jueves, 29 de diciembre de 2022

LA HISTORIA DE LOLA MONTEZ

 

Hoy traigo al blog la historia de una de esas mujeres, que consiguieron la fama haciéndose pasar por lo que no eran. Al igual que le ocurrió a la famosa bailarina y espía Mata Hari.

El nombre real de nuestro personaje de hoy era Eliza Rosanna Gilbert. Nació en 1821 en una pequeña localidad de Irlanda, cuando esa isla aún pertenecía, en su totalidad, al Reino Unido.

Su madre fue Elizabeth Oliver, que pertenecía a la aristocracia local, mientras que su padre fue el alférez inglés Edward Gilbert.

Parece ser que la pareja se conoció en 1818, cuando el militar llegó con su regimiento hasta esa ciudad. Se casaron casi dos años después.

En 1823, su padre consiguió ir destinado a la India, donde podría cobrar mucho más y ascender con mayor rapidez en su carrera militar. Por ello, su esposa y su hija se trasladaron con él.

Desgraciadamente, Edward, murió a los pocos meses de su llegada a la India a causa de una epidemia de cólera.

Su madre, que, por entonces, sólo tenía 19 años, decidió casarse de nuevo. Volvió a hacerlo con otro militar. Esta vez se trataba de un teniente, que también estaba con su unidad de guarnición en la India.

Parece ser que la niña nunca se llevó muy bien con su padrastro, así que la pareja decidió enviarla a un internado en Escocia, donde tampoco le fue muy bien.

Posteriormente, la enviaron a un internado dirigido por una hermana de su padrastro y, por último, a otra escuela para gente acomodada. En todas ellas dio muestras de su carácter rebelde e indisciplinado.

En 1837, se fugó con otro oficial, el cual también fue destinado a la India. El matrimonio sólo duró 5 años y no tuvieron hijos.

La verdad es que su historia coincide en muchos puntos con la de Mata Hari. Con la diferencia de que ésta se casó con un oficial holandés, al que destinaron a la isla de Java (Indonesia).

Volviendo a nuestro personaje de hoy, no sé dónde aprendería bailes españoles, pero lo cierto es que regresó a Europa y debutó en varios teatros, haciéndose pasar por una bailarina española, llamada Lola Montez. En otros sitios aparece como Montes.

Supongo que su pelo moreno y su belleza le ayudarían a triunfar en varios países. Hay quien dice que muchos de los irlandeses de pelo moreno, son descendientes de los marinos y soldados españoles, que venían con la Armada Invencible y que naufragaron en aquellas costas.

Por lo visto, Lola debutó en París. Aunque no alcanzó el éxito, sí que consiguió hacer muy buenas amistades. Como Franz Liszt, Alejandro Dumas (padre), George Sand, etc.

En 1846, se trasladó a Múnich, donde estaba la corte del reino de Baviera. No olvidemos que todavía no se había producido la unificación de Alemania.

Parece ser que su amante, el barón de Maltzahn, la presentó al rey Luis I de Baviera y éste quedó prendado de ella.

De hecho, se cuenta una anécdota en la que el rey le preguntó si sus pechos eran reales y ella le respondió abriéndose la camisa para enseñárselos.

Curiosamente, Lola había pedido esa audiencia con el monarca bávaro para reclamar justicia, porque un empresario teatral se había negado a pagarle lo estipulado en el contrato.

Así que se convirtió en la amante del rey y, no sólo eso, sino que, en muchas ocasiones, le dijo cómo tenía que gobernar.

Se dice que eso la hizo muy impopular entre los bávaros, pero yo creo que no es del todo cierto. Parece ser que el rey había estado gobernando como un monarca absoluto, de acuerdo con la nobleza.

Sin embargo, ella le condujo hacia el liberalismo, con lo cual le 

enemistó con los nobles y el clero, especialmente con los jesuitas, que tenían mucho poder en ese país.

Para colmo, el monarca se empeñó y consiguió darle un título nobiliario a Lola. Concretamente, el de condesa de Landsfeld, que le regaló con motivo de sus cumpleaños, junto con una buena pensión, un palacete a su nombre en el centro de Múnich y el otorgamiento de la nacionalidad bávara.

Parece ser que esto provocó una crisis, que dio lugar a la dimisión de todo el Gobierno del Reino de Baviera. Por lo visto, hasta el mismo Papa Pío IX también le criticó su actitud.

Incluso, tras una serie de protestas estudiantiles, Lola convenció al rey para que clausurara las clases en la Universidad de Múnich.

Sin embargo, el estallido de las revoluciones liberales en casi toda Europa, dio lugar a que el monarca abdicase en 1848, sucediéndole su hijo mayor, Maximiliano II.

Lola consiguió huir a tiempo y llegó a Suiza, donde esperó, en vano, la llegada del rey. Sin embargo, éste se exilió en Francia y ya no se movió de ese país hasta su muerte, ocurrida en 1868.

Los que la conocieron decían que seguía siendo una mujer muy rebelde, que montaba a caballo, fumaba públicamente y solía defenderse con una fusta de los que le molestaban.

Sin embargo, ella, que sólo tenía 27 años, se trasladó a Londres. Allí conoció a un joven oficial de Caballería con el que se casó. Por lo visto, también era un rico heredero.

Parece ser que no se había anulado el anterior matrimonio de Lola. Así que, tras haber sido denunciada por bigamia, la pareja se trasladó a Francia y luego a España. Posteriormente, regresaron a Gran Bretaña, donde él murió en 1856.

Supongo que no querría tener más problemas en Europa, así que decidió trasladarse a USA. Ese era lo que hoy llamaríamos un país emergente.

Debutó, con mucho éxito, como actriz de comedia en varios teatros de la costa este para luego dirigirse a San Francisco. Allí se casó con un periodista local, pero el matrimonio sólo duró dos años.

En 1855, su espíritu aventurero la llevó hasta Australia. Allí actuó tanto en varios teatros como en funciones para los mineros.

Por lo visto, su erótica Danza de la araña, en la que se iba quitando un velo tras otro, llamó mucho la atención. Se dice que muchos políticos y empresarios aplazaron sus reuniones para ir a verla. Por el contrario, las familias más conservadoras dejaron de asistir a los teatros.

Se dice que, en cierta ocasión, Lola se presentó en la oficina de un periodista local, que había criticado una de sus representaciones y le atacó con un látigo. Se ve que era una mujer de armas tomar.

En mayo de 1856 decidió regresar a San Francisco. Por algún motivo desconocido, su representante cayó por la borda del barco y nunca más se supo de él.

Desafortunadamente, no tuvo la misma suerte, cuando reapareció en los teatros de San Francisco. Así que se marchó a la costa este.

Allí conoció a un tipo muy extraño. Se hacía llamar “reverendo”, sin embargo, era un periodista llamado Charles Chauncey Burr, que se convirtió en su agente.

Parece ser que él también fue muy amigo de Edgar Allan Poe. Incluso, escribió varios poemas con el mismo estilo de este famoso escritor.

Así que Burr la animó a dar conferencias a las mujeres, tanto en América como en el Reino Unido. Incluso, en 1858, publicó un libro titulado “Las artes de la belleza”, donde daba consejos a las mujeres de USA.

Desgraciadamente, a partir de 1860, empezó a sentirse mal. No me ha quedado muy claro cuál era la enfermedad que padecía. En unos sitios dice que fue una embolia, que le paralizó el lado izquierdo de su cuerpo. Mientras que en otros se dice que padecía sífilis.

Lo cierto es que unos amigos le pagaron un apartamento en el centro de Nueva York. Allí se estuvo reponiendo.

En las Navidades de 1860 parecía encontrarse mejor y se fue a dar 

un paseo por el centro de esa ciudad, que siempre le había gustado mucho.

Ya sabemos que esa ciudad tiene unos inviernos muy fríos. Supongo que se resfriaría y, cuando regresó a su apartamento, la mujer que la atendía comprobó que tenía mucha fiebre.

La cosa se fue complicando con una neumonía y, lamentablemente, a mediados de enero de 1861, murió, cuando ni siquiera había cumplido los 40 años. Aunque en su lápida figure la edad de 42 años.

Su antiguo amante, el rey Luis I, que seguía exiliado en Francia, fue informado del hecho por una amiga de Lola, que le envió una carta, donde le contaba la triste noticia.

Curiosamente, este monarca, que tenía casi 40 años más que ella, murió 7 años después, en 1868.

Lola fue enterrada en un cementerio de Brooklyn (Nueva York). Curiosamente, en su lápida figura su nombre real, Eliza Gilbert.

Se han hecho varias películas sobre su vida, como la titulada “Lola Montes” (1955), dirigida por Max Ophüls, que tuvo mucho éxito.

 

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