Hoy voy a narrar una historia
sobre una mujer, que supo sobreponerse a las malas críticas de sus
contemporáneos, logrando, por entonces, cierta fama y siendo aún más famosa
ahora que cuando vivió.
Su padre, al igual que toda su
familia, trabajaban en la famosa Compañía Británica de las Indias Orientales.
Por el contrario, su familia
materna era de origen francés. Su abuela materna era una noble francesa, hija
de un antiguo oficial de la guardia real de Luis XVI.
Julia tuvo 9 hermanos, siendo
ella la cuarta por orden de nacimiento. Desgraciadamente, tres de ellos
murieron durante la infancia. Las supervivientes eran todas niñas. Es sabido
que, en aquella época, había mucha mortandad infantil.
Las siete hermanas fueron
enviadas a vivir con su abuela en Francia. Allí se formaron y Julia residió hasta
1834 en aquel país. Decían que no era la más bella de las hermanas, pero sí la más
inteligente.
Allí conoció a gente muy
interesante, como el astrónomo Sir John Herschel. También conoció a un reputado
jurista, llamado Charles Hay Cameron, que había conseguido muchas reformas
legales y educativas en la India y también se hallaba convaleciente. Cameron
llegó a ser miembro del Consejo Supremo de la India.
Aunque Cameron tenía 20 años más
que ella, decidieron casarse en 1838, siendo Herschel su padrino de bodas.
El matrimonio tuvo 5 hijos, pero
no se contentaron con eso, sino que criaron a otros 5, que eran hijos de
familiares suyos y se habían quedado huérfanos y también a una niña irlandesa,
que habían encontrado mendigando por la calle.
Julia y su extensa familia
estuvieron residiendo en la India, donde ella se dedicó a organizar todo tipo
de reuniones sociales.
En 1848, su marido se jubiló de
su trabajo como funcionario y decidió invertir en plantaciones de caucho en la
antigua Ceilán, hoy Sri Lanka.
Parece ser que Julia, que era muy
amante del arte, mostró interés por la fotografía. Pero no fue hasta 1863,
cuando ya tenía 48 años, el momento en el que se decidió a realizar fotos.
Según dicen, una de sus hijas le
regaló por Navidad una de aquellas cámaras antiguas, para que se entretuviera,
ya que su esposo había viajado a Ceilán para inspeccionar el estado de sus
plantaciones.
Por lo visto, limpió un gallinero
y lo utilizó como estudio y la carbonera como cuarto oscuro. Parece ser que fue
completamente autodidacta, hasta que consiguió realizar su primera fotografía.
Era una isla a la que solían
acudir muchos intelectuales e, incluso, en algunas ocasiones, pasaban sus
vacaciones los miembros de la familia real británica.
Así que por Dimbola Lodge solían pasar muchos intelectuales, como Charles Darwin, Thomas Carlyle, Dante Gabriel Rossetti, etc.
Volviendo a nuestro personaje, a
finales de enero de 1864, realizó una fotografía bastante buena de una hija de
un vecino y amigo.
Por lo visto, Julia se puso
eufórica y hasta imprimió y enmarcó la foto, para regalársela al padre de la
niña.
A partir de entonces, realizó
cientos de fotos, que mostró en diversas exposiciones y fue admitida en la
Sociedad Fotográfica de Londres.
Parece ser que le fue bastante
bien y se dedicó a vender muchas de sus fotos. Eso le vino muy bien a la
familia, porque su marido no tenía una pensión muy alta y sus plantaciones en
Ceilán tampoco le reportaban muchos ingresos.
Por lo visto, no se limitó a
acudir con sus fotos a exposiciones en Gran Bretaña, sino que también expuso en
otros sitios, como Dublín, Viena y Berlín.
En 1865, el Museo Victoria y Alberto, le compró varias decenas de fotografía y le cedió una de sus estancias para que la utilizara como estudio de fotografía. Éste fue el primer museo del mundo que decidió exponer fotografías, otorgándoles la categoría de obras de arte.
De esa forma, consiguió
fotografiar a personajes muy famosos. Gracias a ella, conocemos el aspecto que
tenían.
También allí fue donde realizó
una fotografía a la que tituló “El beso de la paz”, a la que consideró su obra
maestra.
En 1873, se trasladaron a Ceilán,
debido a la mala salud de su marido, que ya era muy anciano para aquella época.
Desgraciadamente, a partir de
entonces, ya realizó menos fotografías. Posiblemente, por la falta de
disponibilidad de materiales para realizar su labor y por la dificultad de
trabajar con el colodión, debido al calor reinante en esa isla.
En 1875, tras haber viajado al
Reino Unido, regresó ya enferma a Ceilán. Posiblemente, padecía una neumonía.
Parece ser que mejoró con el
clima de Ceilán, pero, desgraciadamente, en 1879, recayó, falleciendo en esa
isla. Su marido falleció un año después que ella.
En 1842, el mencionado Sir John
Herschel, que, además de astrónomo, también era químico, inventó el
procedimiento de la cianotipia y Anna lo utilizó para fotografiar especies
vegetales. Publicando varios álbumes con sus fotos, que apenas se conservan.
Parece ser que la reina Victoria
también era aficionada ver fotografías. Así que dio su aprobación para que las
mujeres se dedicaran profesionalmente a ello.
Ese fue el comienzo para que
otras mujeres como Clementina Hawarden, Julia Margaret Cameron o lady Berkeley
se dedicaran a ello. Lógicamente, estas mujeres solían pertenecer a la alta
sociedad, porque, tanto las cámaras como los compuestos para realizar las
fotos, eran cosas bastante caras.
Así que no es de extrañar que tuviera
tanta práctica con la difícil técnica del colodión húmedo.
Parece ser que siempre consideró
a Herschel como su primer maestro en la técnica de la fotografía, el cual le
fue dando instrucciones hasta que consiguió su primer éxito.
No obstante, el arte de Julia
siempre obtuvo malas críticas, porque no se sometía a los cánones imperantes en
aquel momento. Decían que sus fotos estaban desenfocadas y que estaban llenas
de manchas. Lo cierto es que no es que fueran fallos, sino que lo hacía adrede,
para tener un estilo propio.
Se podría decir que estaba muy
influenciada por las obras de Rafael, muy en boga entonces por los
prerrafaelitas, y por la iconografía cristiana.
Parece ser que una de sus mayores
propagandistas fue la famosa escritora Virginia Woolf, que era sobrina nieta
suya.
Otra de sus modelos favoritas fue
Alice Liddell. Es posible que a muchos no les diga nada este nombre, hasta que
mencione que fue la niña en la que se inspiró Lewis Carroll para escribir
“Alicia en el país de las maravillas”. Otra persona con una biografía
interesante. Carroll también fue un fotógrafo aficionado.
En muchas de sus fotos podemos ver
a su prima, Julia Stephen, madre de la famosa escritora Virginia Woolf.
También es llamativo que no se dedicara a fotografiar paisajes o monumentos, como solían hacer sus colegas. En cambio, ella siempre fotografiaba personas, intentando mostrar la personalidad del retratado. Tampoco suele realizar retratos de cuerpo entero, sino primeros planos.
A la vista de las opiniones de
sus críticos, se podría pensar que era un poco descuidada. Por el contrario,
todos lo que la conocían solían decir que era una perfeccionista y que se
tomaba su tiempo, antes de realizar una foto. Buscaba la luz y el enfoque más
adecuados. Incluso, esperaba el tiempo que hiciera falta, hasta encontrar el
estado de ánimo que quería captar en sus modelos. Igual, sería por eso que
algunos salen en las fotos con caras de aburrimiento.
Ciertamente, ella no veía a la
fotografía como una simple técnica, sino como un medio para realizar obras de
arte. Por eso mismo, se le agrupa dentro de un movimiento denominado
pictorialismo, en el que los autores de las fotos dan prioridad a la
composición, como si se tratase de una pintura.
Ese tipo de fotografías se
volvieron a poner de moda a partir de la década de 1940. Por eso mismo, ahora
se ha recuperado su estilo y es más famosa que antes. Es una forma de crear una
complicidad entre el fotógrafo y el que está observando sus fotos.
Ian Jeffrey dijo de ella: “En las
fotos de Cameron hay mucho más de lo que se ve a simple vista”.
También es muy admirada por las
feministas, porque una buena parte de sus retratos corresponden a mujeres. Algo
llamativo en una época en la que no tenían el mismo papel que tienen ahora.
Para terminar, hay que decir que
Julia Margaret Cameron fue una mujer admirable que, gracias a su testarudez,
consiguió reinventarse a sí misma, y lograr el éxito, cuando ya había cumplido
48 años. En una época en la que muchos de sus contemporáneos la podrían haber
considerado casi una anciana, porque la esperanza de vida era mucho menor que
la actual.
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