Hoy traigo al blog un caso que, hoy en día, está casi olvidado. No obstante, cuando se produjo llegó a tener, incluso, repercusión en la prensa internacional.
Estamos a finales de septiembre
de 1934. Durante la madrugada de ese día, en un edificio situado en la calle Anselmo
Gascón de Gotor, 2, de Zaragoza, se empiezan a oír unas carcajadas propias de
una película de terror. Muchos vecinos se levantaron sobresaltados, pero no
encontraron nada extraño.
Sin embargo, a mediados de
noviembre de ese mismo año, cuando una chica, llamada Pascuala Alcocer, que
servía en la vivienda del 2º dcha., fue a encender la cocina de carbón, escuchó
unos gritos que le decían: “¡Por lo que más quieras, no enciendas, que me
quemas!”.
avisó a su señora y juntas fueron a escuchar las voces. Tras ello, las dos salieron corriendo de la casa.
Por lo visto, cuando se
presentaron algunos vecinos en la vivienda, siguieron escuchando las voces, que
procedían de la llamada hornilla, que era una especie de respiradero por donde
entraba el aire a la cocina de carbón.
Así que llamaron a la Policía. Los
agentes que se personaron en aquel domicilio no encontraron nada fuera de lo
común, porque no oyeron las voces. Así que se fueron a redactar su informe.
Más adelante, las voces se
escucharon no sólo en esa vivienda, sino también en las del resto de ese
edificio. Así que eso provocó bastante miedo entre los residentes.
Parece ser que alguien se lo fue
a contar a los periodistas y ya trascendió el asunto en varios medios
nacionales e internacionales. Hasta The Times, que siempre ha tenido fama de periódico
serio, se hizo eco de este asunto.
Parece ser que, con la llegada de
la prensa, las autoridades se lo tomaron más en serio y presionaron a la
Policía para que encontraran pronto una explicación para ese hecho.
Así que destinaron varios
guardias para investigar todo el edificio. Parece ser que la voz les recibió
diciendo: “ya están aquí los guardias”.
Incluso, contrataron a un
arquitecto, para que estudiase el edificio a fondo. Parece ser que, cuando éste
se hallaba midiendo el ancho la chimenea, la voz le dijo: “Mide 15 cm” y el otro salió
corriendo.
Esto atrajo a un numeroso
público, que se agolpó en la calle, frente a ese edificio. Así que el
gobernador tuvo que ordenar a la Policía que despejara la calle.
Más adelante, parece que las
autoridades estaban perdiendo la paciencia y ordenaron el desalojo de todo el
edificio. Acto seguido, se pusieron a buscar cualquier dispositivo, que
permitiera enviar un mensaje desde otro lugar cercano, pero no lo encontraron.
Lo único que no variaba era la
voz, que les decía a los agentes que vigilaban las cocinas: “¡Aquí estoy ya,
cobardes, cobardes!”
El tema se había puesto en
conocimiento del juzgado de guardia. Parece ser que el juez que ordenó el desalojo
del edificio, también le ordenó a la Policía que pusiera el inmueble bajo
vigilancia, para comprobar si entraba o salía alguien de él. Pero nunca vieron
a nadie.
Sin embargo, no solucionaron
nada, porque las voces siguieron sonando, mientras la chica se hallaba en su pueblo.
Por lo visto, en cierta ocasión,
se trasladó al edificio el juez que llevaba el caso y habló con el duende. Por lo
visto, le preguntó: “¿Quién eres? ¿por qué haces esto? ¿quieres trabajo o
dinero?”. La voz le respondió, simplemente: “no”.
Así que el juez siguió
preguntando: “¿qué quieres hombre?” y el otro le respondió: “Nada, no soy
hombre”.
Así que, a finales de ese año, la
familia que residía en el segundo dcha., se trasladó a vivir a otra casa.
Evidentemente, eso ya eran
palabras mayores y tampoco estaba la situación muy pacífica en España, pues ese
fue el año de la famosa Revolución de Asturias, que provocó muchos muertos. Aunque
esa revolución no sólo se dio en esa región, sino también en otros lugares de
España, pero allí tuvo más éxito que en las demás.
No sé si sería casual, pero lo cierto
es que la voz dejó de sonar, cuando los habitantes de esa vivienda se fueron de
allí.
Ciertamente, eso hizo que los
periodistas perdieran ese chollo, que hizo correr la tinta durante varios
meses.
Curiosamente, a la gente le dio
por escribir al duende de la voz. Por lo visto, en ese edificio se recibieron
unas 12.000 cartas procedentes de varios países, donde le pedían todo tipo de
favores y hasta le llegaban cartas de amor.
A partir de entonces, las voces
dejaron de oírse. La prensa dejó de interesarse por el tema y el juzgado archivó
el asunto.
Por lo visto, como no sabían a quien
culpar del hecho, hicieron lo que se suele hacer en estos casos. O sea, culpar
al más débil. En este caso, fue la sirvienta, Pascuala Alcocer.
Afortunadamente, no pudieron
acusarla de nada, aunque lo intentaron varias veces. Parece ser que esto le
afectó mucho y ya no quiso saber más de los demás.
En 1977, derribaron ese edificio
para construir otro. No obstante, pusieron una placa en el nuevo que decía “edificio
del duende”.
Estoy esperando llegar, antes de que se acabe el año, al
seguidor número 100. A ver quién es el primero que se decide a ello. Es de las pocas cosas que aún siguen siendo gratis.
TODAS LAS IMÁGENES PROCEDEN
DE WWW.GOOGLE.ES
Estupendo artículo, en efecto había oído hablar de este duende en Zaragoza y de otros por varios puntos de la Geografía española, aunque yo me centré en el de Granada. Y contento de ser el seguidor numero 100.
ResponderEliminarYo también he encontrado otros casos en Sonseca, Barcelona, etc. Lo que pasa es que me decidí por éste, porque existe una mayor documentación.
EliminarCiertamente, hay veces que veo temas que me gustan, pero luego no puedo escribir un artículo medianamente interesante, por falta de documentación.
Muchas gracias por ser mi seguidor número 100 y por su comentario.
Saludos.