jueves, 16 de diciembre de 2021

EDUARDO DATO

 

Este año se cumple el centenario del asesinato de este famoso político español. Seguro que muchas veces habremos pensado que donde se habrán cometido más asesinatos de políticos será en USA. Pues no es así, ha habido muchos más en España.

Voy a empezar como de costumbre. Eduardo Dato Iradier nació en 1856 en La Coruña. Sus padres fueron el militar de origen murciano, Carlos Dato, y su madre, Rosa Lorenza Iradier, de origen alavés. Esta última, pariente del famoso explorador Manuel Iradier y del compositor Sebastián Iradier.

Muy pronto, la familia se trasladó a vivir en Madrid. Gracias a ello, Eduardo, estudió la carrera de Derecho en la Universidad Central, cuya Facultad estaba en la calle San Bernardo. Licenciándose en 1875.

Empezó ejerciendo el Derecho y parece que no se le dio nada mal
. No obstante, supongo que su amistad con el político Romero Robledo le sirvió para abrirle las puertas del Partido Conservador, aunque, también hay que decir que éste nunca se llevó demasiado bien con Cánovas a pesar de que ambos eran de la provincia de Málaga.

En 1884, Dato consiguió, por primera vez, su escaño de diputado y lo fue revalidando, en distintos distritos electorales, hasta el final de su vida.

Parece ser que nunca le gustó el llamado “turnismo”, por el que, tras la muerte de Alfonso XII, los partidos liberal y conservador se iban turnando en el poder.

En 1899, fue nombrado ministro de Gobernación en uno de los gobiernos presididos por Francisco Silvela. Ahí fue cuando empezó a diseñar su propuesta de legislación laboral. Desgraciadamente, no pudo llevarla a cabo, porque ese gabinete cesó al año siguiente.

En 1902, volvió ser ministro, pero esta vez de Gracia y Justicia y llevó a las Cortes el proyecto de Ley de Bases de la Administración Local. Sería un primer intento de dar cierta autonomía financiera a los ayuntamientos, aunque es preciso decir que la ley actual se basa en la que consiguió aprobar Calvo Sotelo. Otro político que también fue asesinado.

En 1913, tras el asesinato de José Canalejas, aceptó el encargo del rey para formar su propio Gobierno. Ese gabinete duró hasta finales de 1915.

No obstante, llevó a cabo uno de los proyectos del difunto Canalejas, que fue la fundación de la Mancomunidad de Cataluña.

Uno de sus aciertos fue el de declarar la neutralidad de España en la I Guerra Mundial. Parece ser que, en principio, eso no gustó a los muchos que se enriquecen con las guerras y, por lo visto, se la guardaron para más adelante. De hecho, su Gobierno cesó en diciembre de 1915. Luego seguido por otro del conde de Romanones y por otro de García Prieto.

Sin embargo, esa fue una decisión que atrajo mucha riqueza a España, pues le permitió vender suministros a ambos bandos. Lástima que, como de costumbre, sólo valió para que se enriquecieran los de siempre y no se repartió esa riqueza entre todos los españoles.

Desgraciadamente, lo único que vieron la mayoría de los españoles fue una inflación galopante, que no se compensó con una subida de los salarios. Lo cual dio lugar a un empobrecimiento generalizado y a la crisis de 1917, de la que ya hablé en otro de mis artículos.

Como la situación política y económica se volvió muy inestable, en junio de 1917, volvió a formar un nuevo Gobierno, que sólo duró hasta noviembre de ese año.

Supongo que querría atraerse a los militares, que seguían teniendo un gran poder fáctico, con la legalización de las llamadas Juntas de Defensa.

No obstante, debido al ambiente prerrevolucionario que había, en ese momento, en España, tuvo que decretar la suspensión de ciertas garantías constitucionales. Algo que no gustó a mucha gente, porque no iba a arreglar nada con eso. Era sólo una forma de ganar tiempo.

Aun así, se siguieron produciendo las protestas por toda España. Se produjo el intento de reunión de la Asamblea de parlamentarios, en Barcelona y la huelga general, convocada por los principales sindicatos.

A pesar de los intentos de acercamiento a los militares y de haberlos utilizado para reprimir las huelgas, las Juntas de Defensa, quisieron aprovechar esa disminución de poder del Gobierno para intentar sacarle más prerrogativas. Lo mismo que suelen hacer, habitualmente, los nacionalistas de algunas CCAA. Sin embargo, él se negó a ello y eso hizo que su Gobierno cayera en noviembre de ese año.

Tras un paréntesis en que el rey encargó el Gobierno a García Prieto, pero no resolvió nada, porque dimitió poco después, en marzo de 1918, se produjo un hecho muy singular.

Parece que Alfonso XIII ya estaba bastante harto de estos tejemanejes políticos. Así que un día reunió a los principales líderes de cada partido y les dijo que o formaban un gobierno allí mismo o él abdicaba en ese momento y se iba al exilio.

Supongo que a más de uno se le pondrían los pelos de punta, porque eso equivaldría a la llegada de otra República, donde no iban a contar con ellos.

Así que el propio monarca tomó lápiz y papel y se dedicó a preguntar qué ministerio quería cada uno.

Increíblemente, eso surtió efecto, porque de allí salió un gobierno presidido por Antonio Maura, uno de los políticos favoritos del rey, y en el que también participaban conservadores, liberales y hasta nacionalistas catalanes.

Dato fue nombrado, en ese Gobierno, ministro de Estado. Un cargo del que cesó con la caída del Gobierno, en noviembre de 1918.

En mayo de 1920, fue nombrado de nuevo presidente del Gobierno, siendo también presidente del Partido Conservador. Ese Gobierno fue el primero de la Historia de España, donde hubo un Ministerio de Trabajo.

Era la época del pistolerismo. Un fenómeno que produjo mucho
s asesinatos en poco tiempo en Barcelona.

Consistía en una especie de guerra entre los pistoleros de los sindicatos y los contratados por la patronal.

Por lo visto, en un principio, su idea fue nombrar personas moderadas para ciertos cargos a fin de ir encauzando esa situación hasta conseguir acabar con la violencia. Sin embargo, la cosa fue a peor y los anarquistas llegaron a asesinar a un antiguo gobernador civil de Barcelona.

Así que los industriales de esa ciudad presionaron a Dato para que pusiera a alguien más duro como gobernador. Nada menos que al general Severiano Martínez Anido: el más duro de entre los duros.

Como a este militar le dieron manga ancha, pues se tomó todas las libertades que quiso sin contar con el Gobierno. Optó por apoyar a los industriales y se dedicó a eliminar a los pistoleros y líderes anarquistas. Cosa que agradó mucho a los mencionados empresarios.

Incluso, los mismos agentes de la Policía, practicaron asiduamente la llamada ley de fugas, por la que podían disparar contra cualquier detenido que, según ellos, pretendiera escaparse.

Lógicamente, esto no gustó nada a los anarquistas y pensaron que el gobernador estaba siguiendo unas instrucciones que le hubiera dado Dato. Lo cual, según parece, era falso.

Desgraciadamente, la tarde del 08/03/1921, cuando Dato regresaba en coche desde el Senado a su casa, situada en la calle Lagasca, 4 de Madrid, tuvo lugar un atentado. Concretamente, a las 20.14.

En principio, hay que decir que, en aquella época, en Madrid se conducía por la izquierda. De hecho, hasta 1928, no se ordenó que se condujera por la derecha en toda España. Aunque en Madrid se empezó a conducir por la derecha a partir de 1924.

Así que, mientras él se dirigía en su coche oficial a su casa, solamente acompañado por su chófer y por un criado, tres jóvenes se acercaron a su vehículo en una moto con sidecar, cuando circulaban por la Plaza de la Independencia. Donde se halla la famosa Puerta de Alcalá.

El conductor del automóvil había reducido la velocidad para girar a la izquierda con el fin de entrar en Serrano, ya que, por entonces, era una calle de doble sentido.

Todavía se pueden apreciar los impactos en el coche de Dato, que está expuesto en el Museo del Ejército, hoy en el Alcázar de Toledo. Se ve que le dispararon desde atrás y desde la izquierda del vehículo. Por lo visto, ya sabían que aquel vehículo no estaba blindado.

Dispararon 20 veces y, aunque sólo impactaron 18 balas, fueron suficientes para matar a Dato. Posiblemente, la primera de ellas, que le atravesó el cráneo, fue la que le produjo la muerte. A la vista de sus heridas, ni siquiera se molestaron en realizarse la autopsia.

Curiosamente, no había ningún policía en esa plaza y nadie persiguió a los asesinos, que huyeron con su moto por calle Serrano, como si no hubiera ocurrido nada. Así que consiguieron llegar hasta un garaje, que habían alquilado en el barrio de Ciudad Lineal.

El caso es que la Policía ya había recibido alguna información sobre un posible atentado contra Dato. Incluso, él mismo, llegó a hacer testamento. Sin embargo, el ministro de Gobernación, sólo puso 5 policías en el trayecto entre el Senado y su casa.

Enseguida, llevaron a Dato a la casa de socorro más cercana, que estaba en la calle Castelló, 65. Allí, los doctores que le atendieron, vieron que se estaba muriendo y sólo le inyectaron aceite alcanforado. Poco después falleció.

Lógicamente, su familia se presentó enseguida, tras ser avisada y, posteriormente, también lo hicieron los miembros de su Gobierno y otras autoridades.

Su entierro fue impresionante y estuvo presidido por el propio Alfonso XIII. Incluso, al fallecido, las tropas le rindieron honores de capitán general.

Es muy llamativo que las organizaciones obreras quisieran asesinar a Dato. A pesar de ser un conservador, fue el primero que, en 1900, consiguió que se aprobase la Ley de Seguros de Trabajo. Limitó la edad laboral de los menores, para que no fueran explotados en el campo o en las fábricas. También protegió a las mujeres trabajadoras embarazadas. Decía que se basaba en la encíclica Rerum Novarum, del Papa León XIII.

Por otro lado, consiguió la aprobación de la Ley de descanso dominical y la fundación del Instituto Nacional de Previsión, que empezó administrando el llamado retiro obrero y el seguro de maternidad.

Hay que decir que Dato tuvo muchos enemigos. Como ya he dicho, chocó con los intereses de los aliadófilos y los germanófilos, al declarar a España neutral en la I Guerra Mundial.

A los militares tampoco les hizo ninguna gracia lo de otorgarles a los nacionalistas la Mancomunidad de Cataluña, aunque era una pequeña autonomía que no tenía nada que ver con la que hoy disfrutan.

También los tuvo, obviamente, entre los anarquistas. Curiosamente, los que lo mataron dijeron no tener nada contra él. Simplemente, no fueron capaces de matar a Martínez Anido, porque gozaba de una buena protección, hasta cuando paseaba tranquilamente por las Ramblas de Barcelona.

Por último, a los empresarios no les hicieron ninguna gracia sus medidas sociales, ya que así no podían explotar a los obreros a su antojo y, de paso, les subían sus costes laborales.

Digo todo esto, porque en este magnicidio hay muchas cosas que no concuerdan. Por ejemplo, estos asesinos se supone que fueron unos pistoleros contratados por una facción de la CNT.

Sin embargo, parece que estos tipos vivían a cuerpo de rey. Llegaron a Madrid en enero de ese año y se compraron esa moto, que costaba un dineral. Con la que todo el mundo les vio paseándose, durante varios días antes, por el lugar del crimen.

También utilizaron unas pistolas ametralladoras, que, según la sentencia judicial, eran de marca Star, copiadas del famoso modelo alemán Mauser C96 y que disponían de una culata, que también valía como estuche. Eso es improbable, pues esas copias empezaron a fabricarlas Astra en España a partir de 1927. Por lo cual, esas armas, que ahora están perdidas, eran de importación. O sea, que debían de ser muy caras, porque sólo se vendían a las fuerzas armadas.

No era nada barato alquilar un garaje en plena Ciudad Lineal, que era, por entonces, la zona más cara de Madrid. Lo mismo digo de las viviendas que alquilaron en plena calle de Alcalá.

Los autores materiales del atentado fueron los anarquistas catalanes Pedro Mateu, Luis Nicolau y Ramón Casanellas.

Nicolau estuvo siempre acompañado por su novia, que estaba embarazada. Ambos huyeron y consiguieron llegar a Alemania. No obstante, unos años después, fue extraditado y condenado a cadena perpetua. Sin embargo, fue puesto en libertad con la llegada de la II República. Curiosamente, fue fusilado, al final de la guerra, por las tropas republicanas, al considerarlo un desertor.

Casanellas llegó a la URSS y allí se hizo todo un revolucionario y un agente soviético.  Volvió a España, con su esposa rusa, antes de la guerra civil. Murió en 1933, en un accidente de tráfico, al chocar la moto que conducía con el vehículo que le precedía. Se sospechó que pudiera haber sido un atentado, porque, anteriormente, ya había sufrido otro.

Mateu fue detenido por la Policía, cuando regresó al piso que tenían alquilado en Madrid. En principio, fue condenado a muerte, pero luego le conmutaron la pena por la de cadena perpetua. Fue liberado, tras la llegada de la II República. Parece ser que, tras su liberación, sus compañeros lo sacaron a hombros por la puerta principal de la cárcel de Valencia. Como sacan a los toreros, cuando realizan una buena faena, por la puerta grande. Durante la guerra civil luchó en el frente con sus compañeros de la CNT y luego se exilió en Francia.

En fin, lo que quiero decir es que estos tres criminales gozaron de un nivel de vida, que no era acorde con sus ingresos. Por mucho que les pagasen por ser pistoleros. Así que me da la impresión de que en este atentado participó más gente, aparte de la CNT.

A modo de ejemplo, parece ser que, cuando la Policía detuvo a Mateu, le intervinieron varias cosas. Entre ellas, un billete de 1.000 Ptas., que llevaba en el bolsillo. Por lo visto, la moto les costó 5.100 Ptas. Algo absolutamente fuera del alcance de cualquier obrero de la época.

 

TODAS LAS IMÁGENES PROCEDEN DE WWW.GOOGLE.ES

No hay comentarios:

Publicar un comentario