martes, 22 de diciembre de 2020

GIACOMO MATTEOTTI, EL HOMBRE QUE SE ENFRENTÓ AL FASCISMO ITALIANO

 

Hoy voy a hablar de un hombre que tuvo la valentía de decirle las verdades a los fascistas italianos en su propia cara. Cosa que, hasta ese momento, nadie se había atrevido a hacerlo.

Se llamaba Giacomo Matteotti y nació en 1885 en una pequeña localidad italiana de la región del véneto. Fue el único de los siete hijos, que tuvieron sus padres, y que llegó a la edad adulta.

Parece ser que nació en el seno de una familia burguesa y acomodada, gracias a los negocios de su familia, que se dedicaba a la compra-venta de hierro y cobre.

Mientras realizaba los estudios de Secundaria, coincidió con un futuro oponente político, Umberto Merlín, uno de los líderes de la Democracia Cristiana.

Posteriormente, estudió Derecho en la prestigiosa Universidad de Bolonia, graduándose en 1907. Por lo visto, allí fue donde, a través de unos amigos, entró en contacto con el Partido Socialista. Aunque su padre ya había sido concejal por ese partido.

Durante la I Guerra Mundial, no fue alistado por haber muerto también su padre y ser el único hijo que le quedaba a su madre.

Hay que decir que, antes de la guerra, Italia, no era un país que tuviera grandes diferencias con otros países europeos. Así que los dos bandos lo estuvieron cortejando para atraérselo. Sin embargo, optó por aliarse con Reino Unido y Francia, porque estos le prometieron una serie de territorios para crear futuras colonias.

Sin embargo, otros, como Matteotti, hicieron propaganda a favor de la neutralidad. Como esa era una postura contraria a la del Gobierno, fue deportado y confinado en una aldea de Sicilia.

Una vez acabada la guerra, pudo volver a su localidad de origen, donde, en 1919, fue elegido diputado por esa zona ante el Parlamento Italiano.

Parece ser que fue un parlamentario muy activo e intervino en múltiples ocasiones, pronunciando discursos o haciendo numerosas propuestas.

En 1920, ya empezó a redactar informes sobre la violencia perpetrada por los fascistas en todos los rincones de Italia. Al año siguiente, publicó un informe titulado “Investigación socialista sobre las hazañas de los fascistas en Italia”.

En 1922, hubo una grave crisis dentro del Partido Socialista de Italia. Parece ser que a algunos de sus dirigentes no les gustó que uno de sus líderes, Filippo Turati, hubiera acudido a la llamada del rey para consultarle sobre el nuevo Gobierno.

Así que, después de muchas discusiones y de una votación, donde se le censuró esa conducta, Turati y otros líderes socialistas, entre los que se encontraba Matteotti, abandonaron su partido, para crear el Partido Socialista Unitario, en el que, nuestro personaje, fue nombrado secretario general.

Ciertamente, el período de entreguerras, fue un período de grandes cambios en Europa. Todo ello vino, porque la mayoría de los países habían gastado el presupuesto de varios años para intentar vencer en la I Guerra Mundial. Posteriormente, la situación económica se agravó tras la famosa Crisis de 1929.

Esta crisis postbélica no sólo afectó a Alemania. También hubo otros países que quedaron muy marcados por la guerra. No olvidemos que cayeron 4 monarquías muy antiguas: Alemania, Imperio Austro-Húngaro, Turquía y Rusia.

Con esto me refiero a que, a pesar de que Italia estuvo en el bando vencedor, su situación económica no era muy boyante. Esto dio lugar a una gran crisis política, que propició la llegada de Mussolini al poder en 1922. Curiosamente, éste también había empezado su carrera política como afiliado al Partido Socialista.

Por ello, en el Partido Socialista de Italia, siguiendo la corriente habitual de aquella época, triunfó el ala de extrema izquierda, que solía escuchar las órdenes procedentes de Moscú. Así que los que creían en una socialdemocracia, como Turati o Matteotti se vieron obligados a abandonar su partido.


En agosto de 1922, las fuerzas de la izquierda convocaron una huelga general indefinida en Italia. Eso dio pie a que los empresarios y políticos conservadores contaran con los fascistas para que, a base de actos violentos, reventaran esa huelga.

De esa forma, los fascistas, se ganaron las simpatías de la nobleza, la burguesía y el empresariado.

En octubre del mismo año, la izquierda convocó otra huelga general. Esta vez, los fascistas, se veían muy respaldados y conminaron al Gobierno que, si no cortaban eso de raíz, ellos asaltarían el poder.

Hay que decir que el Gobierno estaba formado por una coalición de partidos, llamada Bloques Nacionales, al que también pertenecía el Partido Fascista, el cual ya había conseguido 37 diputados en el Parlamento Italiano.

Así que entre el 27 y el 29 de octubre de aquel año, el Partido Fascista, convocó la famosa Marcha sobre Roma, que congregó a varios miles de personas.

Sorprendentemente, el día 30, Mussolini, fue llamado por el rey Víctor Manuel III, el cual le encargó la formación de un nuevo Gobierno. Evidentemente, no estaba solo, sino que ya tenía los apoyos mencionados anteriormente.

En 1924, se convocaron elecciones generales. Sin embargo, fueron un tanto especiales, porque Mussolini había logrado que se promulgara la llamada Ley Acerbo.

Esta consistía en un artificio legal por el cual, si un partido sacaba más del 25% de los votos, sería recompensado con los 2/3 de los escaños del Parlamento. De esa manera, el Partido Fascista, obtuvo 374 escaños, mientras que la oposición apenas llegó a los 100.

Por tanto, gracias a estas elecciones, Mussolini, obtuvo plenos poderes y ya no se molestó en convocar ninguna más. De hecho, ya no hubo otras en Italia hasta 1946.

Lógicamente, para obtener este gran resultado, los fascistas, recurrieron a todo tipo de tropelías. Como amenazas, palizas, algún asesinato y hasta robos de tarjetas de empadronamiento.

A la vista de estos hechos, el 30/05/1924, Matteotti, secretario general y portavoz del Partido Socialista Unitario, el cual había obtenido 24 escaños, pronunció un discurso en el Parlamento, donde pidió la anulación de estas elecciones.

Lógicamente, en los escaños fascistas, hubo división de opiniones. Como se suele decir, unos se acordaron de su padre y otros de su madre.

Después de esto, quedó tan impresionado, que, tras haberse sentado en su escaño, le dijo a su compañero de partido, Antonio Priolo, que fueran preparando una oración fúnebre para su entierro.

Tal y como había predicho, el 10/06/1924, Matteotti, fue secuestrado por un grupo de individuos, cuando paseaba cerca de su domicilio. Estos lo metieron en un coche y huyeron con él.

No se supo más de él, hasta que su cadáver fue encontrado por un perro de la Policía, el 16/08/1924, en un bosque a las afueras de Roma. Lógicamente, apareció en un avanzado estado de descomposición a causa del tiempo que llevaba medio enterrado en ese lugar y por el calor del verano.

Este hecho sirvió para unir a la oposición, cuyos diputados se retiraron del Parlamento y declararon que no volverían hasta que no se investigara todo este asunto a fondo.

Muchos le echaron la culpa a Mussolini, sin embargo, él siempre negó su intervención en este suceso. No obstante, este hecho también consiguió dividir las opiniones en el Partido Fascista.

Ciertamente, a mí, todo esto me recuerda mucho a otro asesinato que tendría lugar unos años después. El de Calvo Sotelo, que fue perpetrado en 1936 y que aceleró los preparativos para el fallido golpe de Estado, que dio lugar a la guerra civil.

Parece ser que, el año anterior, Mussolini, había creado, secretamente, unos grupos de acción a la que llamaban Ceka, que pertenecían a la Policía política del régimen.

Por lo visto, Matteotti, había sido secuestrado por uno de estos grupos violentos, al mando de un tal Amerigo Dumini, que tenía fama de ser un profesional, en todo lo tocante a los asesinatos.

Sin embargo, no debería de ser muy valiente, pues, en cierta ocasión, se citó para un duelo con un periodista socialista y, cuando vio que éste era un gran esgrimista, Dumini, tiró su sable y salió corriendo despavorido.

Parece ser que, tras ser detenido, a mediados de julio de ese año, confesó que había participado en ese secuestro, junto con Albino Volpi, Augusto Malacreia, Amleto Poveromo y Giuseppe Viola. Precisamente, fue este último el que le clavó a Matteotti una daga en una axila y en el pecho. Lo que provocó su muerte.

En aquel momento se pensó que era posible que no lo quisieran matar, sino sólo asustarle, como ya habían hecho con otros políticos a los que habían secuestrado antes, sin embargo, parece que Matteotti luchó bravamente contra ellos y se produjo ese desenlace.

Por lo visto, hubo algunas personas que tomaron la matrícula del coche. Luego se supo que pertenecía a un director de un periódico afín al fascismo.

Como la instrucción recayó en uno de esos jueces que todavía creen en la independencia del poder judicial, pues el propio Mussolini dio la orden de que lo trasladaran fuera de Roma. Aun así, ese juez ya había señalado la responsabilidad en el hecho de varios cargos fascistas, los cuales tuvieron que dimitir.

El caso es que la Policía detuvo a todos los culpables y fueron encarcelados. El juicio tuvo lugar en marzo de 1926. Aquello fue una mera pantomima, porque 3 de ellos fueron absueltos y otros tres condenados a penas de 5 años. Para colmo, todos fueron puestos en libertad, gracias a una amnistía general que se otorgó ese mismo año.

Ciertamente, volvieron a ser juzgados en la posguerra, pero sólo fueron condenados a unas penas muy inferiores a las que les deberían haber correspondido. Aparte de que volvieron a beneficiarse de otra amnistía.

Curiosamente, cuando siempre se había pensado que el móvil de ese crimen habían sido las denuncias de Matteotti contra los fascistas, en los años 80, se encontró un documento del propio Dumini donde aclaraba el caso.

Por lo visto, Dumini, había escrito este informe para ser publicado, en el caso de que Mussolini quisiera eliminarle y lo había entregado para su custodia a un bufete de abogados de USA. País en el que había nacido Dumini.

Parece ser que Musssolini se había enterado de que Matteotti tenía en su poder una serie de informes que incriminaban tanto a los miembros del Gobierno como a algunos familiares suyos por haber aceptado sobornos de la empresa petrolera estadounidense Sinclair. Estos tenían como objeto el monopolio para explotar unos posibles yacimientos en la región de Emilia y en varios lugares de Sicilia. También podría ampliarse a otras zonas de Italia e, incluso, a Libia, que estaba siendo colonizada por los italianos. La concesión, aprobada por un decreto de mayo de 1924, era por 90 años y estaba exenta de impuestos.

Es posible que este informe le llegara a Matteotti procedente de otra compañía rival, la Anglo-Iranian Oil Company, que también estaba interesada en la posible explotación de esos yacimientos.

Parece ser que, en aquella época, el mercado de los combustibles en Italia estaba siendo acaparado por la poderosa Standard Oil, con un 80% del negocio, y la Royal Dutch Shell, con el 20% restante.

Por lo visto, este asunto saltó cuando en la Shell se dieron cuenta de que Sinclair había actuado, no por cuenta propia, sino como agente de Standard Oil, la cual estaba intentando bloquear la ampliación del negocio de los británicos en territorio italiano.

Por ello, los primeros en cobrar esos sobornos fueron Arnaldo Mussolini, hermano del Duce, y Filipo Filipelli, dueño del periódico Il Corriere Italiano y también del coche con el que perpetraron ese secuestro. Los siguientes en cobrar fueron los propios miembros del Gobierno italiano.

Por lo visto, Matteotti, había obtenido esa documentación durante un viaje realizado a Londres, la cual le fue entregada por algunos miembros del Partido Laborista, el cual gobernaba en ese momento en el Reino Unido.

Parece ser que, tras este asesinato, la prensa británica, y, especialmente, Daily Herald, un periódico muy afín a ese partido, comenzaron una campaña para culpar a varios miembros del Gobierno italiano y, concretamente, a Arnaldo Mussolini.

Así que este tremendo escándalo provocó que Mussolini cancelara los acuerdos con Sinclair Oil en noviembre de 1924.

No debería de extrañarnos que Mussolini tomara esta decisión, pues, desde un primer momento, el Partido Fascista, había llegado al poder a base de denunciar los escándalos de los demás partidos y no podía admitir que la gente viera que ellos estuvieran haciendo lo mismo que los que los habían precedido.

Para no alargar más este artículo, diré que, actualmente, se sigue sin tener constancia de la presunta responsabilidad de Mussolini en este suceso. En su momento, él sólo admitió cierta responsabilidad moral en ese asunto. Incluso, hay algunos autores que piensan que el propio rey de Italia también cobró sobornos de esa Empresa y podría estar implicado en ese suceso.

También hay otros autores que afirman que Mussolini estaba en conversaciones con el Partido Socialista, de donde se había ido Matteotti, para concederles algunos ministerios y, por ello, nuestro personaje, quiso denunciar la política del Gobierno fascista.

Durante la guerra civil española, una de las unidades republicanas que combatieron en la misma, se llamaba Batallón Matteotti. Incluso, en la II Guerra Mundial, se crearon las Brigadas Matteotti, que fueron uno de los grupos de la resistencia italiana contra los invasores alemanes.

Una de las hazañas más famosas de esas Brigadas fue la liberación dos famosos políticos italianos, condenados a muerte y encarcelados en una cárcel de Roma: Sandro Pertini y Giuseppe Saragat.

Para terminar, muchas ciudades de Italia dedicaron calles y monumentos a Giacomo Matteotti, cuyo cadáver fue enterrado en su pueblo natal.

 

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