
A estas alturas, seguro que todos
sabemos que Stalin fue uno de los dirigentes políticos más tiránicos y uno de
los mayores criminales del mundo. Sin embargo, se conoce muy poco sobre su
política hacia el colectivo judío. Así que voy a intentar sintetizarla a lo
largo de este artículo.
Stalin, cuyo nombre real fue
Iosif Vissarionovich Dzhugashvili, ni siquiera era ruso, sino que nació en una
pequeña ciudad de la actual Georgia, que entonces pertenecía al Imperio
zarista.

Sus padres fueron Vissarion y
Yekaterina. Ella había trabajado como sirvienta en la casa de un comerciante
local llamado Yakov Egnatashvili, de origen judío.
Este personaje fue muy importante
en la vida de su familia, pues fue el padrino de boda de sus padres y también apadrinó
a sus dos hermanos mayores, los cuales murieron durante la infancia.
Incluso, más tarde, pagó los
estudios de Stalin y fue una especie de padre adoptivo para él.
En cambio, su
padre, había caído en una honda depresión y se pasaba el día borracho.
Es más, por una vez vamos a
entrar en el terreno de la rumorología. Parece ser que en su pueblo se
rumoreaba que el verdadero padre de Stalin era Yakov. Evidentemente, eso nunca
se pudo demostrar.

Así que, no es de extrañar que,
en 1907, al nacer el primer hijo de Stalin, le pusiera un nombre tan
llamativamente judío como Yakov. Algo muy extraño y peligroso en el Imperio
Ruso, donde, por aquel entonces, el régimen zarista perseguía abiertamente a
los judíos.
Así que, como los zares reprimían a los judíos rusos, no es de extrañar que la
mayoría de los altos dirigentes del PCUS fueran judíos.
Por citar a algunos,
tenemos a Trotsky, Sverdlov, Zinoviev, Kamenev, etc.
De hecho, durante la
Guerra Civil Rusa, el Ejército Blanco, se dedicó a destruir todas las sinagogas,
pues consideraban que todos los judíos eran bolcheviques.

Sin embargo, la postura oficial
del Kremlin fue la de integrar a los judíos a cambio de que abandonaran sus prácticas
religiosas a fin de crear una sociedad totalmente laica.
Por otra parte, el nuevo régimen,
combatió explícitamente el antisemitismo en todas las capas de la nueva
sociedad soviética. Es más, llegaron a condenar a muerte a los antisemitas más
conocidos.

Por esa razón, las sinagogas
fueron clausuradas, al igual que todos los templos católicos y ortodoxos de
todo el territorio de la URSS.
En 1942, en plena II Guerra
Mundial, fue creado el Comité Judío Antifascista. Muy posiblemente, con el
apoyo de las autoridades de la URSS.
El presidente de esta asociación
fue un conocido actor y director, de origen judío, llamado Solomón Mijoels.
Nacido en Letonia, territorio situado dentro del Imperio zarista.

Parece ser que el objetivo de
este Comité era hacer una labor publicitaria a favor de la URSS, pidiendo apoyo
internacional para contrarrestar la invasión alemana, que estaba sufriendo su
país, en ese momento.
Los principales miembros de este
Comité hicieron una gira por varios países, entre ellos, los propios USA.
Algo extraño,
porque, como todos sabemos, era muy raro que el régimen dejara salir a alguien
de la URSS y menos durante varios meses y con todos los gastos pagados.
Parece ser que fueron muy bien
recibidos en USA, donde les esperaba un comité de recepción presidido nada
menos que por Albert Einstein. Posteriormente, fueron saludados por otros
personajes conocidos, como Charlie Chaplin y Marc Chagall.
Parece ser que en
uno de sus actos llegaron a reunir unas 50.000 personas.

Evidentemente, intentaban mostrar
la cara amable del régimen y, sobre todo, la ausencia de antisemitismo en la
URSS. Supongo que sería una forma de aflojar los bolsillos de los grandes
magnates judíos de USA.
De esa manera, consiguieron
recaudar para su país varios millones de dólares. Aparte de material médico,
fármacos, ambulancias, etc.

Supongo que, como agradecimiento
a Stalin por haberles dejado salir de su país, en varias ocasiones, pidieron a
los dirigentes políticos occidentales que abrieran cuanto antes un segundo
frente en Occidente a fin de aliviar la presión a que estaba sometido el
Ejército Rojo ante la furiosa embestida de las tropas alemanas.
También dejaron caer que sería
bueno que USA entrara en la guerra, algo que no era nada popular en ese país. Por supuesto, ninguno de ellos mencionó que
la URSS había iniciado la guerra invadiendo Polonia, como aliada de Hitler.
No olvidemos que, hasta el
comienzo de la II Guerra Mundial, la URSS era una especie de “apestada” para el Mundo Occidental. Era la cuna del comunismo, desde el que controlaban los movimientos revolucionarios de todo el mundo, habían asesinado a los zares y, sobre todo, no habían devuelto los miles de millones de dólares a la gente de estos países, que habían invertido su dinero en el desarrollo del Imperio Ruso. Lo que se conoció popularmente como los Bonos Rusos.

Por si alguno lo ignora, ni siquiera el Gobierno de la II República Española había mantenido relaciones diplomáticas con la URSS y sólo se establecieron estas relaciones al inicio la Guerra Civil Española.
La cosa cambió mucho durante la posguerra mundial. Por un lado, el Comité se dedicó a investigar sobre el Holocausto contra los judíos, realizado por los nazis.
Los conocidos escritores Ilya Ehrenburg y Vasily Grossman redactaron el llamado “Libro negro de los judíos soviéticos”.

Evidentemente, las autoridades soviéticas nunca autorizaron la publicación de esa obra, pues ellos querían que se refirieran a la crueldad de los nazis contra todos los ciudadanos soviéticos y no sólo contra los judíos.
Así que fue tachada como antisoviética y hasta 2014 esta obra no fue publicada en Rusia.
Sin embargo, esta vez, la conexión entre los judíos de la URSS y del mundo occidental, necesaria para realizar esta investigación, fue vista con malos ojos desde Moscú y volvió el sentimiento antisemita, que siempre había estado insertado en la cultura popular rusa.
Como todos sabemos, tras la II Guerra Mundial, empezó la llamada Guerra Fría. Así que, en el Kremlin, no les gustaba que esta gente mantuviera esos lazos tan estrechos con personas de más allá del infame Telón de Acero.
En aquella época, se volvió a calificar en la URSS, a los judíos, como “cosmopolitas desarraigados”. Era una especie de insulto, que venía a decir que eran unas personas que no eran leales a ninguna patria. Algo parecido a lo que se ha llamado “la Conspiración Judía Mundial”.

Así que, a pesar de que los miembros de ese Comité habían apoyado firmemente al régimen de la URSS, todos fueron detenidos y cerrados sus teatros y centros de reunión. La verdad es que se podría decir que le salvaron el culo a Stalin y así se los pagó.
Parece ser que no se atrevieron a juzgar en público a Mijoels, porque, seguramente, podría decir cosas que no le interesaban a Stalin.
Así que, según algunos autores, en 1948, fue detenido junto con otro amigo suyo, que era crítico teatral. Parece ser que, entre otras cosas, se les acusó de cooperar con los servicios secretos de USA. Ambos fueron llevados a una de esas casas de campo que hay en Rusia, llamadas “dachas”, donde fueron interrogados y asesinados.

Posteriormente, trasladaron sus cadáveres hasta la ciudad de Minsk, capital de la actual Bielorrusia, donde dejaron tirados sus cuerpos en medio de una cercana carretera y les pasaron con un camión por encima. De esa forma, hicieron ver que se había tratado de un simple accidente de tráfico y, para mayor hipocresía, enterraron a Mijoels con un funeral de Estado. Su cuerpo fue enterrado en el Cementerio de Novi Don.
Parece ser que, en 1953, tras la muerte de Stalin, el nuevo gobierno de la URSS, realizó una investigación, donde se demostró que, por órdenes directas de Stalin, unos agentes del MGB, detuvieron a estas dos personas para luego asesinarlas y, posteriormente, hacer ver que todo había sido un accidente de tráfico. A pesar de ello, sus asesinos nunca fueron castigados.
Es más, se dio la orden de que todas las obras publicadas por Mijoels volvieran a las bibliotecas públicas. En cambio, su teatro nunca volvió a abrir sus puertas.

Los demás de los miembros del Comité fueron detenidos, torturados y casi todos ellos fueron asesinados en la infame prisión de la Lubyanka. Curiosamente, en esa misma época, la URSS, estaba apoyando la creación del nuevo Estado de Israel en suelo de Palestina. De hecho, la URSS, fue el primer país que reconoció al Estado de Israel. Supongo que pensarían que podrían influir en ese país, pues muchos judíos pertenecían o habían pertenecido a partidos de izquierdas. Evidentemente, se equivocaron.

Incluso, les enviaron armas de contrabando, durante la primera guerra árabe-israelí. Paradójicamente, la URSS, les hizo llegar, a través de la antigua Checoslovaquia, miles de armas confiscadas al Ejército alemán, durante la II Guerra Mundial. O sea, que los judíos combatieron a los árabes con armas fabricadas por los nazis.

La primera embajadora de Israel en la URSS fue la famosa dirigente Golda Meir, que, posteriormente, llegaría a ser primera ministra de su país. En aquel momento, la comunidad judía de la URSS, vivía con esperanza el nacimiento de ese nuevo Estado y tomaba conciencia de una cierta identidad nacional, que no tenía mucho que ver con la URSS. Aparte de que en el Kremlin ya se habían dado cuenta de que Israel había decidido ser aliado de USA.
Parece ser que una de las razones de este cambio de alianzas vino tras una petición de la embajadora Meir para que el Gobierno soviético dejara que los judíos de la URSS y los demás países del Bloque Comunista, pudieran emigrar libremente al nuevo Estado de Israel.
Evidentemente, le respondieron con un rotundo no, alegando que “los judíos vivían muy felices en la URSS y no necesitaban ninguna Tierra Prometida”.

También, por la misma época, Stalin, meditó la posibilidad de dar una cierta autonomía a los judíos, pero no tanta como le pidió el asesinado Mijoels, el cual tanteó la posibilidad de crear una especie de comunidad autónoma judía en Crimea. Una de las zonas más prósperas de la URSS.
Parece ser que se corrió la voz de que los judíos querían vivir en Crimea para facilitar un futuro desembarco de tropas de USA y así derrotar fácilmente a la URSS.
Lo cierto es que, según dicen los expertos militares, es el camino más sencillo para llegar hasta Moscú.

Por supuesto, Stalin, no se planteó en ningún momento dejar salir a los judíos de su país para que emigraran al nuevo Estado de Israel. Es más, intentó que los judíos de Europa se trasladaran a la URSS para habitar esa futura “comunidad autónoma”, pero fracasó estrepitosamente.
Así que, desde 1950, la URSS, se dio cuenta que, aunque había muchos comunistas entre los judíos, el nuevo Estado de Israel, había optado por aliarse con USA.
Por ese motivo, desde Moscú, empezaron a apoyar a los países árabes, que rodeaban a ese nuevo Estado, que, curiosamente, siempre se habían mostrado probritánicos.
También cambió mucho la política interna hacia los judíos. De hecho, se vio muy notoriamente, en los medios de comunicación, que se volvía, oficialmente, al tradicional antisemitismo ruso.
Parece ser que, por eso mismo, en el Kremlin se inventaron que ciertos intelectuales judíos se dedicaban a ridiculizar a los
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héroes rusos y, sobre todo, a los soviéticos. Así que se ampararon en esa burda excusa para detener a un grupo de 15 escritores y editores de origen judío.
En 1952, fueron sometidos a una cosa que llamaron “juicio”. Donde no había ni fiscales, ni abogados defensores, solamente un tribunal compuesto por varios jueces militares.
Al final, todos fueron condenados a muerte y ejecutados, menos una joven científica y otro de los acusados que murió durante el juicio.

Volviendo atrás, en 1950, un comisario de Policía con muchas ganas de ascender hizo llegar al propio ministro del Interior un escrito donde explicaba que había una “trama de los doctores”, que estaba tratando de manera negligente a los líderes políticos soviéticos para que murieran.
Parece ser que esto ocurrió tras la muerte de dos dirigentes soviéticos, que habían sido tratados por un cardiólogo ya anciano y de origen judío, llamado Yakov Etinger, que tenía fama de ser el médico más prestigioso del país.
Este doctor fue detenido e interrogado de una forma brutal por este agente, hasta que murió en el curso de una de esas infames sesiones.

Parece ser que, como el ministro no le hizo caso, envió otro escrito al propio Stalin. No hará falta decir que esto le vino muy bien al líder soviético. De hecho, ascendió a ese agente y expulsó al ministro de su Gobierno. Éste fue, posteriormente, detenido y ejecutado.
Por lo visto, el verdadero motivo por el que Stalin se aprovechó de este presunto complot es que pretendía eliminar a Beria, el jefe de la Policía y del NKVD (después llamado KGB), porque pensaba que estaba tramando una conjura contra él.
Así que, si se inventaba un complot que no hubiera sido detectado por Beria, podría cesarlo por su supuesta negligencia en ese caso.
Algo que nos puede parecer muy diabólico, pero que era de lo más más normal en una personalidad trastornada como la de Stalin.
Lo que no se sabe aún es si la denuncia partió, por propia iniciativa, de ese comisario o fue animado desde las más altas instancias de la nación, porque el denunciante no parecía tener muchas luces y sólo destacaba por su crueldad en los interrogatorios.

En 1952, Stalin pronunció un discurso, en el que dijo varias frases como: “Todo sionista es un agente del espionaje de Estados Unidos”. “Los nacionalistas judíos piensan que su nación fue salvada por los Estados Unidos.” “Los judíos piensan que tienen una deuda con Estados Unidos. Entre los médicos hay numerosos sionistas”.
Este discurso sirvió para poner en marcha la propaganda del régimen soviético contra los judíos. En enero de 1953, se publicó un artículo en el diario Pravda, titulado “Bajo la máscara de médicos universitarios hay espías asesinos y criminales”.
Más tarde, la campaña oficial de antisemitismo se amplió a casi todos los países del antiguo Bloque Comunista de la Europa Oriental.
Por ejemplo, en la antigua Checoslovaquia, dio lugar a los llamados “Juicios de Praga”, por los que se procesó a 14 dirigentes del PC de ese país. De ellos, 11 eran de origen judío.

Precisamente, fueron esas 11 personas las que acabaron condenadas a muerte y ejecutadas, mientras que los otros tres fueron condenados a cadena perpetua.
La situación se fue agravando, porque, en febrero de ese mismo año, explotó una bomba en el interior de la Embajada Soviética en Israel y, como represalia, el Gobierno soviético, cortó sus relaciones con ese país y detuvo a la hermana del presidente de Israel, María Weizmann, que vivía en la URSS.

No obstante, los médicos tuvieron mucha suerte, porque su proceso fue muy lento, ya que los investigadores no encontraron unas pruebas claras contra ellos. Algo que disgustó mucho al propio Stalin, que dio instrucciones para que se aceleraran esas investigaciones.
Afortunadamente, Stalin falleció de repente el 05/03/1953 y los nuevos líderes soviéticos dieron las órdenes oportunas para que todos esos procesados fueran, inmediatamente, puestos en libertad.
En 1956, el nuevo líder soviético, Kruschov, pronunció un discurso ante el XXV Congreso del PCUS, en el que afirmó que este complot era inexistente y fue urdido por Stalin para hacer una de sus acostumbradas purgas. Sólo que esta vez no tuvo tiempo de realizarla.
También, en ese mismo acto, informó de que Stalin había dado las órdenes oportunas para construir una serie de campos de concentración en Siberia a donde pensaba enviar a todos los judíos residentes en la URSS. Al igual que ya había hecho con otras minorías étnicas.
Afortunadamente, aunque esos preparativos se hallaban ya muy avanzados, nunca se llevó a cabo esa deportación de judíos.
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