lunes, 19 de octubre de 2020

LA AZAROSA VIDA DE GALA PLACIDIA

 

Hoy voy a dedicar este artículo a un personaje histórico con una vida, realmente, increíble. Se trata de Aelia Gala Placidia. Es la que figura en el centro de este retrato. Los otros son sus dos hijos.

Parece ser que nació en Roma, alrededor del año 390 d. de C., aunque los expertos no se ponen de acuerdo sobre su año de nacimiento.

Su padre fue el famoso emperador Teodosio I el grande, del que unos dicen que nació en Coca (Segovia) y otros que en Itálica (Santiponce, Sevilla). Ambos lugares en Hispania.

Su madre, que fue la segunda esposa de ese emperador, también se llamaba Gala y era hija de otro emperador, Valentiniano I. También se trataba de su segundo matrimonio.

Posiblemente, os sonarán más Arcadio y Honorio, como hijos de Teodosio I. Estos nacieron durante el primer matrimonio de ese emperador. Por tanto, eran hermanastros de Gala Placidia. A la muerte de su padre, dividió el imperio, quedando Arcadio como emperador de Oriente y Honorio, de Occidente. Los cuales llegaron al trono a los 18 y 11 años, respectivamente. O sea, sin tener una adecuada formación para estar en esos puestos. Cosa que influyó mucho en el declive de Roma.

Volviendo a nuestro personaje, sus padres murieron muy pronto. Posiblemente, cuando ella sólo tenía unos 5 años. Así que fue criada por otros. Concretamente, por el general de origen vándalo Estilicón y su esposa Serena, sobrina del emperador, hija de su hermano mayor, Honorio.

Tampoco tenía ninguna hermana, pues su hermanastra Pulcheria murió antes que la primera mujer del emperador.

Ya desde pequeña recibió el título de niña más noble. Se puede decir que tenía sangre azul por los cuatro costados. Así que siempre fue un buen partido para todos sus pretendientes, que nunca le faltaron. Dado que el que se casara con ella, podría reivindicar para sí el trono de emperador de Roma.

Por ello, Estilicón y su esposa no perdieron el tiempo y muy pronto la prometieron con uno de sus hijos, aunque parece ser que nunca se casaron.

Por lo visto, Honorio, que siempre estuvo muy mal aconsejado y que nunca tuvo buenas actitudes para ese cargo, fue informado de que Estilicón y su hijo preparaban un complot contra él, asociados con Alarico. Así que ordenó que ambos fueran detenidos y ejecutados. Orden que se cumplió a rajatabla en el 408. También se ordenó la muerte de los godos que sirvieran en el Ejército y sus familias.

Esto dio lugar a que muchas tribus federadas con el Imperio se rebelasen contra Roma, se pusieran bajo el mando de Alarico y asediaran la ciudad. Hay que decir que el emperador ya no residía allí, sino en Rávena.

Anteriormente, al ver su imperio en peligro por la cercanía de los godos, procuró siempre llevarse bien con ellos. Para lo cual, metió a miles de ellos en su propio Ejército y hasta nombró jefe del Estado Mayor a su caudillo, Alarico. Eso provocó muchas protestas en su imperio.

Se sucedieron los enfrentamientos armados entre los ejércitos de los dos hermanos y, de esa manera, los godos, se fueron acercando cada vez más a Roma.

Así que, también en el 410, Alarico consiguió entrar y saquear Roma. Acontecimiento que ciertos autores, como San Agustín, lo definieron como “el fin de los tiempos”. Sin embargo, los paganos que aún quedaban entre los romanos, lo vieron como un mensaje de sus antiguos dioses clásicos.

Obviamente, como nuestro personaje se hallaba en esa ciudad y se trataba de alguien muy importante, Alarico, la tomó como rehén, junto con otros muchos patricios romanos. No obstante, parece ser que la trataron bien.

La idea de éste era atravesar el Mediterráneo para llegar al norte de África, donde se hallaban los mejores campos de cereales del Imperio. Así que trasladó a sus tropas y sus rehenes hacia el sur de Italia.

No pudieron realizar esa travesía, porque les surgió una tormenta, que hundió muchas de sus naves. Así que regresaron a Italia y, ese mismo año, falleció Alarico. Posiblemente, víctima de la malaria.

Alarico fue enterrado de un modo ritual, desviando un río, que discurre junto a Cosenza, para que descansara bajo el lecho de éste, y volviendo a llevarlo por su cauce normal. Nunca se ha encontrado su sepultura. Ni siquiera los que hicieron esa obra pudieron contarlo, porque los mataron nada más acabarla.

Posteriormente, los godos eligieron como su sucesor a su cuñado, Ataulfo. Parece ser que él y Gala Placidia estaban enamorados, así que se casaron en el 414, aunque algunos autores afirman que ya se habían casado en el 411. Parece ser que el novio tenía casi 20 años más que la novia.

Aunque podamos pensar lo contrario, la boda fue muy bien vista por la clase patricia de Narbona. De hecho, se celebró en una lujosa villa de uno de estos patricios, a donde acudieron muchos de ellos.

Incluso, la novia vestía como una emperatriz romana y hasta le prepararon un trono, mientras que Ataulfo también vestía a la usanza romana.

Por lo visto, muchos de los tesoros que regalaron a los novios fueron encontrados, muchos años más tarde, por los francos, cuando les vencieron y les obligaron a irse a Hispania.

Incluso, siglos más tarde, se cuenta en las crónicas árabes que, cuando invadieron la Península Ibérica, se encontraron con multitud de tesoros, que tenían almacenados los visigodos y que procedían del antiguo Imperio Romano.

Honorio le encargó que derrotase al usurpador Jovino. Tras haberlo conseguido, el emperador, permitió que los visigodos se asentasen en la Galia. Sin embargo, cuando Honorio conoció la noticia de la boda de su hermanastra, no le hizo ninguna gracia. Por tanto, ordenó que su Ejército le atacara y eso obligó a los visigodos a penetrar en Hispania.

Ataulfo y Gala Placidia se asentaron en Barcino (Barcelona) y allí nació su único hijo, Teodosio. Desgraciadamente, murió pocos meses después.

Para colmo de males, en 415, Ataulfo fue víctima de uno de esos complots palaciegos, tan habituales entre los visigodos. Muriendo unos días después a causa de sus heridas.

Le sucedió Sigerico, que dicen que estuvo a la cabeza de ese complot. De hecho, era hermano del asesino de Ataulfo, una especie de enano llamado Dubius. Así que, el nuevo monarca visigodo, mató a todos los hijos del primer matrimonio de Ataulfo y trató a Gala Placidia como si fuera una esclava. Incluso, la hizo caminar descalza, durante unos 18 km, en pleno invierno.

Así que los partidarios de Ataulfo, liderados por su hermano Walia, le asesinaron, cuando sólo llevaba una semana de reinado.

Éste se convirtió en el nuevo rey de los visigodos y retomó la idea de cruzar el Mediterráneo. Esta vez, por el camino más corto: el Estrecho de Gibraltar. No obstante, hay que indicar que, salvo los vándalos, ninguna tribu de los bárbaros aprendió el arte de la navegación, ya que los romanos siempre se opusieron a ello.

Así que, como los romanos les persiguieron hasta la zona del Estrecho y no pudieron cruzarlo, llegaron a un pacto, por el que los primeros les suministrarían todo tipo de víveres, porque estaban hambrientos, más una compensación en metálico. Por su parte, los visigodos, les entregaron a sus rehenes, incluida Gala Placidia, y se comprometieron a expulsar a todos los demás pueblos bárbaros, que habían penetrado en la Península Ibérica. Cosa que realizaron en muy pocos años.

Algo que les vino muy bien a los habitantes de Hispania, porque, desde hacía 6 años, cuando llegaron esas hordas de bárbaros, no hacían más que sucederse continuos actos de violencia y pillaje. Al menos, parece que los visigodos venían a restaurar el orden habitual al que estaban acostumbrados los ciudadanos del Imperio Romano.

Sin embargo, una vez realizada esta labor, supongo que Honorio pensó que Hispania era demasiado valiosa para que sólo la disfrutaran los visigodos y les ordenó que se replegaran a la Occitania francesa, eligiendo como capital la actual ciudad de Toulouse.

Volviendo a nuestro personaje, parece ser que Constancio III, un general, que había sido asociado al trono por Honorio, estaba enamorado de ella. Así que el emperador otorgó su permiso para esa boda, que se realizó en 417. Fruto de ese matrimonio nacieron Honoria y el futuro emperador Valentiniano III.

Posteriormente, Gala Placidia, llegó a intervenir en el nombramiento de un nuevo Papa, pues había dos candidatos y sus partidarios provocaron muchos desórdenes públicos. Así que llegó a proponer a su hermano la elección de uno de los dos que optaban al cargo.

En 421, Constancio III, fue proclamado augusto, o sea, que cogobernaba con Honorio, el cual no tenía hijos. Además, éste se había divorciado de su mujer, así que Gala Placidia pasó a ser considerada emperatriz del Imperio Romano de Occidente.

Desgraciadamente, su marido murió ese mismo año, víctima de una enfermedad y ella se exilió con sus hijos en Constantinopla. Realmente, no está nada claro el motivo de ese exilio.

En 423, murió Honorio, el emperador de Occidente, sin dejar descendencia, ni designar un sucesor. Así que empezó la lucha por el trono de Rávena.

Sin embargo, Teodosio II, emperador de Oriente y sobrino de Gala Placidia, que los había acogido en su territorio, apoyó la candidatura de Valentiniano, uno de los hijos de ella.

Incluso, pactó el matrimonio de Valentiniano, que entonces tenía sólo 4 años, con su hija, Licia Eudoxia, que tenía sólo 2. Así que después de haberlo reconocido como el más noble, luego lo proclamaron como nuevo emperador de Occidente.

Después de vencer a un oponente al trono, y con el apoyo del Ejército del Imperio de Oriente, Valentiniano III, fue proclamado por el Senado nuevo augusto del Imperio de Occidente en octubre del 425.

Posteriormente, Gala Placidia, fue regente del imperio, en nombre de su hijo, hasta el 437, cuando cumplió los 18 años. Por otro lado, siempre fue muy respetada por los visigodos por haber sido la viuda de su rey Ataulfo.

Esto no es contrasentido, parece ser que una de las cosas que dijo Ataulfo fue: “mi deseo sincero se cifra en obtener la gratitud de las épocas venideras hacia un extranjero que esgrimió la espada goda, no para destruir, sino a fin de restablecer y conservar la prosperidad del Imperio Romano” (Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano. Edward Gibbon).

También tuvo que afrontar la lucha entre dos grandes generales: el conde Bonifacio y Flavio Aecio, que dio lugar a una guerra entre ellos. Salió victorioso el segundo y, desde entonces, fue una especie de corregente con Gala Placidia.

Realmente, fue una época donde al Imperio Romano de Occidente le salían frentes por todos lados, así que era muy importante que hubiera un militar al frente de todo. Salvo Italia, el resto de sus territorios estaban ya invadidos por las tribus bárbaras. Ciertamente, algunos de ellos como aliados del Imperio.

Además, como los vándalos lograron cruzar el Estrecho de Gibraltar y asentarse en el norte de África, donde estaba el granero de Roma, eso dio lugar a un aumento considerable de los precios y de los impuestos. Lo que conllevó una desestabilización política.

En sus últimos años de vida, nuestro personaje, pudo ver la llegada de Atila y sus hordas al continente europeo. No sólo lo vio, sino que le afectó muy directamente a su familia.

Como ya he dicho, anteriormente, Gala Placidia, tuvo dos hijos con Constancio III: Honoria y el futuro Valentiniano III.

Parece ser que la primera fue a vivir con sus parientes de Constantinopla. Por algún motivo que desconozco, su hermano, ya emperador, no le permitió casarse ni a ella, ni a sus dos primas.

Por lo visto, ella no estuvo de acuerdo y tuvo varios amoríos, así que, cuando se enteró su hermano, le buscó un marido. Se trataba de un cónsul muy leal a él. Sin embargo, a ella no le gustaba el pretendiente que le había buscado su hermano y tuvo una idea que levantó ampollas en todo el Imperio.

No se le ocurrió otra cosa que escribir al propio Atila, declarándole su amor y acompañando un anillo, como prueba de que quería casarse con él.

En un principio, el jefe de los hunos, no le hizo demasiado caso, pues ya tenía una especie de harén lleno de esposas y concubinas.

Sin embargo, más tarde, cambió de opinión, y escribió a Valentiniano III, pidiendo la mano de su hermana y, de paso, exigiendo, como dote, la mitad del Imperio Romano de Occidente.

Evidentemente, el emperador, se negó rotundamente a ese enlace y así se lo hizo saber a Atila, al que no le gustó nada esa respuesta.

Incluso, la propia Gala Placidia, escribió a Atila para aclararle la situación, dándole a entender que se trataba de un simple malentendido, pero tampoco tuvo mucho éxito.

Al menos, su hijo, la hizo caso y en lugar de mandar matar a Honoria, por haber traicionado al Imperio, aceptó que se exiliara de la corte.

No sé si sería a causa de este disgusto, lo cierto es que nuestro personaje murió en ese mismo año, el 450, cuando tenía 60 años.

Para que no queden cabos sueltos, mencionaré que, al final, Honoria, se casó con Bassus Herculanus, el elegido por su hermano.

Sin embargo, no sabemos si es que ya no vivirían en Roma, cuando los vándalos asaltaron la ciudad, pues no aparece en las listas de rehenes de cierta importancia, que se llevaron esos bárbaros a Cartago.


 Por otro lado, como el emperador no aceptó las exigencias de Atila, éste, a partir del 455, se dedicó a invadir y arrasar las ciudades y campos del Imperio.
Afortunadamente, al inútil de Valentiniano III le dejó su madre un gran general para dirigir sus tropas. Se trataba de Flavio Aecio.
Mientras los hunos se dedicaban a arrasar los campos de la Galia, Aecio, montó una coalición entre todos los pueblos que residían en esa zona, los cuales quedaron al mando del rey visigodo Teodorico I. Esas tropas se unieron a las de Aecio y juntas se enfrentaron, en el verano de 451, a Atila en la batalla de los Campos Cataláunicos.

No se conoce el lugar exacto de la batalla, pero sí que fue en un sitio cercano a Châlons-en-Champagne, una ciudad situada en el norte de Francia, cerca de la actual frontera con Bélgica. A unos 45 km al sureste de Reims.
A pesar de esta derrota, en 452, Atila invadió Italia y, cuando se disponía a encaminarse hacia Roma, el Papa León I vino a su encuentro en la ciudad de Mantua.

Realmente, no se sabe lo que ocurrió, pero lo cierto es que Atila y sus huestes retrocedieron y no volvieron a penetrar en Italia. Al año siguiente, murió Atila, tras haberse casado con una princesa, posiblemente, ostrogoda.
En 454, Valentiniano III, fue convencido por sus asesores de que Aecio quería quitarle el trono. Así que lo mandó llamar y, de repente, desenvainó su espada y lo asesinó en su palacio.
Lógicamente, al año siguiente, los partidarios de Aecio, dieron muerte de igual manera al emperador.
Esto dio lugar a que, en 455, Genserico, el rey de los vándalos, 
desembarcase en Italia y saquease Roma. Por lo visto, previamente, se había entrevistado también con el Papa León I, el cual le pidió que no matase a la gente, ni incendiase la ciudad. Eso lo cumplió y sólo la saquearon y se llevaron muchos rehenes.
Tras la muerte de Valentiniano III, como no tuvo descendencia masculina, hubo demasiados candidatos al trono de Roma. Así que se produjeron muchas luchas entre ellos y todos duraron muy poco tiempo.
Así que, en 476, Odoacro, el caudillo de la insignificante tribu de los hérulos, penetró en Roma y depuso a su último emperador, Rómulo Augusto, que era un chico de unos 15 años. Se compadeció de que aún era un niño. Así que le otorgó una pensión para que viviera en el campo, lejos de Roma. Mientras que Odoacro se proclamó rey de Italia y envió las insignias imperiales a Constantinopla, como prueba de vasallaje al Imperio Romano de Oriente.
Afortunadamente, Gala Placidia, no tuvo que presenciar el fin de su imperio. Fue una cristiana muy devota y mandó construir varias iglesias en Rávena, Roma y Jerusalén.

A su muerte, fue enterrada en el llamado mausoleo de Gala Placidia, que se halla en la ciudad de Rávena. Es lo poco que queda de la antigua Iglesia de la Santa Cruz.

En el mausoleo hay tres sarcófagos. Se cree que en el más grande reposan los restos de Gala y en los otros dos no está tan claro. En uno de ellos parece ser que está su segundo marido, Constancio III, mientras que en el otro podrían estar su hermano Honorio o su hijo Valentiniano III.

Por último, parece ser que los restos de Gala Placidia se sepultaron en el sarcófago, vestida con los atributos de emperatriz, y en posición sedente. Desgraciadamente, esos restos se perdieron a causa de un incendio fortuito en 1577.






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