ESCRIBANO MONACAL

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UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

martes, 28 de enero de 2025

THÉROIGNE DE MÉRICOURT, UNA HEROÍNA DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA.

 

Hoy voy a dedicar este artículo a un personaje histórico, que ha pasado casi desapercibido para todo el mundo. Sin embargo, yo creo que fue muy importante dentro de la Revolución Francesa.

Anne-Josèphe Théroigne de Méricourt, que era su verdadero nombre, nació en 1762 en la pequeña localidad belga de Marcourt.

Otros dicen que su apellido original era el valón Terwagne, pero lo cambió por Théroigne para que pudiera ser más popular entre los franceses.

Por lo visto, nació en el seno de una familia a la que podríamos calificar como acomodada, porque su padre era un rico labrador y propietario de varias fincas.

Desgraciadamente, su madre murió, tras dar a luz a su tercer hijo y nuestra protagonista, con sólo 5 años, fue enviada a vivir con unas tías, que residían en Lieja.

Allí, la enviaron a estudiar a un colegio de monjas. Sin embargo, no por mucho tiempo, ya que su tía se casó y no la trataba muy bien.

Así que decidió regresar con su padre. Sin embargo, éste también volvió a casarse y su madrastra tampoco la trataba nada bien.

Durante unos años, fue dando tumbos de un sitio a otro, hasta que, cuando tenía 17 años, una dama de la alta sociedad y de origen británico la contrató como dama de compañía y ambas se mudaron a Londres. Ella aprovechó para aprender a leer y escribir correctamente. También a cantar y a tocar un instrumento musical.

Al cabo de 4 años, se mudó a París y allí entabló relaciones amorosas con varios personajes. También recibió clases de canto.

Parece ser que, los días anteriores al estallido de la Revolución Francesa, ella se hallaba en Italia, en compañía de uno de sus hermanos.

Como ya se oían muchos rumores, ella se apresuró a regresar a París y se vistió con un traje de montar de hombre para que la dejasen entrar en todos los sitios donde estaban ocurriendo cosas trascendentales. Parece ser que algunos amigos le habían asegurado que iban a conseguir una serie de libertades para las mujeres.

Ello le llevó a estar tanto en París como en Versalles, que eran las dos ciudades donde estaba teniendo lugar la revolución.

Así que, enseguida, se apresuró a colaborar con los revolucionarios. Primeramente, fundó la Sociedad de amigos de la ley, que buscaba llevar el mensaje de los revolucionarios a todas las provincias de Francia.

Después, llegó a intervenir en la Asamblea Nacional en la que protestó porque no se les estaban dando las mismas oportunidades a las mujeres. Así que propuso la creación de clubes patrióticos de hombres y mujeres. Parece ser que era la única mujer que había en la Asamblea.

A pesar de que siempre se la veía vestida con ropa de montar de color rojo y un sombrero con una pluma negra y nunca despreció ir a los sitios más peligrosos, sin embargo, la prensa de la época comenzó una campaña difamatoria contra ella.

En 1790, regresó a su pueblo y luego fue a Lieja, donde fue detenida y llevada a Austria. No olvidemos que una parte de los actuales Bélgica y los Países Bajos pertenecían al Sacro Imperio.

Por lo visto, se fue de París, porque se había abierto una investigación contra ella y Louise Reine Audu, una de las participantes en la famosa marcha de las mujeres hasta el Palacio de Versalles.

Parece ser que pensaron que se trataba de una espía. Por ello, fue interrogada durante un mes hasta que se dieron cuenta de que era inocente y de que se estaba deteriorando
su salud. Así que la pusieron en libertad, siguiendo las órdenes del emperador Leopoldo II.

En enero de 1792 tuvo lugar su regreso a París. Allí fue recibida como una heroína, pues todos sabían que había sido encarcelada. Por ello, dio algunas charlas en el Club Jacobino.

Organizó uno de aquellos salones, donde conoció a algunos políticos muy importantes, como Pétion, Camille Desmoulins, Saint Just o el abad Sièyes.

También fue muy amiga de Olympe de Gouges, a la que ya dediqué otro de mis artículos, la baronesa de Aelders y el marqués de Condorcet.

Parece ser que fue una mujer muy bella y, por eso, sus admiradores la apodaron “la belle liégeoise”.

Sin embargo, esa buena acogida no duró mucho, porque ella seguía defendiendo los derechos de las mujeres. En cambio, los representantes de la burguesía querían que las mujeres se quedaran en casa.

Concretamente, una de las cosas que defendió fue que ellas tuvieran derecho a llevar armas y también la creación de un batallón femenino.

De hecho, cuando estalló la guerra, se mostró a favor de la misma y hasta intentó crear lo que llamó una falange de amazonas. Incluso, presentó cientos de firmas para que se le autorizara la creación de esa nueva unidad militar femenina.

En cierta ocasión dijo: “Rompamos nuestras cadenas. Finalmente, es hora de que las mujeres salgan de su vergonzosa nulidad, donde la ignorancia, el orgullo y la injusticia de los hombres las han mantenido esclavizadas durante tanto tiempo”.

Por lo visto, iniciaron una nueva campaña contra ella. En agosto de ese mismo año, la acusaron de haber estado implicada en la muerte de unos prisioneros monárquicos. Sin embargo, parece ser que era una acusación falsa.

Esta vez, se unió a los girondinos para intentar conseguir una igualdad de trato para las mujeres. Sin embargo, en mayo de 1793, cuando estaba pronunciando uno de sus discursos en el jardín de las Tullerías, defendiendo a Brissot, fue atacada por un grupo de mujeres jacobinas, las cuales consiguieron desnudarla y le dieron una gran paliza.


Supongo que no estarían de acuerdo con ella, debido a que rechazaba el terror revolucionario y defendía los derechos individuales.

También criticaba la centralización del poder y la falta de democracia en el gobierno de los jacobinos.

Por lo visto, estas mujeres eran las llamadas “tricotosas”. Unas mujeres, que solían asistir a todas las ejecuciones y siempre se las veía cosiendo para entretenerse hasta que empezase el “espectáculo”.

Parece ser que el famoso político Marat, que también era médico, logró rescatarla. Sin embargo, esos golpes le dejaron muchas secuelas, consistentes en fuertes dolores de cabeza y problemas psiquiátricos. Hay también quien afirma que se le pudo agravar la neurosífilis que llevaba padeciendo desde hacía varios años.

No obstante, parece ser que tenía un miedo terrible a ser guillotinada, como lo habían sido Olympe de Gouges y otros amigos suyos.

Curiosamente, ella empezó siendo muy radical. Sin embargo, no le gustó nada la marcha que estaba llevando la Revolución y pretendió que regresara a los ideales que la originaron. Quizás, por ello, pasó de apoyar a los jacobinos a irse con los girondinos y podría ser esa la razón por la que esas mujeres jacobinas le dieron esa paliza.

Tras haber sufrido esos golpes, su comportamiento era cada vez más errático. Así que su hermano pidió que fuera ingresada y en septiembre de 1794 se ordenó su ingreso en un asilo. Eso la libró de ser guillotinada, aunque también hay quien dice que fue una especie de venganza política.

En 1807, se ordenó su traslado al famoso Hospital de la Salpêtrière, donde estuvo ingresada durante 10 años. Parece ser que eso le sirvió para experimentar una cierta mejoría de su salud mental.

En 1808, uno de los ministros de Napoleón ordenó que se investigara si la petición del hermano de nuestro personaje no había tenido como objeto quedarse con todos sus bienes. Algo que no se demostró.

Desgraciadamente, ya nunca se pudo recuperar, falleciendo en junio de 1817, tras haber pasado 23 años ingresada en varios hospitales psiquiátricos.

Su vida ha sido narrada, con mayor o menor fortuna, por algunos autores muy famosos, como Lamartine, Dumas, Michelet, los hermanos Goncourt, etc.

Parece ser que los seguidores de la Revolución nunca le perdonaron las críticas que hizo a los revolucionarios porque nunca reconocieron los derechos de las mujeres.

Sin embargo, Léopold Lacour, un historiador francés, fallecido en 1939 y especializado en el feminismo, le da una gran importancia a Théroigne de Méricourt, junto a Olympe de Gougues y a Rose Lacombe, como las pioneras de los movimientos feministas en Francia.

Nuestro personaje ha inspirado también a muchos artistas. Como a la famosa obra de Eugène Delacroix, “La libertad guiando al pueblo”.

También fue mencionada en el famoso poema de Charles Baudelaire, “Las flores del mal”.

Por otra parte, su vida también ha inspirado varias obras de teatro, óperas y películas para el cine y la televisión.

 

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