He de reconocer que, de momento,
no tenía previsto hacer un artículo sobre este tema, pero, dado que me lo han
pedido, pues ahí va.
En marzo de 1939 ya todos los militares republicanos tienen muy claro que la guerra está perdida. Incluso, desde 1938, ya hay muchos militares que estaban presionando a Negrín para llegar a una especie de armisticio. Sin embargo, éste era partidario de seguir este conflicto bélico, porque ya se atisbaba a lo lejos que muy pronto iba a comenzar la II Guerra Mundial y él pensaba que los aliados se pondrían del lado del Gobierno republicano. Craso error el suyo.
Lo cierto es que el 16/02/1939
tuvo lugar una reunión en la base aérea de Los Llanos (Albacete) entre el
presidente Negrín y altos mandos militares, entre los que se encontraba el general
de brigada procedente del arma de Ingenieros, Carlos Bernal García, jefe de la
base de Cartagena.
En esa reunión, la mayoría de los
militares se mostraron en contra de continuar la guerra. Algo que no gustó nada
a Negrín. Así que no se le ocurrió otra cosa que destituir a algunos de los que
se oponían a sus deseos, como fue el general Bernal, sustituyéndolo por el
teniente coronel Francisco Galán, conocido miembro del PCE. También era hermano
del capitán Fermín Galán, uno de los militares que se sublevaron, en 1930, en
la guarnición de Jaca (Huesca) y que luego fue fusilado por ello.
Supongo que pretendió deshacerse
de esos mandos militares, porque ya sabría que estos estaban manteniendo contactos,
a través del coronel Casado, con el Estado Mayor de los nacionales. Hay que
decir que el 02/02/1939, Casado se había reunido con algunos de estos altos
mandos republicanos para exponerles la posición de los nacionales para dar término
a la guerra civil.
Aunque Franco había exigido la rendición incondicional, todavía había muchos militares, encabezados por el propio coronel Casado, que confiaban en que llegarían a un acuerdo entre militares y se respetarían sus puestos en el Ejército y la Armada. Otro craso error.
Negrín cometió otro grave error,
que fue abandonar Madrid, junto con los pocos que le apoyaban, que eran casi
todos los mandos del PCE, y trasladarse a una finca cercana a la localidad
alicantina de Elda. Esto fue visto por muchos como una forma de prepararse una
huida rápida hacia el exilio, ya que tenían muy cerca una base aérea y un
puerto.
Negrín exigió que el coronel
Casado se presentara en aquella finca, a la que habían denominado Posición
Yuste, muy cerca de otra, donde se habían alojado altos jerarcas del PCE.
Casado conocía muy bien a Negrín
y a los comunistas y, por ello, se negó a trasladarse hasta allí.
Por otro lado, se comenta que Negrín pensó sustituir a todos los altos mandos del Ejército por significados militantes comunistas. Algo que no llegó a ocurrir, aunque sí es cierto que estos estaban muy vigilados por los comisarios políticos, que eran todos del PCE.
A la vista de esta situación, el
03/03/1939, estalló una rebelión en la base naval de Cartagena, sede de la
flota de la Armada republicana y donde también existía una importante
guarnición del Ejército de Tierra.
Varios mandos militares, encabezados por el capitán de navío Fernando Oliva, jefe del Estado Mayor en esa ciudad, que siempre habían estado en el bando republicano, se rebelaron contra esta decisión de estar a las órdenes de comunistas. Incluso, la marinería, donde abundaban los afiliados a la CNT, apoyó esta sublevación de sus mandos.
Pronto nombraron como jefe a
Rafael Barrionuevo, general de brigada de Infantería de Marina retirado. Éste se puso en contacto con el alto mando
nacional, garantizándole que la sublevación había triunfado en casi toda la
ciudad y que las baterías de costa no les dispararían, pero que deberían de
darse prisa para traer refuerzos a fin de afianzar la situación.
De esa manera, se unieron en su
afán los militares que habían protagonizado ambas sublevaciones. Los primeros
eran republicanos, pero partidarios del coronel Casado, mientras que los de
Barrionuevo eran partidarios de los nacionales.
Por otra parte, como el teniente coronel Galán había sido detenido por los sublevados, el almirante Buiza, jefe de la flota, amenazó con bombardear el edificio de la Capitanía, si no era puesto, inmediatamente, en libertad. Barrionuevo accede a ello.
Sin embargo, ahora amenaza a la
flota con bombardearla, si no se va de Cartagena en los próximos 15 minutos.
Así que Galán es invitado a montar en uno de esos barcos y la flota se hace a
la mar con destino a Orán, en la Argelia francesa.
Mientras ocurrían esos sucesos,
Negrín había ordenado que la 206 Brigada Mixta, a las órdenes del mayor de
milicias y dirigente comunista Artemio Precioso Ugarte, se dirigieran a
reconquistar esa ciudad. A primera
vista, podría pensarse en un difícil empeño, sin embargo, lo consigue a
mediodía del 05/03/1939.
Curiosamente, años más tarde, Artemio
Precioso Ugarte, fue presidente de Greenpeace España.
Por otro lado, desde el cuartel
general de Franco se da la orden de que una flota compuesta, exclusivamente,
por barcos de transporte se dirija desde el puerto de Castellón hasta el de
Cartagena. Ni siquiera piden la protección de otros barcos de la Armada
nacional, ya que han sabido que la Armada republicana ha huido hacia Orán.
Tampoco sabemos si esa orden la dio el propio Franco, porque, según dicen algunos autores, en ese momento, se encontraba aquejado de una fuerte gripe.
Es posible que quisieran darse
mucha prisa para llevar refuerzos a Cartagena dado que les interesaba mucho que
no fracasara la sublevación en esa ciudad. Por lo visto, los destructores de la
Armada nacional se encontraban a una distancia considerable y tardarían
bastante tiempo en llegar hasta allí.
Hay que decir que se lo jugaron
todo a una carta, porque el Gobierno francés se negó a admitir a la flota republicana
en Orán y el almirante Buiza pensó regresar a Cartagena, aunque luego le dieron
permiso para atracar en Bizerta.
De todos modos, la flota
nacional, procedente de Castellón, fue llegando en la madrugada del 06/03, sin
problemas de ningún tipo, a la costa de Cartagena. Estaba formada por unos 30 buques,
que transportaban a unos 25.000 soldados. El problema es que sólo los podrían
desembarcar en un puerto, ya que no podrían hacerlo en ninguna playa.
Sin embargo, sobre las 9 de la mañana, empiezan a recibir los disparos procedentes de las baterías de costa de Cartagena. Así que el vicealmirante Moreno da la orden de retirada
Parece ser que también llegaron otros
barcos con refuerzos nacionales, procedentes del puerto de Málaga.
Por lo visto, ahora es cuando
Franco da la orden de que desembarquen en Portmán, pero esto se hace imposible
a causa del fuego de la artillería de costa.
Por ello, el vicealmirante Moreno
se entrevista con Franco y le convence de que lo mejor es ordenar una retirada,
antes de que hundan alguno de esos barcos.
Así que, el 08/03/1939, se da la
orden de retirada y todos los barcos regresan a sus puertos de origen. Sin embargo,
pronto se dan cuenta de que hay dos que no regresan. Uno es el Castillo de
Olite y otro el Castillo de Peñafiel. En el caso de este segundo barco, pronto
se recibe una comunicación por radio del jefe del puerto de Ibiza, donde
informa al alto mando nacional de que ha llegado este barco a ese puerto, con algunas
bajas a bordo.
Sin embargo, del primero no se sabe nada. Una semana más tarde, se escucha una información, emitida desde una emisora soviética, donde se da cuenta del hundimiento de ese buque, pero no le hacen mucho caso. Incluso, algunos desertores, que se han pasado al bando nacional, informan de ello.
Para empezar, el Castillo de
Olite, realmente, fue un barco mercante soviético, capturado por la Armada
nacional, el cual fue incautado, cuando se dirigía con contrabando hacia
Gibraltar.
Su nombre original era Postishev
y había sido botado en 1921 en un astillero holandés. Era un barco muy lento,
pues sólo alcanzaba los 10 nudos y en su interior viajaban unos 2.112 soldados.
Antes de embarcar a esos soldados, habían tenido que descargar casi toda la carga, que iba dentro del buque, en su mayor parte estaba compuesta por sacos de harina.
Así que, como no era un barco
destinado a embarcar tropas, y como era un viaje corto, los habían metido en
los compartimentos para la carga de los cuales sólo se podía salir a través de
unas compuertas, por donde sólo podían pasar de uno en uno. Parece ser que la
mayoría de esos soldados eran gallegos.
Por lo visto, el barco no debería
de estar en muy buen estado, porque salió de Castellón con la radio averiada y
sin tener contacto con el resto de la flota de transporte de tropas. Al mando
del barco estaba el alférez de navío Eugenio Rodríguez Lazaga
Así que, cuando de se acercaron confiados a la bocana del puerto de Cartagena, recibieron un primer disparo, que no les alcanzó por muy poco. Sin embargo, cuando intentaron dar media vuelta, fueron alcanzados por un segundo disparo, que impactó en el centro del barco y provocó que se hundiera en muy pocos minutos.
Como era de esperar, ese hundimiento tan rápido provocó que muchos no pudieran escapar por las compuertas y se hundieran dentro del barco.Curiosamente, antes de que este
barco se aproximase a Cartagena, fue sobrevolado por un hidroavión de
reconocimiento del bando nacional, el cual quiso indicarles que se dieran la
vuelta, pero ellos no entendieron el mensaje y continuaron su viaje.
Según dijeron los supervivientes,
muchos se salvaron, porque se aferraron a los sacos de harina, los cuales se
solidificaron al contacto con el agua salada y flotaron hasta llegar a la
costa. De esa manera, consiguieron llegar hasta la costa del pueblo de
Escombreras.
El balance fue de 1.477 muertos, 342 heridos y 293 detenidos y enviados a un campo de concentración hasta el final de la guerra en la localidad de Fuente Álamo.
Por lo visto, la orden que le
dieron por carta a Rodríguez Lazaga era la de no penetrar en el puerto de
Cartagena hasta que no le dieran la orden. Sin embargo, como se había quedado sin
contacto con el resto del convoy, pensaron que los demás ya estarían dentro del
puerto. Así que enfilaron hacia el interior y, cuando vieron que todavía había muchas
banderas republicanas, pretendieron darse la vuelta.
Entre tanto, el capitán Guirao, perteneciente
a la 206 Brigada Mixta, que había conquistado Cartagena, llegó hasta la sede de
la batería la Parajola, al mando del capitán Antonio Martínez Pallarés. Éste no
quería disparar sobre el barco, porque sabía que la guerra casi había terminado
y esto le podía traer graves consecuencias.
Sin embargo, Guirao puso su pistola
sobre la cabeza de Pallarés y le ordenó disparar. Así que eso hizo. Esa orden
le costó a Pallarés un consejo de guerra y su fusilamiento en 1941. Guirao tuvo
mejor suerte y se exilió en Francia.
Incluso, Guirao ordenó que
disparasen dos veces más para ahuyentar a los barcos, que venían desde Escombreras
para auxiliar a ese buque. No obstante, los pescadores siguieron rescatando a
los supervivientes.
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Mil gracias Juan.
ResponderEliminarGracias a tí. Espero que te haya gustado.
EliminarBuen relato Juan
ResponderEliminarBuen relato historico, mi padre vio dicho hundimiento era artillero de costa e Cartagena
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