jueves, 24 de octubre de 2024

FÉLIX SCHLAYER, OTRO HÉROE DESCONOCIDO DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA

 

Hoy voy a dedicar mi artículo a uno de esos personajes casi desconocidos, hoy en día, pero que consiguieron salvar las vidas de muchos semejantes, poniendo en riesgo la suya, en aquella locura colectiva, que fue la guerra civil española.

Su nombre completo fue Félix Edouard Schlayer Gratwolh y nació en 1873 en la ciudad alemana de Reutlingen, actualmente, perteneciente al Estado de Baden-Wurtemberg.

Ciertamente, no hay muchos datos sobre su biografía. Por lo que contó, su padre tenía una fábrica de cueros, pero, desgraciadamente, falleció cuando Félix era muy joven y no se pudo hacer cargo de la misma.

Parece ser que era ingeniero, aunque no sé de qué rama de la ingeniería y también que llegó a España en 1895.

Por lo visto, empezó residiendo en Barcelona, para, sólo unos pocos años más tarde, trasladarse a Madrid.

Tenía su propio negocio, que consistía en importar maquinaria agrícola e, incluso, llegó a construir un modelo de trilladora.

Incluso, tenía su tienda en la calle de Alcalá, muy cerca del famoso Círculo de Bellas Artes. No obstante, su trabajo le obligaba a viajar mucho por toda España para vender la maquinaria que importaba de Alemania. Así que llegó a conocer mejor nuestro país que el suyo.

Debía tener unas buenas relaciones con Noruega, ya que, en 1910, la Embajada de ese país en Madrid le otorgó el cargo de cónsul honorario de Noruega, cuyo nombramiento fue aceptado por el Gobierno de España.

No obstante, parece ser que se presentó voluntario para luchar en el Ejército alemán, durante la I Guerra Mundial. Hay alguna foto, donde se le ve llevando el uniforme de oficial.

Parece ser que no le fue mal, aunque me parece un poco raro, porque, en aquella época, se veían muy pocas maquinarias en los campos de España.

No obstante, una de sus aficiones fue coleccionar obras de arte y se sabe que fue dueño de una de las pinturas de El Greco. Incluso, algunos dicen que también poseía una obra de Goya y otra de Murillo.

Fue uno de los fundadores del Colegio Alemán en Madrid, cuya primera sede estuvo en el número 53 de la Carrera de San Jerónimo. A lo largo de su historia, esta institución ha pasado por varias sedes y, actualmente, está en el barrio de Montecarmelo.

Incluso, durante muchos años, Schlayer fue el presidente de lo que hoy llamaríamos la Asociación de padres y madres de alumnos del Colegio Alemán.

También aportó algunos fondos para dar a conocer y publicar en español las conferencias impartidas por algunos científicos alemanes de renombre mundial.

Sin embargo, en el comienzo de la década de los años 20, no le fue muy bien. Se arruinó la empresa que le enviaba la maquinaria. Así que dejó el cargo de cónsul honorario y se fue a probar suerte en América.

No sé si tampoco le fue muy bien, lo cierto es que, al cabo de un año, regresó a España y siguió con su negocio de maquinaria agrícola.

Un año antes del comienzo de la guerra civil, fue nombrado, nuevamente, cónsul honorario de Noruega.

Félix se había casado con la barcelonesa Rosa Albages Gallego y de ese matrimonio nacieron dos hijos mellizos: Clotilde y Carlos.

Aunque su negocio estaba radicado en Madrid, desde 1912, fijó su residencia en el pueblo madrileño de Torrelodones, donde mandó construir una casa con una gran parcela a la que llamó “Villa Rosita”. Un lugar muy bien comunicado, porque se hallaba frente a la estación del ferrocarril.

Parece ser que también era un gran aficionado a la música clásica y celebró algunos conciertos en los jardines de su villa a donde solían acudir muchos de sus compatriotas residentes en Madrid.

También cedía sus jardines a sus convecinos para los bailes anuales, conmemorando la proclamación de la II República española.

Así que todos los días tenía que ir a Madrid para atender su negocio y también para cumplir con su tarea como cónsul honorario de Noruega.

Como todos sabemos, la guerra civil estalló en el mes de julio de 1936. Al ser pleno verano, mucha gente se hallaba fuera de sus lugares de residencia o, incluso, en el extranjero.

Eso fue lo que le ocurrió al embajador de Noruega, que se hallaba de vacaciones en su país y no pudo regresar a España. Por ello, a Félix le ordenaron que intentase sacar de España a todos los noruegos residentes en nuestro país. Cosa que consiguió con gran éxito y en muy poco tiempo.

Es de suponer que, por aquella época, no habría muchos noruegos residiendo en España. Creo que ahora le hubiera costado mucho más trabajo, porque hay muchos noruegos residiendo en la costa levantina, huyendo del frío, que suele hacer en su país.

Acto seguido, acogió, en varias tandas, a unos 900 refugiados en la residencia oficial del embajador de Noruega en Madrid, sita en José Abascal, 27. Actualmente, con el número 47. Consiguió que todos ellos salvaran sus vidas.

También se entrevistó, en diversas ocasiones, con algunos líderes políticos del Frente Popular, al objeto de interceder por algunos que ya estaban presos y consiguió que los excarcelaran. Incluso, les consiguió salvoconductos para que pudieran huir de España.

En sus memorias, menciona una conversación con la Pasionaria. “Hacia el final le pregunté a la Pasionaria cómo se imaginaba que las dos mitades de España, separadas entre sí por un odio tan abismal, pudieran vivir otra vez como un solo pueblo y soportarse mutuamente. Entonces, estalló todo su apasionamiento: “¡Es simplemente imposible! ¡No cabe más solución que la de que una mitad de España extermine a la otra!”” (Diplomático en el Madrid rojo. Madrid, 2008).

Tuvo noticias de las sacas de las cárceles y de que se estaban cometiendo las matanzas en Paracuellos del Jarama y hasta se desplazó a esa localidad para descubrir dónde estaban las fosas de los fusilados.

Parece ser que se interesó por este tema, tras la desaparición de Ricardo de la Cierva Codorníu, un abogado español, que trabajaba para la Embajada de Noruega. Seguro que nos sonarán sus apellidos, porque era hermano de Juan de la Cierva, el inventor del autogiro, y padre del famoso historiador, Ricardo de la Cierva.

Por lo visto, este abogado fue detenido, cuando intentaba viajar desde el aeropuerto de Barajas, a pesar de llevar un pasaporte diplomático de Noruega.

Así que visitó algunas cárceles, siguiendo la pista de este abogado y, al final, reconocieron que lo habían fusilado, junto a otros miles más.

Así que todo ello lo denunció ante el Gobierno del Frente Popular, los cuales no le hicieron mucho caso. Pero también lo dio a conocer al resto del Cuerpo diplomático, para que se supiera en otros países y pudieran ejercer presión sobre el Gobierno republicano.

Parece ser que no perdió el tiempo, ya que se dedicó a realizar múltiples visitas a cárceles, hospitales y hasta a la temible checa de la calle Fomento, en Madrid, donde pudo comprobar las malas condiciones en las que tenían a los presos. Al menos, consiguió que les dieran mejor de comer.

Todo ello dio lugar a que los diplomáticos de varios países aunasen sus esfuerzos para proteger a la mayor cantidad posible de gente perseguida por los milicianos.

Incluso, el Cuerpo Diplomático, llegó a amenazar al Gobierno republicano con retirarse todos de Madrid y romper las relaciones diplomáticas con la II República, si no les dejaban continuar con su labor humanitaria.

Algunos otros ejemplos de diplomáticos que se jugaron su carrera y su vida para proteger a estos refugiados fueron el cónsul checo Formanek, el rumano Henry Helfant, el cubano Pichardo o el argentino Pérez Quesada.

Ciertamente, esto de divulgar las matanzas de Paracuellos y contárselo al Dr. Henny, delegado de la Cruz Roja, al que ya mencioné en otro de mis artículos, no gustó nada al Gobierno republicano y, especialmente, a los ministros Giral y Álvarez del Vayo. Los cuales solicitaron que fuera cesado por el Gobierno de Noruega, pero no lo consiguieron.

Por otro lado, Schlayer propuso realizar canjes de prisioneros entre los dos bandos, organizados por la Cruz Roja Internacional, pero parece que no tuvo mucho éxito.

Desgraciadamente, en julio de 1937, cuando realizaba otra de sus entrevistas, tuvo una fuerte discusión con el director general de prisiones. Éste se quejó al ministro de Estado (Asuntos Exteriores) y le quitaron el pasaporte diplomático.

Así que, cuando él y su familia estaban haciendo los preparativos para salir de España, alguien les avisó de que los milicianos le estaban buscando para matarle. Eso dio lugar a que tuvieran que huir esa misma noche hacia Valencia.

Consiguieron embarcar en un crucero francés. Sin embargo, la policía republicana les obligó a bajar.

Afortunadamente, se hallaba allí en cónsul checoslovaco Zdenko Formanek, el cual hizo varias gestiones con las que consiguió que pudieran partir en ese barco y salvar la vida. Se ve que el Gobierno republicano tuvo en cuenta que Checoslovaquia era uno de los pocos países que le quiso vender armamento para la guerra civil.

Así que Schlayer y su familia se fueron a vivir a Alemania, donde escribió artículos y concedió entrevistas, explicando lo que estaba ocurriendo en España.

Sin embargo, a finales de 1937, se trasladó a San Sebastián, que ya pertenecía a la zona nacional. Desde allí, aprovechó sus contactos con otros diplomáticos extranjeros en Madrid para organizar la huida de las personas que estaban refugiadas en sus sedes.

Tras la guerra, regresó a su villa en Torrelodones, donde siguió viviendo con su familia.

En 1940, fue citado ante los tribunales militares, al objeto de declarar en la llamada Causa General.

En los años 40, fue condecorado, en varias ocasiones por el Gobierno español.

Desgraciadamente, murió en noviembre de 1950 y su cadáver fue enterrado en el Cementerio civil de Madrid.

Algunos le acusaron de ser pronazi o algo por el estilo. Lo único cierto es que siempre reconoció ser conservador y anticomunista y nunca estuvo afiliado al Partido Nazi.

En 1938, había escrito su famosa obra “Diplomático en el Madrid rojo”, la cual fue publicada, ese mismo año, pero sólo en Alemania. En España, hubo que esperar hasta el 2005 para que fuera publicada y tuvo un gran éxito. A partir de entonces, recibió algún homenaje, pero sólo por parte de los intelectuales de derechas.

También publicó otro libro titulado “Un suabo en España”, donde más datos sobre su vida, pero, desafortunadamente, todavía no ha sido publicado en España.

 

TODAS LAS IMÁGENES PROCEDEN DE WWW.GOOGLE.ES

12 comentarios:

  1. Muchas gracias por sacar a la luz del recuerdo a gentes que, por sus obras y valía, no se merecen la oscuridad del olvido.

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    1. Pues sí que es triste y sacaré unos cuantos extranjeros más, que también se jugaron la vida por los españoles. Muchas gracias por su comentario y saludos.

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  2. Muy interesante. Gracias por dar a conocer la labor de este señor Félix Schlayer

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    1. Voy a intentar escribir sobre otros, que hicieron lo mismo.

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  3. No se gran cosa de este tipo pero todo el mundo que lo conoció y habla de él dicen que era un nazi. Tampoco es algo raro, siendo alemán en aquellos tiempos.

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    1. No todos los alemanes fueron nazis. Le recuerdo que, cuando el Partido Nazi fue el más votado, el segundo fue el PC de Alemania.

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  4. Muy interesante articulo y biógrafia de Félix Schlayer
    Leí su libro sobre las matanzas de Paracuellos
    Pero me faltaba saber algo más sobre él, gracias

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    1. Tampoco he podido dar más detalles, porque no se conocen. Muchas gracias por su comentario y saludos.

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  5. Gracias por tu tiempo, un buen artículo. Siempre va bien recordar nuestra historia, sienpre hay historias por descubrir

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    1. Me alegra saber que alguien disfruta al leer mis artículos. Muchas gracias por su comentario y saludos.

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