Hoy voy a dedicar este artículo a
un personaje histórico, que ha pasado casi desapercibido para todo el mundo.
Sin embargo, yo creo que fue muy importante dentro de la Revolución Francesa.
Otros dicen que su apellido original
era el valón Terwagne, pero lo cambió por Théroigne para que pudiera ser más
popular entre los franceses.
Por lo visto, nació en el seno de
una familia a la que podríamos calificar como acomodada, porque su padre era un
rico labrador y propietario de varias fincas.
Desgraciadamente, su madre murió,
tras dar a luz a su tercer hijo y nuestra protagonista, con sólo 5 años, fue
enviada a vivir con unas tías, que residían en Lieja.
Allí, la enviaron a estudiar a un
colegio de monjas. Sin embargo, no por mucho tiempo, ya que su tía se casó y no
la trataba muy bien.
Así que decidió regresar con su
padre. Sin embargo, éste también volvió a casarse y su madrastra tampoco la
trataba nada bien.
Al cabo de 4 años, se mudó a
París y allí entabló relaciones amorosas con varios personajes. También recibió
clases de canto.
Parece ser que, los días
anteriores al estallido de la Revolución Francesa, ella se hallaba en Italia,
en compañía de uno de sus hermanos.
Ello le llevó a estar tanto en
París como en Versalles, que eran las dos ciudades donde estaba teniendo lugar
la revolución.
Así que, enseguida, se apresuró a
colaborar con los revolucionarios. Primeramente, fundó la Sociedad de amigos de
la ley, que buscaba llevar el mensaje de los revolucionarios a todas las
provincias de Francia.
Después, llegó a intervenir en la
Asamblea Nacional en la que protestó porque no se les estaban dando las mismas
oportunidades a las mujeres. Así que propuso la creación de clubes patrióticos
de hombres y mujeres. Parece ser que era la única mujer que había en la
Asamblea.
En 1790, regresó a su pueblo y
luego fue a Lieja, donde fue detenida y llevada a Austria. No olvidemos que una
parte de los actuales Bélgica y los Países Bajos pertenecían al Sacro Imperio.
Por lo visto, se fue de París,
porque se había abierto una investigación contra ella y Louise Reine Audu, una
de las participantes en la famosa marcha de las mujeres hasta el Palacio de
Versalles.
su salud. Así que la pusieron en libertad, siguiendo las órdenes del emperador Leopoldo II.
En enero de 1792 tuvo lugar su
regreso a París. Allí fue recibida como una heroína, pues todos sabían que
había sido encarcelada. Por ello, dio algunas charlas en el Club Jacobino.
Organizó uno de aquellos salones,
donde conoció a algunos políticos muy importantes, como Pétion, Camille
Desmoulins, Saint Just o el abad Sièyes.
También fue muy amiga de Olympe
de Gouges, a la que ya dediqué otro de mis artículos, la baronesa de Aelders y
el marqués de Condorcet.
Parece ser que fue una mujer muy
bella y, por eso, sus admiradores la apodaron “la belle liégeoise”.
Concretamente, una de las cosas
que defendió fue que ellas tuvieran derecho a llevar armas y también la creación
de un batallón femenino.
De hecho, cuando estalló la
guerra, se mostró a favor de la misma y hasta intentó crear lo que llamó una
falange de amazonas. Incluso, presentó cientos de firmas para que se le
autorizara la creación de esa nueva unidad militar femenina.
En cierta ocasión dijo: “Rompamos
nuestras cadenas. Finalmente, es hora de que las mujeres salgan de su
vergonzosa nulidad, donde la ignorancia, el orgullo y la injusticia de los
hombres las han mantenido esclavizadas durante tanto tiempo”.
Por lo visto, iniciaron una nueva
campaña contra ella. En agosto de ese mismo año, la acusaron de haber estado
implicada en la muerte de unos prisioneros monárquicos. Sin embargo, parece ser
que era una acusación falsa.
Esta vez, se unió a los girondinos para intentar conseguir una igualdad de trato para las mujeres. Sin embargo, en mayo de 1793, cuando estaba pronunciando uno de sus discursos en el jardín de las Tullerías, defendiendo a Brissot, fue atacada por un grupo de mujeres jacobinas, las cuales consiguieron desnudarla y le dieron una gran paliza.
Supongo que no estarían de acuerdo con ella, debido a que rechazaba el terror revolucionario y defendía los derechos individuales.
También criticaba la centralización
del poder y la falta de democracia en el gobierno de los jacobinos.
Parece ser que el famoso político
Marat, que también era médico, logró rescatarla. Sin embargo, esos golpes le
dejaron muchas secuelas, consistentes en fuertes dolores de cabeza y problemas
psiquiátricos. Hay también quien afirma que se le pudo agravar la neurosífilis
que llevaba padeciendo desde hacía varios años.
No obstante, parece ser que tenía
un miedo terrible a ser guillotinada, como lo habían sido Olympe de Gouges y
otros amigos suyos.
Curiosamente, ella empezó siendo
muy radical. Sin embargo, no le gustó nada la marcha que estaba llevando la
Revolución y pretendió que regresara a los ideales que la originaron. Quizás,
por ello, pasó de apoyar a los jacobinos a irse con los girondinos y podría ser
esa la razón por la que esas mujeres jacobinas le dieron esa paliza.
En 1807, se ordenó su traslado al
famoso Hospital de la Salpêtrière, donde estuvo ingresada durante 10 años. Parece
ser que eso le sirvió para experimentar una cierta mejoría de su salud mental.
En 1808, uno de los ministros de
Napoleón ordenó que se investigara si la petición del hermano de nuestro
personaje no había tenido como objeto quedarse con todos sus bienes. Algo que
no se demostró.
Desgraciadamente, ya nunca se
pudo recuperar, falleciendo en junio de 1817, tras haber pasado 23 años
ingresada en varios hospitales psiquiátricos.
Su vida ha sido narrada, con
mayor o menor fortuna, por algunos autores muy famosos, como Lamartine, Dumas,
Michelet, los hermanos Goncourt, etc.
Sin embargo, Léopold Lacour, un
historiador francés, fallecido en 1939 y especializado en el feminismo, le da
una gran importancia a Théroigne de Méricourt, junto a Olympe de Gougues y a
Rose Lacombe, como las pioneras de los movimientos feministas en Francia.
Nuestro personaje ha inspirado
también a muchos artistas. Como a la famosa obra de Eugène Delacroix, “La
libertad guiando al pueblo”.
También fue mencionada en el famoso
poema de Charles Baudelaire, “Las flores del mal”.
Por otra parte, su vida también
ha inspirado varias obras de teatro, óperas y películas para el cine y la
televisión.
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