ESCRIBANO MONACAL

ESCRIBANO MONACAL
UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

viernes, 3 de octubre de 2025

EL MISTERIO DE GIULIO CANELLA

 

Como parece que ha tenido una buena acogida mi anterior artículo sobre Martin Guerre, se me ha ocurrido hacer otro, sobre un suceso similar, pero esta vez ocurrido en pleno siglo XX.

En marzo de 1926 un tipo, que parecía ser un vagabundo, penetró en el cementerio judío de Turín y se quiso llevar un pequeño jarrón de bronce, que había encima de una delas sepulturas.

Cuando ya se iba tan contento, por haber conseguido algo de valor, a fin de venderlo para sacar algo para comer, fue interceptado por un vigilante del cementerio, el cual lo detuvo y llamó a los carabineros.

Era un hombre de aspecto fornido y cuarentón y con una barba muy desaliñada, el cual sólo pronunciaba unas frases sin sentido. Ni siquiera sabía cómo se llamaba, pero un detalle que anotaron fue que hablaba en un dialecto propio del Piamonte.

Parece ser que el vigilante estaba muy atento, porque, en días anteriores, ya se habían producido otros robos en ese mismo cementerio

Así que lo llevaron a la comisaría y luego al juez de guardia, el cual decidió ingresarlo en un manicomio para ver si mejoraba su estado mental.

Curiosamente, este paciente hizo buenas amistades entre los psiquiatras del centro, quizás debido a su buen comportamiento y a sus finos modales.

Así que, en 1927, estos tuvieron la idea de llevar su historia a la prensa y poner su foto en los periódicos, para ver si alguien lo podía reconocer.

Un habitante de Verona, llamado Renzo Canella, al ver la foto en la prensa, se le ocurrió que ese hombre se parecía mucho a su hermano Giulio, el cual había desaparecido durante la I Guerra Mundial. Incluso, lo visitó en ese centro, pero le quedaron dudas de que fuera el mismo.

Para colmo, el paciente llegó a escribir una carta a Renzo, donde le decía que creía unirle algún vínculo familiar, pero no lo recordaba.

No obstante, fueron varios amigos de Giulio a visitarlo al manicomio y hubo división de opiniones.

En cuanto a Giulio Canella, se trataba de una personalidad en el mundo de la Filosofía. Había nacido en 1881 en la ciudad de Padua. Fue catedrático de esta disciplina académica, consiguiendo dos doctorados, y también fue director de una especie de Escuela normal de Magisterio, en Verona.

Parece ser que también fue un católico ferviente y en 1909 había fundado, con el sacerdote Agostino Gemelli, una revista dedicada a la visión católica de la Filosofía y también un periódico de tendencia católica.

Este clérigo, aparte de ser franciscano, también se dedicó a la Medicina. Por ello, le pusieron su nombre a uno de los hospitales más grandes de Italia. Donde también suelen recibir atención médica los Papas.

En 1913, Giulio se casó con una prima suya, Giulia Concetta Canella, mucho más joven que él y perteneciente a una familia con muchas propiedades en Brasil. Su padre había emigrado en 1891a ese país.

De este matrimonio nacieron dos hijos, llamados Rita y Giuseppe.

Desgraciadamente, en 1916, Giulio fue movilizado para luchar en la I Guerra Mundial, con el grado de capitán.

La última vez que lo vieron con vida fue en una batalla en la actual Macedonia del norte, donde los italianos combatieron contra los búlgaros y él fue hecho prisionero por las tropas enemigas, tras haber sido herido en la cabeza. A partir de entonces se le dio por desaparecido.

Evidentemente, su familia estaba deseando que un día volviera. Quizás, esa fue la razón por la que Giulia se personó en el manicomio y allí, tras algunas dudas, abrazó y besó al paciente tras haberlo reconocido como su marido. Curiosamente, él ni siquiera la reconoció.

Parece ser que, para esta primera visita, idearon que ambos debían de pasear, junto a un grupo de gente, por el patio del manicomio, para ver la reacción del paciente.

Sin embargo, durante una segunda visita, él ya pareció empezar a recordar algo.

Tras una tercera visita, parece que él empezó a recordar y a reconocerla como su esposa.

También fue reconocido por una condesa, que había sido compañera de estudios de Giulio.

Así que en marzo de 1927 se lo llevó a casa. Un acontecimiento que apareció en varios periódicos de la zona.

Hasta aquí todo bien ¿Qué podía salir mal? Sin embargo, siempre hay ciertos acontecimientos que se nos escapan.

Sólo una semana después del regreso de Giulio a su casa, un comisario de Turín recibió una carta anónima en la que le decían que este hombre no era Giulio, sino un tipógrafo anarquista, llamado Mario Martino Bruneri, nacido en 1886, del cual ya existían antecedentes policiales. Por lo visto, tenía pendiente una condena de dos años por estafa.

Así que dieron la orden de conducirlo hasta Turín y allí, en la propia comisaría de Policía, fue reconocido por Rosa, su esposa, su hijo, al que hacía varios años que no veía, sus hermanos y hasta su amante.

Sin embargo, él siguió negando conocerlos y eso dio lugar a varios artículos periodísticos y a que la opinión pública se dividiera entre los que creían que era Giulio y los que creían que era Mario.

Por el contrario, Giulia seguía defendiendo que se trataba de su marido y que esto no era otra cosa que una jugada bien estudiada para meter ruido y sacarle dinero.

Esta vez la Policía quería salir de dudas y le tomaron las huellas digitales. Como ya tenían fichado a Mario, sólo tuvieron que comparar las huellas y comprobaron que se trataba de la misma persona.

Aparte de ello, también hicieron uno de aquellos estudios antropológicos, que todavía se utilizaban en aquella época, y vieron que existían varias diferencias con las fotos de Giulio.

Por lo visto, como el tema no quedaba aún claro, lo volvieron a ingresar en el mencionado manicomio. Algo que no gustó nada a Giulia, la cual contrató a un famoso abogado y hasta movió sus hilos dentro del gobierno fascista que existía entonces en Italia.

A finales de 1927, un juez dictaminó que era Mario Bruneri y ordenó su salida del manicomio.

Curiosamente, ahora era Rosa, su mujer, la que no lo quería, porque le había dado muchos disgustos. Aparte de que todavía tenía pendientes algunas condenas por robos y estafas.

Me viene a la memoria un refrán medieval que dice: “La buena mujer, que tiene un mal marido a menudo tiene el corazón dolido”.

El famoso escritor Leonardo Sciascia escribió una novela sobre este extraño asunto, titulada “El teatro de la memoria”. Se refería a que le fabricaron una personalidad para que Mario creyera ser Giulio Canella. Sin embargo, muchos de los que habían conocido a Giulio se dieron cuenta de que la formación de Mario era la propia de un autodidacta.

Aparte de que Giulio hablaba varios idiomas y tocaba muy bien el piano. Mientras que Mario no sabía nada de eso. Ni siquiera conocía las notas musicales. Incluso, se las ingenió para no ir a la guerra.

Independientemente de que este hombre tuviera problemas mentales, tampoco le interesaba reconocer que era Mario Bruneri, porque sería un hombre pobre y con varias condenas pendientes. Mientras que, si decía ser Giulio, sería un hombre rico y viviría con una familia que le querría.

En 1928 tuvo lugar en Florencia un juicio para dilucidar quién era. Allí acudieron varios testigos, entre ellos, estuvo el mencionado padre Gemelli.

Por lo visto, éste dijo que no era Giulio y Giulia se enfadó muchísimo con él, alegando que querían quedarse con sus negocios.

Incluso, compareció la amante de Mario para declarar que ella le estaba esperando no lejos del cementerio, ya que fue a robar ese jarrón, porque no tenían para comer y que, como no volvió, fue a preguntarle al guardia si lo había visto por allí.

Sin embargo, compareció un testigo, que había sido soldado con el capitán Canella. Dijo que lo había conocido en el campo de concentración y que le escribía sus cartas. Sin embargo, tras escribir las suyas personales, solía romperlas entre llantos, porque no conseguía recordar la dirección de su casa.

Curiosamente, los abogados de ambas partes elogiaron la personalidad académica de Giulio Canella. En cuanto al abogado de la mujer de Mario no quiso echar mucha leña al fuego, porque ésta tampoco quería que fuera a la cárcel.

Parece ser que el tribunal no le hizo caso a Giulia a pesar de mostrar su barriga de embarazada. Así que ordenó que Mario cumpliera los dos años de cárcel, que tenía pendientes de cumplir, aunque luego le rebajaron mucho esa pena, debido a su buena conducta.

Así que tuvieron primero una hija y luego dos hijos más. Lógicamente, no los podía reconocer como hijos de Giulio Canella.

Por ello, la familia de Giulia optó por una rápida solución y les dijeron que se trasladaran a Brasil. Como el padre era uno de esos potentados, que vivían en ese país,
lograron inscribirlo como Julio Canella y así pudo reconocer a los hijos habidos entre ambos.

Es de suponer que sobornarían a algún funcionario para que le hiciera un pasaporte a nombre de Giulio Canella, porque, si se lo hubieran hecho a nombre de Mario Bruneri no le hubieran dejado salir de Italia.

Incluso, aprendió a hablar en portugués y hasta se interesó por la Filosofía, impartiendo varias conferencias a lo largo de ese gran país.

Posteriormente, unos expertos brasileños estuvieron estudiando los rasgos faciales y hasta la dentadura de él y de los hijos de Giulia y afirmaron que todos podían ser hijos del mismo padre.

Aquí se podría aplicar otro refrán medieval: “El amor puede mucho, pero el dinero lo puede todo”.

Giulia seguía empecinada en que lo reconocieran los tribunales italianos, pero pinchó en un hueso muy duro de roer. Perdió en 1930 y luego en 1931. Hasta el ministro de Justicia de Italia se interesó por este asunto. Apelaron hasta al mismo Mussolini.

Así que ya no pudo recurrir más y se quedaron viviendo en Brasil, donde el nuevo Julio murió en 1941.

Parece ser que la familia de Giulia tenía muy buenas relaciones con el Vaticano. Así que logró que el Papa Pío XI reconociera al hombre como Giulio Canella y a todos los hijos como suyos.

Giulia siguió recurriendo hasta su muerte, ocurrida en 1977. Por lo visto, llegó a contratar a Francesco Carnelutti, considerado uno de los mejores abogados de Italia.

Incluso, en los años 50, le propusieron hacer una película sobre la vida de Giulio, pero no llegaron a ningún acuerdo.

 

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