Hoy voy a dedicar este artículo a
un curioso personaje que acudió a España atraído por el poderío de la Casa de
Austria, pero que fue injustamente tratado. No sabía que eso de intentar hacer
ciencia en España es algo prácticamente imposible.
Curiosamente, el mismo año que
nació el emperador Carlos V en Gante y la misma ciudad de donde era el famoso
constructor de violines o luthier, Antonio Stradivari o Stradivarius, que nació
en el siglo XVII.
Lo cierto es que no se sabe
demasiado de sus primeros años. Sólo que fue hijo de Gherardo Torresani, el
cual poseía dos molinos junto al río Po.
Parece ser que siempre estuvo muy
interesado por la Ciencia y la Ingeniería. Sin embargo, desconocemos quién le
proporcionó esa formación. Algunos dicen que podría haber sido su paisano
Giorgio Fondulo, un humanista, médico, matemático, astrólogo, etc, muy famoso
en aquella época.
Juanelo se estableció en su
ciudad como relojero y en 1529, su gremio, le otorgó la ansiada categoría de
maestro.
Parece ser que el emperador
Carlos V llegó a conocer a Turriano en 1530, durante su estancia en Milán,
camino de su coronación en Bolonia.
Por lo visto, el duque Francisco
II Sforza, aliado del emperador, quiso regalarle a éste un valioso reloj,
construido por Giovanni Dondi, en el siglo XIV, por encargo del duque Galeazzo
Visconti.
A estas alturas, todos sabemos
que tantos los Austrias y luego los Borbones, fueron grandes aficionados a la
relojería. No hace falta más que darse un paseo por cualquiera de sus palacios
en España, y ver la cantidad de relojes que tenían, para darse cuenta de ello.
El duque le debía mucho al emperador, pues, gracias a él, volvió a gobernar en Milán, tras la victoria de las tropas imperiales en la famosa batalla de Pavía.
La derrota francesa fue tan
aplastante que, hasta capturaron a Francisco I, rey de Francia, y a uno de sus
hijos, los cuales fueron traídos a Madrid y aquí permanecieron hasta que el
monarca francés accedió a firmar un tratado de paz con el emperador.
Ese reloj era una verdadera obra
de arte, pero llevaba muchos años sin funcionar. Parece ser que, a esas
alturas, a nuestro personaje se le tenía por un genio de la relojería. Así que,
en 1540, reclamaron la presencia de Turriano en la corte de Milán, para ver si lo podía
reparar.
Nuestro personaje, después de
revisar ese reloj, dictaminó que no podría repararse, pero se comprometió a
construir otro mucho mejor que ese.
Por lo visto, fue todo un reto
para Turriano, pues, hasta esa fecha, todos los relojes se fabricaban para que
funcionaran a base de un sistema de contrapesos, pero él no quería hacer lo
mismo.
Así que fabricó el suyo nada
menos que con unas 2.000 piezas, de las que la mayoría eran engranajes, y tres
muelles. Por lo visto, hasta tuvo que crear una máquina que le sirviera para
construir esos engranajes tan pequeños.
Parece ser que Juanelo gozó de
mucha estima en Milán. Allí hizo muchas influyentes amistades, como la del marqués
del Vasto, gobernador de ese territorio, y su sucesor, Ferrante Gonzaga,
príncipe de Guastalla.
Tuvo su taller de relojero cerca
de la Puerta Nueva, en Milán. También allí se casó con Antonia Sechela y sólo
tuvieron una hija, llamada Bárbara.
A causa de las guerras de Italia, Milán, pasó a ser un enclave muy
estratégico para España. Unos años más tarde, lo fue aún más, cuando se puso en marcha el llamado “Camino español”, por el que se mandaban refuerzos militares a los Países Bajos, sin pisar territorio francés, y cuyo inicio se hallaba en Milán.Los monarcas hispanos apoyaron el
desarrollo industrial de Milán. Impulsaron el embellecimiento de esa ciudad, a
base de obras públicas y la convirtieron en un escaparate para luchar contra la
Reforma.
De esa manera, coincidieron en
esa ciudad los mejores ingenieros y artistas del momento. Tales como los Leoni
y Jacome de Trezzo.
Supongo que no sólo llamaría la atención del emperador por su actividad como relojero, sino por sus dotes como ingeniero.
Por ejemplo, diseñó una grúa con
la que levantar y desplazar cañones muy pesados. Mucho más eficaz que las
yuntas de bueyes.
También trabajó en el campo de la
ingeniería hidráulica, proponiendo soluciones de drenaje para la laguna de
Venecia.
En 1552, le entregó su famoso
reloj al Emperador Carlos V. Parece ser que éste quedó tan satisfecho que le
otorgó una pensión anual de 150 ducados, con carácter vitalicio. Un reloj que
le hizo muy famoso, porque, aparte de dar la hora, mostraba las posiciones de
todos los planetas en cada momento.
Aparte de ese, construyó otros
relojes, como el Cristalino. Un reloj de cristal, en el que se podía ver el mecanismo
que se movía en su interior.
También participó en la reforma
del Monasterio de Yuste, lugar elegido por el emperador para pasar sus últimos
días.
El monarca lo nombró matemático
mayor de la corte. Por ello, fue uno de los encargados de redactar un informe
para el cambio del calendario juliano al gregoriano.
Incluso, llegó a encargarle el
diseño de las campanas a instalar en el famoso Monasterio de El Escorial.
Se fue a vivir a Toledo, donde le
encargaron la construcción de un sistema de subida de aguas desde el Tajo hasta
el Alcázar. Algo bastante complicado, pues hay unos 100 m de altura entre
ambos. Anteriormente, existió allí un acueducto romano, pero ya había quedado
arruinado.
Juanelo lo consiguió. Sin
embargo, el Ayuntamiento de la ciudad de Toledo quiso aprovechar esa agua, pero
el Ejército y el monarca se negaron a compartirla con la ciudad. Así que, en el
Ayuntamiento, le encargaron hacer otro ingenio parecido para el aprovechamiento
de la ciudad. El cual comenzó a funcionar en 1581.
Se sabe que su ingenio estuvo en
marcha hasta 1640. Incluso, se le menciona en algunas obras de Cervantes y de
Quevedo.
Desafortunadamente, ya no podemos
ver ese ingenio, conocido como el artificio de Juanelo, porque, en el siglo XIX,
quedó completamente arruinado y fue demolido. Sin embargo, se puede ver en uno
de los famosos cuadros del Greco.
También asesoró al rey sobre la
posibilidad de construir un canal en el
río Jarama y una presa en Colmenar.
Parece ser que este autómata
asustó a algunos y escandalizó a los miembros del poderoso clero toledano. Así que,
según dicen, lo quemaron antes de la muerte de Turriano.
No obstante, hay quien dice que
su maquinaria fue aprovechada para la construcción de un reloj, instalado en
uno de los muros de la catedral de Toledo.
También hay quien dice que ese
autómata es una de las figuras que aparece en el célebre cuadro del Greco,
titulado “El entierro del conde de Orgaz”. Un suceso ocurrido varios siglos
antes.
Siguiendo sus deseos, fue
enterrado en la capilla de Nuestra Señora del Soterraño, dentro del Convento
del Carmen Calzado, de Toledo. Un lugar cercano a su ingenio para la subida de
aguas a la ciudad. Ese edificio fue demolido. Así que ya no sabemos dónde está
su tumba.
Sin embargo, podemos contemplar su rostro en un bonito busto, que se expone en el Museo de Santa Cruz, también en Toledo. Atribuido al gran escultor Pompeo Leoni.
Parece ser que procede de
la Biblioteca del Palacio Arzobispal de la misma ciudad. También sufrió algunos
daños, durante la guerra civil, sin embargo, fue restaurado en 1941.
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