ESCRIBANO MONACAL

ESCRIBANO MONACAL
UNA GRAN OBRA MAESTRA REALIZADA EN MARFIL

viernes, 31 de octubre de 2025

LYSENKO O LA NEGACIÓN DE LA CIENCIA

 

Todos sabemos que siempre han existido estafadores que, con su verborrea, han sabido encandilar a las masas en su provecho. El problema es cuando uno de estos se escuda en un título universitario y eso hace que la gente se fíe más de él.

No hará falta que diga que se han cometido muchas barbaridades en nombre de unos supuestos experimentos científicos. Por ejemplo, tenemos el caso de los médicos nazis, que, al final de la guerra, la mayoría de ellos acabaron ahorcados.

También se me ocurre el infame experimento Tuskegee, al cual dediqué otro de mis artículos. En este caso, los médicos USA, en lugar de curar las enfermedades venéreas de los pacientes, les daban placebos y se limitaban a estudiar cómo se iban muriendo.

Sin embargo, nuestro personaje de hoy nació en el antiguo Imperio Ruso. Trofim Denisovich Lysenko nació en 1898 en una pequeña localidad de la actual Ucrania. Concretamente, en Karlivka, en la ahora famosa y disputada zona de Donetsk.

Era hijo de una familia campesina, aunque supongo que sería acomodada, ya que pudo realizar estudios superiores en el Instituto Agrícola de Kiev, logrando, en 1925, algo parecido a una licenciatura como ingeniero agrónomo.

En 1927, cuando trabajaba en una estación experimental agrícola en Azerbaiyán, llamada Instituto de Botánica aplicada y nuevos cultivos de la URSS, el famoso diario Pravda se hizo eco de unos supuestos logros de este investigador. 

Afirmaba que había encontrado una forma de abonar la tierra sin necesidad de fertilizantes y, que, incluso, podía cultivar guisantes en invierno para paliar la hambruna en la que vivían los habitantes de la antigua URSS.

Ya sabemos que a los periodistas les encanta la gente que les proporciona unos buenos titulares, aunque sean falsos. Así que eso era lo que hacía Lysenko, citar, de vez en cuando, a los periodistas para mostrarles sus supuestos avances, aunque luego se convirtieran en un fracaso.

Por eso mismo, le llamaron el Lenin del trigo. Un campesino que, según decían, había derrotado, a la vez, al invierno y a la ciencia capitalista. Así, algunos comunistas soñaron con crear, de esa forma, al hombre nuevo.

Precisamente, en aquel momento, Stalin estaba buscando algo que le diera una serie de hechos para reforzar el comunismo. Así que llegó a pronunciar esta frase lapidaria: “El camarada Lysenko está en el camino correcto”. Como es de suponer, a partir de entonces, nadie se atrevería a oponerse a las ideas de Lysenko.

Curiosamente,  en esos primeros experimentos, fue apoyado por un famoso botánico soviético llamado Vavilov, del cual volveremos a saber en este artículo.

En esta época, se casó con una de sus ayudantes, llamada Alexandra Baskova.

Por lo visto, uno de sus primeros experimentos consistió en estudiar el grado de calor que necesitaba cada planta para germinar. No obstante, cometió errores en su estudio y, como fue criticado por algunos estadísticos, se enemistó con ellos. Se ve que no le gustaban las críticas.

Después, se empeñó en convertir el trigo de invierno en trigo de primavera, al tratar las semillas con humedad y frío. Con eso pretendía que fueran más resistentes y eso lo heredaran sus descendientes. Ese año acertó. No obstante, al año siguiente fracasó. Colocaba las semillas en medio del campo para que les diera el frío, antes de sembrarlas, y así decía que producirían más.

Realmente, sus teorías más importantes fueron la herencia de caracteres adquiridos, inspirada en Lamarck, por la cual afirmaba que, si a unas plantas se les acostumbraba a vivir con frío, transmitirían esa forma de vivir a la siguiente cosecha. Pero se vio que se equivocaba.

Otra de sus teorías fue la llamada vernalización, la cual consistió en exponer semillas, como la del trigo de invierno, a unas condiciones de frío y humedad severas, con el objetivo de que florecieran antes y así aumentar la cosecha.

Por último, también fue partidario de la mezcla de especies. Lo que se le ocurrió fue plantar todas las plantas muy juntas, aunque fueran de diferentes especies, porque, según él, cooperarían, en lugar de competir entre ellas. Algo que sabemos que es incorrecto.

En 1929 fue invitado a trabajar en el Instituto de mejora genética de la URSS, que se hallaba en Odessa y 7 años más tarde fue nombrado su director.

Posteriormente, fue colmado de honores y fue ascendiendo en los rangos académicos con el apoyo de Stalin. Parece ser que éste odiaba a los académicos y, por ello, le divertía ir ascendiéndole y haciendo que ocupara sus puestos el hijo de unos campesinos. Incluso, le regaló una dacha y un coche de lujo.

Por ello, en 1934, fue elegido miembro de la Academia de Ciencias de Ucrania y, al año siguiente, también fue miembro de la Academia de Ciencias Agrícolas Lenin de la URSS.

En el verano de 1936 comenzaron las discusiones entre Lysenko y otros miembros de esa Academia, encabezados por Vavilov. Lysenko les acusó de ser demasiado teóricos.

Las discusiones llegaron a tal extremo que Lysenko criticó en una revista fundada por él mismo, las teorías de Vavilov y hasta llegó a acusarle de ser “enemigo del pueblo” y “saboteador reaccionario”. Esas acusaciones eran muy peligrosas en la época de Stalin.

En 1938, aumentaron el poder y la influencia de Lysenko, pues se convirtió en presidente de la Academia de Ciencias Agrícolas Lenin de la URSS.

No obstante, siguieron produciéndose acusaciones hacia los dos bandos en distintas revistas científicas de la URSS.

Ya en 1940, Lysenko nombró como subdirector del Instituto de investigación industrial de la URSS a un agente de la antigua NKVD, después, más conocida como KGB.

Supongo que eso dio lugar a que Vavilov y sus más cercanos colaboradores fueran arrestados y enviados a unos de esos campos de concentración en Siberia, donde murieron casi todos. Incluido, Vavilov.

En 1940, participó en el Gran Plan de Stalin para la transformación de la naturaleza. Esta vez, se le ocurrió decir que era mejor plantar los árboles muy juntos para luchar contra las malas hierbas. Lógicamente, eso dio lugar a que crecieran mucho menos.

Durante la II Guerra Mundial, Stalin dio la orden de que fuera evacuado hacia el interior de la URSS. Allí formó parte de la Comisión estatal extraordinaria para el establecimiento e investigación de las atrocidades de los invasores fascistas alemanes. Precisamente, sus antiguos aliados.

A mediados de 1943 recibió el Premio Stalin de primera clase por sus novedosos métodos de siembra. Todos ellos salidos de su pseudociencia.

Durante la posguerra fue condecorado con la Orden de Lenin y nombrado Héroe del trabajo socialista.

En 1947 ya empezaron a criticar sus métodos. Evidentemente, nadie se iba a atrever a meterse con uno de los favoritos de Stalin. Sin embargo, hubo uno que lo hizo: Yuri Andreyevich Zhdanov, catedrático de Química Orgánica en la Universidad de Rostov.

Seguro que muchos os preguntaréis cómo es que este hombre se atrevió a cometer esa imprudencia. Pues, por una razón muy sencilla, porque era el yerno de Stalin. También era hijo de uno de los líderes políticos más importantes de la URSS.

En buena parte, el éxito de Lysenko se debió a animar a los campesinos a que volvieran a cultivar la tierra. Con la Revolución Rusa las tierras fueron confiscadas y colectivizadas. Algo que dio lugar a que los campesinos se negaran a trabajar en el campo.

Lysenko también fue nombrado director de la rama de Genética en la Academia de Ciencias de la URSS. Lo que contribuyó a que obstaculizara el ingreso de los nuevos conocimientos adquiridos por la Ciencia de los países occidentales.

Muchos de esos científicos occidentales criticaron la labor de Lysenko, alegando que desconocía lo más básico de la Genética. Incluso despreciaba a Mendel. Llego a decir: “No existe la genética sin lucha de clases”.

Como esos científicos solían experimentar con las moscas de la fruta, Lysenko les apodó “los amantes de las moscas”.

Lo de Lysenko ya no era una ciencia, sino algo parecido a una religión, donde él era su profeta y Stalin su dios.

A partir de 1948, se ordenó en la Academia de Ciencias agrícolas Lenin, presidida por Lysenko, que la única teoría válida era el llamado Lysenkoismo. O sea, las ideas de Lysenko.

Por ello, varios partidarios de la Genética fueron detenidos, llevados a esos campos y hasta ejecutados, como le ocurrió al mencionado Vavilov.

Según algunos expertos, eso hizo que Lysenko hiciera retroceder los conocimientos de la Biología y la Agronomía rusas más de medio siglo.

Esas ideas tan peregrinas que tenía Lysenko, como la de sembrar las plantas muy juntas dieron lugar a grandes hambrunas, que ocasionaron la muerte de millones de soviéticos.

Incluso, como Stalin se las recomendó a Mao, las pusieron en práctica en China y ocasionaron la muerte de unos 50.000.000 de chinos.

Sus partidarios solían ocultar sus fracasos y echarle la culpa de ellos a unos saboteadores inexistentes.

En 1955, unos 300 científicos soviéticos se pusieron de acuerdo para enviar una carta a Kruschev a fin de reducir el poder y la influencia de Lysenko. Esto dio lugar a su dimisión. Sin embargo, Kruschev lo recuperó para que siguiera dirigiendo el Instituto de Genética, aunque su estrella se había ido apagando desde la muerte de Stalin, ocurrida en 1953.

En 1962, ya hubo 3 científicos que se atrevieron a criticarlo públicamente, calificando sus logros como pseudociencia y mencionando su obsesión por eliminar a los que criticaban sus métodos. Incluso, había despreciado los descubrimientos sobre el ADN.


En 1964, el famoso científico soviético Andrei Sakharov lo acusó públicamente de ser el responsable del atraso de la ciencia en su país y de la eliminación de todos los que se oponían a sus métodos.

En 1965, Lysenko fue destituido de los pocos cargos que todavía tenía y confinado en una granja agrícola en las afueras de Moscú.

Tras la destitución de Kruschov, el propio presidente de la Academia de Ciencias de la URSS tomó cartas en el asunto y envió una comisión de expertos para estudiar las investigaciones que había hecho. Eso hizo que cayera en desgracia.

Poco a poco, los investigadores soviéticos fueron actualizando los conocimientos en Biología y Agronomía, que habían sido censurados por nuestro personaje.

Falleció en 1976. Fue enterrado en un cementerio de Moscú, pero las autoridades soviéticas no quisieron publicar las noticias de su fallecimiento. Por lo visto, siguió pensando que sus teorías eran correctas hasta el final de sus días.

Las ideas de Lysenko estaban basadas en las de otro colega suyo, llamado Iván Michurin. Por eso, la llamó doctrina michurinista y se basó en que las plantas conservaban la herencia de caracteres adquiridos. No contaba con la mutación.

También afirmaba que no creía en la existencia de los genes y que no era el ADN, sino todo el cuerpo el que transmitía la herencia a las siguientes generaciones.

Incluso, afirmaba que las plantas se sacrifican para que las jóvenes pudieran crecer más y mejor que ellas.

Otra de sus teorías era que las vacas no daban más leche por ser de una raza más lechera, sino porque se le diera un buen trato. Por ello, su equipo trataba muy bien al ganado.

Lo único cierto es que logró que los científicos soviéticos fueran muy obedientes a los caprichos de sus gobernantes y a nadie se le permitió discutir lo que afirmaba Lysenko.

 

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lunes, 20 de octubre de 2025

LA GRAN HAZAÑA DE ELIZABETH FRY

 

La experiencia me ha enseñado que, para realizar grandes cambios en el mundo, no hace falta invertir miles de millones en algo, sino que sólo depende de la voluntad de ciertas personas, que quieran beneficiar a sus semejantes. Por eso mismo, hoy traigo al blog la vida de Elizabeth Fry.

Nuestro personaje de hoy nació llamándose Elizabeth Gurney. Más tarde, se apellidó Fry, porque ya sabemos que las mujeres de los países anglosajones cambian su apellido después de casarse.


Elizabeth nació en 1780, en la localidad de Norwich, capital del condado de Norfolk, en el Reino Unido.

Parece ser que perteneció a una familia cuáquera muy acomodada. Su padre fue uno de los propietarios del Banco Gurney, que era una empresa familiar. Mientras que su madre pertenecía a la familia propietaria de lo que hoy conocemos como el Barclays Bank. Ambas entidades se fusionaron en 1896.

Desgraciadamente, su madre murió cuando ella sólo tenía 12 años. Así que, como era la mayor de los 13 hermanos tuvo que responsabilizarse del cuidado de los más pequeños.

En 1800, conoció a otro joven cuáquero, llamado Joseph Fry, que también era banquero y se casaron. Curiosamente, la familia Fry era más conocida por comerciar con productos de ultramar, como el chocolate.

Se mudaron a un barrio de Londres y tuvieron nada menos que 11 hijos: 5 niños y 6 niñas.

Elizabeth había tenido contacto con una prima suya, llamada Priscilla Hannah Gurney, que era una predicadora cuáquera e influyó mucho en su decisión de ayudar a los demás y convertirse también en predicadora cuáquera. De hecho, su ideología siempre fue la de la llamada Sociedad de amigos, una institución formada por cuáqueros.

Un día, otro predicador cuáquero, pero de origen USA, llamado Stephen Grellet, la invitó a visitar la prisión de mujeres de Newgate.

Esa visita la realizó en 1813, quedando horrorizada por lo que vio. Parece ser que la prisión estaba abarrotada de mujeres con sus hijos, los cuales vivían en unas condiciones deprimentes. Incluso, muchas de ellas habían sido encarceladas, sin haber sido juzgadas.

Las prisioneras tenían que cocinar los pocos alimentos que les daban y dormían sobre paja. Como en los establos. Evidentemente, había mucha gente padeciendo hambre y enfermedades.

Esa cárcel también era el lugar habitual a donde llevaban a los que iban a deportar a Australia.

Así que, al día siguiente, volvió a la prisión para llevarles alimentos y ropa limpia. Lo cual agradecieron mucho las presas.

Parece ser que, al principio, no tuvo ninguna ayuda por parte de los políticos y el personal que custodiaba las prisiones. Sin embargo, luego dejaron de verla como a una enemiga y colaboraron con ella.

Posteriormente, no pudo ayudarles tanto, ya que el Banco de su marido estuvo a punto de quebrar, pero le ayudaron sus familiares y no quebró.

Sin embargo, en 1816, reunió fondos para crear una escuela para los niños que estaban en la cárcel con sus madres. A las cuales no les impuso unas normas rígidas, sino pactadas con ellas.

También consiguió que, en las cárceles, hubiera separación entre hombres y mujeres y que las presas fueran custodiadas por guardianas y no guardianes, como había ocurrido hasta ese momento.

Al año siguiente, fundó la Asociación para la reforma de las prisiones en Newgate. Con esta asociación se pretendía que las mujeres aprendieran un oficio, como costureras o bordadoras, con el que pudieran vivir, cuando fueran puestas en libertad. Esta idea fue copiada en otros lugares del país, fundando la Sociedad británica de damas para promover la reforma de las prisiones.

En 1818, fue la primera mujer invitada a declarar ante la Cámara de los comunes. En esa ocasión, trató de convencer a los parlamentarios para realizar diversas reformas en las prisiones británicas.

No sé si, en esa invitación, tuvo algo que ver que el marido de su hermana Hannah ya era miembro de esa cámara.

En 1823, consiguió que se aprobara la Ley de cárceles. Sin embargo, ésta no fue muy efectiva, ya que muchas prisiones no estaban controladas por el Estado, sino por algunos ayuntamientos.

En 1825, publicó su libro “Observaciones sobre la ubicación, la supervisión y el gobierno de las presas”.

Así que, en 1835, tras ser citada ante la Cámara de los lores, se aprobó la Ley de prisiones. Esta vez todas las prisiones pasaban a ser controladas por el Estado, el cual nombró inspectores para revisar si sus normas se estaban cumpliendo en su integridad.

Como la pena de muerte solía aplicarse como castigo por muchos delitos, luchó para que, en lugar de ejecutarla, se enviara a esos reos a Australia.

También consiguió que se modificara la forma de trasladar a las presas hasta los puertos de embarque rumbo a Australia.

Hasta entonces, iban encadenadas en carruajes descubiertos, los cuales transcurrían por el centro de las ciudades. Eso daba lugar a que los transeúntes las insultaran, les tiraran de todo y hasta les atacaran. En cambio, ella consiguió que fueran en carruajes cerrados, para no llamar la atención.

También solía visitar los barcos a los que se les había encomendado esos traslados y se aseguraban de que los capitanes aportarían suficientes raciones de comida y agua para las presas y sus hijos.

No olvidemos que el Canal de Suez se inauguró en 1869. Así que, antes de aquella época, la única forma de viajar hacia Australia era rodeando África. Eso hacía que ese viaje durase varios meses.

Por lo visto, también suministró a las presas, que iban a ser deportadas, material de costura para confeccionar colchas, las cuales podrían vender a su llegada a Australia o en las escalas intermedias.

Evidentemente, también intentó que se prohibiera la deportación, pero eso no se consiguió hasta 1868, varios años después de su muerte.

En 1818, el mencionado Stephen Grellet y un ayudante viajaron a Rusia, invitados por el zar Alejandro I para comprobar el estado de sus cárceles.

En 1827, Elizabeth, visitó las cárceles de mujeres en Irlanda y las animó para fundar una asociación a fin de mejorar sus condiciones de encarcelamiento.

Al año siguiente, también fue invitada a visitar las cárceles francesas. Esta vez fue acompañada de su marido, ya que su Banco había quebrado ese año, a causa de la Crisis de 1825, por la que quebraron cientos de pequeños Bancos.

Tampoco olvidó a las personas sin hogar. Al ver un cadáver de un niño, que había muerto la noche anterior, fundó un albergue nocturno en Londres. Posteriormente, se fundaron albergues de este tipo en todo el país.

En 1833, William Wilberforce y Thomas Fowell Buxton, respectivamente, colaborador y cuñado de Elizabeth, consiguieron que se aboliera la esclavitud en el Imperio británico. Aunque no se consiguió totalmente, hasta 5 años más tarde. No obstante, ella también hizo campaña a favor de la abolición en las colonias danesas y holandesas.

En 1840, fundó la llamada “Institución de las hermanas enfermeras”. De allí salieron muchas de las enfermeras, que acompañaron a Florence Nightingale en la guerra de Crimea. Parece ser que esta institución fue elogiada y copiada por los alemanes.

Se hizo tan famosa que fue recibida, en varias ocasiones, por la reina Victoria y también por el primer ministro Robert Peel. Ambos le ayudaron para conseguir sus metas.

Desgraciadamente, Elizabeth Fry murió en 1845 a causa de un derrame cerebral, en una localidad del sureste de Inglaterra. A su entierro acudieron miles de personas.

En 1846, se debatió en el Ayuntamiento de Londres si erigir una estatua en su honor. Sin embargo, uno de sus colaboradores, sugirió fundar un asilo, que sería algo que a ella le hubiera gustado mucho más y así se hizo.

No se trataba, solamente, de un asilo de ancianos, sino también de un lugar de albergue temporal para que fueran las mujeres que acababan de ser excarceladas y no tenían a dónde ir.

Posteriormente, se erigieron varios monumentos en su honor. Uno de ellos está dentro de los famosos juzgados londinenses de Old Bailey.

También llevan su nombre diversas instituciones, tanto en el Reino Unido como en USA. Al mismo tiempo, le han dedicado calles en varios países.

Incluso, en 2001, el Banco de Inglaterra, emitió un billete de 5 libras esterlinas, en cuyo reverso figuraba la efigie de Elizabeth Fry.

Su imagen también apareció en una emisión británica de sellos de Correos, en los años 70.

Conocemos gran parte de su vida, gracias a las memorias recopiladas y publicadas por sus hijas.

Es de suponer que, Concepción Arenal, la gran reformadora de las prisiones españolas, estudiaría lo que había conseguido Elizabeth e intentaría ponerlo también en marcha en España.

La labor de Elizabeth también fue muy conocida en USA. De hecho, Dorothea Lynde Dix, fue otra reformadora social, pero se dedicó a mejorar la vida de los enfermos mentales, ingresados en asilos y prisiones, donde tenían a muchos de ellos encadenados en jaulas y sin higiene de ningún tipo.

Sus esfuerzos ante el Congreso de USA dieron como resultado la creación de los primeros hospitales psiquiátricos y otros centros sanitarios especializados en Psiquiatría.

Según parece, consiguió que se abrieran nada menos que 32 hospitales psiquiátricos en el territorio de USA.

Posteriormente, cuando estalló la guerra civil, fue nombrada superintendente de enfermería del Ejército de la Unión. Así que ella fue la que reclutó a miles de voluntarias y las organizó para que atendieran a la gran cantidad de heridos, que provocó esa guerra.

Aunque parezca mentira, la guerra civil USA, sigue siendo el conflicto bélico que produjo más muertos entre los soldados de ese país. Unos 600.000, aproximadamente, la mitad en cada bando.

Lynde Dix y Elizabeth Fry fueron pioneras a la hora de exigir un trato más humano y compasivo hacia los pacientes. También se las consideran las primeras feministas.

 

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viernes, 3 de octubre de 2025

EL MISTERIO DE GIULIO CANELLA

 

Como parece que ha tenido una buena acogida mi anterior artículo sobre Martin Guerre, se me ha ocurrido hacer otro, sobre un suceso similar, pero esta vez ocurrido en pleno siglo XX.

En marzo de 1926 un tipo, que parecía ser un vagabundo, penetró en el cementerio judío de Turín y se quiso llevar un pequeño jarrón de bronce, que había encima de una delas sepulturas.

Cuando ya se iba tan contento, por haber conseguido algo de valor, a fin de venderlo para sacar algo para comer, fue interceptado por un vigilante del cementerio, el cual lo detuvo y llamó a los carabineros.

Era un hombre de aspecto fornido y cuarentón y con una barba muy desaliñada, el cual sólo pronunciaba unas frases sin sentido. Ni siquiera sabía cómo se llamaba, pero un detalle que anotaron fue que hablaba en un dialecto propio del Piamonte.

Parece ser que el vigilante estaba muy atento, porque, en días anteriores, ya se habían producido otros robos en ese mismo cementerio

Así que lo llevaron a la comisaría y luego al juez de guardia, el cual decidió ingresarlo en un manicomio para ver si mejoraba su estado mental.

Curiosamente, este paciente hizo buenas amistades entre los psiquiatras del centro, quizás debido a su buen comportamiento y a sus finos modales.

Así que, en 1927, estos tuvieron la idea de llevar su historia a la prensa y poner su foto en los periódicos, para ver si alguien lo podía reconocer.

Un habitante de Verona, llamado Renzo Canella, al ver la foto en la prensa, se le ocurrió que ese hombre se parecía mucho a su hermano Giulio, el cual había desaparecido durante la I Guerra Mundial. Incluso, lo visitó en ese centro, pero le quedaron dudas de que fuera el mismo.

Para colmo, el paciente llegó a escribir una carta a Renzo, donde le decía que creía unirle algún vínculo familiar, pero no lo recordaba.

No obstante, fueron varios amigos de Giulio a visitarlo al manicomio y hubo división de opiniones.

En cuanto a Giulio Canella, se trataba de una personalidad en el mundo de la Filosofía. Había nacido en 1881 en la ciudad de Padua. Fue catedrático de esta disciplina académica, consiguiendo dos doctorados, y también fue director de una especie de Escuela normal de Magisterio, en Verona.

Parece ser que también fue un católico ferviente y en 1909 había fundado, con el sacerdote Agostino Gemelli, una revista dedicada a la visión católica de la Filosofía y también un periódico de tendencia católica.

Este clérigo, aparte de ser franciscano, también se dedicó a la Medicina. Por ello, le pusieron su nombre a uno de los hospitales más grandes de Italia. Donde también suelen recibir atención médica los Papas.

En 1913, Giulio se casó con una prima suya, Giulia Concetta Canella, mucho más joven que él y perteneciente a una familia con muchas propiedades en Brasil. Su padre había emigrado en 1891a ese país.

De este matrimonio nacieron dos hijos, llamados Rita y Giuseppe.

Desgraciadamente, en 1916, Giulio fue movilizado para luchar en la I Guerra Mundial, con el grado de capitán.

La última vez que lo vieron con vida fue en una batalla en la actual Macedonia del norte, donde los italianos combatieron contra los búlgaros y él fue hecho prisionero por las tropas enemigas, tras haber sido herido en la cabeza. A partir de entonces se le dio por desaparecido.

Evidentemente, su familia estaba deseando que un día volviera. Quizás, esa fue la razón por la que Giulia se personó en el manicomio y allí, tras algunas dudas, abrazó y besó al paciente tras haberlo reconocido como su marido. Curiosamente, él ni siquiera la reconoció.

Parece ser que, para esta primera visita, idearon que ambos debían de pasear, junto a un grupo de gente, por el patio del manicomio, para ver la reacción del paciente.

Sin embargo, durante una segunda visita, él ya pareció empezar a recordar algo.

Tras una tercera visita, parece que él empezó a recordar y a reconocerla como su esposa.

También fue reconocido por una condesa, que había sido compañera de estudios de Giulio.

Así que en marzo de 1927 se lo llevó a casa. Un acontecimiento que apareció en varios periódicos de la zona.

Hasta aquí todo bien ¿Qué podía salir mal? Sin embargo, siempre hay ciertos acontecimientos que se nos escapan.

Sólo una semana después del regreso de Giulio a su casa, un comisario de Turín recibió una carta anónima en la que le decían que este hombre no era Giulio, sino un tipógrafo anarquista, llamado Mario Martino Bruneri, nacido en 1886, del cual ya existían antecedentes policiales. Por lo visto, tenía pendiente una condena de dos años por estafa.

Así que dieron la orden de conducirlo hasta Turín y allí, en la propia comisaría de Policía, fue reconocido por Rosa, su esposa, su hijo, al que hacía varios años que no veía, sus hermanos y hasta su amante.

Sin embargo, él siguió negando conocerlos y eso dio lugar a varios artículos periodísticos y a que la opinión pública se dividiera entre los que creían que era Giulio y los que creían que era Mario.

Por el contrario, Giulia seguía defendiendo que se trataba de su marido y que esto no era otra cosa que una jugada bien estudiada para meter ruido y sacarle dinero.

Esta vez la Policía quería salir de dudas y le tomaron las huellas digitales. Como ya tenían fichado a Mario, sólo tuvieron que comparar las huellas y comprobaron que se trataba de la misma persona.

Aparte de ello, también hicieron uno de aquellos estudios antropológicos, que todavía se utilizaban en aquella época, y vieron que existían varias diferencias con las fotos de Giulio.

Por lo visto, como el tema no quedaba aún claro, lo volvieron a ingresar en el mencionado manicomio. Algo que no gustó nada a Giulia, la cual contrató a un famoso abogado y hasta movió sus hilos dentro del gobierno fascista que existía entonces en Italia.

A finales de 1927, un juez dictaminó que era Mario Bruneri y ordenó su salida del manicomio.

Curiosamente, ahora era Rosa, su mujer, la que no lo quería, porque le había dado muchos disgustos. Aparte de que todavía tenía pendientes algunas condenas por robos y estafas.

Me viene a la memoria un refrán medieval que dice: “La buena mujer, que tiene un mal marido a menudo tiene el corazón dolido”.

El famoso escritor Leonardo Sciascia escribió una novela sobre este extraño asunto, titulada “El teatro de la memoria”. Se refería a que le fabricaron una personalidad para que Mario creyera ser Giulio Canella. Sin embargo, muchos de los que habían conocido a Giulio se dieron cuenta de que la formación de Mario era la propia de un autodidacta.

Aparte de que Giulio hablaba varios idiomas y tocaba muy bien el piano. Mientras que Mario no sabía nada de eso. Ni siquiera conocía las notas musicales. Incluso, se las ingenió para no ir a la guerra.

Independientemente de que este hombre tuviera problemas mentales, tampoco le interesaba reconocer que era Mario Bruneri, porque sería un hombre pobre y con varias condenas pendientes. Mientras que, si decía ser Giulio, sería un hombre rico y viviría con una familia que le querría.

En 1928 tuvo lugar en Florencia un juicio para dilucidar quién era. Allí acudieron varios testigos, entre ellos, estuvo el mencionado padre Gemelli.

Por lo visto, éste dijo que no era Giulio y Giulia se enfadó muchísimo con él, alegando que querían quedarse con sus negocios.

Incluso, compareció la amante de Mario para declarar que ella le estaba esperando no lejos del cementerio, ya que fue a robar ese jarrón, porque no tenían para comer y que, como no volvió, fue a preguntarle al guardia si lo había visto por allí.

Sin embargo, compareció un testigo, que había sido soldado con el capitán Canella. Dijo que lo había conocido en el campo de concentración y que le escribía sus cartas. Sin embargo, tras escribir las suyas personales, solía romperlas entre llantos, porque no conseguía recordar la dirección de su casa.

Curiosamente, los abogados de ambas partes elogiaron la personalidad académica de Giulio Canella. En cuanto al abogado de la mujer de Mario no quiso echar mucha leña al fuego, porque ésta tampoco quería que fuera a la cárcel.

Parece ser que el tribunal no le hizo caso a Giulia a pesar de mostrar su barriga de embarazada. Así que ordenó que Mario cumpliera los dos años de cárcel, que tenía pendientes de cumplir, aunque luego le rebajaron mucho esa pena, debido a su buena conducta.

Así que tuvieron primero una hija y luego dos hijos más. Lógicamente, no los podía reconocer como hijos de Giulio Canella.

Por ello, la familia de Giulia optó por una rápida solución y les dijeron que se trasladaran a Brasil. Como el padre era uno de esos potentados, que vivían en ese país,
lograron inscribirlo como Julio Canella y así pudo reconocer a los hijos habidos entre ambos.

Es de suponer que sobornarían a algún funcionario para que le hiciera un pasaporte a nombre de Giulio Canella, porque, si se lo hubieran hecho a nombre de Mario Bruneri no le hubieran dejado salir de Italia.

Incluso, aprendió a hablar en portugués y hasta se interesó por la Filosofía, impartiendo varias conferencias a lo largo de ese gran país.

Posteriormente, unos expertos brasileños estuvieron estudiando los rasgos faciales y hasta la dentadura de él y de los hijos de Giulia y afirmaron que todos podían ser hijos del mismo padre.

Aquí se podría aplicar otro refrán medieval: “El amor puede mucho, pero el dinero lo puede todo”.

Giulia seguía empecinada en que lo reconocieran los tribunales italianos, pero pinchó en un hueso muy duro de roer. Perdió en 1930 y luego en 1931. Hasta el ministro de Justicia de Italia se interesó por este asunto. Apelaron hasta al mismo Mussolini.

Así que ya no pudo recurrir más y se quedaron viviendo en Brasil, donde el nuevo Julio murió en 1941.

Parece ser que la familia de Giulia tenía muy buenas relaciones con el Vaticano. Así que logró que el Papa Pío XI reconociera al hombre como Giulio Canella y a todos los hijos como suyos.

Giulia siguió recurriendo hasta su muerte, ocurrida en 1977. Por lo visto, llegó a contratar a Francesco Carnelutti, considerado uno de los mejores abogados de Italia.

Incluso, en los años 50, le propusieron hacer una película sobre la vida de Giulio, pero no llegaron a ningún acuerdo.

 

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