miércoles, 20 de septiembre de 2023

EL CASO DE VIKTOR KRAVCHENKO

 

Hoy voy a narrar un caso, que llegó a hacerse muy famoso en los años 40, pero que hoy ha quedado casi olvidado.

El personaje de hoy se llamaba Víktor Andreievich Kravchenko. Nació en 1905 en la actual ciudad ucraniana de Dnipro. Entonces perteneciente al Imperio ruso.

Parece ser que su padre tenía unas ideas muy revolucionarias. Sin embargo, nunca militó en ningún partido político. Mientras que su abuelo fue un oficial del Ejército zarista.

Viktor se graduó como ingeniero metalúrgico y durante sus estudios coincidió con el futuro líder soviético Leónidas Brezhnev, del que se hizo muy amigo.

En 1929, Viktor, se convirtió en un miembro muy activo del PCUS, mientras trabajaba en unos altos hornos de la zona de Donbas. Una zona que está hoy muy de actualidad.

Allí empezó a ver el maltrato que el Gobierno soviético le estaba dando a Ucrania. Incluso, estuvo a punto de ser detenido en la llamada Gran Purga, ordenada por el infame Stalin. La cual fue realizada con la excusa de vengar la muerte de Sergei Kirov, al cual dediqué otro de mis artículos.

Durante la invasión alemana de la URSS, luchó como capitán del Ejército soviético. Sin embargo, en 1943, fue destinado a la Comisión de compras de la URSS en Washington DC.

En 1944, aprovechó que seguía residiendo en USA para desertar y solicitar asilo político en ese país.

Por supuesto, el Gobierno soviético, exigió su inmediata extradición. Increíblemente, el embajador USA en Moscú, se puso de parte de Stalin y llegó a escribir al propio presidente Roosevelt a fin de intentar convencerle para que lo extraditara a la URSS. Afortunadamente, no le hizo caso.

Una extraña decisión, pues el presidente había llegado a prohibir a los miembros de su gobierno que hablasen mal de Stalin, ya que lo necesitaba como aliado.

No sé si lo haría, porque Viktor dio una conferencia de prensa y les 

dijo a los periodistas que “se estaba poniendo bajo la protección de la opinión pública de USA”.

No obstante, como sabía que los soviéticos iban a ir a por él. Vivió con un nombre falso. Incluso, tuvo una relación con una mujer USA, llamada Cynthia Kuser Earle, con la que tuvo dos hijos y no les pudo poner sus apellidos por miedo a que los asesinasen los agentes del KGB.

Tampoco se pudo casar con ella, porque ya estaba casado en la URSS y, de ese matrimonio había nacido un hijo, llamado Valentín.

Su mujer soviética, Zinaida Gorlova, se divorció de él y se volvió a casar. Su nuevo marido adoptó al hijo y le cambiaron el apellido a Valentín para que no le señalaran como el hijo de un traidor. No obstante, unos años más tarde, fue detenido y enviado a uno de esos campos de concentración en Siberia.

Viktor se dedicó a escribir sobre cómo era la vida en la URSS. Su primer libro, publicado en 1946, y el que tuvo más éxito, se tituló “Yo elegí la libertad”. Allí 

narró lo que estaba ocurriendo con las colectivizaciones forzosas en el campo, los numerosos campos de concentración, los presos condenados a realizar trabajos forzados, las purgas, el hambre, etc.

También narró las escenas que vio en 1932 en Ucrania, como las de los niños con las tripas hinchadas por el hambre, muertos tirados por las calles, casos de canibalismo, etc.

Se estaba refiriendo al infame Holodomor. Un episodio ocurrido entre 1932 y 1933, por el que El Gobierno soviético se llevó todas las cosechas de cereales de Ucrania y provocó la muerte de 4.000.000 de personas.

Este libro fue escrito con la colaboración del escritor USA Eugene Lyons, porque todavía no dominaba el inglés. Algunos dicen que Stalin fue uno de los que primero leyó este libro y, como es lógico, no le hizo mucha gracia.

Incluso, Viktor, se llegó a acusar de haber colaborado con el régimen, como miembro del PCUS, por haber obligado a los campesinos a trabajar más horas para terminar antes de recoger la cosecha. Sin embargo, su jefe no le felicitó por ello, sino que le dijo: “Tú no lo entiendes. No se trata de eso, sino de doblegar la voluntad de los campesinos”.

En resumen, en ese libro, puso en ridículo al llamado “paraíso socialista”, al que aspiraban a copiar los partidos de izquierda de medio mundo. Eso nunca se lo perdonaron ni Stalin, ni sus sucesores en el Kremlin.

Evidentemente, muy pronto se le echaron encima tanto el Gobierno de la URSS, como destacados intelectuales comunistas de toda Europa.

En 1949, demandó a la revista de unos comunistas franceses, llamada “Les lettres françaises”, por decir en un artículo titulado “Cómo se fabricó Kravchenko”, que todo lo que había escrito era mentira y que él era un alcohólico y no era el autor de ese libro. El editor de esta revista era el famoso escritor Louis Aragon.

El gobierno de la URSS puso toda la carne en el asador, llevando al juicio amuchos de sus compañeros para acusarlo de traidor y estafador. Incluso, llevó a su ex mujer, que lo acusó de maltratador y hasta de impotente.

No hará falta decir que los padres de ella habían sido, previamente, encarcelados en la URSS para que no declarase más que lo que le habían ordenado que dijera.

Aparte de ello, también acudieron a esa audiencia varios agentes del KGB, que le acusaron de estar loco.

Incluso, algunas personalidades célebres, como Frederic Joliot Curie o el mismísimo Jean Paul Sartre.

Es más, llegaron a llevar a declarar contra Viktor a Hewlett Johnson, una importante figura religiosa anglicana, que era el decano de Canterbury y que siempre fue muy pro soviético.

Por el contrario, el abogado de Viktor citó ante el tribunal a una serie de testigos, que corroboraron, ampliamente, lo que había narrado en su libro. Algunos de ellos eran personas que habían conseguido escapar de esos campos de concentración.

Incluso, una de las testigos, había estado primero encerrada en un campo de concentración nazi y luego en otro soviético y dijo que el segundo era mucho peor que el primero.

Parece ser que algunas sesiones del juicio fueron muy tensas, como cuando, después de haber escuchado la declaración del general soviético Rudenko, Viktor le dijo: “Yo me cago en tu amado Stalin. He esperado toda mi vida para poder decirlo”.

Al final, Kravchenko ganó el juicio, sin embargo, la muy escasa indemnización dictada por el juez no le permitió ni siquiera pagar los gastos de su defensa.

Incluso, la revista presentó un recurso ante el Supremo francés, el cual volvió a condenarla, pero su abogado tampoco consiguió que le aumentasen la indemnización a Viktor.

Sin embargo, este juicio tan mediático dio lugar a que su libro fuera todo un éxito y se vendiera como las rosquillas.

Por lo visto, invirtió una parte de sus ganancias en minas en Perú, en las cuales mejoró las condiciones laborales de los mineros de ese país. Sin embargo, no le fue nada bien debido a las trabas de todo tipo, impuestas por las autoridades de ese país y la corrupción allí imperante. Hay quien dice que estuvieron influidas por el KGB.

Hay que decir que el Gobierno soviético se tomó muy en serio la deserción de Víktor. Tanto fue así que llegaron a encarcelar y hasta a asesinar a varios de sus familiares y amigos.

No obstante, también fue vigilado de cerca por el FBI, que es el encargado del contraespionaje, ya que pensaba que podría tratarse de otro agente del NKVD, después llamado KGB.

Desgraciadamente, en 1966, su cuerpo fue encontrado con un balazo en la cabeza, en su apartamento, situado en Manhattan.

Parece ser que los agentes del KGB ya habían entrado, años atrás, varias veces en su apartamento. En una de ellas, le dejaron una bala sobre su escritorio y en otra quisieron darle una paliza y tuvo que disparar sobre uno de ellos.

Curiosamente, dos años antes, su amigo, Leónidas Brezhnev, había sido elegido primer secretario del PCUS. Se ve que esas amistades no le sirvieron de nada.

Parece ser que siempre fue perseguido por los agentes del KGB en USA. Así que no sería de extrañar que lo hubieran asesinado.

No obstante, dicen que padecía una fuerte depresión, desde que algunos amigos rusos le informaron de que unos 30 familiares suyos habían muerto en los campos de concentración de la URSS.

Al cabo de unos años, al desclasificar algunos archivos, se ha sabido que el presidente Johnson se interesó por este tema y le preguntó al FBI si se trataba de un suicidio o si había sido asesinado. Estos le respondieron que no tenían ninguna evidencia de asesinato, pero sí sospechaban que podría haber sido esa la causa de su muerte. Aunque la carta que dejó escrita parecía ser de su puño y letra.

Este suceso me recuerda mucho al de la muerte de Walter Kriwitski, al 

que dediqué, recientemente, otro de mis artículos. El estilo es casi el mismo. Así que no sería de extrañar que los hubieran realizado los mismos agentes del KGB.

Unos años más tarde, Valentín tuvo conocimiento de que su padre había tenido otros dos hijos en USA, aunque uno de ellos murió joven. Así que, cuando le dejaron salir de la URSS, fue a USA y allí se reunió con su hermanastro Andrew y pidió asilo político en ese país, donde, unos años después, murió.

Andrew siempre sospechó que su padre había sido asesinado por la KGB y en 2008 produjo un documental titulado “El desertor”, donde se narraba la vida de Viktor.

 

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