martes, 17 de noviembre de 2020

EL DESCONOCIDO GENERAL WALTHER WEVER

Seguro que los aficionados a los temas bélicos se habrán preguntado alguna vez por qué, durante la II Guerra Mundial, los Aliados bombardeaban casi todos los días el territorio alemán, mientras que los alemanes no les respondían de la misma manera.

La respuesta es muy simple, porque carecían de aviones para bombardeo estratégico a larga distancia. Así que voy a intentar explicar la razón por la que no los tuvieron.

Nuestro personaje de hoy se llamaba Walther Wever y nació en 1887 en una pequeña localidad del antiguo distrito de Poznan, que hoy es una parte de Polonia.

Parece ser que nació en el seno de una familia alemana muy acomodada, pues su abuelo tuvo el cargo de fiscal general de Prusia y su padre fue presidente de un Banco.

Tras realizar sus estudios de Secundaria, ingresó en la Academia Militar, de la cual salió, ya como oficial, en 1905.

Posteriormente, participó, como teniente de Infantería, en la I Guerra Mundial, aunque estuvo poco tiempo en el frente, pues muy pronto fue destinado al Estado Mayor, dentro del
Departamento de Operaciones del famoso mariscal von Hindenburg.

Fue partidario de la famosa defensa de plataforma flexible, por medio de la cual, los alemanes, pudieron defenderse de los continuos ataques de los Aliados.

Al terminar la guerra, cuando ya era capitán, parece ser que fue uno de los oficiales que le recomendaron al Kaiser que se exiliara en Holanda a fin de que no estallase una guerra civil en Alemania.

Ciertamente, la violencia estalló, pero no pasaron de ser unas cuantas escaramuzas en las ciudades más importantes. Un fenómeno que fue controlado eficazmente por el Ejército.

Durante el período de entreguerras, fue uno de los oficiales que permaneció en el reducido Ejército alemán, que siguió funcionando según las normas emanadas del Tratado de Versalles.

En 1933, ya ostentaba el grado de coronel y decidió ingresar en el nuevo Ministerio
de la Aviación del III Reich. Precisamente, ese fue el mismo año en que Hitler llegó al poder.

Evidentemente, como era un nuevo organismo, enseguida necesitaron muchos mandos para rellenar su organigrama. Así que, en 1936, ya ostentaba el grado de teniente general y jefe del Estado Mayor de la Luftwaffe, o sea, la Fuerza Aérea.

Tampoco debemos olvidar que, desde 1935, Alemania dejó de respetar el Tratado de Versalles y ordenó el servicio militar obligatorio. Con lo cual, se multiplicaron los efectivos del Ejército.

Parece ser que siempre fue un firme seguidor de las teorías del general italiano Giulio Douhet, al que ya dediqué otro de mis artículos.

Ese militar italiano concebía a la Aviación como un arma muy poderosa para llegar a cualquier parte del territorio enemigo, pudiendo bombardear sus lugares más estratégicos, como carreteras, fábricas, puentes, estaciones de ferrocarril, etc.

Así que la primera tarea que se le encomendó a Wever fue el estudio y desarrollo de aviones modernos para realizar las misiones que se le encomendaran.

No sólo aprobó el uso de aviones de pequeño tamaño, como los conocidos Stukas o los Messerschmitt BF 109, sino también los bombarderos medianos Junker 52 y Heinkel 111. Todos ellos fueron probados en la guerra civil española.

Aparte de eso, para poder realizar su teoría de bombardeo estratégico, necesitaba contar con otras aeronaves de gran tamaño, capaces de llevar una gran cantidad de bombas a fin de lanzarlas en lugares muy alejados de sus bases.

Eso dio lugar a la construcción de los prototipos de los modelos denominados Junker 89 y Dornier 19 a los que Wever llamó Uralbombers. Así que ya nos podemos hacer una idea de dónde pensaba utilizarlos.

Incluso, junto con el general von Blomberg, al que también dediqué otro de mis artículos, impulsó un centro de estudios para formar a los funcionarios del Ministerio de Defensa en estrategia y economía de guerra. Sin embargo, poco tiempo después, esta iniciativa fue cancelada por el mariscal Göring, jefe de la Luftwaffe.

En 1920, se casó con Hertha Suadicani, hija de un conocido arquitecto alemán, que diseñó y construyó muchas estaciones ferroviarias y de Metro de Alemania. Fruto de ese matrimonio, nacieron dos hijos: Günther y Walther. Ambos sirvieron como pilotos, durante la II Guerra mundial. Desgraciadamente, el segundo de ellos fue derribado y murió en ese conflicto.

Por lo que se refiere a nuestro personaje, el 03/06/1936, Wever, se hallaba dando una conferencia en una academia de cadetes de la Luftwaffe, en Dresde.

Estando allí, se enteró de la muerte del general Karl Litzmann, que acababa de fallecer en Berlín y con el que le unía una buena amistad.

Parece ser que el acto duró algo más de lo previsto. Así que se dirigió a toda prisa a una base, donde tenía la aeronave con la que había previsto volar a Berlín.

Se trataba de una especie de avioneta, modelo Heinkel 70. Parece ser que iba con mucho retraso así que se empeñó en pilotarla él mismo, llevando como acompañante a un mecánico.

Por lo visto, dado que tenía mucha prisa, no se hicieron todas las comprobaciones oportunas. Wever despegó de la pista y, poco después, el avión giró sobre sí mismo, provocando que los tripulantes estuvieran boca abajo. Poco después, el aparato se estrelló sobre una zona agrícola, incendiándose y resultando muertos ambos tripulantes, ya que no consiguieron darle la vuelta al aparato y la cabina impactó contra el suelo.

Según el peritaje posterior, la causa del accidente fue que no se habían retirado una serie de bloqueos de los alerones, por lo que al piloto le fallaron los controles y no pudo enderezar su aeronave.

Parece ser que no hubo sanciones para los mecánicos, pues habían obedecido las órdenes del general, al pie de la letra. Lo cual me parece bastante sospechoso.

No lo digo por capricho, sino porque, casualmente, durante ese período, murieron varios jerarcas nazis a causa de accidentes de este tipo.

Posteriormente, numerosas personalidades asistieron a su entierro, que
tuvo lugar 3 días después, siendo presidido por el mariscal Göring y la viuda de Wever.

Después de su muerte, Göring, decidió que no se construyeran bombarderos estratégicos, sino tácticos y ya no se llegaron a fabricar los prototipos que he citado anteriormente.

No obstante, siguieron en vigor los principios de la guerra aérea, enunciados por el propio Wever un año antes de su muerte. Entre los que podemos citar que la fuerza aérea debe servir tanto para destruir a las aeronaves enemigas como para aniquilar sus fuentes de energía.

El sustituto de Wever fue el célebre general Kesselring, el cual ya estuvo más supeditado a los caprichos de Göring y eso hizo que empezara el declive de la Luftwaffe.

Wever afirmaba que la Aviación podía tener un papel muy importante, si se la usaba de manera independiente contra objetivos estratégicos importantes. Curiosamente, era la misma idea que tenían el británico Hugh Trenchard y el USA William Mitchell. Con la diferencia de que, según
parece, a estos, les hicieron caso sus gobiernos, mientras que a Wever no.

Yo creo que la razón para no escucharle podría estar en que Alemania era un país con pocos recursos y que estaba intentando salir de una grave crisis económica. Así que la única guerra que podía afrontar era una que hiciera capitular muy rápidamente al enemigo.

De hecho, lo consiguió al invadir muchos países, como Polonia o Francia. Sin embargo, la cosa se complicó mucho, cuando empezó a bombardear Gran Bretaña.

Aunque los británicos tenían muchos menos aviones que los alemanes, estos fracasaron al no disponer de unos cazas con una mayor autonomía de vuelo, que pudieran escoltar a sus bombarderos, defendiéndolos de los cazas enemigos.

Aparte de ello, hay que destacar que la II Guerra Mundial fue, esencialmente, una guerra industrial. El país que pudiera reponer más pronto el material perdido sería el que ganase y ese fue USA.

Alemania no podía ir a ese ritmo por la sencilla razón de que, diariamente, sufría terribles bombardeos, que interrumpían constantemente el trabajo en sus fábricas. Por no hablar de las bajas producidas entre sus obreros.

Aparte de que, algo más tarde, sufrieron una gran escasez de suministros de todo tipo. Incluido, el petróleo.

Por eso mismo, durante la invasión de la URSS, Hitler dio la orden a sus ejércitos para que no atacaran Moscú, sino que se desviaran hacia Stalingrado, que es donde había muchos yacimientos de petróleo.

También hay quien dice que, si Hitler hubiera tenido una flota de bombarderos pesados, como las que tenían los Aliados, es posible que hubiera vencido en la famosa Batalla de Inglaterra.

No obstante, lo normal es que los Aliados hubieran fabricado muchos más aviones que ellos, porque tenían más recursos y las fábricas USA estaban fuera del alcance tanto de los alemanes como de los japoneses.

El único avión de ese tipo, fabricado por los alemanes, fue el Heinkel 177, del que se construyeron pocas unidades.

Al final de la guerra, a pesar de que los alemanes habían cancelado la fabricación del Junker 89, sin embargo, se basaron en su diseño para construir el Junker 90.

Se trataba de una aeronave con 4 motores, que empezó prestando servicio en la compañía aérea alemana Lufthansa y que, durante la guerra, se utilizó para el transporte de tropas.

Posteriormente, los alemanes, construyeron en Junker 290, que era bastante más grande que los anteriores.

Parece que éste último lo usaron mucho para el abastecimiento de las tropas alemanas, que sitiaban Stalingrado. Esta aeronave ya disponía de un portón trasero para el lanzamiento de suministros.

Por lo visto, entre los proyectos de Hitler, estaba utilizar estas enormes aeronaves para bombardear la ciudad de Nueva York.

Parece ser que, al final de la guerra, hicieron un vuelo de ensayo, desde Francia, con un modelo Junker 390, llegando hasta muy pocos kilómetros de las costas de USA y regresando a la base desde la que habían partido.

Hay muchos rumores de que, al final de la guerra, varias de esas grandes aeronaves fueron utilizadas para la huida de algunos jerarcas nazis. Así como para la evacuación de archivos comprometedores.

Por lo visto, esto se descubrió cuando, a principios de abril de 1945, un Junker 290 tuvo un accidente, cuando intentaba aterrizar en el aeropuerto de Barcelona.

Posteriormente, como este avión se quedó en España, fue utilizado por el Ejército del Aire español en la base de Matacán (Salamanca).

Debió de ser una buena aeronave, pues, ya en la posguerra, tres de esos aparatos fueron utilizados por las fuerzas aéreas británicas y de USA.

 

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