lunes, 10 de mayo de 2021

RICHARD SORGE, AS DE ESPÍAS

 

Hoy voy a narrar la historia de un hombre, que siempre vivió entre dos mundos. Curiosamente, él siempre amó a Alemania, pero no quería que siguiera gobernada por los nazis y, por ello, ayudó a los soviéticos a ganar la guerra.

Richard Sorge nació en 1895 en Bakú, la actual capital de Azerbaiyán, pero que entonces formaba parte del Imperio Ruso.

Fue el menor de los 9 hijos que tuvo el matrimonio formado por Gustav Wilhelm Richard Sorge, ingeniero de minas alemán, y su esposa, Nina Semionovna Kobieleva, ciudadana rusa.

Su padre trabajó para varias compañías petrolíferas hasta que creó la suya propia. Desafortunadamente, en 1898, le venció la concesión y tuvieron que irse todos a Alemania.

La familia residió en Berlín y allí fue donde nuestro personaje realizó sus estudios. La llegada de la I Guerra Mundial le pilló sin acabarlos. No obstante, se alistó voluntario, sirviendo en una unidad de Artillería, destinada en el frente occidental.

Parece ser que fue gravemente herido en las piernas, lo que le provocó que le quedara una pierna más corta y, por ello, una cojera que le duró toda la vida. Así que fue condecorado con la Cruz de Hierro y licenciado del Ejército.

Por lo visto, fue durante su larga convalecencia en el Hospital donde empezó a interesarse por las obras de Karl Marx. Por lo visto, un tío abuelo suyo había sido socio de ese famoso escritor.

Más tarde, empezó matriculándose en Medicina, pero pronto lo dejó para estudiar Economía en varias universidades alemanas. Posteriormente, se doctoró en Ciencias Políticas y, en 1919, se afilió al Partido Comunista de Alemania.

A partir de entonces, se dedicó a la docencia y a las actividades propias de su partido, trabando amistad con su líder, Ernst Telman.

Sin embargo, en 1924, tras la prohibición del PC en Alemania, emigró a Rusia y se afilió al PC de la Unión Soviética.

Parece ser que, como se había casado en Alemania con Christina Gerlah, habían emigrado juntos a la URSS. Sin embargo, muy pronto, ella se cansó de vivir en ese país y eso provocó el divorcio.

Su dominio de varios idiomas le favoreció para que le dieran algunos cargos de cierta importancia en el mismo. Por ejemplo, trabajando en la sección internacional del Komintern, que era la que se relacionaba con los PC de otros países. También le permitió viajar muchas veces al extranjero para afianzar esos contactos.

No obstante, en 1929, Yakov Berzin, jefe del GRU, departamento militar de Inteligencia, lo fichó y empezó enviándolo a Shanghai (China), bajo la identidad de un periodista alemán.

Más tarde, volvería a casarse. Esta vez se trataba de una rusa, a la que había conocido en China, llamada Maksimova Ekaterina Aleksandrovna, con la que convivió muy poco, debido a sus continuos viajes. De hecho, el Gobierno soviético, ordenó recluirla, como rehén, en un campo de concentración para asegurarse de que Sorge cumpliera sus objetivos.

Curiosamente, en 1933, el mismo año en que llega Hitler al poder, lo enviaron a Japón, trabajando como corresponsal de varios diarios alemanes. Su apodo, como agente secreto, fue Ramsay.

Supongo que, para tener una mejor coartada, se afilió al Partido Nazi y exhibiendo, desde entonces, el emblema de ese partido en la solapa de su chaqueta.

Dado que era una persona que sabía manejar muy bien a los demás, no le fue muy difícil crear un equipo compuesto por alemanes y japoneses con ideas comunistas. Como Hotsumi Ozaki, asesor del primer ministro de Japón.

Los rusos no le habían enviado allí por gusto, sino porque, unos años antes, los japoneses, habían invadido el territorio chino de Manchuria, al que ahora llamaban Manchukuo, el cual hacía frontera con la URSS.

Así que, muy pronto, envió a Moscú muchas informaciones relativas a los movimientos de tropas japonesas en esa frontera y sus intentos de invadir el territorio soviético. Esos informes fueron muy útiles a los rusos para repeler las agresiones japonesas.

El mayor de sus logros fue informar a Moscú de la fecha aproximada de la invasión de la URSS por el Ejército alemán. Un hecho conocido como Operación Barbarroja. Sin embargo, a Stalin le pareció que se trataba de un nuevo engaño de los Aliados para que rompiera su alianza con Hitler y no le hizo caso. Ciertamente, Stalin nunca le tuvo en mucha estima y siempre lo vio como un traidor alemán.

No olvidemos que, poco antes, la Inteligencia militar alemana, le hizo llegar a Stalin, a través del presidente de Checoslovaquia, un informe en el que se decía que los militares iban a dar un golpe de Estado en la URSS para eliminarlo.

Se ve que los alemanes conocían muy bien a Stalin y su obsesión por los complots hacia su persona. Así que, ni corto, ni perezoso, ordenó detener a más de la mitad de los altos cargos del Ejército y los fusiló. Por eso, apenas tenía mandos militares competentes, cuando se produjo la invasión alemana.

Sin embargo, por lo que más se le reconoce es por haber informado al Gobierno soviético de que Japón no tenía intención de atacarles. Eso le vino muy bien a Stalin para ordenar que un buen número de divisiones, procedentes de Siberia, se trasladaran al frente occidental, para apoyar a las tropas que estaban haciendo frente a la invasión alemana.

Curiosamente, como Sorge hablaba japonés con fluidez y hasta se casó con una japonesa, pues también les pasaba algunas informaciones a la Embajada de Alemania en Japón. Las cuales eran mejor recibidas que las que enviaba a Stalin. De hecho, éste siempre le consideró como un espía doble, aunque nunca lo fue.

En esa sede diplomática, se hizo muy amigo del general Eugen Ott, agregado militar alemán y de su esposa Helma. Algunos autores afirman que, cuando Sorge combatió en la I Guerra Mundial, él y Helma habían sido novios, pero que luego no se habían vuelto a ver. Así que también consiguió que ella le pasara informaciones y documentos secretos, aunque no sabía que los estaba enviando a la URSS.

Por otro lado, como Sorge les solía redactar informes muy detallados, tanto al embajador como al general Ott, sobre la situación en Japón, esto hizo que ambos fueron ascendidos, pues en Berlín pensaban que ellos eran los autores de los mismos.

El ascenso de Ribbentrop desde su puesto de embajador en Londres a ministro de Asuntos Exteriores, dio lugar a que Dirksen, el embajador alemán en Japón, ocupara el puesto dejado por éste y el general Ott fuera nombrado embajador en Japón.

Hay que decir que, Sorge, desde su periódico, se postuló a favor del nombramiento de Ott, en lugar del responsable de la Gestapo en esa Embajada, que también se postulaba para ese puesto y también le había pedido que lo recomendase. De hecho, ahí se buscó un nuevo enemigo, porque no quiso recomendarle ante la Cancillería del Reich.

Así que Ott le nombró su secretario personal en la Embajada en Tokyo y por él pasaban los documentos alemanes más secretos.

Aquella fue una época muy difícil para Japón. El bando belicista había llegado al poder y había decretado una serie de medidas, como la disolución de los sindicatos, alegando falta de patriotismo; el establecimiento de la censura hasta en los libros escolares; la persecución de los intelectuales e, incluso, se llegó a prohibir que las mujeres vistieran a la manera occidental.

Como era un gran bebedor y un apasionado de las motos, en 1938, sufrió un grave accidente, al chocar su vehículo contra un muro de la Embajada USA. Por lo visto, en ese momento, portaba documentos secretos que le acababa de dar Ozaki. Afortunadamente, uno de los miembros de su banda, consiguió quitárselos en el Hospital, antes de que los viera la Policía.

Como otros miles de comunistas del mundo entero, también quedó conmocionado, tras el famoso Pacto Ribbentrop-Molotov, firmado en agosto de 1939. Sólo unos días antes del comienzo de la II Guerra Mundial.

Supongo que esa noticia sonaría, especialmente dura, a los comunistas españoles y de las Brigadas Internacionales, que lucharon en España contra las tropas de Hitler.

A pesar de ese famoso pacto, me imagino que a Stalin se le pondrían los pelos de punta, tras los nuevos informes de Sorge, en los que le daba la noticia del pacto secreto firmado en la Embajada de Japón en Berlín, para crear el Eje Roma-Berlín-Tokyo.

Por lo visto, las borracheras de Sorge siempre fueron muy comentadas. Curiosamente, en muchas de ellas, se ponía a dar gritos en contra de Hitler. A pesar de ello, siempre contó con la protección del embajador Ott.

No obstante, la carrera exitosa de Sorge va entrando en declive. En septiembre de 1941, la Contrainteligencia japonesa, detiene a una de las mujeres de su grupo.

Es de suponer que aprovecharon para hacerle todo tipo de atrocidades, durante las sesiones de interrogatorios. Así que ésta delató a Yotoku Miyagi, un pintor y colaborador, que también era miembro del grupo.

Antes de ser detenido, se lanzó por una ventana, pero sólo se rompió una pierna. También sería duramente interrogado, pues delató a los demás y luego murió en prisión.

Obviamente, los japoneses, no perdieron el tiempo y muy pronto, detuvieron a todos los miembros de ese grupo. Incluso, el propio Sorge, fue detenido a mediados de octubre de ese año.

En un principio, la Embajada alemana en Tokyo, presentó una protesta ante el Ministerio de Asuntos Exteriores de Japón, pero no le hicieron caso.

Por otro lado, el Gobierno de la URSS, no movió un dedo para liberarle. Incluso, se negó a hacer un canje propuesto por el Gobierno japonés, a cambio de espías japoneses encarcelados en la URSS.

También hay quien dice que, a Stalin, aparte de que, como ya he dicho, le tenía animadversión a Sorge, tampoco quería que éste dijera que le había avisado, con antelación, sobre la invasión de la URSS.

Parece ser que Sorge no les dijo apenas nada a sus interrogadores, confiando en que sus camaradas soviéticos le sacarían de allí. Supongo que los japoneses tampoco tendrían muchas ganas de juzgarlo y ejecutarlo. De hecho, era un personaje muy importante. Precisamente, había sido elegido el mejor periodista alemán del año.

Cuando Hitler se enteró de lo que había hecho Sorge, exigió que lo deportasen para juzgarlo en Alemania, sin embargo, aunque eran aliados, el Gobierno japonés, siempre se opuso a ello.

Por eso, permaneció encarcelado en la prisión de Sugamo, situada en Tokyo, no siendo ahorcado hasta el 07/11/1944, aunque los jueces le habían condenado a muerte el 29/09/1943. Cuando ya se veía que los Aliados tenían casi ganada la guerra. El día de su ejecución coincidió con uno de los aniversarios de la Revolución Rusa.

Siempre fue fiel a su ideología comunista y parece ser que sus últimas palabras fueron: “¡Viva el Ejército Rojo y el Partido Comunista de la URSS!”

Stalin nunca quiso reconocer que había trabajado para ellos y, sobre todo, que había salvado a la URSS. Tampoco la llegada de su sucesor, Kruschev, sirvió para reivindicar su memoria.

Dicen que eso fue posible tras haber visto, este líder soviético, una película francesa, donde se narraban las aventuras del periodista y, a partir de ahí, quiso saber más sobre él.

Así que, en 1964, se produjo un cambio considerable. En septiembre de ese año se publicó un artículo en el diario oficial Pravda (la verdad, en ruso), donde se elogiaba su papel durante la guerra.

A partir de entonces, le llovieron homenajes de todo tipo. Es como si todos estuvieran preparados y sólo esperaran que alguien apretara un botón.

Inmediatamente, se le nombró Héroe de la URSS y se puso su nombre a muchas calles de localidades de todo el país. Incluso, se erigieron monumentos en su memoria.

Es más, algunos miembros de su grupo, como Yotoku Miyagi, también fueron condecorados por su labor a favor de la URSS.

Curiosamente, Sorge, murió un año después de su esposa rusa. Ni siquiera supo que ella había sido encerrada en uno de esos campos de concentración de Siberia y que había fallecido, muy posiblemente,  a causa de debilidad.

En el año 2000 falleció Hanako Ishii, la esposa japonesa de Sorge. Sus restos fueron enterrados junto a él en el cementerio Tama de Tokyo.

 

TODAS LAS IMÁGENES PROCEDEN DE WWW.GOOGLE.ES

2 comentarios:

  1. La vida de Sorge fue muy complicada. Parece un guión de una película. Pero le deja un mensaje a la humanidad y es que no se puede hacer tantos papeles porque crea confusión y el no pudo manejar la situación.

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    1. Yo creo que Stalin le dejó caer, temiendo que, en la posguerra, fuera más popular que él.
      Parece ser que tenía una personalidad muy atrayente. De hecho, hace un rato, estuve leyendo la biografía de otra espía, que siempre estuvo enamorada de él.

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