los japoneses y los franceses contra los
británicos. Estas cosas son las que no les gusta recordar a los franceses.
Parece ser que los británicos
confiaron en una rápida victoria, dado el éxito que tuvieron al desembarcar. No
hay que olvidar que su último desembarco fue durante la I Guerra Mundial, en el
que sufrieron la derrota de Gallipoli.
Sin embargo, como esa isla es muy montañosa y los franceses no tenían la intención de rendirse, pasaron muchos meses hasta que lograron la rendición del general Armand Annet y sus tropas, la cual tuvo lugar en el mes de noviembre de ese año.
Por ello, el Alto Mando británico tuvo que enviar muchos refuerzos para poder vencerles.
Hay quien afirma que los
franceses resistieron durante más tiempo a los británicos en Madagascar que a
los alemanes, cuando invadieron Francia.
Tras la rendición del general Annet,
su puesto como gobernador de Madagascar fue ocupado por el general británico Sturges.
No obstante, en diciembre de ese año, fue sustituido por el general francés
Legentilhomme, leal al general De Gaulle. Esa lealtad le había ocasionado ser
condenado a muerte, en ausencia, por el régimen de Vichy.
La situación ya continuó de esa
forma hasta el final de la guerra.
Madagascar, como otros pueblos colonizados, quiso ser independiente. Eso dio lugar a un levantamiento, que tuvo lugar entre 1947 y 1949. Comenzando el Domingo de Ramos, que coincidía con la tradicional fiesta de año nuevo, según las costumbres de Madagascar.
Curiosamente, las autoridades francesas acusaron al Gobierno británico de estar apoyando a los rebeldes. Eso dio lugar a que expulsaran al cónsul y a todos los británicos residentes en esa isla.
Parece ser que no hubo demasiadas
bajas en el bando francés. Sin embargo, en el bando malgache se cuentan por
decenas de miles, ya que, según relatan los testigos, los franceses utilizaron
métodos absolutamente criminales, como incendios de pueblos, torturas,
fusilamientos masivos y hasta lanzamiento de personas vivas desde los aviones. Algo
que luego les copiaron en Argentina.
Incluso, detuvieron a tres
políticos malgaches, que eran diputados en la Asamblea Francesa. No respetaron sus
derechos como parlamentarios. Fueron encarcelados e interrogados mediante
torturas. Al final, les condenaron a cadena perpetua con trabajos forzados,
pero fueron amnistiados en 1958.
Sin embargo, varios miles de malgaches fueron juzgados por tribunales penales civiles y militares. Curiosamente, de las 44 penas de muerte dictadas por los consejos de guerra, sólo se ejecutaron 8. Mientras que de las 129 dictadas por los tribunales ordinarios, se ejecutaron 16.
Afortunadamente, en 1960 lograron su independencia.
Finalmente, tras haberse rendido,
el general Annet fue trasladado a Sudáfrica y de allí a Casablanca, para
terminar en una prisión parisina.
Posteriormente, en 1947, fue
juzgado y condenado por un delito llamado de indignidad nacional. Esta condena
daba lugar a la pérdida del derecho al voto, la expulsión de la Administración
pública o del Ejército, también la expulsión de los puestos directivos en las
empresas privadas, etc. Incluso, los tribunales podrían dictar el destierro
fuera de Francia y hasta la incautación de todos sus bienes.
Afortunadamente, este delito fue
abolido en 1951 y luego solicitó ser amnistiado. Cosa que logró en 1954.
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