Hoy voy a narrar la historia de una mujer de pequeña estatura, pero que, gracias a su gran coraje, eso no le impidió ayudar a mejorar la sociedad en la que vivió.
Nació alrededor de 1820 en una
granja situada en el Estado de Maryland. Curiosamente, aunque este Estado se
encuentra situado al NE de USA y al norte de Washington DC, durante la guerra
civil, luchó en el bando de los federales, sin embargo, siempre fue esclavista.
Igual que también hubo algunos Estados del sur que no fueron esclavistas.
Como ya sabrán mis lectores, casi todos
los implicados en el asesinato del presidente Lincoln procedían de ese Estado.
Sus abuelos habían nacido en
África, concretamente en una aldea de la actual Ghana y allí habían sido
capturados y esclavizados. Por esa razón, Harriet nació esclava.
En un principio, a nuestro
personaje la llamaron Arminta Ross, sin embargo, a los 11 años, eligió llamarse
como su madre, Harriet.
Parece ser que, en cierta ocasión,
se le ocurrió probar un poco de azúcar. Algo que desconocía. La descubrieron y
le dieron tal paliza que la mandaron con su madre. Ya no la volvieron a enviar
a cuidar niños, sino a trabajar en el campo.
Parece ser que fue su padre el
que la enseñó a orientarse en el campo, por medio de las estrellas. Algo que le
sería muy útil en el futuro.
Curiosamente, un negro libre se
enamoró de ella y se casaron. No obstante, a pesar de ser libre, su marido
resultó tan esclavista como sus dueños.
Parece ser que quiso convencer a
sus hermanos varones para que huyeran con ella, pero no se decidieron. Así que
se fue sola hacia el norte, hasta alcanzar la frontera con Pensilvania. Allí
encontró trabajo como sirvienta en una casa de Filadelfia.
Realmente, no se trataba de un
ferrocarril, sino del camino por donde escapaban los esclavos de las plantaciones
del sur de USA. Le llamaban así, porque los organizadores utilizaban términos
propios de los ferroviarios para comunicarse entre ellos.
Llamaban conductores a los que
dirigían a esos esclavos hacia la libertad. Las estaciones eran los lugares
donde podían esconderse de sus perseguidores y donde poder reposar con
tranquilidad.
Ciertamente, era una actividad muy arriesgada, no sólo porque los podrían alcanzar y capturar sus perseguidores, sino también porque los podrían detener y llevarlos ante la Justica, ya que era algo ilegal.
Harriet siempre quiso liberar a
su familia. En 1851, consiguió salvar a su hermana y a los hijos de ésta.
Por lo visto, durante 8 años, participó
en 19 expediciones y consiguió rescatar a unas 200 personas. Entre ellas, a
todos los miembros de su familia. Sin importarle que los esclavistas pusieran
un alto precio a su cabeza.
Como los esclavos llamaban “río
Jordán” al río Ohio, que era el que tenían que atravesar para conseguir su
libertad, a ella la apodaron Moisés.
Posteriormente, entra en escena un senador, llamado William H. Seward. Seguro que a algunos les sonará, pues ya me referí a él en los artículos dedicados a Lincoln, dado que también intentaron matarle, por ocupar el cargo de secretario de Estado.
Así que Seward, que era un
convencido abolicionista, le consiguió una vivienda para que residiera su
familia en Auburn, en el Estado de Nueva York.
Aunque parece que todos confiaban
en ella, siempre hubo alguno que quiso darse la vuelta, lo cual era un grave
problema, porque le podrían hacer confesar por dónde discurría el camino del
famoso “tren subterráneo”.
Por ello, ella siempre llevaba
unos ayudantes armados con la orden de que dispararan a los que quisieran dar
la vuelta. Nunca hubo necesidad de disparar a nadie y todos llegaron a su
destino.
No obstante, tampoco solían
encontrar los esclavos liberados un paraíso, al llegar a un Estado abolicionista.
Por ejemplo, en Filadelfia hubo bastantes peleas entre esos esclavos liberados
y los inmigrantes irlandeses pobres, ya que, estos últimos, les acusaban de
dejarles sin trabajo.
También colaboró con el famoso
líder abolicionista John Brown. Éste pretendía sublevar a los esclavos para
intentar crear una especie de nuevo Estado, donde se podrían asentar los que hubieran
sido liberados.
Sin embargo, quiso empezar su
rebelión con un asalto a un arsenal y fábrica de armas, situado en Harpers
Ferry (Virginia Occidental). Lo cierto es que fracasó y, tras atrincherarse en
esas instalaciones, fue detenido por unas fuerzas al mando del entonces
teniente coronel Lee. Posteriormente, fue juzgado, condenado y ejecutado.
Lógicamente, desde el comienzo de
la guerra civil, Harriet, apoyó al bando nordista, porque esperaba que abolieran
pronto la esclavitud. De hecho, no le gustó nada que Lincoln se demorase tanto
en hacerlo.
El recorrido lo realizaron a
bordo de varios barcos de vapor desde los cuales incendiaron algunas
plantaciones y varios arsenales y almacenes de suministros.
Posteriormente, como ella ya se había puesto, previamente, en contacto con los esclavos de la zona, cuando los barcos hicieron sonar sus silbatos, todos ellos se fueron corriendo a abordarlos para escapar de las plantaciones. Ante la mirada de sus dueños, que no pudieron hacer nada para impedirlo.
De esa manera, consiguieron liberar a más de 700 esclavos en una sola jornada.
También hizo labores de
espionaje, que sirvieron al Ejército federal para conseguir vencer con mayor
facilidad al confederado.
En 1869, fue víctima de un
altercado racista. Cuando se dirigía, en tren, a Nueva York para visitar a su
familia, el conductor quiso obligarla a que viajara en el vagón de equipajes, a
lo que ella se negó. Al forcejeo se unieron varios pasajeros. Al final, le
rompieron un brazo y la lanzaron al vagón de equipajes. Incluso, hubo algunos
pasajeros que pidieron al conductor
que la expulsara del tren.
Desgraciadamente, el Gobierno
USA, siempre se mostró muy reticente para reconocer sus servicios y tardó mucho
en reconocerle una pensión. Por ello, Harriet siempre tuvo que vivir en la
pobreza.
Para poder sobrevivir, tuvo que
acoger huéspedes en su casa. En cierta ocasión, tuvo un huésped, que también
había sido esclavo, pero que luego luchó en un regimiento del norte. Aunque él
era mucho más joven que ella, se enamoraron y se casaron.
Desgraciadamente, el matrimonio
duró menos de 20 años, porque su marido murió a causa de la tuberculosis.
Sus últimos años los dedicó a
apoyar el movimiento sufragista femenino. Eso le volvió a dar notoriedad, pues
varios periódicos elogiaron su conducta.
Según dicen, a finales de la
década de 1890, fue operada de la cabeza para intentar disminuir esos dolores,
que cada vez eran más fuertes. Incluso, dicen que lo hicieron sin anestesia,
tan sólo mordiendo una bala, como hacen en las películas. Así que eso no me
parece muy creíble.
Desgraciadamente, murió de
neumonía a mediados de marzo de 1913.
Fue enterrada en el cementerio de Auburn
con honores militares.
Hoy en día, es una de las mujeres
más famosas de USA. Todavía se conservan muchos lugares por donde transcurrió
su vida y están catalogados como lugares históricos protegidos.
En 2016, se aprobó una iniciativa
para insertar su efigie en los billetes de 20 dólares USA. Sin embargo, luego
no se decidieron a ponerla en marcha.
También se han escrito libros,
obras de teatro, series de televisión, etc, donde se narra la vida tan
aventurera que tuvo.
La Iglesia Episcopal la ha
nombrado santa y celebra su día el 20 de julio. Incluso, el Estado de Nueva York
la recuerda cada 10 de marzo.
Su nombre aparece en el Salón de
la Fama de la mujer, en el de Maryland y hasta en el de la Inteligencia militar
USA.
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